En la era de la
globalización el 2013 está destinado a entrar en la historia como el año de la
competencia entre la primera y la segunda economía mundial, Estados Unidos y
China para definir los lazos con América Latina pues consideran que sus
materias primas y su pujante clase media la hacen, no solamente muy atractiva
como socio comercial, sino imprescindible para su crecimiento económico.
Todo esto explica el
inusitado ajetreo de las recientes giras a Latinoamérica y el Caribe de los
dirigentes de ambos países. Recientemente el vicepresidente de los Estados
Unidos, Joe Biden visitó Colombia, Trinidad y Tobago y Brasil. El presidente
Barack Obama hizo gira a México y Costa Rica y, próximamente el secretario de
Estado John Kerry se desplazará a Guatemala.
CHINA Y ESTADOS UNIDOS COMPITEN POR
LA RIQUEZA DE AMÉRICA LATINA
Vicky Peláez
La economía libre y el libre comercio son sólo expresiones para el consumo
de los tontos y de los ignorantes. La economía nunca ha sido libre. O la maneja
el Estado en beneficio del pueblo o lo hacen los grandes consorcios en
perjuicio de éste (Juan Domingo Perón, 1895-1974).
En todas las épocas de la historia moderna, Latinoamérica siempre ha sido
una presa añorada por las grandes potencias de turno. Sus abundantes y diversos
recursos naturales nunca han dejado dormir en paz a los gobernantes de los
países desarrollados.
En la era de la globalización el 2013 está destinado a entrar en la
historia como el año de la competencia entre la primera y la segunda economía
mundial, Estados Unidos y China para definir los lazos con América Latina pues
consideran que sus materias primas y su pujante clase media la hacen, no
solamente muy atractiva como socio comercial, sino imprescindible para su
crecimiento económico.
Todo esto explica el inusitado ajetreo de las recientes giras a
Latinoamérica y el Caribe de los dirigentes de ambos países. Recientemente el
vicepresidente de los Estados Unidos, Joe Biden visitó Colombia, Trinidad y
Tobago y Brasil. El presidente Barack Obama hizo gira a México y Costa Rica y,
próximamente el secretario de Estado John Kerry se desplazará a Guatemala.
El 6 de junio pasado, el presidente de Chile Sebastián Piñera fue recibido
por Barack Obama en la Casa Blanca quien permitió al líder chileno cumplir con
su sueño, según lo dijo: sentarse a la mesa del presidente de la única
superpotencia del mundo. ¡Vaya qué ambición del presidente chileno! Vamos a ver
qué pedirá el presidente peruano, Ollanta Humala al encontrarse esta semana con
Barack Obama en el Salón Roosevelt de la Casa Blanca. Pero allí no termina la
historia de la agitación diplomática. En otoño Joe Biden se desplazará de nuevo
a Latinoamérica y en octubre, la presidenta de Brasil Dilma Rousseff estará en
Washington.
Los chinos no se quedan atrás, mostrando gran agilidad y visión estratégica
en el abordaje financiero y comercial de América Latina y sin prestar ninguna
atención a la reacción de Washington que, según su secretario de Estado, John
Kerry, no puede asimilar la idea de que ya no exista su “patio trasero”, China
ha desplazado ya a los Estados Unidos como el principal socio comercial de
Brasil y Chile.
Durante su reciente visita a Latinoamérica y al Caribe, el presidente de la
República Popular China, Xi Jimping se reunió en Trinidad y Tobago con los
líderes de Barbados, Bahamas, Dominica, Granada, Guyana, Jamaica, Surinam y
Antigua y Barbuda. También realizó una fructífera visita a México y Costa Rica.
Hace poco el presidente peruano, Ollanta Humala recalcó que “hoy China se ha convertido
en un gigante y nosotros queremos caminar junto a ese gigante”. Prácticamente
la mayoría de los presidentes latinoamericanos comparten esta idea aunque
también quieren seguir al compás de los Estados Unidos.
El problema es ver qué es lo que quieren en América Latina estos dos
gigantes y qué es lo que ofrecen a los latinoamericanos a cambio. Ya es harto
conocido que la política de EEUU está basada en su supuesta “misión divina”. En
el discurso preparado pero nunca pronunciado por John F. Kennedy en Dallas,
Texas aquel trágico noviembre de 1963, él iba a decir que “nosotros en este
país somos – por destino más que por opción – los guardianes en los muros de la
libertad mundial”. Por supuesto, su “patio trasero” también estaba bajo la
protección de estos muros que edificaron los vecinos del norte para abrir las
venas de América Latina.
El problema de los muros es que siempre caen con el tiempo y actualmente
como recalcó recientemente el presidente del Ecuador, Rafael Correa, “América
Latina ya no es el patio trasero de nadie”. Lo único que queda a Norteamérica
en estas condiciones para no verse desplazado por otras potencias en
Latinoamérica es construir muros del neoliberalismo económico, dependencia
financiera y de la permanente presión psicológica sobre los gobiernos del
continente aplicando su preferida máxima política de Nicolás Maquiavelo:
“Divide y reinarás” en combinación con su tradicional método de “palo y
zanahoria”. También periódicamente designa allí a sus “tigres económicos”. De
los más conocidos y mimados por los Estados Unidos fueron Carlos Menem de
Argentina y Alberto Fujimori de Perú en los años 1990.
Ahora en la época cuando el proceso integracionista empezó a tomar fuerza
en América Latina, aparecieron como por magia cuatro nuevos “tigres”: México,
Colombia Chile y el Perú, seducidos hábilmente por Washington para formar la
Alianza del Pacífico (AP) que es programada ser una sucursal regional del
Transpacific Partnership (TPP). El rol primordial de la AP será contrapesar el
modelo Mercosur, facilitar el reposicionamiento de Washington en la región,
contener el avance comercial y financiero chino y en especial en Argentina,
Brasil y Venezuela, debilitar a los gobiernos de los países del ALBA y tratar
de restablecer en Latinoamérica una situación previa a la revolución cubana.
Para realizar esta hazaña los globalizadores se valen de todo y como por
magia convirtieron a México en un Tigre, pese a estar considerado por el
Consejo Regulador de la Industria y Servicios de Seguridad de la República
Mexicana (CRISSRM) de acercarse cada día más a ser un “Estado Fallido” con
cincuenta mil muertos y desaparecidos. Pero en la percepción interesada de
Barack Obama, México “registra un progreso impresionante”. Lo que olvidó decir
el presidente norteamericano fue que México es realmente impresionante por sus
60 millones de pobres y por el ritmo de 10 ejecuciones por día, desde diciembre
pasado a la fecha.
De los cuatro “tigres” el país más mimado actualmente por Washington es
Chile que es referido por el presidente estadounidense “país amigo” y su
gobernante Sebastián Piñera, un “líder sobresaliente”. Como premio por su
permanente fidelidad al modelo neoliberal y a la ideología norteamericana, el
país fue nominado al programa de exención de visas, igual como pasó con
Argentina en la época de Carlos Menem.
Colombia es el tercer “tigre sudamericano” completamente controlado por los
Estados Unidos a través de sus siete bases militares instaladas en los lugares
estratégicos con abundantes recursos naturales. Resulta que Colombia es también
para ellos el símbolo de la democracia y cada día más este país, según el
vicepresidente norteamericano, Joe Biden, muestra “destacado progreso”,
agregando que actualmente “entrena a miles de oficiales de ley y seguridad en
más de 40 países. ¡Pero qué cambio!”, agregó.
Lo que no menciona Joe Biden es que muchos de estos instructores
participaron en la desaparición de más 250.000 personas en su país y de esta
cantidad 38.255 han sido víctimas en los últimos tres años. Después del halago
de Biden las ambiciones del presidente Juan Manuel Santos crecieron tanto que
sintió que América Latina representa demasiado poco espacio para Colombia y que
debe ser el miembro de la OTAN porque necesita la – “experiencia” de los
soldados colombianos. Dijo que Colombia “debe pensar en grande” para “ser ya no
de la región sino del mundo para ser uno de los mejores”.
El último “tigre económico” en la actual percepción del departamento de
Estado norteamericano es Perú. Su presidente; Ollanta Humala reforzó el modelo
neoliberal, profundizando, igual como sus otros “tigres” colegas, la
problemática de la inserción en el mercado internacional, de acuerdo al estudio
del economista, Diego Rubinzal, “a través del modelo del monoproducto y la
primarización, alentados por el boom de los precios de los minerales. Esta
política ha debilitado al sector industrial peruano cuyas exportaciones desde
2003 se han reducido drásticamente mientras que las exportaciones del sector
minero se duplicaron. Ollanta Humala es el político más habilidoso de los
cuatro de la AP pues ha sabido navegar entre las diferentes corrientes
ideológicas en Latinoamérica tratando de mantener buenas relaciones con todos
sus representantes.
Lo que no está calculando bien es el rol que su país y toda la Alianza del
Pacífico tendrá en el Transpacific Partnership (TPP) cuyos estatutos se han
estado negociando los grandes globalizadores en gran secreto desde 2008. En un
reciente artículo de James Corbet del International Forecaster, el autor señala
que el público norteamericano, inclusive el Congreso, y el de los países
partícipes en el TPP no saben nada de que se trata. Solamente las
transnacionales, como Halliburton, Chevron, PHRMA y otros gigantes participan
en la discusión de esta alianza. Sin embargo, ya se sabe que el control del
Estado de cada país signatario de la alianza sobre el fluido del capital va a
ser prácticamente abolido y todo el poder financiero estará en manos de los
banqueros.
Se incrementará el costo de la medicina debido al mayor control sobre los
productos genéricos y se relajarán las leyes laborales y las del medio
ambiente, mientras que las leyes de la propiedad intelectual se reforzarán. Las
transnacionales recibirán poder más amplio para enjuiciar a los Estados. En la
economía será prioritario el actual modelo de Hayek que excluye completamente
la planificación de la economía por el Estado porque rompe el concepto de la
libertad del mercado.
La TPP exigirá a sus miembros a aplicar de nuevo lo que hizo el Consenso de
Washington: nueva oleada de privatizaciones de lo que todavía queda de la
propiedad nacional; la apertura indiscriminada de mercados; una completa
desregulación económica; aniquilamiento de derechos sociales y laborales;
orientación de cada país hacia el modelo de monoproducto y la primarización y
muchas otras exigencias que las trasnacionales y los grandes países necesitan
para salir de su crisis a costa de los recursos de los cuatro “tigres” y de
otros aspirantes a este título dentro del TPP. Sería conveniente para que los
líderes de los “tigres” económicos repasen la experiencia de México solamente
con la privatización.
Según el Reporte de la secretaría de Hacienda, de las 1155 empresas
públicas que había en México hasta 1982, se privatizaron 957 obteniendo el
Estado 33 mil millones de dólares por su venta. Posteriormente por la quiebra
de algunas de ellas como bancos, líneas aéreas etc., la nación tuvo que aportar
109 mil millones de dólares para salvarlas de la bancarrota, es decir tres
veces más de lo que ingresó por la venta.
La República Popular China está igual como los Estados Unidos ansiosa de
entrar en el mercado latinoamericano y tener acceso a sus abundantes recursos
naturales. Pero su táctica difiere notoriamente de la norteamericana. Para
abrir los negocios siguen la premisa de Confucio que dice: “Es posible
conseguir algo después de tres horas de pelea y presiones, pero es seguro que
se podrá conseguir con apenas tres palabras impregnadas de afecto”. Por
supuesto, hay que tener mucho cuidado con estas “tres palabras”, al tratar con
las propuestas chinas pero esta táctica es mucho más aceptable que la de
sobornos, presiones, amenazas, chantaje y mentira que frecuentemente usan las
transnacionales para entrar en un país. El economista norteamericano John
Perkins describe con detalles estos métodos en su libro, “Confesiones de un
Sicario Económico”.
En su política hacia Latinoamérica, los dirigentes chinos, que en su
mayoría no son abogados o políticos profesionales como son los norteamericanos,
sino ingenieros, científicos, médicos etc., definieron en 2008 en el “Documento
sobre la Política de China hacia América Latina y el Caribe”. En este informe
hablan de la “multipolarización” del mundo para dar una estabilidad que es el
concepto opuesto al norteamericano que insiste en la unipolarización del planeta
bajo la guía de Washington. La estrategia china de apertura de mercados, de
acuerdo a este documento, está basada en el “beneficio recíproco y la ganancia
compartida”. Su experiencia en África confirma la validez de esta política.
Envía a los ingenieros y técnicos en vez de los militares, cumple con lo
prometido en términos de plazos y finanzas y ofrece becas universitarias a los
jóvenes africanos.
América Latina y el Caribe en la perspectiva china tienen gran potencial
económico e igual como China “se encuentran actualmente en fases similares de
desarrollo, compartiendo las mismas tareas emanadas de estas y el deseo común
de incrementar el conocimiento mutuo y fortalecer la cooperación”. Actualmente
la República Popular China está cooperando a nivel bilateral en la economía,
comercio, ciencia, tecnología, agricultura, ganadería, energía, turismo,
cultura y educación y en muchas otras áreas en Latinoamérica. El comercio
bilateral aumentó en 10 años de 40 mil millones de dólares a 261.200 millones.
Las inversiones no financieras de China en América Latina y el Caribe han
superado los 54 mil millones de dólares y en su mayoría se han destinado a los
sectores de minería y energía.
Se sabe que Brasil obtuvo ventajas de China en convenios referidos a la tecnología
informática del sector financiero, en las inversiones en infraestructura,
energía, gas natural, biotecnología y minería. A la vez Brasil presentó 11
reclamos “antidumping” (práctica discriminatoria consistente en vender un mismo
producto a precios diferentes en el mercado interno y externo) contra China.
Esto significa que las relaciones económicas con China también tienen sus
discrepancias y conflictos y cada país no debe bajar su guardia y proteger sus
intereses tanto con China como con los Estados Unidos o cualquier nación del
mundo.
Nadie tiene que tomar China como un protector de América Latina ni tampoco
como una potencia que aspire a la hegemonía global. América latina debe seguir
su curso pragmático en relación con China que representa oportunidades como
nuevo mercado de exportaciones y como el país que pueda aportar
significativamente el conocimiento a la ciencia en América Latina que en la
época del neoliberalismo ha entrado en una profunda decadencia.
Todo depende del ángulo con que se mire al asunto, de las reflexiones que
se hagan y de las decisiones que tomen los líderes de los países
latinoamericanos.
Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.
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