El
gobierno de los Estados Unidos y sus aliados en Inglaterra, Francia y Alemania
no están en posición de sermonear al mundo a cerca de la “obscenidad moral” de
la guerra química o de cualquier otra. Existe amplia documentación sobre los
crímenes de guerra y otras atrocidades llevadas a cabo por el imperialismo
estadounidense y europeo, como para llenar muchos volúmenes.
LA HISTORIA COMO INSTRUMENTO PARA RESALTAR
LA OBSCENIDAD MORAL DE UNOS Y DEJAR PASAR POR ALTO LA DE OTROS
Víctimas del agente naranja en Vietnam
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Desprovisto de argumentos convincentes, sin el
respaldado de pruebas concretas, el Secretario de Estado de los EUA, John Kerry,
consciente de ello, hecho mano del discurso emocional buscando impresionar a un
público fácilmente impresionable -y todavía susceptible a la narrativa de los
eventos del 11/9- sobre el atroz ataque con armas químicas en Siria. Todo el
argumento de Kerry estuvo centrado en la denuncia moral de las armas químicas. Al
describir las “imágenes revulsivas” de los supuestos ataques con gas sarín en
Gouta, Kerry expresó lo siguiente: “La indiscriminada matanza de
civiles, de mujeres y niños y de inocentes espectadores, con armas químicas, es
una ‘obscenidad moral’”. En otra ocasión mencionando sus sentimientos
paternales como justificación para lo que se vislumbra, como la inevitable intervención
militar de los EUA en Siria, dice, “como padre no puedo deshacerme de las
imágenes en mi cabeza, de un padre que llorando sostiene en brazos a su hijo
muerto…”.
John Kerry, quien según algunos recuentos estuvo
comprometido en acciones de combate que equivalen a crímenes de guerra en
Vietnam, convenientemente olvida toda la historia de atrocidades imperialistas
cometidas con esas mismas armas químicas que ahora el tanto condena e,
hipócritamente pide, un duro escarmiento contra el agresor que flagrantemente y
con depravación moral absoluta, ha violado todas las normas internacionales que
su civilización ha impuesto sobre el resto del mundo incivilizado.
Pero la historia cuando se presenta contraria a
los intereses de dominación imperialista, es ignorada, o considerada superflua.
Únicamente tiene valor como instrumento manipulable cuando sirve para poner en
marcha una agenda predeterminada; i.e., el cambio de régimen en Siria.
John Kerry, en un alarde fantástico del más
repudiable cinismo hace un repaso histórico digno de un bufón, cuando declara
de manera grandilocuente ante el senado que, “en 100 años de prohibición
internacional contra las armas químicas, únicamente tres tiranos las han usado:
Adolfo Hitler, Saddam Hussein y ahora Bashar al-Assad. Esa recolección
histórica de Kerry puede que haya resultado muy bien en el senado, pero no con
aquellos que tienen un buen sentido de la historia.
¿A caso Winston Churchill no utilizó armas químicas cuando gaseo a los
palestinos en 1922? ¿Qué hay de los millones de litros del agente naranja que
los Estados Unidos dejó caer sobre Vietnam en los 1960 y 70, y cuyo efecto es palpable en
los nacimientos de niños deformes que todavía plagan a la población de ese
país? ¿Qué hay del uso masivo de fósforo
blanco y uranio reducido por la fuerzas invasoras de los EEUU en Falluja y
otras ciudades en Iraq (2003-12), cuyo legado toxico persiste con una tasa espantosa de cáncer
entre la población civil? Y, ¿qué decir del aliado de Estados Unidos, Israel,
que también le aplicó fosforo blanco, suministrado por los EEUU, a los
palestinos durante la operación Cast Lead desatada sobre Gaza en el 2009?
Para Kerry la mención de Saddam Hussein fue una monumental metida de pata
debido a que documentos recientemente desclasificados por la CIA y testimonios
de oficiales militares retirados de EUA, muestran que los estadounidenses se
coludieron con el dictador iraquí en el uso de del gas sarín y otras armas químicas
contra los soldados iraníes y pobladores civiles durante la guerra de 1980-88, como
también en el ataque contra civiles kurdos en Halabja en 1988, en el que
murieron 5,000 personas. Además, los norteamericanos le proporcionaron a Saddam
los materiales químicos, y las coordenadas satelitales para los ataques, luego
premiaron su eficiencia con el aumento de inversiones comerciales y ayuda
militar, hasta que eventualmente se deshicieron de él.
En una de sus últimas apariciones al lado de Laurent Fabius, Ministro de
Realciones Exteriores de Francia, John Kerry, dijo, “Esta es nuestra oportunidad
para unirnos y hacer responsables a los culpables en lugar de apaciguarlos.
Nosotros en los Estados Unidos sabemos y nuestros amigos en Francia también
saben que este no es el momento de ser mudos espectadores ante este crimen
horrendo”. “De lo que estamos hablando es de mantenernos unidos y hablar con
una sola voz en oposición a una clara violación de una línea roja que el mundo
ha defendido por cerca de 100 años”, dijo Kerry.
Claro que los medios de prensa que no se cansan de repetir y propagar las
mentiras de la campaña oficial guerrerista que también responde a los
intereses económicos y geoestratégicos del gran capital financiero y del
complejo militar industrial, no se quedan atrás en ignorar, manipular o recoger
selectivamente aquellos fragmentos de la historia que mejor respondan a su
agenda global imperialista.
Así, por ejemplo, tenemos el caso del comentario de la revista The New
Yorker, que en uno de sus párrafos dice, que desde la Primera Guerra Mundial han
habido menos de una docena de actos de guerra o de terrorismo que involucran
armas químicas. Según dicha publicación, “antes de Siria, el ultimo de tales
ataques ocurrió en 1995, cuando el culto milenario Aum Shinrikyo llevó a
cabo un ataque con gas sarín en el metro de Tokio porque sus líderes creían que
la matanza catalizaría el apocalipsis”. Obviamente para dicha publicación, los
ataques con fósforo blanco en Falluja y Gaza no cuentan como
casos históricos relevantes en la actual narrativa de los ataques con armas
químicas en Siria, mucho menos hechos anteriores como los de Vietnam, Iran y
Kurdistan.
En otros de sus párrafos, el comentarista de The New Yorker, declara, que
la administración de Ronald Reagan se hizo la desentendida en tanto el “Químico
Ali” gaseaba a los Kurdos…. La decisión de la administración Reagan de tolerar
las depravaciones de Saddam demostraron ser una colosal falla moral y un error
estratégico que alentaron la agresión y la represión interna de Saddam y le
permitió a Iraq demostrarle a los futuros dictadores el valor táctico de la
guerra química. De nuevo, toda la información recientemente desclasificada que
documenta el involucramiento de los EEUU
en esos eventos, no cuenta, su valor histórico es convenientemente
ignorado o lanzado en el agujero de la memoria.
En “How Ahistorical Journalism Serves
Power”, Ben Norton (Counterpunch) describe esa actitud del periodismo contemporáneo,
como un habito horrendo que considera la historia como superflua. Si un evento
sucedió hace más de dos décadas -quizás tres si se tiene suerte- es
impertinente. Queremos únicamente los “hechos” y los queremos ahora. Sin
matices, sin complejidades, y, Ford no lo quiera, por favor sin ambigüedades. El
periodismo ahistórico es la norma; el contexto histórico es anormal.
Por lo tanto cuando las “noticias” acusan a otros por los mismos crímenes
que hemos cometido contra otros, por usar armas químicas que nosotros hemos
usado más que ningún otro en la historia, cuando las noticias ignoran el papel
que hemos jugado en el pasado (y todavía lo hacemos) en esta clase de crímenes,
los medios de información corporatizados hacen exactamente lo que Orwell
predijo: “esto crea y propaga un futuro
disimulado, uno al que las corporaciones multinacionales y los gobiernos
imperialistas que les sirven le dan forma para que refleje y sirva a sus
intereses pecuniarios”.
El gobierno de los Estados Unidos y sus aliados en Inglaterra, Francia y
Alemania no están en posición de moralizar al mundo a cerca de la “obscenidad
moral” de la guerra química o de cualquier otra. Existe amplia documentación
sobre los crímenes de guerra y otras atrocidades llevadas a cabo por el
imperialismo estadounidense y europeo, como para llenar muchos volúmenes.
Los Estados Unidos son el único país en el mundo que ha utilizado armas
nucleares sobre poblaciones indefensas, no una sino dos veces, en Hiroshima y
Nagasaki. Estados Unidos y los poderes imperialistas europeos, pioneros en el
uso de gas venenoso, son responsables colectivamente por la muerte de millones
de personas.
Por último y, ya a las puertas de lo que se perfila como inevitable, les
dejamos con lo que dice el The Economist, como justificación para la intervención
militar de Estados Unidos en Siria:
Los argumentos para una intervención en siria son más limitados y menos
utópicos que en Iraq. Primero, está el cálculo de los intereses estadounidense.
La arena internacional es inherentemente anárquica. Únicamente los tratados y
leyes que se hacen cumplir imponen el orden. Al ser el “policía del mundo” los
EUA pueden acomodar las reglas de acuerdo con sus intereses y pareceres. Entre
más retrocedan los EUA, otras potencias estarán listas para llenar el vacío. Si
erra en imponer su voluntad, sus propias normas se erosionaran. Si tan siquiera
sus enemigos llegaran pensar que es renuente, entonces seran desafiados….Era
debatible si Siria, antes de este ataque era de vital interés para los EEUU, no
ahora, después del desafío directo del Señor Assad a la autoridad del Señor
Obama. En segundo lugar, está la reafirmación de los valores de Occidente. La
fortaleza de los EUA no se fundamenta únicamente en su capacidad de proyectar
fuerza, sino también en la imperecedera atracción de los valores invocados por
los padres de la patria. Respondiendo con la fuerza apropiada a las atrocidades
de Assad ayudará a restablecer la autoridad moral de los EUA en el
mundo.
Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.
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