domingo, 15 de julio de 2012

LA EDUCACIÓN NO VA A CAMBIAR…



 INTRODUCCIÓN

Es algo que se ha dicho hasta la saciedad y resulta ocioso repetirlo. Toda nación y su correspondiente Estado, para ser diferentes, como mínimo necesitan reformarse, si no está capacitada para transformarse, asunto que dicho sea de paso, solo puede lograrse con una Revolución Social de vastos y profundos procesos de cambio. Y cuando se cambia es porque realmente se es diferente. La educación como expresión infraestructural ideológica responde a las actuaciones de las matrices productivas. Al modelo escogido o impuesto por los sectores poseedores de la sociedad que son los determinantes en el modo de pensar, de hacer política, de crear sus normas; de su vida social en general. El viejo principio marxista de “que el hombre piensa como existe socialmente” es contundente y clarificador para entender la catastrófica realidad de la educación en Guatemala y los erráticos pasos que han dado, dan y seguirán dando las dirigencias políticas que hacen las cosas al revés. Y no es que no sepan realmente cómo hacerlo: no pueden hacerlo por la aporía de su realidad de clase, por su contradicción clasista que los ha metido en un atolladero del que no podrán salir jamás, excepto si la cientificidad histórica se echará de un par de puntapiés al excusado. Cambiar o mejorar la educación en Guatemala va en contra de sus privilegios, en contra de sus prerrogativas. Este es el sistema que ellos han creado y que, ineluctablemente, les está estallando en la cara. La pedradas de los muchachos, el tratar de “vos” a la ministra, los palos repartidos y los escritorios y sillas lanzados por los aires es lo que les enseñó la represión contrainsurgente de las sucesivas dictaduras militares.  Es la pedagogía exitosa de Guatemala, a la que ahora se le sumó otro tipo de violencia “cultural”, de “educación” de las Patrullas de Autodefensa Civil: el castigo maya. Es una crisis de la que no se podrá salir en tanto no haya la voluntad política de crear en Guatemala la verdadera democracia que aligere la pobreza, para empezar, la cual conferirá nuevos valores a los guatemaltecos y amables sentimientos.  Luciano Castro Barillas.





LA EDUCACIÓN NO VA A CAMBIAR EL PAÍS;
SI EL PAÍS NO CAMBIA,
NO CAMBIARÁ LA EDUCACIÓN



Por Mirja Valdés

Sin un diagnóstico serio en las escuelas en las que se forma a los docentes, cualquier decisión podría no ser la adecuada, asegura en esta entrevista Virgilio Alvarez.

Las piedras volaron por los aires en el Parque de la Industria la mañana que estudiantes normalistas se reunieron con la Ministra de Educación. Los jóvenes inconformes se hicieron notar más por eso que por los muchos días atrincherados en sus establecimientos. Pero ¿quién tiró la primera piedra en esta discusión? ¿Cuándo se nos fue de las manos? Virgilio Alvarez, doctor en sociología y director de la FLACSO (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales), ofrece su punto de vista: “Las sociedades que modificaron su estructura productiva, modificaron su sistema educativo”.

¿Cuándo se nos fue de las manos este asunto de las escuelas normales?

-Esa es la pregunta que no hemos querido responder, porque no hay un diagnóstico serio de qué pasa con ellas. En el gobierno de Alfonso Portillo empezó la preocupación por modificar la manera de formar maestros, respondiendo a demandas étnico culturales. Recuerdo perfectamente que me invitaron a una actividad a finales de 2000, querían que defendiera que la preparación de maestros debería pasarse a las universidades. Esa vez les dije: “Acepté venir, pero no estoy de acuerdo con eso”. Hay mucha evidencia empírica en los países de América del Sur, de cuando en los años ochenta y noventa empezaron a formar maestros en las universidades, y fue una mala decisión.

¿Qué hicieron mal en el sur?

-Brasil hizo el intento de cambiar y resultó que acá tenemos con la ley 1485 y con la Ley de Servicio Civil, que dice que “el maestro se contrata como profesor de educación primaria urbana o profesor de educación rural”. Los chicos formados en las normales tenían trabajo; los formados en la universidad, no. Desde 2000 venimos hablando de esto, con experiencias de otros países que pasaron la formación de docentes a las universidades y se arrepintieron.

¿Cómo resolvió Brasil su mala decisión?

-Reformaron la ley nacional de educación y crearon institutos de educación superior, pero no son universidades, ni técnicos, tienen otro nivel. Son instituciones de formación pedagógica. En algunos países fortalecieron las escuelas, como en México, con la normal superior. En Perú a las normales les dieron un status más alto.  Acá lo que hay que fortalecer es la escuela normal y darles un status superior como la Escuela Politécnica. Si sacamos buenos militares que no necesitan ir a la universidad ¿por qué no vamos a sacar buenos maestros? Por ahora seguimos pensando en la Guatemala de los 60, para la formación de bachilleres, para la formación de peritos contadores, para la formación de maestros…

De hecho en 1961 se estableció que el magisterio fuera de 3 años…

-Con Ydígoras Fuentes, desde entonces, no hemos vuelto a tener esa discusión. Necesitamos entender que los chicos asisten a las escuelas normales, sin vocación, porque no hay alternativas.

En 2009 publicó el estudio sobre los adolescentes y la formación de maestros. Se colige que el magisterio es una carrera para pasar el agua: nadie insinuó que quería estudiar en la universidad docencia, el 90% quería estudiar abogacía, diseño de modas, ingeniería…

-Y los que quieren estudiar educación en la universidad ¿qué quieren hacer?... Irse a enseñanza media.

¿Por qué ganan más?

-Porque la referencia que tienen de maestro de calidad son sus maestros de enseñanza media. De nuevo la pregunta ¿cuándo se nos fue de las manos Guatemala? A mí me parece que se nos fue de las manos en el tema educativo por tres causas: una, la docencia se convirtió en un espacio clientelar, las plazas a los amigos del amigo del amigo, pero fundamentalmente a la esposa del amigo con alguna relación militar, o esposas de militares. Así fue en los años 70  y 80. No se contrató a los mejores, no hubo sensación de “yo me lo gané”. Segundo, el terremoto dejó al sistema educativo sin infraestructura física, se cayeron muchos edificios. Y el Estado de Guatemala no tuvo capacidad de reconstruir de inmediato, mucho menos de ampliar edificios escolares. Al perder infraestructura redujimos las jornadas, porque dos instituciones compartían el mismo edificio. Y tercero, no modificamos el pénsum de estudios, no hubo una reforma coherente a los cambios sociales y económicos que estaba viviendo el mundo.

Estábamos más ocupados contando nuestros muertos…

-Agregaré un cuarto: Guatemala le puso todos los recursos al proyecto contrainsurgente, cualquier actividad estudiantil era contrainsurgente. Los chicos de secundaria han demostrado, generación tras generación, ser los más activos, ahora tiran piedras; en las jornadas de marzo y abril de 1962, también eran estudiantes del nivel medio. En los 70, la Coordinadora de Estudiantes de Educación Media fue un dolor de cabeza para Guillermo Putzeys Alvarez. Si el Estado hubiera tenido una respuesta diferente, no habríamos tenido enfrentamiento armado. El Estado respondió de otra manera y se radicalizó. Entonces, como ve, Guatemala se nos fue de las manos porque en el momento oportuno no se dieron las respuestas. Creció la población y los elementos se complicaron.

El diálogo se está realizando en el Congreso ¿por allí encontraremos el camino?
-No, de nuevo hemos equivocado el camino. La respuesta no está inicialmente en las normales, la respuesta está en una reforma profunda de la enseñanza media a nivel público. Lo que tenemos que hacer es ofrecerle a la población juvenil opciones para el que quiera estudiar magisterio lo haga, porque le interesa y no porque es la única opción.

¿Cómo las escuelas donde aprenden oficios?

-Esas son las respuestas que el Estado ha tenido, de nuevo, pensando en los años 60: panaderos, costureras… Lo que necesitamos es repensar cuál es el modelo económico del país, mientras este sea un país centrado en la agricultura nuestros problemas van a ser los mismos. Hay una gran cantidad de patojos que ya no quieren dedicarse a la agricultura, pero tampoco hay donde trabajar. Pasa como en Salcajá: llegan a tercero básico o se gradúan de bachilleres, y se sientan en la puerta de la casa a esperar el boleto para irse a los Estados Unidos. No quieren hacer nada más porque no hay expectativas. Esto es una decisión de Estado, cómo generar empleo, cómo estimular nuevas industrias, cómo estimular nuevos procesos ¡no me vengan a decir que la solución del país está en los call center o en las maquilas! Esos son subempleos. Tenemos que modificar la matriz productiva del país.

¿Sugiere a más gente sentada en esas mesas de diálogo?

-Aquí tienen que estar empresarios, los tres tipos de empresarios: la oligarquía tradicional, los empresarios capitalistas del grupo de los ocho y los emergentes. La educación no va a cambiar el país; si el país no cambia, no cambiará la educación.

Es lo contrario de lo que siempre he escuchado…

-La educación es reflejo de la sociedad, reproduce lo que pasa en la sociedad. Las sociedades que modificaron sus estructuras productivas modificaron sus sistemas educativos. Aquí queremos que cambie la educación cuando no ha cambiado la sociedad.

¿Qué reflejan estos adolescentes lanzando piedras?

-La violencia de los jóvenes es un reflejo de la manera cómo se nos ha enseñado  -con el ejemplo, más que con las palabras-  a resolver nuestros conflictos. No somos una sociedad construida por el diálogo. Una rápida mirada a nuestros casi 200 años republicanos nos demuestran que el que no comparte nuestras posiciones es enemigo y optamos por eliminarlo: sea moral, política, social y hasta físicamente. Somos, aunque no queramos verlo, una sociedad violenta. Las 250 osamentas encontradas en Alta Verapaz son un ejemplo de ello. Recuerde que hay fotos de policías tirando piedras a los muchachos…

Supongo que lo que se quiere es reafirmar identidad, pero ¿qué es matemática maya o psicología maya, según la propuesta del pénsum?

-Regresemos al modelo de la época de Alfonso Portillo, había que dejar instalada la discusión étnico cultural. Eso ha ido desdoblándose porque el debate de lo étnico nunca lo hemos tenido. Hay que aprender la cultura, pero a la interculturalidad a la que le están apostando no es la interculturalidad del conocimiento de dos mundos, sino a la mistificación del pasado cultural¿Y esto por qué?, porque entretiene cuando el problema fundamental de los pueblos mayas es su pobreza. Usted tiene un individuo como Sam Colop, que logró irse a formar y que regresó recuperando su cultura; en los pueblos hay cientos de Sam Colop, eso es lo que necesitamos y no que les enseñen algo que “dicen” que es la filosofía de los pueblos indígenas.

¿Por qué entretenernos en eso que no es la filosofía maya?

-Porque es más fácil eso que ponernos a negociar, y por eso la propuesta tiene debilidades curriculares.

¿Se nos irá yendo de las manos la educación?
-Tristemente sí.

Su libro sobre las normales se titutla: “A pesar de todo, optimistas”. ¿Ya no se siente optimista?

-Los chicos son los optimistas. En el estudio hicimos una pregunta que muestra la esquizofrenia de la sociedad guatemalteca: ¿Cómo te ves cuando tengas 25 años: mucho mejor, mejor, peor, igual que ahora, peor que ahora? Ellos respondieron “mucho mejor”. Pero cuando les hicimos la pregunta: ¿Cómo va a ser el país cuando tengas 25 años?, ellos contestaron: Peor. Aquí no hay solidaridad, no hay una visión colectiva. Ese es el producto de más de 30 años de conflicto.









Publicado por Marvin Najarro
CT., USA. 

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