INTRODUCCIÓN
El Banco Mundial, la institución a la cabeza de
los apologistas de la globalización, constantemente circula informes a cerca de
los enormes logros en la reducción de la pobreza que se ha logrado en los
últimos años, así por ejemplo,
en uno de sus últimos estimados asegura que, el número de personas viviendo en
extrema pobreza ha declinado en casi todas las regiones del mundo en
desarrollo. Según el BM para el 2010, el porcentaje de personas pobres viviendo
con menos de $1.25 al día se redujo a menos de la mitad con relación a 1990, lo
que significa, en otras palabras, que la meta del programa Millennium
Development Goal (Objetivos de Desarrollo del Milenio) de la ONU para reducir
la extrema pobreza a la mitad se había logrado con cinco años de anticipación. En verdad que eso suena muy
bien para ser verdad. Pero viniendo del Banco Mundial, la organización que
defiende y promueve las políticas neoliberales que favorecen el crecimiento económico
y el libre mercado como los medios más apropiados para combatir la pobreza, dicha
información no deja de levantar sospechas y crear controversia a cerca de su
veracidad. Al final el BM admite que la reducción en el número de personas en
el mundo viviendo por debajo de $2 al día, desde principios de los 80, ha sido mínimo
y la cifra permanece en 2,047 millones de personas. En cuanto a la brecha entre
ricos y pobres un estudio de Project Censored reporta que, el total de la
riqueza mundial es cercana a los 200 trillones de dólares, de la cual
aproximadamente el 63% está en manos de Estados Unidos y de Europa. A partir
del 2010, el 1% de los más ricos del mundo habían escondido en paraísos fiscales
alrededor del mundo entre 21 y 31 trillones de dólares. Mientras que la mitad más pobre de la población
global, juntos poseen menos de 2% de la riqueza mundial. LaQnadlSOL
EL 82 POR CIENTO DE LA RIQUEZA MUNDIAL ESTÁ EN
MANOS DE UN 20 POR CIENTO DE LA POBLACIÓN
Frei Betto
Según Naciones Unidas, un 20 por ciento de la población mundial, el
equivalente a 1.320 millones de personas, concentra en sus manos el 82 por
ciento de la riqueza en el mundo. Mientras, los más pobres, unos mil
millones de personas, sobreviven con apenas el 1,4 por ciento de la riqueza
mundial.
Los economistas neoliberales toman el PIB (Producto Interior Bruto) como
indicador de la riqueza de una economía. Bajo su lógica, cuanto mayor sea el
PIB, mayor es el crecimiento de un país.
Pero un país crece cuando su economía total se engrosa con más cifras. Lo
que no significa que cumplió su cometido, o sea que imprimió más calidad de
vida y de felicidad a su población. El crecimiento tiene que ver con la
producción agropecuaria, industrial y la expansión de la red de servicios.
Desarrollo implica escolaridad, salud, saneamiento, vivienda, cultura y
preservación del medio ambiente.
Alegrarnos por el crecimiento del PIB no significa que el país vaya en la
dirección correcta. Vea por ejemplo la China, cuyo PIB es el que más crece en
el mundo. Ni por eso nos causa envidia la calidad de vida de su población. Si
el despalamiento de la Amazonía —pelada ahora en un 17 por ciento de su área
total— aumenta, más se introducirán allí el agronegocio y rebaños inmensos, lo
que haría crecer el PIB, así como reducir el equilibrio ambiental y nuestra
calidad de vida.
El problema número uno del mundo no es económico, es ético. Perdimos la
visión del bien común, de pueblo, de nación, de civilización. El capitalismo
nos ha infundido la noción perversa de que la acumulación de riqueza es un
derecho y que el consumo de lo superfluo es una necesidad.
Compare estos datos: según la ONU, para facilitar la educación básica a
todos los niños del mundo sería preciso invertir, hoy, 6.000 millones de
dólares. Y solo en los EEUU gastan cada año en cosméticos 8.000 millones.
El agua y el alcantarillado básico de toda la población mundial quedarían
garantizados con una inversión de 9.000 millones de dólares. El consumo de
helados por año en Europa representa el desembolso de 11.000 millones de dólares.
Habría salud elemental y buena nutrición de los niños de los países en
desarrollo si se invirtieran 13.000 millones de dólares. Pero en EEUU y Europa
se gastan cada año en alimentos para perros y gatos 17.000 millones; 50.000
millones en tabaco en Europa; 105.000 millones en bebidas alcohólicas en
Europa; 400.000 millones en estupefacientes en todo el mundo; y más de un
millón de millones en armas y equipamientos bélicos en el mundo.
El mundo y la crisis que le afecta sí tienen solución. Siempre que los
países fueran gobernados por políticos centrados en otros paradigmas que huyan
del casino global de la acumulación privada y de la incontenible espiral del
lucro. Paradigmas altruistas, centrados en la distribución de la riqueza, en la
preservación ambiental y en el compartimiento de los bienes de la Tierra y de
los frutos del trabajo humano.
Ponga mucha atención a los candidatos que este año merecerán su voto para
alcaldes y concejales. Investigue su pasado para saber con quién se va a
comprometer de hecho.
Ah, ¿que a usted no le gusta la política? No sea ingenuo: quien se aparta
de la política será gobernado por aquellos a quienes sí les gusta. Precisamente
lo que los políticos corruptos desean es que la omisión de usted asegure la
perpetuación de ellos en el poder.
Frei Betto es un teólogo
brasileño y uno de los máximos exponentes de la Teología de la Liberación. Es
el autor del libro “Fidel y la Religión”.
Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.
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