INTRODUCCIÓN
Cada año por estas fechas se inician en todas
partes de la región centroamericana las celebraciones de un acontecimiento histórico,
la independencia, que en lugar de ser un momento de reflexión de lo que fue y
no fue ese evento y de las repercusiones del mismo sobre el desarrollo y la
vida de los pueblos de América Central, nunca ha pasado de ser una fiesta. Hoy
en día en todos los países del área, azotados por la criminalidad en todas sus
manifestaciones, se puede apreciar en toda su crudeza la realidad de
condiciones políticas, económicas y sociales que para nada reflejan o indican
la materialización de esa independencia. Es y ha sido una independencia de papel,
en libros de texto para la enseñanza, en la propaganda oficial que se transmite
por todos los medios de difusión afines al sistema y en el discurso de
funcionarios de gobierno y de políticos corruptos y entreguistas. ¿Cuál 15 de septiembre día de la
independencia? Retóricamente se pregunta un lector ante la presencia de
bases militares y de cientos de marines norteamericanos en suelo
centroamericano, en tareas, más que de combate al crimen organizado, de reafirmación
de que el intervencionismo extranjero es la realidad y que la independencia
sigue siendo una farsa. LaQnadlSol.
LA PENDIENTE INDEPENDENCIA DE
CENTROAMÉRICA
Marines de EEUU en un ejecicio de patrullaje en Guatemala |
Por Ollantay
Itzamná
Hace 191 años, el 15 de septiembre del 1821, la Capitanía General de
Guatemala, formada por las provincias de Honduras, Guatemala, El Salvador,
Nicaragua, Costa Rica y Chiapas, proclamaba su “independencia” del dominio
español sin rupturas revolucionarias ni actos heroicos. Los invasores se
“fueron” como vinieron y quedaron élites criollas y ladinas rentabilizando el
régimen de despojo establecido por la colonia. Los primeros se aglutinaron en
el partido conservador y los segundos, en el partido liberal.
La motivación de aquella “independencia” sin cambios revolucionarios no fue
ningún proyecto político, sino las ansias de legalizar el comercio de
contrabando que ya practicaban durante la colonia. Ante la incapacidad de
gestar un proyecto político independiente, la élite “independentista” anexa el
territorio centroamericano al dominio del Imperio mexicano de Iturbide hasta
1823, fecha en la que éste emperador disolvió su Imperio.
Desde los inicios, los conservadores fueron dados a entregarse al dominio
inglés y los liberales al dominio norteamericano. Ambas élites se sentían
incapaces de “gobernar” con soberanía un territorio que jamás lograron
comprender. Hasta que en 1850, estadounidenses e ingleses firman el Tratado de Bulwer-Clayton para
no agredirse y compartir el dominio colonial en la Centroamérica
“independiente”.
Es importante indicar que, como un rayo en cielo despejado, desde las
montañas de Honduras apareció el criollo liberal Francisco Morazán con la
propuesta de una República Federal centroamericana. Aquel autodidacta emprendió
una ardua batalla, por casi una década, para hacer de Centroamérica un pueblo
soberano con una ciudadanía pensante, pero el oscurantismo clerical (que se
resistía a renunciar al diezmo, servidumbre indígena, etc.) y la avaricia
provinciana de las élites civiles enquistadas en sus feudos pudieron más. A
Morazán lo fusilaron, en defensa de la religión y de Centroamérica, el 15 de
septiembre de 1842, en Costa Rica.
En la segunda mitad del siglo XIX se intentaron varias revoluciones
liberales inconclusas para modernizar e independizar Centroamérica, pero todas
fueron aplastadas por el tétrico oscurantismo religioso y la ofuscación mental
de los nuevos patronos. Sin embargo este territorio se entregó en bandeja
a foráneos vendedores de plátano, traficantes de madera, cafetaleros, etc.
Actualmente hasta las maquilas huyen de países como Honduras, Guatemala o El
Salvador porque las condiciones de muerte son insoportables incluso para los
mismos delincuentes.
Costa Rica despegó como país porque en las primeras décadas del siglo XX
sus élites civiles y militares decidieron dar un quiebre histórico y apostaron
con seriedad y sostenibilidad a un proyecto de país basado en la educación de
sus habitantes. Es decir, estimularon más la razón que la fe. Pero en el resto
de los países de la región, en las escuelas y universidades aún se sigue
enseñando la Biblia de memoria, haciendo de su población una sociedad crédula,
sumisa, resignada, providencialista, a la espera de la segunda venida del Señor
que nunca llega.
El siglo XX fue testigo de varios intentos independentistas promovidos por
los sectores sociales de tendencia de izquierda. Pero los terratenientes y
militares, desde los estados plutocráticos, empujaron a la clandestinidad a las
personas portadoras de los sueños de dignidad e independencia. Y así, en el
monte, masacraron militarmente a los alzados en armas. En Guatemala la
revolución triunfó antes de las luchas guerrilleras, pero fue abortada por el
golpe militar promovido por el gobierno de los EEUU desde Honduras en 1954. En
Nicaragua, el triunfo transitorio del Frente Sandinista de Liberación Nacional,
en 1979, sembró las bases del actual proceso sandinista que convierte a esta
nación en el país más seguro y menos violento de la región, fuera de Costa Rica.
Si en las últimas décadas del siglo XX Centroamérica fue convertida en un
hangar militar norteamericano para atacar al fantasma del comunismo en América
Latina, ahora, un incontenible ejército de ejecutivos de empresas extranjeras
diseña e implementa planes para esquilmar los últimos bienes comunes que dejó
escapar en los cinco siglos de colonialismo externo e interno. Y, ante la
emergente resistencia social organizada al neoliberalismo recargado, las bases
militares norteamericanas vuelven al territorio que jamás abandonaron “para
luchar contra las drogas”. Un negocio que ellos mismos promovieron y promueven
para inyectar capitales frescos a su sistema financiero que no puede subsistir
sin el crimen.
En el siglo XXI Centroamérica, por su ubicación geopolítica, se ha
convertido en un terreno de fuego cruzado en el que la soberbia del Norte
prepotente y la soberanía digna del Sur definirán el éxito o el fracaso de la
vida en el planeta. Y el triunfo de la vida digna y soberana no depende de la
voluntad, ni de la inteligencia de las élites adictas a la dependencia, sino de
los nuevos sujetos sociopolíticos emergentes y atrevidos que emprenden el
tortuoso sendero de la emancipación que las élites siempre rehuyeron.
Centroamérica no tiene tiempo para continuar esperando al Mesías o al
Libertador que nunca llega, ni llegará. Cada uno de nosotros debemos atrevernos
a emprender el camino del amor propio, la autonomía solidaria y el pensamiento
crítico. Centroamérica no está condena a subsistir por siempre como el panteón
o la frontera de la muerte. Nuestro destino es definir la victoria de la
civilización de la vida que puja desde el Sur sobre la barbarie de la muerte
norteña. Para eso nos puso la Madre Tierra en el centro de nuestra Abya Yala.
Publicado por Marvin Najarro
CT., USA.
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