INTRODUCCIÓN
Los problemas contemporáneos del mundo son
resultado de la voracidad demencial del sistema capitalista, concretizado en
los Estados nacionales que privilegian las economías financieras especulativas,
es decir, todas esas descomunales masas monetarias que trasiegan los bancos
privados y donde las bancas centrales son puros objetos decorativos que no
diseñan, ni orientan, ni mucho menos dirigen las políticas monetarias,
cambiarias y crediticias de un determinado país, eso sí, son estos bancos
estatales prestas entidades auxiliantes, salvavidas o bomberos cuando esas
terroríficas ingenierías financieras prenden en llamas a sociedades enteras y
ocasionan colapsos aparentes, porque de esas quiebras artificiales los
inefables capitalistas salen más ricos que nunca por el respaldo del dinero público.
Los bancos, tienen atosigada a la Nación Española y multitud de países del
Tercer Mundo en los tiempos que corren, son "verdaderas instituciones
criminales", como dijera hace cincuenta años el malhadado poeta
guerrillero salvadoreño Roque Dalton. El capital que ellos traen para impulsar
el "desarrollo" es asustadizo y reticente cuando de hacer inversiones
reales se trata, cuando el capital de manera reificativa tiene algo que
edificar y se confronta ante las sociedades del mundo dependiente como capital
de riesgo. Los inversionistas -en los
que cree el general Otto Pérez Molina y su equipo- solo le apuestan a lo seguro e invierten con
mampuesta, sin riesgo alguno. Por ejemplo la producción minera y la generación
eléctrica en un país con grandes reservas hídricas. Pero crear riqueza (frase que tanto les gusta decir para
cuestionar a la fuerza de trabajo, como si el dinero por sí mismo fuera creador
de bienestar) ser necesita ser inversionistas real, no crear riqueza que ya se
encuentra hecha, tal el caso del INDE o GUATEL, en su momento. Al final, disfrute
usted lector de La Cuna del Sol ante la realidad de España, el díptico con que
quisieron justificarse ante los pueblos americanos por los atrocidades los
colonialistas hispánicos, por tanto saqueo, explotación, sangre y muerte:
"Su ira, su inclemente saña, / culpa fue del tiempo, / y no de
España. Luciano Castro Barillas.
DE LA TRISTE SUERTE DE ESPAÑA, COMO PRUEBA DEL
SENTIDO COMÚN DE LOS ELECTORES GRIEGOS
Por Yanis VaroufaKis, profesor de economía
Concedamos, a título de ejemplo, que los griegos seamos gastadores,
perezosos, corruptos, sujetos al déficit y aprovechados del arduo trabajo de
los demás europeos. Pero, ¿qué pasa con los españoles?
- ¿No
presentaba el gobierno español un superávit presupuestario antes que la
crisis explotara?
- ¿No era la
deuda pública española más baja que la de Alemania antes que la crisis
explotara?
- ¿No era
España el único país que había logrado de manera bastante remarcable
organizar unos juegos olímpicos que 1) fueron rentables 2) dejando detrás
de ellos magníficas instalaciones deportivas y ejemplos de renovación
urbana (al contrario de las deudas y las antiguallas dejadas aquí)?
- ¿No ha
desarrollado España empresas tales como Zara que han mostrado a Europa que
era posible competir frontalmente con Asia en sectores que el resto de
Europa había trasladado allí (al menos en términos de trabajo y mano
de obra)?
- ¿No era
España el centro de la producción industrial pesada alemana (por ejemplo,
la Seat de Volkswagen) proveedora de excelentes beneficios para Alemania?
Y sin embargo, es precisamente este país el que se encuentra hoy en el
mismo agujero negro en el que cayó Grecia dos años antes. ¿Cómo podía ser esto
posible si, como nos repiten todos, la crisis es debida a la prodigalidad
griega?
Incluso la mirada más expeditiva sobre lo que pasa hoy en España debería
persuadir al lector de mente abierta que hay alguna cosa profundamente injusta
en esta visión convencional de un centro razonable, que se basa en principios
económicos racionales, y de una periferia defectuosa, que busca huir de sus
responsabilidades.
Desde el verano pasado, las pérdidas de los bancos españoles (resultado de
apuestas absurdas en el inmobiliario financiadas principalmente por los bancos
alemanes) han sido cargadas sobre las espaldas del Estado español, con el
resultado de que este último ha sido, de hecho, excluido de los mercados
financieros (gracias a unas tasas de interés superiores al 5%). Para no
declarar que España se había unido oficialmente a las filas de Grecia, Irlanda
y Portugal como el cuarto de los “estados soberanos caídos”, los “poderes
supremos” europeos han propuesto esta brillante idea:
- El Banco
Central Europeo aceptará cualquier pedazo de papel presentado por los
bancos españoles como “garantía” para préstamos masivos concedidos al 1%
de interés.
- Pero dado
que la insolvencia no puede ser erradicada con préstamos, por masivos que
sean, los bancos españoles no hacen más que ganar tiempo. Europa juzgó que
era necesario que el Estado español prestase más dinero a tipos de interés
entre el 4 y el 5% (quizá a través del FEEF, el fondo de rescate
financiero europeo) para transmitirlo a los bancos en forma de
“recapitalización”.
- Ahora
bien, como el resultado de estos nuevos préstamos ha sido el de empujar al
Estado español más cerca del precipicio de la quiebra, hacía falta
encontrar alguna cosa para refinanciar al mismo. Aquí está lo que fue
decidido: estos mismos bancos (insolventes) recibiendo capital del Estado,
deben prestar al Estado (al 6% de interés) una parte de los préstamos que
reciben del BCE (al 1% de interés).
¿Entiende, querido lector, lo que está pasando aquí? Los bancos arrojados a
la quiebra por su propia estupidez han transmitido sus pérdidas a un Estado que
lograba presentar hasta el momento un superávit presupuestario. El Estado y los
contribuyentes se han encontrado de repente inmersos en una insolvencia a largo
plazo. Y además, estos mismos bancos han obtenido del BCE préstamos a tasas de
interés irrisibles, que luego han prestado, en parte, a tasas de interés
asombrosas a este Estado que ellos mismos habían llevado a la bancarrota, y de
parte del que al mismo tiempo reciben… ¡capital! Y para resolver los problemas
de España con esta “solución”, Europa ha impuesto a este país una austeridad
draconiana reduciendo el ingreso nacional a partir del cual se supone que el
Estado recaudará impuestos para reembolsar todos los préstamos que le han
impuesto.
Entonces, cuando los periodistas del mundo entero, los otros
economistas de países del norte, los políticos alemanes y holandeses señalan
con el dedo los votantes griegos por haber tomado la “mala” elección en las
elecciones, es decir, por haber rechazado el “Gran plan” europeo para salir de
la crisis, yo respondo en estos términos muy claros: “Estoy dispuesto a admitir
todo lo que quieran acerca de mis compatriotas griegos a condición que me den
una respuesta plausible a esta simple pregunta: ¿A qué juega Europa con España
en medio de este “Gran plan”?
Version en español publicada por Marxismo crítico, el 20 de mayo de
2012
Tradución de Ivan Gordillo para Marxismo crítico
Publicado por Marvin Najarro
CT., USA.
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