sábado, 8 de agosto de 2020

De tal palo, tal astilla: los patéticos casos de la familia Valladares

Son tres generaciones de esta familia rapaz de criollos guatemaltecos. Descienden del hombre más rico de la Guatemala colonial, el marqués de Aycinena, cuyo título nobiliario le costó buen dinero pues era éste un comerciante pedestre, pero le faltaba algo para su realización personal: tener alcurnia.

 

DE TAL PALO, TAL ASTILLA:
LOS PATÉTICOS CASOS DE LA FAMILIA VALLADARES


Por Luciano Castro Barillas
Escritor y analista político
La Cuna del Sol

Son tres generaciones de esta familia rapaz de criollos guatemaltecos. Descienden del hombre más rico de la Guatemala colonial, el marqués de Aycinena, cuyo título nobiliario le costó buen dinero pues era éste un comerciante pedestre, pero le faltaba algo para su realización personal: tener alcurnia. La adquirió comprando el título nobiliario por no poco dinero para insertarse en la trasnochada aristocracia de la América Española; cuando el reino de Guatemala lo era Chiapas y todas las provincias de Centro América, cuyos límites territoriales llegaban hasta El Tapón del Darién, territorio de la Nueva Granada, hoy la república de Colombia.

Dado el monopolio que tenía del comercio y transporte marítimo hacia España, fue el marqués de Aycinena causante directo de la división de Centro América, pues los ricos de las restantes provincias de Guatemala como El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Chiapas se veían limitados en su desarrollo económico por la voracidad del postizo noble guatemalteco y sus allegados que decidían quién hacía negocios con España, cuánto y qué. Dinero nunca le faltó a esa familia y tampoco su irrefrenable codicia por el poder político, compulsión enfermiza que los ha hecho viles, rastreros, sinvergüenzas y todo lo miserable que puede tener un ser humano.

Han hecho dinerillo de todas las maneras posibles, desde cargos diplomáticos, hasta estafadores de proyectos inmobiliarios, como es el caso de un encantador proyecto de chalets a la orilla del océano Pacífico guatemalteco, en jurisdicción del departamento de Santa Rosa, donde muchos ilusos se quedaron solo con papeles pues los chaletitos para relajarse los fines de semana nunca se vieron de manera concreta, aquí en Jutiapa hubo varios estafados. Se fue la plata a manos del hombre de derecho, Acisclo Valladares Molina, el padre del imputado por narcotráfico, Acisclo Valladares Urruela, que en sus años de colegio sufrió bullying por su nombre parecido a triciclo.

El abuelo de este peculiar ministro de economía de Guatemala, Acisclo Valladares Urruela, fue el señor Luis Valladares y Aycinena, quien fungió durante más de cuatro décadas como embajador de Guatemala ante la Santa Sede y ostentaba el espiritual y glorioso cargo de Decano del Cuerpo Diplomático ante la corte de San Pedro. Cuando Ríos Montt lo removió del cargo, ya en su ancianidad y habiendo gozado de la dolce vita de gran holgazán junto a sus hijos que los educó en Roma, se vio, un día de tantos, privado de sus privilegios ante la corte papal, que era su realización de gran huevón, como lo fue ser Decano del Cuerpo Diplomático ante el Papa.

Llegó a Roma como un hombre de edad intermedia y regresó a Guatemala ya anciano, entre la ira de la familia Valladares, que pedían la intermediación de los guatemaltecos, del pueblo de Guatemala, para que no tuviera lugar la gran pérdida que significaba para Guatemala que se le pusiera fin a la decanatura, cargo diplomático del anciano Valladares y Aycinena del que debiéramos de sentirnos orgullosos todos los guatemaltecos.

¡A la gran puta con estos! No valió ante Ríos Montt ninguna intermediación o súplica, claro, de la familia del embajador, porque el pueblo de Guatemala no estaba para esas tonterías pues se empezaba a vivir los años terribles de la represión militar y oligárquica, en 1976; del cual esa familia eran genuinos representantes e intérpretes de ese pensamiento conservador y altamente reaccionario. Nada dijo este anciano sobre la tragedia que estábamos viviendo los guatemaltecos a mediados de la década de los 70 y, metido en urna de cristal, pues pocos días le quedaban para vivir en este mundo; pronunció por esos años un discurso oficial como decano ante el Papa, que se moría de sueño, aburrido por lo superficial, por las sandeces que discurrían de su voz cascada y labios temblorosos. Eso sí, ni una sola palabra solidaria para los guatemaltecos que sufrían la brutal embestida de las sucesivas dictaduras militares de esos años, indiferencia que reflejaba el divorcio de esa clase de gente con la realidad de la mayoría de guatemaltecos. El único periódico que tenía los arrestos para publicar las tonterías proferidas por este anciano medio loquito era L´Osservatore Romano.

Hoy, el nieto de este señor, Acisclo Valladares Urruela, resultó más patoso que sus antecesores. Le encantó el dinero fácil y los fiscales de Estados Unidos lo han imputado, aunque su señor padre, el embajador ante el Reino Unido, Acisclo Valladares Molina, dice que los cargos contra su hijito mañoso solo son “señalamientos”, no imputaciones judiciales serias. Así son los alcahuetes.  Aunque sí enfatizó, por tanto lodo vertido sobre el vástago, según él; sobre el “brillante desempeño” de su hijo como Ministro de Economía. El especialista en darle vuelva a la tortilla volvió a abrir la boca. A este hombre que estudió derecho en Roma, su formación profesional solo le ha servido para promover asuntos torcidos. Toda una basura oligárquica, sin jerónimo de duda y la peor moralidad en el ejercicio del derecho, no concebido como tal, sino como la teoría ideal para con artificios verbales detentar siempre el poder y hacer de las suyas. Los gringos, pues, los están trayendo, por fin, a rendir cuentas. Son los que han violado una y otra vez las leyes y nunca les sucede nada. Esperamos que la ley les sea aplicada sin contemplaciones.




Publicado por La Cuna del Sol

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