sábado, 17 de diciembre de 2011

Remesas



Mientras leía la nota, la que ustedes estimados lectores leerán enseguida, pensé por un momento que provenía de alguien que ha estado residiendo en los USA, pues la claridad del enfoque no deja dudas al respecto. Efectivamente y durante la década de los 80 el compañero profesor y periodista Luciano Castro Barillas estuvo residiendo en la Ciudad de Los Ángeles, California, en donde se desempeñó en las labores propias de todo emigrante, sin importar su situación migratoria y  que se ve obligado a realizar. Es precisamente, y a partir de ese contacto directo con esa realidad del trabajador emigrante  en estas tierras, que se concretiza su experiencia y conocimiento del tema.

Hablando más concretamente de las remesas en efectivo que los trabajadores guatemaltecos (legales o ilegales) en los Estados Unidos envían al país, éstas se estiman que sobrepasan los 4 billones de dólares anuales. Se sabe que las remesas constituyen una de las mayores (sino la mayor) fuentes de ingresos económicos que recibe el país  por concepto de la exportación forci-voluntaria de la fuerza de trabajo de decenas de miles de compatriotas que al ser excluidos por un sistema económico – oligárquico – injusto y harto explotador, no tienen más remedio que emigrar y ver si es posible, rasguñar el afamado “American Dream,” el cual en menos de lo que canta un gallo se transforma en una pesadilla. Las tan ansiadas remesas que los desdichados trabajadores o jornaleros guatemaltecos envían a sus felices recipiendarios en Guatemala, van cargadas la mayoría de las veces no solo con el dolor de la ausencia y la nostalgia, sino que también llevan la marca del abuso, la sobre explotación y la discriminación a manos de propios y extraños. Detrás de cada remesa hay una historia de sudor, lágrimas y desencanto. Pero para muchos de los parientes o amistades que quedaron en casa, esas historias no tienen mayor impacto emocional, pues hay muchos kilómetros de por medio. Es el color de los “green backs” (dólares) lo que importa. Los hijos quieren lucir vestimentas de marca y hasta carro, los hermanos para darse la gran vida en clubes nocturnos, el padre para aventarse los respectivos “capirulazos,” la inconsecuente y fiel esposa, para comprarse unas cuantas joyas de buen oro y otras banalidades para lucirlas al más temido y odiado de los personajes masculinos que siempre andan al acecho de las mujeres solas; o el amigo que quiere comprarse el más “chic” de los teléfonos celulares. No debería ser así, esas remesas ganadas y enviadas con todo el sacrificio y dedicación de esos pobres y sufridos compatriotas deberían ser usadas para generar bienestar a largo plazo, pero lamentablemente la obtención de dinero fácil provoca las más irresponsables acciones de variada e ingrata factura. El dinero dado a veces con extrema generosidad, casi nunca es bien utilizado, al contrario, las personas en posesión del mismo son presas del virus del consumismo, el despilfarro; el goce inmediato que promueve como  símbolo de progreso el neoliberalismo económico. Al final todo esto termina generando una relación de dependencia y holgazanería que da lugar a todo tipo de críticas, no  en contra del sistema que promueve este comportamiento, sino en contra de las personas que son víctimas inconscientes del mismo.

Las fiestas de fin de año se aproximan, la algarabía, el holgorio, las comidas apetitosas y los infaltables tragos harán el deleite de muchos, que posiblemente en medio de tanto festín olvidarán que todo ello es producto de las “sufridas  remesas” que van de los USA. Mientras que aquí en el Norte, poderoso y rico, el infeliz “wet back” guatemalteco, sufriendo el desencanto y la frustración por la anhelada cuenta bancaria que no existe y la mal querencia de sus seres queridos allá en la Guatemala del olvido, no tendrán más remedio que ahogar sus penas en licor, hacinados en apartamentos apestados de cucarachas, ratones y chinches. Víctimas de la nostalgia por el amor que ya no existe, recurrirán a algún oscuro número telefónico para solicitar una pieza de amor barato. La nostalgia que como sentimiento no sirve para nada, es el único recurso que les queda para mantener vivo el sentido de pertenencia. Marvin Najarro


NOTA: Capirulazo es un guatemaltequismo que quiere decir trago de aguardiente.






LAS REMESAS DE LOS EMIGRANTES: FUENTE DEBIENESTAR Y HOLGAZANERÍA



Por Luciano Castro Barillas



Los dólares que envían los emigrantes que arduamente trabajan en los Estados Unidos son ganados a costa de diversos sufrimientos: exclusión, discriminación, sobreexplotación, hacinamiento y sufrimiento emocional por el obligado distanciamiento de sus seres queridos y de su tierra natal. No es fácil obtener los dólares basados en el trabajo honrado, significa, entre otras cosas, almorzar en su centro de trabajo llevando sus alimentos que, cuando no hay una mano generosa de proporcionar un microondas, deben ingerirse fríos. Desoladoras y oscuras son las madrugadas de invierno, donde los rigores de la estación son aún mayores cuando se vive pensando en la familia o en las celebraciones emblemáticas de los chapines como lo es la Noche Buena, los tamales, el ponche y el estrépito de los cohetes de las doce de la noche. Esos dólares que son pedidos con tanta facilidad y hasta con cinismo por personas inconscientes, vienen revestidos de esfuerzo, tristeza o dolor. Vienen impregnados de la necesaria nostalgia, vienen marcados por la desintegración familiar y vienen visados por el temor  -y a veces el horror- de ser deportados. Pero sobre todo esos dólares, ese billete verde que impera en el mundo, trae implícito algo más duro aún: la desesperanza. La ausencia de ilusión de volver a la patria porque, sencillamente en Guatemala, es poco lo que puede encontrarse y entonces ¿para qué volver? ¿A hacer qué? ¿A vivir cómo?
            
Esa es la realidad del emigrante. Aquella persona que por diversas razones (las económicas, las más) coge camino de los Estados Unidos, principalmente, y con grandes dificultades y como un extraño inicia una nueva vida, que no es necesariamente una buena vida. Las penas muchas veces son las mismas, con la diferencia que en los Estados Unidos se come mejor, se habita mejor, se viste mejor y son más accesibles los artilugios imprescindibles del estilo de vida actual.
            
Esos dólares en ocasiones son mal utilizados por los familiares inconscientes que viven en Guatemala y que imaginan que los emigrantes viven a pierna suelta e inundados de dólares, viviendo una existencia idílica donde la leche y la miel mana a borbotones. Todo lo contrario. El empleo en los Estados Unidos nunca ha sido ampliamente accesible y las condiciones laborales tampoco fáciles. Pero la valentía y la responsabilidad de los emigrantes se erige ante el activo compromiso con sus familias y la preocupación por su bienestar, sin embargo, no muchas veces se da con ellos la reciprocidad. Esos dólares que se cree ganados, así de fácil, son dispendiados, echados a perder, recibidos hasta con enfado porque son pocos y sin ningún agradecimiento por aquellos atorrantes (auténticos huevones) que tienen todo sin trabajar, porque el que trabaja es otro (el emigrante). Los dólares, ciertamente, han creado bienestar a muchas familias guatemaltecas pero, lamentablemente, han dado lugar a que surja una generación de viejos y adolescentes holgazanes que teniendo asegurado un ingreso  -sin trabajar-  ven el mundo desde una comodidad indigna y se tornan en indignos presumidos con el dinero que no les cuesta. Los jóvenes que viven de las remesas y de la inconsciencia de lo que significa trabajar, son señoritos que tienen todo o niñas pijas que viven preocupadas por el sobrepeso y los asuntos de belleza física.
            
Ese es el saldo negativo de las remesas: hombres de cincuenta años que ya no quisieron sembrar ni un mínimo barbecho y que decidieron jubilarse muy anticipadamente haciéndose los viejitos, jóvenes que quieren como regalo de Navidad un coche porque una prenda mínima se la lanzan por la cara a sus padres y jovencitas que quieren agasajar a sus amistades en las festividades de diciembre -la Noche Buena y la noche del Año Nuevo-  con el dinero que otros han trabajado.
            
Emigrantes heroicos: ¡exijan a sus familiares calidad en el gasto! Y no contribuyan a crear una generación de guatemaltecos holgazanes.







           
            
Publicado por: Marvin Najarro
CT, USA.

3 comentarios:

luis rambo dijo...

Desgraciadamente cada palabra aqui publicada por mi tio es cierta a cabalidad, las personas en Guatemala exigen lujos k no merecen! Cuando el verdadero trabajador aqui en los estados a veces se limita a lo basico , cuando la partida de guevones alla se van a sentarse al parque a desperdiciar el tiempo solo esperando con una mano extendida y la otra en los huevos!!

luis rambo dijo...

Desgraciadamente cada palabra aqui publicada por mi tio es cierta a cabalidad, las personas en Guatemala exigen lujos k no merecen! Cuando el verdadero trabajador aqui en los estados a veces se limita a lo basico , cuando la partida de guevones alla se van a sentarse al parque a desperdiciar el tiempo solo esperando con una mano extendida y la otra en los huevos!!

luis rambo dijo...

Desgraciadamente cada palabra aqui publicada por mi tio es cierta a cabalidad, las personas en Guatemala exigen lujos k no merecen! Cuando el verdadero trabajador aqui en los estados a veces se limita a lo basico , cuando la partida de guevones alla se van a sentarse al parque a desperdiciar el tiempo solo esperando con una mano extendida y la otra en los huevos!!