INTRODUCCIÓN
Aunque la modalidad del sicariato infantil en su actual forma - ligada al
crimen organizado - es un fenómeno nuevo, este de alguna u otra manera ha
existido como parte de la cultura a la violencia que ha salpicado la no poco
violenta historia de Guatemala. Casos de menores de edad siendo manipulados y contratados
por adultos para perpetrar actos de venganza personal en contra de supuestos
enemigos, o el uso de estos, bajo amenazas de tortura (arrancarles la uñas con
alicates) por parte de los organismos de seguridad del estado, durante la
oleada represiva de los años 80, son testimonio de la descomposición social que
ha afectado a todos los estamentos de la sociedad guatemalteca en general. Y aunque
el presidente Otto Pérez Molina diga en sus discursos, como lo hizo
recientemente en la Asamblea General de la ONU, de que, su gobierno planea la implementación de estrategias para combatir
la desnutrición crónica, reducción de la violencia e inseguridad y más empleo,
nada se podrá lograr sino se ataca a fondo el origen del problema de la
violencia: la marginación y la exclusión social crónicas de grandes sectores de la población
guatemalteca. Hablar de que los
esfuerzos que realiza en su gestión se ven parcialmente vulnerados por el
flagelo del narcotráfico, es desde ya, una indicación de que poco o nada se podrá
hacer ante la magnitud del problema. LaQnadlSol.
SICARIATO EN GUATEMALA TIENE
ROSTRO INFANTIL
Organizaciones criminales encargan a menores de edad asesinatos,
extorsiones y otros delitos, a sabiendas de que son inimputables o enfrentarán
penas reducidas
menores implicados en delitos relacionados con el narcotráfico. |
Por José Meléndez
El Universal, Septiembre 22, 2012
Osados e implacables, atacan con rapidez, ejecutan el trabajo
"sucio" y progresan, a sangre y fuego, como pistoleros en las
estructuras del crimen organizado para convertirse en un nuevo
rostro de la violencia en Guatemala: son el sicariato infantil y
adolescente.
Niños de 10, 11 o 12 años apenas cumplidos aceptan desplegar misiones de
alto riesgo al servicio de las mafias, a sabiendas de que, por ley, son
inimputables. Adolescentes de 13 a menos de 18 años también
realizan tareas para la delincuencia organizada y aunque deben
enfrentar seis años de cárcel como sanción penal máxima por sus actos, las
redes mafiosas les prometen que asumirán la manutención de sus familias
mientras estén en prisión.
"Lo que es definitivo es que cada vez hay más menores de edad involucrados
en homicidios y feminicidios y eso nos
preocupa", reveló el guatemalteco Carlos Pérez, juez de Ejecución de
Medidas de Jóvenes en Conflicto con la Ley en Guatemala, en entrevista con EL
UNIVERSAL.
"Si un menor de 13 años mata a alguien, sólo hay responsabilidad civil
de los padres. Pero el hecho queda totalmente impune, porque la responsabilidad
penal empieza a los 13", explicó, al señalar que el escenario varía con
los adolescentes, en un país en el que la mayoría de edad se obtiene a los 18
años.
"Muchas veces, la organización criminal decide que algunos de los delitos más
graves los cometerán adolescentes, porque su sanción es menor que la de un
adulto. Se ha dado el fenómeno de que la organización criminal ayuda a la
familia de quien va privado de libertad y evidentemente va ser mejor ayudar
durante seis años como máximo a la familia de un adolescente, que por 12, 15,
18 o 20 años a la de un adulto", relató.
Pérez y un grupo de especialistas guatemaltecos consultados por este diario
coincidieron en que, por lo general, niños y adolescentes sólo se involucraban
antes en delitos de bajo impacto, como pequeños robos callejeros
-les apetecían los lentes de marcas famosas- o romper los vidrios de automóviles
para robar radios, entre algunos hechos ilegales.
"Pero poco a poco, las acusaciones a menores por homicidios,
feminicidios, asociaciones ilícitas, secuestros, plagios, extorsión y
otros delitos graves han ido incrementándose", relató el juez, al ratificar
que lo que está sucediendo en Guatemala "es que hacen el
trabajo más sucio".
"El fenómeno se da por la instrumentalización de la niñez y de la
adolescencia por parte del crimen organizado, en narcotráfico y otros hechos
delictivos. Es un efecto de la falta de políticas públicas que garanticen a la
población que vive en condiciones de vulnerabilidad, bajo desventajas
socioeconómicas, construir proyectos de vida adecuados y dignos", alegó el
guatemalteco Zoel Franco, director de Niñez y Adolescencia del (no estatal)
Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales de Guatemala.
En entrevista con EL UNIVERSAL, denunció que "el crimen
organizado encuentra en la población de estos sectores bastante semilla de
cultivo para utilizar a niñez y adolescencia en sus delitos".
Exclusión social
Un informe de la Secretaría de Bienestar Social del gobierno de Guatemala
que fue entregado a este periódico mostró que, al 19 de septiembre
anterior, la población de los centros guatemaltecos de privación de
libertad para menores de 18 años era de 655 hombres y 55 mujeres, para
un
total de 712 personas, de las que 340 ya están sancionadas.
total de 712 personas, de las que 340 ya están sancionadas.
Franco adujo que aunque la cifra es relativamente reducida, "la
preocupación es otra: ¿Por donde está pasando la política criminal del
Estado?".
La Secretaría no respondió a preguntas de este rotativo acerca de que el
gobierno guatemalteco carece de planes de prevención de delincuencia en
menores y desatiende áreas urbano-marginales de donde surgen niños y
adolescentes atrapados por la criminalidad.
"En cada niño involucrado en estas actividades vamos a encontrar historias
de pobreza, pobreza extrema, pocos servicios para satisfacer
necesidades básicas, hogares desintegrados y monoparentales, mucha migración
que también genera desintegración familiar, maltrato por acción o por omisión,
no asistir a la escuela o tener que dejarla", afirmó el guatemalteco
Marvin Rabanales, asesor jurídico del Instituto de Protección Social de
Guatemala (no estatal).
"En cada historia de estos niños encontraremos una isla rodeada de
omisiones que son el caldo de cultivo ideal para el crimen organizado",
alertó Rabanales, en entrevista con este diario.
Con más de la mitad de sus 13.5 millones de habitantes golpeados por
miseria general y extrema, Guatemala sufre un deterioro social y
"los valores han quedado debajo del colchón", dijo.
"Es una sociedad muy consumista que idealiza ‘el tener'. En esos
espacios, niños y adolescentes son fácilmente atraídos por la delincuencia,
que les ofrece ingresos que no pueden obtener de otra manera que no sea con la
delincuencia. Al no tener acceso a la educación, a actividades públicas, pues
evidentemente procuran esos bienes, esos ‘satisfactores', por el lado fácil,
que es dedicarse a la delincuencia", puntualizó.
Al insistir en que "cada vez más niños se involucran en el crimen
organizado", describió que son muchos los menores de 13 años que realizan
actividades mafiosas "específicas", como vigilancias, cobro de
extorsiones y, "en algunos casos, se ha documentado sicariato,
por su inimputabilidad absoluta".
¿Subir las penas?
La guatemalteca Nidia Aguilar del Cid, quien durante 10 años, y hasta
agosto pasado, fue Defensora de la Niñez en la Procuraduría de Derechos Humanos
de Guatemala, informó a EL UNIVERSAL que "en los últimos
tres años, tal vez de forma más repetida, hemos visto que muchos niños de 11 y
12 años atacaron a personas por venganza, por pleitos de ‘maras' (pandillas) o
de drogas". Muchas veces, advierte, "las autoridades lo
primero que piensan es que hay que bajar la edad (de 13 años) de los que pueden
ser acusados penalmente. Pero hay que ver la contraparte. Son niños orillados,
obligados", aseguró.
Las mafias les amenazan con que si se niegan a hacer las tareas criminales,
"algo le pasará a sus familias, porque los tienen ubicados y los
presionan", aseveró.
Con la reducción de la edad límite y someterles a sanción penal,
"afectaríamos a adolescentes que no están haciendo nada por unos pocos
especiales que hay. La visión debe ser la de proteger a la mayoría de la
población", agregó.
Por todo esto, más que bajar el rango de edad para poder acusar penalmente
a niños, Aguilar planteó que lo que se necesita es "perseguir a los
adultos que están en el crimen organizado y que son los que les procuran las
armas a los menores de edad y los que los obligan, a veces, a matar a
alguien".
Y en eso, son rápidos y osados.
Y en eso, son rápidos y osados.
El “suplicio de las uñas”
Las estructuras policiales que existieron en Guatemala hasta 1996, cuando
se firmó la paz para acabar con 36 años de un conflicto armado que
estalló en 1960, ganaron fama por una despiadada táctica de acoso tanto a niños
como a adolescentes de las zonas marginales, en especial de la
capital guatemalteca.
En una costumbre que proliferó en la década de 1980, policías corruptos
advertían a niños y adolescentes que si se negaban a pagarles sobornos o
a estar a su servicio para cumplir tareas delincuenciales, les aplicarían el
"suplicio de las uñas": arrancarles las uñas de sus dedos con una
tenaza o un alicate, herramientas de uso cotidiano en sus labores de tránsito.
"El mecanismo represalia-miedo se mantiene en Guatemala", dijo el
guatemalteco Zoel Franco, director de Niñez y Adolescencia del (no estatal)
Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales de Guatemala.
Las prácticas policiales de agresión a niños y
adolescentes se han reducido, aunque tampoco han sido erradicadas por completo,
aclaró.
"El miedo es una forma de control social efectivo, permite mantener un
‘status quo' de determinado grupo de interés y niños y adolescentes no escapan,
pero es preocupante cómo están siendo violentadas, con muertes
violentas de niños y adolescentes", relató el funcionario.
Viejos hábitos policiales, como "el asesinato de niños",
propiciaron que Guatemala reformara, hace varios años, la legislación sobre
niñez y adolescencia, recordó.
Sin embargo, los abusos policiales a menores de edad han proseguido, si
bien en algunos casos se ha hecho justicia, como cuando policías fueron
encarcelados por asesinar, dentro de una patrulla, a varios jóvenes que
detuvieron en la capital.
"Es una cuestión recurrente que se da, pero muchos tienen miedo a
denunciar. La policía tiene una estructura de control y de ubicación que en un
momento dado, cuando hay agentes involucrados, puede ser utilizada fácilmente
para eliminar a quien los denuncie", lamentó.
Publicado por LaQnadlSol
CT.,USA.
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