El sexo se ha vaciado de su
esencial relación personal a través de la red de redes y ha quedado en sexo
virtual, sexo sin sexo; la guerra, por mor de los mass media, se resuelve en un
video juego extendido, una guerra sin guerra, sin consecuencias para nosotros;
también la experiencia de la alteridad multicultural que acepta al otro sin su
otredad, sin lo que le hace ser otro, es la cultura sin cultura, es decir, el
envoltorio folclórico sin el proceso de cultivo que supone toda cultura
–cultus, cultivo–. Se arranca toda la tradición que hay tras una cultura y se
la utiliza para extender el dominio global. Las culturas son utilizadas así
como caballos de Troya para la invasión de los pueblos.
EL SEXO SIN SEXO
Por Bernardo Pérez Andreo
En la sociedad postmoderna se ha generado toda una ideología justificadora
de la sociedad global con el nombre de multiculturalismo. Básicamente se trata
de la aceptación de todas las culturas, las tradiciones y las creencias como
iguales e intercambiables. No hay ninguna superior a la otra, ni ningún tipo de
criterio que pueda abarcar a todas ellas, cada una tiene un valor propio e
incomparable. Por tanto, lo que se debe hacer es aceptar todas las culturas de
forma acrítica sin intentar cambiar nada en ellas, todo intento de crítica es a
su vez descalificado como prepotencia ideológica y exclusora. Nadie puede
arrogarse, según esta nueva ideología, la posibilidad de juzgar las culturas,
ni mucho menos de descalificarlas. Lo que se puede y se debe hacer es aceptarlas
tal como son sin intentar ningún tipo de juicio sobre ellas.
Esta nueva ideología, como toda ideología, es peligrosa por lo que intenta
ocultar, no por lo que manifiesta. Los intereses económicos y políticos que
encubren son los que la convierten en un frente interesante de estudio. Como
toda la Postmodernidad intenta encubrir una situación de injusticia global so
capa de tolerancia y respeto al otro. El otro se ha convertido en un referente
hueco, en un reflejo del yo que desea encontrarse a sí mismo mirándose en el
espejo del rostro del otro vaciado de su otredad. El otro es una imagen creada
y proyectada del yo solipsista postmoderno. La imagen más real del otro es
Benetton, la marca de ropa italiana. En su publicidad aparecen jóvenes de distintas
razas, culturas y religiones pero todos con el mismo aspecto, el aspecto
Benetton. Bajo la apariencia de diferencia, todos son lo mismo, todos son el
mismo yo consumidor postmoderno, sin ningún atributo real que les diferencie,
sólo pura fachada.
En el mercado postmoderno se encuentran toda una serie de productos
privados de sus propiedades dañinas, productos que son los mismos externamente:
en color, sabor, olor… pero se les ha eliminado aquello que les hace
potencialmente peligrosos para la salud. El café sin cafeína, la cerveza sin
alcohol o la crema sin grasa, son algunos de los productos más conocidos. Estos
productos son los mismos que los otros a los que no se ha privado de su
propiedad esencial, pero no son lo mismo. ¿Qué es el café una vez eliminada la
cafeína?, probablemente no pueda seguir siendo nombrado igual porque la cafeína
es lo que hace que el café sea tal, de modo que nos venden un producto que no
es lo que es, es decir, que no es en absoluto. Esta es la esencia de la
Postmodernidad: mantener la apariencia y eliminar la esencia. Con las culturas
sucede lo mismo, se mantiene la apariencia de ser diferente pero se anula su
efectiva otredad, lo que hace que sea otra cultura y no la mía. Al calor de los
productos vacíos que hemos visto también podemos extender el proceso a las
situaciones sociales. El sexo se ha vaciado de su esencial relación personal a
través de la red de redes y ha quedado en sexo virtual, sexo sin sexo; la
guerra, por mor de los mass media, se resuelve en un video juego extendido, una
guerra sin guerra, sin consecuencias para nosotros; también la experiencia de
la alteridad multicultural que acepta al otro sin su otredad, sin lo que le
hace ser otro, es la cultura sin cultura, es decir, el envoltorio folclórico
sin el proceso de cultivo que supone toda cultura –cultus, cultivo–. Se arranca
toda la tradición que hay tras una cultura y se la utiliza para extender el
dominio global. Las culturas son utilizadas así como caballos de Troya para la
invasión de los pueblos.
El multiculturalismo actúa como ideología que justifica la supuesta
intangibilidad de las culturas, pero en el fondo lo que hace es vaciarlas de
contenido antes de asumirlas. Las culturas que se nos presentan han sido
convenientemente vaciadas de sus contenidos diferenciadores y asépticamente
integradas en nuestra civilización postmoderna. El ejemplo más claro puede ser
la Gran Manzana, donde se puede encontrar de todo tipo de culturas, creencias e
ideas diferentes, pero todas integradas en un mercado único. Usted puede comer
en un restaurante japonés, vestir el traje típico indio y beber Coca-Cola
mientras invierte en la bolsa a través de su móvil de última generación. Todo
es posible si se acepta el modelo de vida postmoderno, cualquier cultura puede
integrarse sin ser juzgada, pero, eso sí, convenientemente castrada.
Blog del autor: http://bernardoperezandreo.blogspot.com.es/
Publicado por LaQnadlSol
CT., USA. Auff!
1 comentario:
Este articulo si esta bien hecho. Me gusto mucho, a pesar de que soy de derecha. Buen trabajo.
José Elias López
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