sábado, 1 de diciembre de 2012

¡… QUE TE DURE MUCHO!



Poco a poco estas expresiones van cayendo en desuso. Era una manera de demostrarle al amigo que uno se fijaba en él, que se daba cuenta de su camisa nueva, que se alegraba de “estreno”. Era una fórmula cordial por cuyo medio se le decía al amigo algo así como: “Eres importante para mí; noto cuando estrenas algo. Y ello me alegra. Hubiera querido regalarte eso que te provoca alegría”.



¡… QUE TE DURE MUCHO!


Por Manuel José Arce


Así le decían a uno los amigos cuando lo veían que andaba estrenando algo.  Y si era traje, camisa o textil visible, se venía, tras, la frasecita con la que inicio estas líneas, el infalible pellizco so pretexto de probar la consistencia de la tela, o el pisotón de callos cuando de cufas[1]  se trataba.

A veces andaba uno en la calle con traida[2] nueva y era infalible que el amigote que se cruzaba con nosotros en la acera nos murmura a guisa de saludo y de felicitación el clásico “que te duro mucho, vos…!”.

Poco a poco estas expresiones van cayendo en desuso. Era una manera de demostrarle al amigo que uno se fijaba en él, que se daba cuenta de su camisa nueva, que se alegraba de “estreno”. Era una fórmula cordial por cuyo medio se le decía al amigo algo así como: “Eres importante para mí; noto cuando estrenas algo. Y ello me alegra. Hubiera querido regalarte eso que te provoca alegría”.

Y en realidad deseábamos que al amigo “le durara mucho” el objeto nuevo y que le durara mucho también la alegría de haber adquirido ese objeto.

Fórmulas campechanas de cortesía chapina, popular, llana. Además de todo, la predicción del amigo generalmente resultaba cierta: las cosas duraban, duraban mucho. Un tacuche[3] de hacía cinco años, aunque tuviera un poquito brillantes las asentaderas, se podía seguir usando. A veces le quedaba la cicatriz del “vuelt´e gato” que le daba el sastre: una costura al lado de la solapa derecha, a la misma altura en donde,  del lado izquierdo, quedó la bolsa del pañuelito coquetón. Uno le pedía al sastre: “Déjemele costuras grandes, maestro, por si engordo…”.

Los zapatos no digamos: cuando ya habían dejado de rechinar, cuando ya se habían amoldado al callito aquél del dedo chiquito, cuando ya empezaban a asumir su deliciosa calidad de viejos amigos, era en el momento cuando les mandábamos a cambiar “media suela y tapitas”, y el susodicho guante del pie nos aguantaba otras tres cambiadas de suela…  De los zapatos ni hablemos: la suela aguanta, pero lo que no aguantan son mis pobres pies…

Los muebles, los carros, las casitas de serie: mucho plantón, mucho cromado, pero todo me parece hecho provisionalmente, para una temporadita, para mientras pasamos el aguacero… Más que nada, parecen trampas que usamos, que se nos hacen necesarias y que luego nos obligan a comprar repuestos, a pagar reparaciones y a comprar nuevos modelos… ¡A comprar!

Nos hemos vueltos compradores empedernidos, nos vemos obligados a entrenar todos los días…

Hace un tiempo, encontré a un mi amigo muy acaramelado con una su traidita último modelo. La andaba kilometrando apenas. “¡Qué te duro mucho dichosote!”. Le dije al pasar. Hace poco me lo encontré en las mismas pero con otra. “¿Y diay, vos  -le pregunté- y la que te ví el año pasado?”. Aquel puso cara de compasión por mí, como quien mira a un pobre diablo ignorante y atrasado.

-Callate, vos  -me respondió-  me salió chueca. Al poco tiempo empezó que le hacía falta un overjol completo,  piezas de repuesto y qué sé yo… La cambié por ésta que es de último modelo… ¿Qué te parece?

-Bueno   -le dije con aire humildísimo-   está a todo dar… que te dure mucho, pues…

-¡No me amolés!   -y su mirada iracunda cayó sobre mí- ,  al tiempo que me corregía.

-¡Que me dure lo necesario para mientras sale el modelo del año entrante!... Ni modo, hay que estar al día.







[1]  Guatemaltequismo: zapatos.
[2] Traida es sinónimo de novia.
[3] Tacuche: traje completo de hombre.









Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.

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