miércoles, 6 de julio de 2022

Y ahora nos salta otro loco en el escenario de las agresiones contra Rusia

¡Qué brillante idea ponerle precio a los productos ajenos! Por eso ese mundo ya no tiene retorno. Por eso se desbarata el capitalismo porque al final de su historia terminó siendo dirigido por imbéciles. NO hay retorno a ese viejo sistema y esperamos que eso felizmente ocurra.

 

Y AHORA NOS SALTA OTRO LOCO
EN EL ESCENARIO DE LAS AGRESIONES CONTRA RUSIA



Luciano Castro Barillas
Escritor y Analista Político
La Cuna del Sol

Es muy probable que el primer ministro del Japón, nombrado a dedo por el emperador, esté ante los problemas verdaderamente portentosos del mundo occidental, fumando mota medicada. De esa que puede comprar en Estados Unidos en los centros de distribución autorizados que lo elevan al estado de nirvana, sin dolor, ni angustias por el gran rollo al que ha metido a Japón y él mismo; todo por hacerle caso a pie juntillas a limitado mental, señor Joe Biden, su amo, aunque no lo quiera. Los estirados ojos del japonés Kishida se estiran más que nunca con tamaño pedo porque da la casualidad que estos japoneses para todo son exigentes y no van a consumir la pura broza de los drogadictos de la Mara 18 de la ciudad capital de Guatemala.

Vino a plantear una agresión más de las tantas contra Rusia, pero no es posible que haya sido hecha por un cerebro desintoxicado. Eso que plantea el señor Kishida es del mismo calibre de lo que plantea habitualmente Boris Johnson o Úrsula von der Leyen, grandes locazos el uno como el otro, al punto que el señor de cabellera alborotada de Inglaterra se está quedando sin gabinete porque sus constantes manifestaciones de locura están llevando al Reino Unido a los acantilados de Escocia.

Ven estas tres personas venir la tempestad y no se arrodillan. Pero en sus breves momentos de lucidez les coge el pánico (se paniquean) al darse cuenta de sus constantes metidas de pata, al punto de mofarse de un político de suma seriedad, Vladimir Putin, al expresar que si Putin hubiera sido mujer no hubiera desatado la guerra contra Ucrania. Hay dos cosas en esta expresión sexista: menosprecio a la mujer y negación de la obvia masculinidad del presidente ruso y su condición de hombre sano, deportista e intelectual. Kishida, Johnson y Von der Lyen son seres humanos peculiares y reflejan de cuerpo entero la decadencia del mundo occidental.

Personas con tan bajo nivel mental no debieran ser los dirigentes de naciones tan desarrolladas. Cabe, sí, para Guatemala, que el imbécil que dirige ese país está justo a la medida de quienes lo eligieron. ¿Pero Japón? Este país gozó de gran reputación por la disciplina de sus trabajadores y sus ciudadanos. Pero algo venía pudriéndose ya hace algunas décadas en esa sociedad, igualmente fanatizada como los nazis en la Segunda Guerra Mundial.

Los japoneses paulatinamente dejaron de ser las personas educadas y prudentes, tal vez duramente aleccionados por los bombazos atómicos de Hiroshima y Nagasaki, pero la educación proverbial de los japonesitos era pura joya de bisutería, el bañito de oro estaba solo por encima. Al pulir un poquito, resulta que debajo tenían el cobre. Eso ha pasado en la actual crisis de Ucrania, donde las caretas de los “democráticos” y “educados” se han caído y se han mostrado ahora ante Rusia tal como son: viejos astrosos de cerebros carcomidos.

Dice el señor Kishida que debe hacerse todo para fijar los precios topes al petróleo ruso para causar todo el daño posible a la Federación. Pero una pensada deslumbrante agregada a todo esto: que ese precio tope debe fijarse a un duro 50%. No basta con el precio tope por sí mismo, hay que fijarlo a la mitad. Ante estas declaraciones uno se pregunta ¿cómo es posible tanta insolencia y prepotencia? Ah, Rusia, entonces debe fijar un precio a los automóviles japoneses de alta gama y después de eso reducir ese precio a la mitad. Uno se anima a pensar que esto es ¿un chascarrillo o una chanza? O el fruto bestial de cerebros extraviados. Vaya usted a saber que es, porque yo no lo sé. Pero si entiendo que están dictados por la arrogancia y la prepotencia, no hay otra explicación posible.

¡Qué brillante idea ponerle precio a los productos ajenos! Por eso ese mundo ya no tiene retorno. Por eso se desbarata el capitalismo porque al final de su historia terminó siendo dirigido por imbéciles. NO hay retorno a ese viejo sistema y esperamos que eso felizmente ocurra.




Publicado por La Cuna del Sol

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