lunes, 17 de septiembre de 2012

LOS DROGOS…




INTRODUCCIÓN

El uso público o furtivo de sustancias psicoactivas no es nada nuevo, sin embargo, su glorificación masiva es algo reciente, sobre todo cuando las filosofías orientales se exportaron a las sociedades burguesas para paliar “la angustia existencial” en sociedades  donde el capitalismo negó y niega la realización  plena del individuo. Nada mejor que un mundo antagónico y desigual para que las inflorescencias mustias, tristes y delicuescentes de las drogas permearan las conciencias de muchas personas con trastornos disociativos de identidad. Las drogas no llevan a ningún nirvana ni a algún karma. La profundidad espiritual o introspectiva alcanzada es solo una apariencia de la realidad que se cae en pedazos cuando la persona vuelve de su “viaje” y encuentra que de los mil problemas resueltos bajo el efecto de las drogas, ya en la realidad, no ha resuelto ninguno. De allí que los poetas y escritores drogos -para citar un ejemplo- actualmente de moda en el centro histórico de la ciudad de Guatemala ya en su estado normal no pueden escribir una sola línea. Es decir, es el talento el que crea la obra literaria o artística, no la droga. Es el estado de serenidad mental, la disciplina y el trabajo responsable el que crea la obra de arte, no el puro de mota. Tantos mitos circularon de Rubén Darío sobre que sus mejores poesías fueron escritas borracho, circunstancia que él personalmente se encargó de desmentir cuando dijo que ebrio jamás había escrito algo importante. O la obra de Cardoza y Aragón, quien nunca bebió alcohol. El consumo de estupefacientes es asunto de desencuentros emocionales profundos y están en el ámbito privado de muchos tipos de personas, no solo de los artistas. Pregunto  ¿si usted sabe de algún drogadicto exitoso? El éxito lo ha hecho su arte, no la droga. Por ello los “drogos” son una cosa y los artistas otra. Pero no hay que levantar el estandarte de la falsa moral: toda persona tiene derecho a hacer lo que quiera con su vida, en tanto no afecte a otros. Luciano Castro Barillas.





LOS DROGOS
















Por Paulo Alvarado, maestro de chelo;
de su columna Presto Non Troppo, PL


En un mundo cuya conveniente hipocresía condena el consumo de drogas, a la vez que se aprovecha de ello para justificar la venta de armas y la implementación de estrategias de control (disfrazadas como políticas de seguridad, combate al terrorismo e incluso moralización de la sociedad), es fácil caer en una de esas farsas comunes: el descrédito y reprobación de los artistas por drogadictos. O, coloquialmente, por “drogos”.

Desde esa óptica, el músico actuaría dopado, el pintor se drogaría para ejecutar un cuadro, el escritor para redactar una novela, el cineasta para rodar una película… Unos puros de marihuana, unas líneas de coca, un poco de hash o de crack, y cualquiera se volvería compositor, artista visual, poeta, genio de cine.  Empero, el acercamiento íntimo al ámbito del arte nos devuelve una imagen muy distinta: los artistas no realizan sus mejores obras bajo el efecto de los alcaloides o estupefacientes. Podrán vivir narcotizados, borrachos o alucinados (como cualquier oficinista, comerciante, empresario o funcionario), pero sus grandes logros son resultado del talento y la maestría técnica,  cuando se combinan con el trabajo responsable y disciplinado (como cualquier oficinista, comerciante, empresario o funcionario).

Qué curioso que, a cambio, constantemente nos enteremos sobre señalamientos a atletas y deportistas por el consumo de “sustancias prohibidas”. No es una moda reciente sino una tendencia en aumento, hace muchos años, al uso de “suplementos” y “métodos” para incrementar resistencia y rendimiento. Sin embargo, ¿debemos sorprendernos? Después de todo (y a diferencia del arte, en el que no hay que ganarles a los demás), el así llamado fair play no existe. No hay tal cosa como un “juego limpio”, porque para que haya perdedores alguien tiene que sacarles ventaja a los otros. Sea por su estatura, por su corpulencia, por su entrenamiento o por… “drogo”. A la luz de los acontecimientos, y sin difamar al atleta honesto ni ensalzar a un artista fármacodependiente, lo que se necesita es una reflexión cuidadosa.












Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.

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