INTRODUCCIÓN
El debate sobre el tema de la exclusión -
inclusión o viceversa, del indígena guatemalteco, parece nunca acabar y cada
vez que sale a relucir, las quejas de los afectados parecen más bien una disputa político ideológica en busca de supremacía de un grupo
sobre otro, que un reclamo abocado a una estrategia coherente de lucha para
reclamar que sus derechos como pueblos originarios, no solo sean respetados,
sino, constituyan el eje de vanguardia para lograr una sociedad más justa y democrática
en un ambiente multicultural o intercultural que resulte en la homogenización
de principios y actitudes políticas comunes al desarrollo integral de la nación
que se busca construir. No es un secreto y solo aquellos que sufren del mal de
la disonancia cognitiva aguda pueden negarlo, que la razón fundamental de la
inviabilidad de la nación guatemalteca estriba en la histórica marginalización
de la que ha sido víctima el sector más representativo de su sociedad multiétnica,
multicultural y multilingüe. Pero el reclamo y no la disputa con sus hermanos
de clase y de lucha, deben ser dirigidos al excluyente sistema político que
tradicionalmente ha promovido como forma de gobierno y dominación, la exclusión
política, social y económica de amplios sectores, indígenas y ladinos, de la
población guatemalteca. Si URNG, como la organización más representativa de la
lucha organizada del pueblo de Guatemala, ha dado pasos concretos en cuanto a
la participación e inclusión de los sectores más marginados del país, justo es
adherirse a su causa y no buscar la confrontación y el divisionismo, por la
inconsecuente voracidad del poder que tanto daño le hace a la lucha de las
clases dominadas, en beneficio de los intereses de las clases dominantes. Marvin Najarro.
“USTEDES DEBEN
PROMOVER SU INCLUSIÓN
Y DEJAR DE ESTARLA
RECLAMANDO”,
CARLOS MEJÍA DIXIT
Por LucianoCastro Barillas
Agosto 31, 2012
Una de las intervenciones más interesantes que
escuché en el desarrollo del III Congreso de la Unidad Revolucionaria Nacional
Guatemalteca, URNG, que se celebró los días 24, 25 y 26 de agosto en un
céntrico hotel de la ciudad de Guatemala y que surgieron en los colectivos de
análisis y debate de los temas fundamentales, fue la expresada por el único diputado
de URNG por el departamento de San Marcos, Carlos Mejía, quien como muchos
guatemaltecos lo saben; los indígenas
desde hace 500 años viven una palmaria exclusión que se manifiesta en sus
precarias condiciones de vida material e ignorancia, condición que no permite a
Guatemala avanzar en su desarrollo social y económico, pues el lastre de la
marginación indígena hace imposible construir una democracia plena y una
sociedad cohesionada e integrada. La inviabilidad de Guatemala como nación
estriba en esa condición de marginalidad del sector más representativo de una
sociedad multiétnica, multicultural y multilingüe y en tanto eso no se
corrija -como la calidad del sistema
educativo nacional que necesita pasarse por el requisito político para poder
transformarse- poco o nada se puede
avanzar para hacer de este conglomerado humano de 15 millones un país próspero
y con menos contradicciones antagónicas. Los indígenas tienen toda la razón del
mundo de reclamar su inclusión, puesto que han sido marginados, sin embargo, no
pueden plantear ese reclamo a sus
hermanos de clase, a sus aliados políticos
-que se encuentran principalmente en el seno de URNG- pues no son,
precisamente ellos, los responsables de esa marginación. Las históricas
dirigencias revolucionarias de todos los movimientos políticos que han sacudido
a América Latina y el mundo tienen una extracción de clase burguesa o pequeño
burguesa. Son los primeros, como clase social, abocados a la ciencia y por lo
tanto capaces de hacer las debidas interpretaciones de la realidad y las
propuestas de su transformación. No puede ser de otra manera. Nadie
puede culpar a los mestizos blancos o medio blanqueados de ocupar la posición
social, política y formativa que han ocupado históricamente y que siguen
ocupando. Los reclamos pertinentes de los indígenas deben ser, indudablemente,
ante el sistema socioeconómico porque la formación política de la que una
minoría forman parte -URNG- ha dado los debidos espacios a los indígenas
en instancias lo suficientemente importantes: Juan León, vicepresidente en la
primera elección, Vitalino Similox, también vicepresidente en la segunda
elección, Rigoberta Menchú, candidata presidencial en la cuarta elección. Y no
digamos diputados indígenas: Manuela Alvarado, Rosalina Tuyuc, Pablo Ceto y
actualmente Amílcar Pop; por lo tanto decir que los indígenas han sido
excluidos no es del todo cierto. En los años de la insurgencia hubo comandantes
y mandos medios políticos-militares que eran quichés, cakchiqueles o zutuhiles.
Ahora bien, cuando el término “exclusión” se manipula por la
voracidad del poder, por el afán oportunista e inconsecuente de querer pasar
por alto la experiencia histórica acumulada (Nuila, Tomás y otros), la cual,
según éstas opiniones debe desplazarse porque sí, me da la impresión que no es
una posición revolucionaria sino todo lo contrario: es como repetir lo que
siempre se ha dicho en Miami por parte de la gusanera: los Castro tienen más de
cincuenta años en el poder y por eso es necesario sustituirlos. Esa “repitencia”
por años en los cargos no entra dentro de la lógica de las democracias
occidentales y por lo tanto no puede ser valorada con esos criterios
occidentalizados. La democracia socialista es diferente a la democracia
burguesa, independiente de que algún fundamentalista, algún extremo rigorista
afirme imperturbable que democracia es democracia. Por ello
lo dicho por el diputado Mejía me parece, sinceramente, valioso, independiente
de que sea un razonamiento político personal o él lo haya replicado para la
ocasión: “Dejen de reclamos y promuevan su inclusión”.
Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario