Siempre, siempre, el inefable Donald Trump, invariablemente impulsando esa clase de política descarriada e irracional, tan típico de los políticos, más bien los politicastros gringos.
EL SULTÁN
DONALD TRUMP
EMBROCANDO
A LOS SIETE EMIRES EN
EL ACUERDO CON ISRAEL
Por Luciano Castro Barillas
Escritor y analista político
La Cuna del Sol
Siempre, siempre, el inefable Donald Trump,
invariablemente impulsando esa clase de política descarriada e irracional, tan
típico de los políticos, más bien los politicastros gringos. En su loca carrera
por ganar el segundo mandato presidencial utilizó a los más débiles monarcas de
la península arábiga y al incondicional Israel para un trabajo de recuperación
de imagen entre los pueblos de los diferentes países del Medio Oriente
y del mundo que simpatizan con la causa Palestina.
Nadie ha visto bien la arbitrariedad, la
injusticia y la violación a la ley y a la seguridad internacional de la Entidad
Sionista, apodada Israel, que intenta anexionar
(la palabra es robar) la tierra palestina de Cisjordania. Hay una situación de
impotencia entre los palestinos y a no ser sus valientes actos de resistencia
que los Estados Unidos y los sionistas llaman terrorismo, casi nada
pueden hacer. La movilización de la opinión pública y compromiso internacional
siempre es fraccionado, débil y sin acuerdos contundentes que limiten las
acciones del imperialismo norteamericano y el hegemonismo judío.
Los dos presidentes, el de USA como el de la
Entidad Sionista están seriamente desgastados, en caída libre de su popularidad
y en crisis de credibilidad por la sarta de errores, varios pintos,
escalofriantes, risibles y beautiful. El israelita seriamente
cuestionado por su irrefrenable corrupción de la mano de su cónyuge mañosa y el
presidente norteamericano -un niño malquerido y sin atención en su niñez, no
cabe la menor duda- no logra salir
adelante con los trastornos de su personalidad, porque loco no es, este señor
peinado de papagayo. Hombre difícil el señor Trump, no repara en que no tendrá
la segunda oportunidad. O quizá está muy consciente de que el pueblo de los
Estados Unidos no le dará la segunda oportunidad para gobernar por su notoria
incompetencia como gobernante y se dispone a preparar un fraude y hacer lo
que no cree, es decir, hacer posible acuerdos estables y duraderos
entre comunidades nacionales antagónicas y con intereses históricos en
contradicción, como lo es el Acuerdo entre los Emiratos Árabes Unidos e Israel.
Aunque, a decir verdad, no hay que confundir los intereses árabes de los intereses
islámicos. Son dos asuntos diferentes.
Los verdaderos aliados del pueblo palestino y
su causa son los pueblos islámicos por el nexo profundo y sincero de sus
convicciones morales y religiosas. Los árabes no. Porque los árabes jordanos,
saudíes, libaneses y de los Emiratos Árabes Unidos, los EAU en este momento;
son señores feudales infames hijos de la misma madre que es la Inglaterra o el
Reino Unido, propietarios en el pasado de esos protectorados británicos. Estos
emires dejaron de ser gobernadores con poderes políticos, económicos y
administrativos para transformarse en el transcurrir de los decenios en falsos
nobles árabes que hablan de principados y atraen a basuras a su
territorio como el Rey Puto de España, Juan Carlos I. Los palestinos tienen más
esperanzas con los turcos, que no son árabes, pero sí son islámicos, para poner
un ejemplo en esta diferencia.
Los siete emires están ahora en menudo problema
por lo acordado con Israel, principalmente en lo relacionado con telecomunicaciones
y seguridad, temas a los que es altamente sensible Irán pues lo separa el
estrecho de Ormuz, a lo sumo, unos 30 o 40 kilómetros de mar. La nación iraní
se siente vulnerada y no cabe la menor duda que ante cualquier imprudencia
sionista quienes se les pagarán en primer lugar serán las 7 provincias de los
siete emires. Creo, personalmente, que están jugando con fuego y lo de dejar en
suspenso, no sin efecto lo acordado de la anexión de Cisjordania, es solo una
manera de suavizar, de maquillar, el tremendo malestar de la República Islámica
de Irán.
La acción política no tendrá los efectos
deseados ni para Trump ni para Netanyahu, sino todo lo contrario: el israelita
terminará respondiendo ante la ley por corrupto y el gringo, pues, perdiendo
las elecciones. Así se avizoran las cosas y salvo un fuerte sobresalto de la
historia, podría ocurrir todo lo contrario, pero la lógica no está de lado de
estos dos señores aludidos. Ocurrirá todo lo contrario a lo que pretenden.
Publicado por La Cuna del Sol
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