Las referencias de Obama al
excepcionalismo estadounidense, como atributo especial que hace de los Estados
Unidos un país diferente, que lo ubica en un lugar aparte del resto -en el caso
de Siria- es lo que Putin denuncia, como lo peligroso del excepcionalismo.
Quizás no era necesario, como escribió un columnista, que fuera Putin quien lo
dijera, lo pudo haber dicho otro, desafortunamente para los fieles creyentes en
la mitología del excepcionalismo, fue el hombre más odiado y detestado por casi
todo mundo en los Estados Unidos quien se los hiciera ver en su propia cara.
PUTIN Y LA MITOLOGÍA DEL
EXCEPCIONALISMO DE LOS EUA
Al final de su discurso televisado del martes 10 de septiembre, el
presidente Barack Obama, dijo lo siguiente:
“América no es el policía del mundo. Muchas cosas terribles pasan en el
mundo, y está más allá de nuestros recursos solucionar cada problema, pero
cuando con nuestros modestos esfuerzos y riesgos podemos evitar que niños
mueran víctimas de gases venenosos y de esta manera garantizar que nuestros
niños estén a salvo, entonces yo creo que debemos actuar.
Eso es lo que hace que América sea diferente. Eso es lo que nos hace
excepcionales. Con humildad, pero también con determinación, nunca permitamos
que esa verdad esencial se nos escape.
Gracias, que Dios los bendiga y que Dios bendiga a los Estados Unidos de
América”.
Respondiendo al discurso de Obama, el presidente ruso Vladimir Putin en una
carta publicada en la sección de opiniones del New York Times el 12 de
septiembre, y en la que le aconsejaba al presidente Obama actuar con prudencia
y con apego a las normas internacionales en el caso de Siria, al final de la
misma escribió lo siguiente:
“Mi relación personal y de trabajo con el presidente Obama está marcada por
una confianza cada vez mayor, la cual valoro mucho. Estudié cuidadosamente su discurso
a la nación el día martes. Y más bien estoy en desacuerdo con su argumento
sobre el excepcionalismo de los EUA, declarando que es la política de los
Estados Unidos la ‘que hace que América sea diferente, es lo que nos hace
excepcionales’. Cualquieran sean las motivaciones, es extremadamente peligroso
alentar a la gente a que se vean ellos mismos, como excepcionales. Hay países
grandes y pequeños, ricos y pobres, aquellos con largas tradiciones
democráticas y aquellos que todavía están tratando de encontrar la vía democrática.
Sus políticas difieren también. Todos somos diferentes, pero cuando pedimos que
el Señor nos bendiga, no debemos olvidar que Dios no creo igual a todos”.
Las virulentas reacciones a estas declaraciones de Putin, no se hicieron
esperar. Tanto en el mundillo del comentario político, como entre la clase
política de Washington, y entre el público, las expresiones de repudio y disgusto a lo dicho por el presidente ruso, no hicieron más que confirmar el apego
religioso a esa creencia y su aceptación como algo incuestionable entre gran
parte del público estadounidense. Para muchos las declaraciones de Putin
sonaron como una afrenta porque tocaron el nervio mismo de la naturaleza de los
Estados Unidos como nación y no una política en particular. Pero, en
honor a la verdad, Putin no impugnó
aquellos aspectos excepcionales que, como cualquier otro pueblo, poseen los
Estados Unidos y que en alguna medida lo distinguen de los demás. Lo
fundamental de su crítica estuvo centrada en el peligro que conlleva alentar
ese tipo de creencias entre la gente, que los haga verse como excepcionales,
como elegidos por algún poder divino y por lo tanto llegar creer que están por
encima de los demás y con poder para imponerse y decidir sobre sus destinos.
Las referencias de Obama al excepcionalismo estadounidense como un atributo
especial que hace de los Estados Unidos un país diferente, que lo ubica en un
lugar aparte del resto -en el caso de Siria- es lo que Putin denuncia, como lo
peligroso del excepcionalismo. Quizás no era necesario, como escribió un columnista,
que fuera Putin quien lo dijera, lo pudo haber dicho otro, desafortunamente
para los fieles creyentes en la mitología del excepcionalismo, fue el hombre
más odiado y detestado por casi todo mundo en los Estados Unidos quien se los
hiciera ver en su propia cara.
Atribuido a Tocqueville en Democracy
in America (Democracia en América), publicado en 1835, el concepto del
excepcionalismo sirve como justificación y refuerzo a la política conservadora
estadounidense. Por una parte el concepto es tan amplio que prácticamente
pierde su significado. Ha oscilado desde sus atributos geográficos, la
abundancia de recursos, inmigración, hasta el sistema económico. En The Myth of American Exceptionalism (El
Mito del Excepcionalismo Americano), Godfrey
Hodgson escribe:
“Observando la densidad de las reclamaciones hechas por la naturaleza única
de la experiencia estadounidense y de las cualidades excepcionales de su
sociedad, sin embargo, es difícil, evitar la sospecha de que están motivadas,
al menos en parte, por un deseo de creer en ellas”.
Dea cuerdo a Joseph Grosso, en un nivel, no resulta difícil representar la
idea de Excepcionalismo de los EUA en el ámbito de la mitología. Después de
todo y a pesar de que los EUA se estableció en el llamado Nuevo Mundo, sus
fundamentos filosóficos proceden de la filosofía de la Ilustracion europea y
religión. Inclusive la gran expansión de la frontera occidental fue impulsada
por las inversiones europeas, los mercados europeos, sin hablar de la
inmigración europea. Además, si la inmigración y la diversidad constituyen gran
parte de la imaginería del excepcionalismo ¿No limitaría eso la idea de una
cultura estadounidense unificada y excepcional, o seria su multiculturalismo,
paradójicamente, un gran elemento de su naturaleza excepcional?
En, American Exceptionalism: a
Double-Edged Sword (Excepcionalismo Americano: Una Espada de Doblefilo), el
sociólogo Seymour Martin Lipset desmenuzó su significado en cinco términos:
libertad, igualitarismo, individualismo, populismo y laissez-faire. Asumiendo
que hay, o puede haber, un amplio consenso sobre lo que cada uno de estos
términos conlleva, todavía existen paradojas potencialmente grandes. ¿Pueden
los ciudadanos que viven en la pobreza ser verdaderamente libres? ¿Cuál es la
relación entre individualismo y populismo? ¿Cuánta libertad es aceptable ante
las grandes necesidades de la sociedad? ¿Cuáles son las reales manifestaciones
de libertad cuando existen el gobierno y la pobreza? ¿Pueden la libertad y el
igualitarismo, inclusive lo relacionado con la oportunidad, existir para todos
cuando la brecha entre ricos y pobres resultante de las políticas económicas
del laissez-faire, permite que unos cuantos ciudadanos ricos influencien las
leyes y las políticas de todo el mundo. Por cierto, una de las observaciones de
Tocqueville en ese entonces, fue la siguiente: “Hoy en día es justo decir que
las clases ricas en los Estados Unidos están casi por completo fuera del poder,
y esa riqueza, lejos de ser un privilegio ahí, es una causa real de aversión y
un obstáculo para obtener poder”. Resultaría trágicamente divertido especular
lo que Tocqueville diría al contemplar el actual estado de cosas.
Además, como lo indica el titulo completo del trabajo de Lipset, no hay
nada inherentemente positivo en la palabra “excepcional”. Una definición
literal se leería algo como, “formando una excepción o una instancia
excepcional: inusual, extraordinaria”. Ciertamente, el término excepcional es a
menudo usado para expresar superioridad, sin embargo, decir “excepcionalmente
malo” es tan aceptable gramáticalmente hablando, como decir, “excepcionalmente
bueno”, finaliza Grosso.
La noción del excepcionalismo provoca que muchos de los estadounidenses,
impulsados por la desinformación difundida por todo el aparato del Estado
defensor de los grandes intereses económicos de la elite
capitalista-imperialista, se vanaglorien de ser parte de la nación más grande
sobre la faz de la tierra.
Los EUA, que a menudo y muy arrogantemente
es llamado América, (como si Canadá,
México, Brasil y Venezuela no existieran), no es el # 1 –excepto en la venta de
armamentos y en el número de sus propios ciudadanos en prisión. Estados Unidos
en tan solo un país más, y aquellas políticas que reivindican el
excepcionalismo, incluyendo las de Obama, son simple y sencillamente una excusa
para cometer más atrocidades militares en el extranjero bajo la patraña de propagar
la democracia y la libertad (léase: inserción de corporaciones y desarrollo de
los mercados). Las votaciones son tan corruptas que un presidente fue elegido
por la Corte Suprema de Justicia y las Naciones Unidas monitorearon las últimas
elecciones. La pobreza esta oficialmente en un 15%, lo que equivale a unos 50
millones de estadounidenses que viven en la pobreza. Los EUA, como China,
todavía ejecuta prisioneros, al igual que lo hace Afganistán, Cuba, Irán, Iraq,
Israel, Guatemala, Corea del Norte, Paquistán, Tayikistán y Yemen. Naciones,
como Brasil, Dinamarca, Alemania, Filipinas, Polonia, Bután, Filipinas,
Francia, España, Bélgica, Suiza e
inclusive Rusia, han abolido la pena de muerte.
Los Estados Unidos podrían aprender de otras naciones más pacíficas y
comprometidas en la solución de los problemas que afectan a los más pobres. Los
Estados Unidos es solamente otra nación y le corresponde a su pueblo y a sus
líderes el empezar a aprender de otras naciones y a cooperar con ellas de igual
a igual, sin arrogancia y dejando de lado todo injerecismo que atente contra su
soberanía y dignidad. Ninguna nación es
excepcional, ellas son solamente pueblos con gobiernos, con tierra y con
políticas públicas, domésticas y externas. Todas necesitan cooperar.
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