La orden de la CC fue
cumplida y no hay tampoco en lo resuelto por la jueza Flores en relación con la
jueza Jazmín Barrios, ninguna relación de subordinación administrativa. Son
funcionarias judiciales al mismo nivel y como el exhorto de la jueza Flores es
ilegal, la jueza Barrios, sencillamente, no le hará caso porque trae el feo
aroma de resolución corrupta que no salió, precisamente, de una profunda disquisición o reflexión
jurídica, sino de la cloaca del sistema jurídico guatemalteco donde las ideas
jurídicas vuelven a su lugar de origen: son ideas políticas, por sobre todas
las cosas. Alegrón de burro para el energúmeno de la Iglesia Verbo, pero la
verdad que no estaría mal que el proceso se alargue por unos tres años para que
no pueda dormir ni estar tranquilo, …
ALEGRÓN DE BURRO
PARA EL GENOCIDA RÍOS MONTT
Por María de los Ángeles Roca
Las pésimas actuaciones judiciales de la jueza Patricia Flores no son un
secreto para nadie. Todas sus actuaciones de administración de “justicia” están
signadas por el entredicho, la sospecha, la maña y la evidente falta de
profesionalismo, si entendemos que ser profesional, no es solo disponer de una
licencia en leyes para ejercer el derecho, una maestría o un doctorado. Ser
profesional, en cualquier profesión, es ante todo y sobre todo, actuar con
responsabilidad y con más rigor en el campo del derecho, donde la verdad y la
justicia debiera estar por encima de todo, para que el valor supremo de la
justicia equidad (dar a cada cual lo que le corresponde) haga posible la paz
entre los hombres, en la sociedad. Todo funcionario judicial debiera ser una
persona íntegra, honrada e ilustrada por la ley en su técnica y su doctrina. Un
ciudadano educado, pues, en pocas palabras. Pero no es el caso de la mayoría de
profesionales del derecho guatemaltecos (desgraciadamente no es la minoría) que
hacen del formalismo extremo de la ley su inspiración y su causa. Eso es
exactamente lo que ha ocurrido con la resolución de la nefanda abogada Flores,
la cual obviando, simplificando, el dolor de 1700 víctimas ixiles, pretende ser
justa, pero con el victimario, ese viejo decrépito genocida que con poco
disimulada y cínica sonrisa piensa que se saldrá con la suya al verse
favorecido por una resolución controversial que pretende retrotraer el proceso
judicial de Ríos Mott hasta el año 2011. No es exactamente así ni puede ser así,
ni debiera ser así. Por encima de lo taxativo de la ley, de lo estrictamente
formal, está la sana, expeditiva y amplia crítica de esa misma ley. Por
economía procesal (economía en tiempo y dinero, porque no poca cosa está
costando a los contribuyentes guatemaltecos este juicio que lleva ya un mes)
por la opinión pública no tanto nacional sino internacional, por las buenas
costumbres, por la paz social y por el mínimo de decencia personal y
profesional, el juicio no se puede anular. El juicio por genocidio en
Guatemala (que es el primero en América)
es de interés de toda la comunidad internacional y de Naciones Unidas en
especial. Es un caso que dejó de ser doméstico y se volvió trascendental, de
interés de todas las naciones civilizadas del mundo por la magnitud del agravio
y la necesidad impostergable (30 años de
espera para llevar a juicio a los dos criminales señeros) de castigar a los
responsables de tal atrocidad, que revestidos por los poderes tradicionales de este
misérrimo país, tremolaban la bandera de la impunidad y la insolencia. Se trata
de un alegrón de burro, de una falsa ilusión, para los calcificados callos del
genocida y su corazón de baja estofa, pues la resolución no está en firme y
lleva implícita dos cuestiones, dos principios jurídicos importantes:
temporalidad, porque cumplida la orden de la Corte de Constitucionalidad que obligó al tribunal a recibir las pruebas
de descargo de los procesados, todo lo demás indicado por la corrupta jueza
Flores, es asunto de su cosecha personal, es decir, una extralimitación de sus
funciones, que serán nulas ipso jure (por ley), pues sencillamente no puede ser
de otra manera si es que en los magistrados que integran la Corte de
Constitucionalidad (tan venida a menos) hay un mínimo de decencia y del profesionalismo
que hablamos en líneas anteriores. La jueza Carol Patricia Flores ocupará, para
la historia de las actuaciones judiciales del seudosistema de justicia
guatemalteco, un lugar distinguido en el mundo de la infamia y la desvergüenza.
La orden de la CC fue cumplida y no hay tampoco en lo resuelto por la jueza
Flores en relación con la jueza Jazmín Barrios, ninguna relación de
subordinación administrativa. Son funcionarias judiciales al mismo nivel y como
el exhorto de la jueza Flores es ilegal, la jueza Barrios, sencillamente, no le
hará caso porque trae el feo aroma de resolución corrupta que no salió,
precisamente, de una profunda
disquisición o reflexión jurídica, sino de la cloaca del sistema jurídico guatemalteco
donde las ideas jurídicas vuelven a su lugar de origen: son ideas políticas,
por sobre todas las cosas.
Alegrón de burro para el energúmeno de la Iglesia Verbo, pero la verdad que
no estaría mal que el proceso se alargue por unos tres años para que no pueda
dormir ni estar tranquilo, ya que no son poca cosa 1095 días para estar en el
mismo rollo. Que termine loco por la presión, eso espero.
1 comentario:
alegron de burro fue para todos los payasos que hicieron un circo de la sala de vistas!!!
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