(…) antes que
eficiencia, se prefiere desempleo y salarios de hambre.
SUELDAZOS
Mientras se pichicatea[1]
el salario mínimo, existen funcionarios públicos con sueldos escandalosos. Hay
más de un treintena de funcionarios con sueldos superiores al millón de quetzales
anuales. No nos referimos a los presidentes de los organismos de Estado. Estos
por su calidad de electos a la más alta dignidad de la República, tienen el
derecho a un sueldo decoroso. Los diputados, otros funcionarios electos,
reciben mucho menos: alrededor de medio millón de quetzales. El Procurador de
Derechos Humanos, Jorge De León Duque, cumplió su promesa de rebajarse el
sueldo a la mitad.
Lo vergonzoso es que un personaje de tercer
nivel como la directora legislativa del Congreso o algunos alcaldes, gerentes,
etc., ganen más que los funcionarios de primer nivel. El pago de alto sueldos
con los impuestos de la ciudadanía es el peor negocio que puede haber.
El Banco Central Europeo ha pedido rebaja de
sueldos elevados a funcionarios públicos para afrontar la crisis en España,
Portugal, Grecia, Irlanda y Chipre. Curiosamente, en Italia, los salarios en
general, no solo de funcionarios públicos, son modestos y los impuestos son
altos. En consecuencia, aunque el despilfarro en sueldos es un factor de
desequilibrio, no es el único causante de crisis.
Los salarios en el sector privado deben ser
mayores que en el sector público, para incrementar la productividad. Esta
diferencia se debe al shirking (elusión), que es mayor en el servicio público.
Tanto Carl Shapiro y J.E. Stiglitz, señalan que la disciplina es mayor en el
sector privado; de donde se debe esperar que los salarios sean más altos,
puesto que los trabajadores están sujetos a castigos de manera más expedita.
Los estadistas se caracterizan por tomar medidas necesarias aunque sean
impopulares. En julio de este año, el presidente Rafael Correa anunció la
rebaja de altos sueldos a funcionarios estatales. En abril, hizo lo propio la
presidenta Cristiana Fernández. Fijar un sueldo máximo en el Estado y tener
claridad en las categorías, es un asunto de interés público.
Lo que les gana la enemistad de quienes se
enriquecen con la corrupción consiste en que esa medida la acompañan de la
elevación general de salarios para la población. De donde corrigen al mercado
para posibilitar salarios de eficiencia. Al salario que paga favores políticos,
el economista G. Akerlof lo denomina de reserva. Con las características de
alta rotación, selección adversa, baja moral y lealtad, insuficiente para
llenar la canasta familiar.
Una clase empresarial indolente prefiere el
salario de reserva o el mínimo, pues le exonera de competir con otras empresas
nacionales y extranjeras. Lo acomoda en los negocios oligopólicos y le permite
abusar, sabiendo que tiene cómplices que protegerán la explotación del
trabajador. Los países con altas tasas de crecimiento elevan los salarios del
sector productivo, controlan la corrupción del sector estatal y se apoyan en la
buena vida de la población. Algún día, así será.
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