Este documento histórico, que tiene referencias desde 1986, primer año del gobierno de la Democracia Cristiana; nos revela los intersticios más profundos de las conspiraciones entre el poder militar y el narcotráfico. Un proceso de incubación y descomposición social de 26 años, lo cual explica la profundidad de la crisis que vive un pequeño país como Guatemala, con una débil institucionalidad inerme, impotente, ante el crimen transnacional que encuentra por todos lados apoyos oficiales. Pone al descubierto las circunstancias del asesinato del letrado Epaminondas González Dubón, probo hombre asesinado por presidir un fallo técnico, ajustado a derecho y el repliegue obligado de los magistrados de la Corte de Constitucionalidad ante la amenaza a la vida por la mafia de los narcomilitares de esos años. También saltan al tinglado político el nefasto gobierno del FRG caracterizado por los más escandalosos actos de corrupción y el último desastroso legado de Efraín Ríos Montt, su pupilo Alfonso Portillo, que en la actualidad se diluye en el olvido carcelario y el entorpecimiento de la labor judicial por parte de sus abogados, cuya interposición de recursos para obstaculizar la extradición tiene un registro único y récord de argucias legales de estos leguleyos del diablo. Carlos Pimentel Rodríguez.
EL NARCO-ESTADO INTOCABLE
Los militares de Guatemala desafían a la DEA
Por Frank Smyth, The Texas Observer, 18 de noviembre 2005
Jungle exercises for the Guatemalan Kaibiles. (photo by Jeremy Bigwood) |
Este julio pasado la alarma sonó a lo largo del Estado. Un analista del FBI
con base en McAllen escribió un reporte clasificado que el Departamento de
Seguridad Nacional envió a los agentes de la patrulla fronteriza de los Estados
Unidos (U.S. Border Patrol) por todo Texas. Cerca de 30 sospechosos que alguna
vez fueron parte de una unidad élite de las fuerzas especiales guatemaltecas
estaban entrenando a traficantes de drogas en tácticas paramilitares a unos
pasos de la frontera de McAcallen. La unidad, llamada los Kaibiles, que deben
su nombre al príncipe maya, Kaibil Balam, es una de las fuerzas militares más
temidas en Latino América, culpada de muchas de las masacres ocurridas durante
los 36 años de guerra civil en Guatemala. En septiembre las autoridades mexicanas
anunciaron haber arrestado a 7 kaibiles guatemaltecos, incluidos 4 “desertores”
que continuaban aun enlistados como miembros activos en el ejército de
Guatemala. Las autoridades mexicanas dicen que los kaibiles estaban destinados
a engrosar las filas de los Zetas, una pandilla de narcotraficantes compuesta
de soldados convertidos en asesinos a sueldo, reclutada de las propias fuerzas
especiales de México. Resulta lógico que los Zetas recurran a sus homólogos
guatemaltecos. Además de ser un vecino, “Guatemala es el punto
preferido en Centro América para el tránsito de los cargamentos de cocaína con
rumbo a los Estados Unidos", según ha reportado consistentemente
el Departamento de Estado al Congreso, desde 1999. A principios de noviembre,
autoridades antinarcóticos de la embajada de los Estados Unidos en Guatemala le
comunicaron a Prensa Asociada que el 75 por ciento de la droga que llega a
suelo estadunidense pasa por esa nación centroamericana. Más importante,
quizás, es que la institución dominante en la nación guatemalteca (el ejército)
está ligada al negocio ilícito. De acuerdo a documentos obtenidos por el
The Texas Observer, en las pasadas dos décadas, la DEA (U.S Drug Enforcement
Adminstration) calladamente ha acusado a oficiales militares de todos los
rangos y de todas la ramas del servicio de traficar drogas hacia los Estados Unidos. Más recientemente, la administración Bush ha afirmado que dos generales
guatemaltecos retirados, en la cúpula de la jerarquía militar del país, están
envueltos en el tráfico de drogas y por lo tanto basado en esas aseveraciones
les ha revocado sus visas de ingreso a los EUA.
Los generales retirados, Manuel Antonio Callejas y Callejas y Francisco
Ortega Menaldo, son dos de los ex jefes que ocuparon los cargos más altos en
los servicios de inteligencia de Guatemala. También son los fundadores, de
acuerdo a los reportes de inteligencia de los EUA, de un oscuro club de elite
dentro del comando de los servicios de inteligencia de Guatemala que se hace
llamar La Cofradía o La Hermandad. Los reportes de
los EUA recientemente desclasificados acreditan a La Cofradía de haber diseñado
las tácticas que derrotaron de manera categórica a las guerrillas marxistas de
Guatemala. Más tarde, una Comisión de la Verdad de la ONU, encontraría que las
mismas tácticas habían sido empleadas, incluyendo “actos de genocidio” para
expulsar y masacrar a las poblaciones de no menos de 440 comunidades mayas.
Durante esas sangrientas operaciones los mandos de la inteligencia militar de
Guatemala desarrollaron un código del silencio que les ha permitido el nunca
ser enjuiciados por abusos a los derechos humanos cometidos en la era de la
Guerra Fría. Dese entonces, según reportes de la DEA y otras agencias de
inteligencia, los mismos mandos de inteligencia han enfocado sus estructuras
clandestinas hacia el crimen organizado; importación de carros robados en los
Estados Unidos y tráfico de drogas hacia el país del norte. Sin embargo, ni un
solo oficial ha sido alguna vez enjuiciado por crímenes internacionales ya sea
en Guatemala o en los Estados Unidos. Existe suficiente evidencia que implica a
los militares guatemaltecos en actividades ilegales, por lo que, la
administración Bush ha suspendido la ayuda militar y el entrenamiento de oficiales.
Las ofensas citadas incluyen “el resurgimiento reciente de abusos que se creen
han sido orquestados por ex militares, así como, por militares en servicio
activo, también se imputan actos de corrupción y tráfico de narcóticos
perpetrados por ex militares”. Lo anterior de acuerdo al reporte sobre
Entrenamiento Militar Extranjero del Departamento de Estado 2004. Mientras que
algunos en la administración Bush y en el Congreso quieren reiniciar el
entrenamiento militar extranjero, otros están preocupados con la inhabilidad
del gobierno de Guatemala de poder ejercer control sobre los militares. Según
el congresista republicano por Texas, Michael McCaul, “la razón por la cual
elementos del ejército están profundamente envueltos en esta operación ilícita
se debe a que el gobierno no tiene el poder para pararlos.” Michael MacCaul,
ocupa un asiento en el Subcomité de Asuntos Hemisféricos Occidentales del
Comité de Relaciones Internacionales y es el Jefe del Subcomité de
Investigaciones del Departamento de Seguridad Nacional. El ejército de
Guatemala difícilmente sea el primero en estar manchado con el negocio de las
drogas; oficiales de inteligencia de alto rango así como oficiales encargados
de hacer cumplir con la ley en muchos países de Latino América han sido
encontrados coludidos con el crimen organizado. Pero lo que distingue a
Guatemala de la mayoría de naciones es que algunos de los militares
sospechosos, son acusados no solo de proteger a los grandes sindicatos del
crimen, sino de ser al mismo tiempo, los cabecillas detrás de esas
organizaciones criminales. Recientemente el gobierno norteamericano ha
reconocido los avances sin precedentes de Colombia y México al enjuiciar
y extraditar a sospechosos de tráfico de drogas y a otros criminales a los
Estados Unidos. En los últimos 10 años únicamente Guatemala, en todo el
hemisferio ha fallado en enjuiciar o extraditar a los presuntos barones de la
droga. Por décadas, sucesivas administraciones de los Estados Unidos han
tratado pero han fallado en entrenar una fuerza policial efectiva en Guatemala,
mientras que al mismo tiempo dicen poco o nada acerca de las actividades
criminales de los militares guatemaltecos. Finalmente eso llegó a su final
en los últimos tres años bajo la jefatura del representante republicano Cass
Ballenger, un empedernido conservador por el estado de Carolina del Norte,
quien sirvió como jefe del Subcomité para el Hemisferio Occidental.
“Claramente, el gobierno guatemalteco no ha dado los pasos necesarios para
investigar, arrestar y traer ante la justicia a los barones de la droga,” dijo
el entonces jefe de subcomité; Ballenger, en el 2003 antes de retirarse.
Comentando a través de un portavoz el nuevo jefe del subcomité, Dan Burton,
representante republicano por el estado de Indiana, haciendo eco de su
predecesor, dijo que él quiere ver que los mismos presuntos cabecillas;
finalmente, sean “traídos ante la justicia.” Mientras eso no suceda, las drogas
que llegan de Guatemala y la violencia asociada con ellas continuará desparramándose
sobre la frontera de Texas.
Por mucho tiempo Guatemala ha actuado con lentitud en sus esfuerzos por
tomar acciones legales contra oficiales del ejército por violaciones a los
derechos humanos. Esa impunidad se ha extendido igualmente a los actos
criminales del crimen organizado. El momento crucial llegó en 1994, cuando
la extradición de sospechosos del contrabando de drogas quedó en punto muerto
en un caso que involucraba a un oficial militar en servicio activo. El caso
realza, por un lado, el terrible precio que tienen que pagar aquellos que
buscan justicia en Guatemala, y por el otro; la timidez de los Estados Unidos
en exigir que se haga justicia. El teniente coronel, Carlos Ochoa, quien a
principios de los 80 se desempeñó como oficial de la inteligencia militar se
entrenó por un breve periodo (en 1988) en el U.S Army Command and General Staff
College. Dos años más tarde la DEA lo acusó de contrabandear drogas a
varias localidades, entre ellas la Florida, en donde agentes especiales de la DEA
capturaron un avión pequeño cargado con media tonelada métrica de cocaína
presuntamente enviado por el coronel. Los fiscales del Departamento de Estado
trabajaron durante tres años para evitar que los tribunales militares de
Guatemala anularan el caso. Finalmente lograron que el caso de la extradición
de Ochoa llegara a la corte civil más alta de Guatemala. Epaminondas González,
el magistrado con el más alto cargo en la nación era muy respetado por su
integridad. El 23 de marzo de 1994, la Corte de Constitucionalidad liderada por
Gózales Dubón, deliberando en secreto (que es común en Guatemala) fallaron
cuatro a-tres en favor de la extradición de Ochoa. Nueve días más tarde, el 1
de abril, Gózales Dubón era asesinado por pistoleros mientras conducía su vehículo
en las cercanías de su residencia enfrente de su esposa y del más joven de sus
hijos. El 12 de abril, la misma Corte de Constitucionalidad, ahora con un nuevo
magistrado como presidente secretamente falló siete a uno por la no extradición
de Ochoa. Los jueces sobrevivientes usaron la misma línea en los registros de
la Corte de Constitucionalidad cambiando el veredicto y la fecha pero no el
número original del caso, copiando literalmente el fallo original, como fue
únicamente reportado años más tarde por el diario la Nación de Costa Rica. La
administración Clinton nunca dijo una palabra en protesta. La embajadora
de los Estados Unidos en Guatemala en ese entonces, Marilyn McAfee, según ella
lo admitió, tenía otras preocupaciones que incluían las pláticas en curso sobre
la paz con los militares de Guatemala. “Estoy preocupada a cerca del potencial
declinamiento en nuestras relaciones con los militares,” escribió la embajadora
a sus superiores apenas unos meses antes del asesinato. “En pocas palabras, debemos
de ser muy cuidadosos al considerar cada una de nuestras acciones hacia los
militares guatemaltecos, no solo por cómo impacta en Washington, sino también
por cómo impacta aquí”. Cuatro años después del asesinato, la administración
Clinton finalmente admitió en unas cuantas líneas sepultadas en un voluminoso
reporte dirigido al Congreso: “El máximo magistrado de la Corte de
Constitucionalidad había aprobado la extradición por los cargos del caso del
año 1991 tan solo unos días antes de ser asesinado. La nueva corte
inmediatamente después voto negando la extradición.” Ochoa probablemente
no estaba actuando solo. “En adición a sus actividades relacionada con el
narcotráfico, Ochoa estaba envuelto en el transporte de carros robados desde
los Estados unidos hacia Guatemala,” se lee en un reporte “SECRETO” de la
inteligencia norteamericana obtenido por la abogada estadounidense Jennifer
Harbury. Otro de los oficiales envuelto con Ochoa en actividades del
narcotráfico es el coronel Julio Roberto Alpírez de Leon. De acuerdo a un
reporte de la U.S Defense Intelligence Agency (DIA), Alpírez quien
brevemente se entrenó en la Escuela de las Américas en 1970, participo “en
operaciones especiales de inteligencia". Una investigación de la Junta de
Supervision de la Casa Blanca lo implicó en la tortura y asesinato de un
líder de la guerrilla marxista quien estaba casado a la abogada titulada en
Harvard, Jennifer Harbury, así como también en la tortura y misteriosa
decapitación del hotelero estadounidense Michael Devine. El coronel Alpírez,
retirado desde entonces, ha negado toda participación en actos indebidos y
nunca ha sido acusado de crimen alguno. Pero Ochoa, su antiguo subordinado,
está hoy en día recluido en la cárcel. Ochoa fue arrestado nuevamente por
negociar con cocaína en ciudad Guatemala, en donde el consumo de crack y los
crímenes violentos, especialmente las violaciones, se han vuelto muy comunes.
Ochoa, fue sentenciado más tarde a 14 años en prisión y es considerado hasta la
fecha como el más importante criminal ligado al narcotráfico en ser
encontrado culpable en Guatemala. Hasta ahora, la DEA nunca ha reconocido el
coraje del juez Gónzales Dubón, quien murió defendiendo la evidencia de la DEA. “El
juez merece ser recordado y venerado por tratar de ayudar en el establecimiento
de la democracia en Guatemala",dijo en entrevista exclusiva, William
Glaspy, agente especial de la DEA. Desde el asesinato la DEA ha sido casi que
impotente en Guatemala.
La impunidad que escuda a los oficiales del ejército guatemaltecos, que les
ha servido para no tener que enfrentar a la justicia por las ofensas criminales
cometidas, comenzó durante la Guerra Fría. “Existe una larga historia de
impunidad en Guatemala,” dijo el congresista William Delahunt, demócrata por
Massachusetts, quien es también un miembro del Subcomité para el Hemisferio
Occidental. “Los Estados Unidos ha contribuido a ello de una manera muy
desagradable desde 1954, y también en la década de los 80,” agregó,
refiriéndose al golpe de estado apoyado por la CIA en 1954, que derrocó al
presidente quien había sido democráticamente electo y llevó al poder al
ejército de Guatemala, sin descartar el apoyo encubierto de la administración
Reagan al ejército guatemalteco, en un momento cuando las acciones sangrientas
en contra de la población civil guatemalteca se estaban incrementando. Fue
también durante la carnicería de la era de la Guerra Fría que La Cofradía del
ejército se materializo exitosamente. "La mera mención de la
palabra ‘cofradía’ dentro de la institución expresaba la idea de un ‘club de
inteligencia,’ siendo el término ‘cofradía’ el nombre dado a las poderosas
organizaciones de ancianos miembros de las iglesias católicas, que existen hoy
en día en las comunidades indígenas del altiplano de Guatemala", así
se lee en un cable (anteriormente clasificado) de 1991 de la U.S. Defense
Intelligence Agency. El cable continúa: (...) Muchos de los mejores y más
brillantes entre los oficiales del ejército de Guatemala fueron traídos para el
trabajo de inteligencia y el planeamiento de operaciones tácticas. Como todos
los documentos no atribuidos en este reporte, el cable fue obtenido por la
organización sin fines de lucro, National Security Archives en Washington, D.C.
De acuerdo al cable de 1991, “entre los miembros (muy conocidos) de esta
cofradía (no oficial) se incluían a los entonces coroneles del ejército Manuel
Antonio Callejas y Callejas y a Ortega Menaldo (ambos oficiales se habían
entrenado brevemente en la Escuela de las Américas de los EUA, entre 1970 y 1976,
respectivamente). El reporte de inteligencia continúa: “Al principio de los
años 80 bajo los directores de inteligencia tales como el entonces
coronel Manuel Antonio Callejas y Callejas, el directorio de inteligencia logró
enormes avances en cuanto a sus capacidades, tanto es así que en hoy en día
debe dársele crédito por haber causado el declinamiento de la guerrilla desde
1982 hasta el presente. Pero mientras eso sucedía, el directorio de
inteligencia se convirtió en un ‘club’ elite dentro del cuerpo de
oficiales". Otros oficiales guatemaltecos de ese entonces denominaron su
propuesta, la práctica de “secar el mar para matar al pez,” o de atacar a los
civiles sospechosos de apoyar a las guerrillas izquierdistas en vez de a los
mismos combatientes armados. Un ex sargento, quien sirvió en la ensangrentada
provincia del Quiché, le dijo a este autor, que él había aprendido otra
expresión: “Hacer que los inocentes paguen por los pecados de los
culpables". CONTINUARÁ…
En la próxima y última entrega continuaremos con más
detalles a cerca de la relación entre el ejército de Guatemala y el narcotráfico
tal y como lo reportó Frank Smyth del
semanario independiente The Texas Observer en su versión original "The
Untouchable Narco-State: Guatemala's Military Defies the DEA." el 18 de noviembre del 2005 y que también fue
publicado en esa misma fecha por el National Security Archives.
"These materials are
reproduced from www.nsarchive.org with the permission of the National Security
Archive."
Estos materiales son reproducidos del www.nsarchive.org con el permiso del Archivo de Seguridad Nacional
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Traducción por La Cuna del Sol
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Publicado por La Cuna del Sol
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