viernes, 28 de diciembre de 2012

JORGE DE LEÓN DUQUE,…



(…) electo para el cargo entre mucha controversia politiquera, emitió una circular de fecha 14 de noviembre de 2012, donde da directrices para la apertura de expedientes e inicio de investigaciones, lo cual en la práctica se traduce en descargo de investigaciones y tutela pues todo se remite a los órganos jurisdiccionales (juzgados, ministerio público, etc.). (…) la actual disposición no hace más que debilitar aún más la institución, pues aunque no sea así, en el imaginario popular seguirá el crecimiento exponencial de que esa institución “solo sirve para proteger a los delincuentes”, dado el actual trabajo de odontología promovido por el nuevo procurador, lo cual menoscaba sensiblemente sus atribuciones tal sería “investigar toda clase de denuncias que le sean planteadas por cualquier persona, sobre violaciones a los Derechos Humanos”…




JORGE DE LEÓN DUQUE,
PROCURADOR DE LOS DERECHOS HUMANOS
Y ODONTÓLOGO



Luciano Castro Barillas


El ejercicio del cargo de Procurador de Derechos Humanos puede ser un trabajo inspirador y apasionado, tal tendrían que ser todas las acciones en defensa de los derechos humanos individuales o colectivos vulnerados o menoscabados. Es un cargo de alto contenido político y moral, en el entendido que la política en su esencia y sustancia no es más que la preocupación y compromiso práctico por los problemas de la sociedad, pues quien no piensa en los problemas de su país, sencillamente está pensando mal o poco. Los que no son políticos -el 98% de personas- pero que viven de la política, medran en los partidos políticos y se reeligen una y otra vez como los diputados y los alcaldes, quienes indudablemente resuelven sus problemas económicos personales, no los de la colectividad que dicen representar. Pero un trabajo como lo es la procuración, promoción y educación de los derechos humanos puede banalizarse, volverse light; pues ese descafeinado va bien en cuanto ahorrarse problemas y de paso mantener prestigio y poco desgaste con fines de perpetuarse en los cargos impulsando una obra “gris”, expresar de ese modo el agradecimiento a quienes le hicieron el favor de llevarlo al cargo y de paso dejar como letra muerta “los ideales de que todo poder en el Estado, procede del derecho y se ejerce conforme a éste; manteniéndose el principio supremo de respeto a los Derechos Humanos”. Pero el ejercicio del derecho no necesariamente es el cumplimiento del más alto ideal de la justicia que es la equidad. De allí que, lamentablemente, al cargo del Procurador de Derechos Humanos nunca han llegado personas ecuánimes sino oportunistas que recurriendo al expediente de la politiquería y la formación académica, carecen de una trayectoria cívica de lucha a favor de las nobles causas de la justicia. Las personas así son los que “institucionalizan” estos cargos y los tornan mediocres, no ordenados o mejor administrados. Los Defensores del Pueblo ciertamente pertenecen a la superestructura del Estado (lo ideológico, jurídico y político) pero también no pertenecen, en el sentido  que el rigorismo formalista, la formalidad extrema del derecho y su ejercicio, niega la espontaneidad del sentido de la justicia. ¿Qué tendrá problemas un Procurador de Derechos Humanos impetuoso, pero no menos sensato? Claro que los tendrá y así lo requiere la realidad de este país, con los más altos índices de violación de derechos humanos en todos los órdenes de la vida social. Pero un Procurador que no está consciente o que ha hecho la concesión deliberada al poder político que lo designó ignorará, pasará por alto su alta investidura “para el cumplimiento de las atribuciones que la Constitución Política de la República de Guatemala y la ley establecen, no está supeditado a organismo, institución o funcionario alguno, y actuará con absoluta independencia.  Ahora bien, el actual Procurador de Derechos Humanos, Jorge de León Duque, electo para el cargo entre mucha controversia politiquera, emitió una circular de fecha 14 de noviembre de 2012, donde da directrices para la apertura de expedientes e inicio de investigaciones, lo cual en la práctica se traduce en descargo de investigaciones y tutela pues todo se remite a los órganos jurisdiccionales (juzgados, ministerio público, etc.). ¿Cuál es la lógica de la novísima disposición del Procurador de los Derechos Humanos? Ni más ni menos que el nivel de apreciación de la realidad del actual Procurador pues es heredero de una tradición “política” peculiar, heredada de su padre Ramiro de León Carpio, hombre débil y ambivalente (le endilgaron el remoquete de Huevos Tibios), incapaz de promover en su momento, por ejemplo, la investigación debida por el crimen cometido contra su primo, Jorge Carpio Nicolle, por entonces máximo dirigente del partido Unión del Cambio Nacional, UCN; ya que el Estado Mayor del Ejército, siempre le metía miedo, pues el crimen parecía venir de esa estructura. En fin, la actual disposición no hace más que debilitar aún más la institución, pues aunque no sea así, en el imaginario popular seguirá el crecimiento exponencial de que esa institución “solo sirve para proteger a los delincuentes”, dado el actual trabajo de odontología promovido por el nuevo procurador, lo cual menoscaba sensiblemente sus atribuciones tal sería “investigar toda clase de denuncias que le sean planteadas por cualquier persona, sobre violaciones a los Derechos Humanos” y no formulará, según parece, por razones prácticas, administrativas y procedimentales; “inmediata denuncia o querella ante el órgano jurisdiccional competente”. Una procuraduría simplificada a departamento de quejas.









Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.

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