viernes, 31 de agosto de 2012

“USTEDES DEBEN PROMOVER…



INTRODUCCIÓN


El debate sobre el tema de la exclusión - inclusión o viceversa, del indígena guatemalteco, parece nunca acabar y cada vez que sale a relucir, las quejas de los afectados parecen más bien  una disputa político   ideológica en busca de supremacía de un grupo sobre otro, que un reclamo abocado a una estrategia coherente de lucha para reclamar que sus derechos como pueblos originarios, no solo sean respetados, sino, constituyan el eje de vanguardia para lograr una sociedad más justa y democrática en un ambiente multicultural o intercultural que resulte en la homogenización de principios y actitudes políticas comunes al desarrollo integral de la nación que se busca construir. No es un secreto y solo aquellos que sufren del mal de la disonancia cognitiva aguda pueden negarlo, que la razón fundamental de la inviabilidad de la nación guatemalteca estriba en la histórica marginalización de la que ha sido víctima el sector más representativo de su sociedad multiétnica, multicultural y multilingüe. Pero el reclamo y no la disputa con sus hermanos de clase y de lucha, deben ser dirigidos al excluyente sistema político que tradicionalmente ha promovido como forma de gobierno y dominación, la exclusión política, social y económica de amplios sectores, indígenas y ladinos, de la población guatemalteca. Si URNG, como la organización más representativa de la lucha organizada del pueblo de Guatemala, ha dado pasos concretos en cuanto a la participación e inclusión de los sectores más marginados del país, justo es adherirse a su causa y no buscar la confrontación y el divisionismo, por la inconsecuente voracidad del poder que tanto daño le hace a la lucha de las clases dominadas, en beneficio de los intereses de las clases dominantes. Marvin Najarro.






“USTEDES DEBEN PROMOVER SU INCLUSIÓN
Y DEJAR DE ESTARLA RECLAMANDO”,
CARLOS MEJÍA DIXIT
















Por LucianoCastro Barillas
Agosto 31, 2012 

Una de las intervenciones más interesantes que escuché en el desarrollo del III Congreso de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca, URNG, que se celebró los días 24, 25 y 26 de agosto en un céntrico hotel de la ciudad de Guatemala y que surgieron en los colectivos de análisis y debate de los temas fundamentales, fue la expresada por el único diputado de URNG por el departamento de San Marcos, Carlos Mejía, quien como muchos guatemaltecos lo saben;  los indígenas desde hace 500 años viven una palmaria exclusión que se manifiesta en sus precarias condiciones de vida material e ignorancia, condición que no permite a Guatemala avanzar en su desarrollo social y económico, pues el lastre de la marginación indígena hace imposible construir una democracia plena y una sociedad cohesionada e integrada. La inviabilidad de Guatemala como nación estriba en esa condición de marginalidad del sector más representativo de una sociedad multiétnica, multicultural y multilingüe y en tanto eso no se corrija  -como la calidad del sistema educativo nacional que necesita pasarse por el requisito político para poder transformarse-  poco o nada se puede avanzar para hacer de este conglomerado humano de 15 millones un país próspero y con menos contradicciones antagónicas. Los indígenas tienen toda la razón del mundo de reclamar su inclusión, puesto que han sido marginados, sin embargo, no pueden plantear ese reclamo  a sus hermanos de clase, a sus aliados políticos  -que se encuentran principalmente en el seno de URNG- pues no son, precisamente ellos, los responsables de esa marginación. Las históricas dirigencias revolucionarias de todos los movimientos políticos que han sacudido a América Latina y el mundo tienen una extracción de clase burguesa o pequeño burguesa. Son los primeros, como clase social, abocados a la ciencia y por lo tanto capaces de hacer las debidas interpretaciones de la realidad y las propuestas de su transformación. No puede ser de otra manera. Nadie puede culpar a los mestizos blancos o medio blanqueados de ocupar la posición social, política y formativa que han ocupado históricamente y que siguen ocupando. Los reclamos pertinentes de los indígenas deben ser, indudablemente, ante el sistema socioeconómico porque la formación política de la que una minoría forman parte  -URNG-  ha dado los debidos espacios a los indígenas en instancias lo suficientemente importantes: Juan León, vicepresidente en la primera elección, Vitalino Similox, también vicepresidente en la segunda elección, Rigoberta Menchú, candidata presidencial en la cuarta elección. Y no digamos diputados indígenas: Manuela Alvarado, Rosalina Tuyuc, Pablo Ceto y actualmente Amílcar Pop; por lo tanto decir que los indígenas han sido excluidos no es del todo cierto. En los años de la insurgencia hubo comandantes y mandos medios políticos-militares que eran quichés, cakchiqueles o zutuhiles. Ahora bien, cuando el término “exclusión” se manipula por la voracidad del poder, por el afán oportunista e inconsecuente de querer pasar por alto la experiencia histórica acumulada (Nuila, Tomás y otros), la cual, según éstas opiniones debe desplazarse porque sí, me da la impresión que no es una posición revolucionaria sino todo lo contrario: es como repetir lo que siempre se ha dicho en Miami por parte de la gusanera: los Castro tienen más de cincuenta años en el poder y por eso es necesario sustituirlos. Esa “repitencia” por años en los cargos no entra dentro de la lógica de las democracias occidentales y por lo tanto no puede ser valorada con esos criterios occidentalizados. La democracia socialista es diferente a la democracia burguesa, independiente de que algún fundamentalista, algún extremo rigorista afirme imperturbable que democracia es democracia. Por ello lo dicho por el diputado Mejía me parece, sinceramente, valioso, independiente de que sea un razonamiento político personal o él lo haya replicado para la ocasión: “Dejen de reclamos y promuevan su inclusión”.










Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.

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