Guatemala es un país de enormes y
escalofriantes contrastes, de millones de personas vive en la extrema pobreza y
de unos funcionarios gubernamentales para quienes la democracia guatemalteca es
un bendición porque les permite el privilegio de disponer de unos cuantos
millones de quetzales, de procedencia dudosa, para gastárselos en costosos
bienes de lujo. Y qué decir de la distribución de la riqueza donde una reducida
minoría, 9 familias, es dueña del 80% de la riqueza nacional, mientras el
restante 20% se divide entre los aproximadamente 14 millones de habitantes. No por
algo Guatemala está considerada, entre los países democráticos, como uno de los
lugares con los peores niveles de desigualdad económica en el mundo.
LA OPROBIOSA MISERIA
DE LOS GUATEMALTECOS
CONTRA LA INSULTANTE
RIQUEZA DE SUS GOBERNANTES
Por Luciano Castro Barillas
Estos comentarios quizá estén signados por lo
repetitivo, lo reiterativo, como una aliteración retórica; anhelaríamos que su
naturaleza fuera otra, pero que no sonara sobado, a lugar común; sin embargo,
la realidad social guatemalteca se impone, su historia que hoy se construye es
apabullante y demoledora y, casi impotente, uno asiste como ciudadano a dar su
aporte para mejorar las cosas con lo único que tiene: su palabra. Palabra que
vertida con dignidad e independencia por algunos periodistas dignos y valientes
inmediatamente es calificada por el poder omnímodo nacional, la oligarquía;
como calumnia y difamación. Nadie con un salario vicepresidencial de hace dos
años y con un negocio de cosméticos que no es precisamente Channel o Carolina
Herrera, sino productos de belleza de tercera categoría; puede hacer una compra
de una residencia de descanso de veinticinco millones de quetzales. El
periodista de investigación (el señor
Zamora de elPeriódico) que publicó el escandaloso y raro ingreso de altos
funcionarios públicos, lo cual les permite tener acceso a tales bienes, está
siendo acosado judicialmente desde hace algún tiempo por desvelizar a los
políticos cimarrones guatemaltecos cuyo embozo se les cae a cada paso y quienes
en una flagrante violación a la Ley Constitucional guatemalteca que garantiza
la libertad de expresión, con gran artificio verbal y maña, intentan disminuir
una garantía ciudadana, de las pocas que al final van quedado, diezmadas ya,
del injusto sistema legal guatemalteco.
Ya usted ve, lector amigo, los escándalos que
los sucesivos candidatos presidenciales denuncian cada cuatro años sobre el
endeudamiento externo de Guatemala, que está llevando a las finanzas guatemaltecas de manera real a
la línea roja, que no es otra cosa que al estado de insolvencia total, a la
imposibilidad de pagar una deuda que crece exponencial y viciosamente porque el
hoyo negro del déficit fiscal no hay dinero recaudado que lo llene, por una
sencilla razón; porque en este país solo tributan los sectores populares vía
consumidor final y las capas medias a través del impuesto sobre la renta. Y no
se trata de acosos de la izquierda, ni conspiraciones comunistas de “malos
guatemaltecos” como estilan decir los militares delirantes y trasnochados
enfermos de anticomunismo que no acaban de extinguirse del tinglado político
nacional. No. Dice esto la propia madre que los alimenta, que mantiene este
intercambio económico injusto en casi todo el mundo y que es totalmente brutal
en Guatemala. Lo afirma el más reciente estudio del Banco Mundial, de fecha 11
de septiembre de 2014. De 186 países objeto de estudio por esa entidad
expoliadora internacional, Guatemala ocupa el ÚLTIMO LUGAR EN INGRESOS Y GASTO
PÚBLICO. Bueno, no tardarán los del partido intrascendente que gobierna
Guatemala en decir lo contrario y justificar lo injustificable.
El documento denominando Análisis para el Diálogo Nacional Económico
de Guatemala, da pormenores que los ingresos del gobierno del 2010 al
2013, representaron el 11.5 por ciento del Producto Interno Bruto, es decir, de
esa riqueza global del país, en tanto que en el resto de Centro América el
promedio es del 19.8% por ciento o sea el 20%. El gasto público en el mismo
período estudiado representó el 14.1% del Producto Interno Bruto, en tanto que
las demás naciones centroamericanas fue del 22.8%, de hecho el 23% por ciento.
Ahora bien, cómo se explica entonces que si bien Guatemala ha crecido desde el
2008 de manera modesta, ese crecimiento no se refleja en la reducción de la
pobreza, pues contrario a lo que acontece en todo América Latina donde la
pobreza se redujo en 15.3 por ciento (del 42% al 26.7%), en tanto en Guatemala
esa reducción fue tan raquítica y miserable como lo refleja el 2.5% por ciento,
o sea que esa cifra infame logró moverse del 56.3% al 53.7% por ciento. Pero
todas estas cifras estremecedoras no están sujetas a la entelequia de las “fuerzas
invisibles del mercado”. No es así. Es porque sencillamente ese número
reducido de ricos guatemaltecos (9
familias en total) concentran en las condiciones de miseria actual un 80% de la
riqueza nacional, contra el 20% de riqueza dividida entre 13 o 14 millones de
habitantes. Por eso estamos como estamos
¿no?
Creerle a los politiqueros nacionales resulta
imposible, en tanto no lleven en sus programas políticos algo fundamental para
la vida nacional: que paguen los grandes ricos para que el ingreso y la
inversión público mejore y romper de esa manera el enfermizo endeudamiento
externo cuya deuda, de hecho, ya es imposible de pagar, además de inmoral pagarla;
porque se la han robado todos los politiqueros en su conjunto y sus amos
oligarcas. Triste destino, sin posibilidades de cambio por el momento, aunque
esto suene trágico, determinista o derrotista. La coyuntura de la izquierda,
lamentablemente, no puede articularse, sumida como siempre en el personalismo,
el sectarismo y hegemonismo. Será el movimiento social sin partido el que tenga
que impulsar las reivindicaciones porque no se columbra una fuerza política
capaz de sustituir esta politiquería asqueante que día a día, se labra la
estaca.
Publicado por LaQnadlSol
USA.
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