Por Luciano Castro Barillas
Guatemala
afronta una seria crisis de seguridad pública. Por cualquier carretera o
autopista de sus ciudades o senderos
rurales se ciernen temores y acechanzas de una morralla de rufianes, a cuales
más despiadados. No solo se saltea, ahora se complementa la acción ilícita
también con matar. De allí la razón del éxito electoral de una propuesta que
ofreció “mano dura” contra criminales y corruptos, en una sociedad que vive
diariamente con los nervios crispados y displicente a la vista de los cadáveres
que se encuentran por doquier. Contra los corruptos del régimen anterior se han
dado pasos concretos, porque el robo fue desmedido y descarado y no están mal realmente
esas acciones urgidas de castigo, dado los altos índices de impunidad para los
equipos de gobiernos sustituidos, el inmediato, como el de allá y acullá. La
persecución penal también puede ser resultado de vindictas personales porque
estas personas de derecha no son amplias y tengan probables ojerizas contra
unos funcionarios politiqueros autoproclamados “socialdemócratas” y que al
final no marcaron ninguna diferencia ni con el gobierno de Berger ni Portillo.
Todos cupieron muy bien acomodados en el mismo costal. Los tres, al hacer el
balance, compiten por ocupar los
primeros lugares en actos de latrocinio contra los bienes de los guatemaltecos.
Lo que sí hizo de efectivo el izquierdismo de la UNE y los oportunistas “populares” que allí se
enquistaron (Pablo Monsanto, Arnoldo Noriega, Orlando Blanco, etc.) fue apagar
el último aliento de credibilidad que muchas personas tenían por los auténticos
demócratas y revolucionarios. En el momento actual mucho gente asocia al
gobierno “izquierdista” de la UNE
con fracaso, desgobierno y robo generalizado. ¿Cómo desarrollar iniciativas de confianza
política, de reconstrucción de la confiabilidad con este lastre heredado por la UNE ? ¿Cómo no iba a triunfar
la derecha representada por el Partido Patriota si los seudo izquierdistas se
zurraron sin paliativos? El triunfo se les sirvió en bandeja y el resultado
concreto para las fuerzas progresistas fue el angustiante 2.5%, que refleja el
languidecimiento de una alternativa política que en su mejor momento tenía un
alto prestigio, respeto y se creía en ella. Lo que va quedando es realmente
poco y no cabe la menor duda que la historia, la razón, la justicia, la verdad
y el progreso social han estado y estarán siempre representadas por las fuerzas
de la izquierda revolucionaria, pero por el momento todo luce cuesta arriba. Y
no hay pérdida de perspectiva. Los que van quedando tienen claridad y firmeza pero los acaba la pobreza. La lucha
por subsistir, la presión de los hijos, la carencia de casa, las enfermedades
sin atender y, en fin, tantas carencias que la militancia -que implica renunciación y sacrificio- se está desestructurando. “El
hambre es canija –dice una canción ranchera mexicana- y más canijo el que la aguanta”. Las
fuerzas revolucionarias guatemaltecas y su legítima expresión que es URNG no
sobrevivirán sin el apoyo de sus aliados internacionales de clase, porque es un
partido político de los sectores humildes, pobres, que en el actual momento de
crisis económica luchan por salvar su
comida y hacen malabares, auténticos milagros, con los pocos centavos de
sus raquíticos ingresos para llegar al fin de mes. Ningún proyecto
revolucionario -ni de derecha- puede impulsarse sin dinero, aunque las
valoraciones sobre el circulante, claro, son distintas.
Dentro
de ese contexto de hambre hay que sumarle la violencia, que se ceba con los
sectores populares. La delincuencia no secuestra a los ricos, ellos disponen de
sofisticados mecanismos de seguridad para mantenerse a salvo. En las aldeas se
está secuestrando a los pobres, por tres o cinco mil quetzales. De allí que se
profundiza, por esa razón, la necesidad de seguridad y es allí, precisamente,
en ese punto, donde se articula aún más la política de mano dura. “Es
que los narcotraficantes son los guerrilleros”, afirman cientos de
personas desinformadas en el área rural y también en las ciudades. Y con un
galimatías así, atroz en la cabeza, y con esa estandarización descabellada
¿cómo se puede avanzar? ¿Qué puede hacerse con semejantes aseveraciones para
sacar adelante un proyecto revolucionario con el menudo favor que nos hizo la UNE , endosándonos su
desprestigio? Y no quieren o no pueden ver los portadores de estas opiniones que
jamás ha salido en los medios de comunicación un guerrillero capturado por
asaltante o narcotraficante. Hay sí, de manera recurrente, kaibiles que entrenan y son comandantes zetas
y narcomilitares. Por eso considero
importante, en lo personal, la despenalización de la droga, para quitarnos, por
ejemplo, esos endosos inmerecidos. Porque la magnitud del problema en Guatemala
no lo tiene El Salvador o Nicaragua, por ejemplo. Y porque también es asunto de
dignidad nacional, sea quien fuere el presidente que lo hubiese propuesto (de
izquierda o derecha) el dialogar sobre este asunto. Lo ofensivo aquí es la
actitud de los Estados Unidos, que no tienen ningún derecho a ponernos ¡sho!. Llevar la discusión y el
análisis de la despenalización de la
droga no es asunto ideológico, es
asunto de seguridad y salud pública y
eso, indudablemente, le da prestigio político al actual gobierno de derecha,
guste o no a las fuerzas democráticas. Podrían estas fuerzas conservadoras, a
futuro, capitalizar ese prestigio y consolidar como línea política fundamental,
estratégica, sus propuestas políticas e ideológicas actualmente en desarrollo.
En transitividad, diría el educador brasileño Paulo Freire. Ese quizá sea su
objetivo final: darle continuidad a su gobierno y consolidar una modelo de
desarrollo capitalista con un poco de más racionalidad. Para eso está López
Bonilla y Pérez Molina al frente de la fuerza de tarea política.
De
todas estas acciones administrativas pueden desencadenarse muchas cosas
políticas: militarización de la sociedad, por ejemplo, en el caso de la obvia
protección a la cementera que está causando daño ambiental en San Pedro
Sacatepéquez, lugar donde coincide perfectamente el Diablo con el Demonio, por
los altos índices de criminalidad común y la conflictividad comunitaria
resultado de la poca observación de las encuestas comunitarias por los
sucesivos gobiernos de derecha, y éste, por supuesto, no será la excepción.
Pero hay una razón que se viene arrastrando de dos gobiernos hacia atrás. La Policía Nacional
Civil es un ente con cero credibilidad ante la población, totalmente infiltrada
por el crimen organizado (el martes 1 de marzo fueron apresados 9 policías
entre comisarios, subcomisarios y agentes por robar pipas de gasolina) y las personas tienen una mejor percepción de
seguridad si ven a los militares. Es lo paradójico de este país. Los
responsables de la represión y son vistos con buenos ojos por amplios sectores
de la población ante el terror de las maras. ¿O se inventa eso el comentarista?
No debiera, pues, el ejército salir a hacer funciones de policía en un Estado y
sociedad verdaderamente democrática. Lo que sucede es que Guatemala vive desde
hace 25 años un proceso de apertura
política que nunca acaba, y por lo tanto la democracia real nunca llega.
Guatemala tiene problemas acuciantes, apremiantes: el desempleo, la salud, la
educación, la vivienda, el saqueo
minero, la evasión por parte de los ricos de sus responsabilidades fiscales y
la irresponsabilidad e inconsecuencia de muchos trabajadores organizados que
creen que la legislación laboral es para tutelar pendejadas, si no vea el caso
del sindicato del Registro de la
Propiedad de Inmueble donde circula la versión desde hace
varias años del robo de propiedades. ¿No es nadie de fuera, supongo, sino del
interior de esa institución? Toda persona que maneja dineros públicos está
obligada a rendir cuenteas. Y eso lo
compartimos personas de izquierda revolucionaria o de derecha recalcitrante con
un buen margen de honradez.
Despenalizar
la droga es importante, para que el problema lo absorban en realidad los
consumidores (los Estados Unidos), que es a quien justamente les corresponde.
Yo no tengo prejuicios, ni soy incondicional, ni busco puesto en la
administración pública, ni cargo en partido político alguno, tampoco pretendo
quedar bien con el partido Patriota, ni soy subordinado de nadie, ni manejo
agendas ocultas. Opino con sinceridad y de acuerdo a mis particulares niveles de apreciación de la realidad. Puede
que me equivoque, pero yo no soy una persona catódica, como el perro del
hortelano; que ni come ni deja comer. El Salvador defiende sus intereses
sociales y económicos (los TPS y las
remesas) y no afloraron los principios de dignidad nacional cuando los Estados
Unidos le pusieron ¡sho! a Mauricio
Funes junto al FMLN. “Porque el FMLN desarrolla un proyecto estratégico…”, dijo un amigo. Sinceramente, no lo creo.
Fueron incapaces de estar siquiera en el ALBA, mucho menos de hacer un trabajo
de mayor trascendencia política. Guatemala, pienso, tiene que defender sus
intereses nacionales. Y por el momento nuestros intereses nacionales son luchar
contra las mineras, por el castigo a los genocidas, por disminuir los niveles
de violencia, por elevar la tributación para los sectores tradicionalmente
evasores. Con sinceridad lo digo, no me agradan los gobiernos dirigidos por militares,
porque es un retroceso en la
mentalidad ciudadana y porque apuntala las peores expresiones de la ideología
reaccionaria; pero no tenemos más que eso, repito, por el momento.
Tiempos vendrán mejores para las fuerzas democráticas y progresistas y no debemos
desesperarnos: nuestros hijos harán lo que nuestra generación ya no le quedó
tiempo de hacer o no lo pudo hacer. Lo cual no significa dejar de luchar. Yo lo
hago desde este frente ideológico, con sinceridad y honestidad -pues escribir fue lo único que medio
aprendí en la vida- aunque con
indudables equivocaciones. Saludos, lectores de La Cuna del Sol, donde más de
2,000 visitas nos indican, que algo quizá estamos haciendo un poco bien. En un
esfuerzo que nadie nos paga, antes bien, el editor se ve afectado en su modesta
economía. Pero allí anda, con otro loco que trabaja sin paga. Y por eso me caen
mal los izquierdistas (no los demócratas revolucionarios); porque no comen, ni
dejan comer. Porque quieren que solo sus chicharrones truenen, porque andan
viendo muertos acarreando basura, zopilotes marcando el paso, muertos
acarreando basura y hombres desnudos con las manos entre la bolsa.
Contradecimos, pues, a un loco legendario, don Quijote de la Mancha , que aconsejaba a
Sancho Panza: “Trabajo que no te dé para
una haba; déjalo”.
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