miércoles, 25 de julio de 2012

MILITARIZANDO LOS JUEGOS…




INTRODUCCIÓN

“El sombrío inglés -dijo el filósofo Voltaire- hasta en sus amores quiere ser racional; en Francia somos más razonables”.  Todo aquél pasado del ciudadano inglés circunspecto, de puntualidad ajustadísima de reloj suizo, atildado en el vestir y el hablar y de respeto a la ley  (ese país es el creador de la Carta Magna o primera Constitución en la historia) son cosas para la historia. Empiezan en sus afanes de Estado policíaco por no respetar la Carta de los Juegos Olímpicos. La permanente colusión con Estados Unidos como villanos internacionales para agredir a los pueblos pobres y dignos del mundo han hecho profunda mella, por fin, en la idiosincrasia del hombre  y la mujer británica. Ahora son iguales de nacos  que los gringos cuya pedestre, vulgar, cínica y criminal actividad en todos los foros y escenarios mundiales los hace personas despreciables. El imperialismo inglés del siglo XIX no se libra de esos señalamientos. Mataban, claro, con una mejor retórica y en ocasiones sofisticados encubrimientos. Tampoco prescindieron de la brutalidad más infame. Pero disponían de un elegante cinismo. Ahora son brutos y cerriles como los gringos. Hoy los diplomáticos ingleses son tan nacos que no van más allá de un comisario ramplón de policía, tal acontece con el despliegue de “seguridad insegura” implementada en Londres con motivo de los Juegos Olímpicos por funcionarios de seguridad patosos e incompetentes. Auténticos “buenos para nada” pues el hecho de retacar de policías y soldados de los puntos cardinales de Londres indica dos cosas: militarismo disfrazado de seguridad, experimentación de nuevos sistemas de vigilancia y control ciudadano, pero sobre todo psicosis terrorista al mejor estilo gringo que andan viendo siempre, por todos lados patos con piernas de avestruz y síndromes de inteligencia en George Bush hijo. Los Juegos Olímpicos son un encuentro internacional del deporte pero también un excelente negocio y si bien los valores patrióticos nacionales y ciudadanos se invocan, hay atletas que no tienen   -pese al sistemático ejercicio físico-  “mente sana”: una atleta griega, apenas hace unas 12 horas, le fue retirada su participación por declaraciones racistas y por pertenecer a una facción de neonazis, personas enfermas, indudablemente,  de la mente o posiblemente descerebrados. Luciano Castro Barillas.






MILITARIZANDO LOS JUEGOS OLIMPICOS





Por Binoy Kampmark

"Universalmente hemos estado muy impresionados con todo lo que hemos visto. Por lo que he visto (la policía de Londres) ha realizado un excelente trabajo preparando todas sus fuerzas".
(Comisionado Raymond Kelly, Jefe de Policía de Nueva York, mayo 23, 2012).

Permitamos que comience esta locura orwelliana. Con la llegada de los juegos olímpicos, Londres se está enfrentando al espectáculo, no meramente del caos en el sistema de transporte público (Tube) de la ciudad, sino ese, el de la manía militarista. Armas y personal fuertemente armado están siendo ubicados por toda la ciudad en anticipación de eventuales ataques provenientes de enemigos potenciales, sean estos terroristas o simples anárquicos inconformes con el sistema, sin que se especifique de parte de las autoridades.  A principios de abril, Jules Boykof, argumentaba que los oficiales de seguridad han estado “explotando los Juegos Olímpicos como una oportunidad única en una generación, para multiplicar y militarizar su inventario de armas, agregando una capa más al Estado controlador”. (Guardian, abril 4). Como correctamente lo señala Boykof, la Carta Olímpica prohíbe cualquier clase de “demostración política, religiosa o propaganda racial”, lo que no debe interpretarse como seguridad del Estado, sino demostraciones patológicas de psicosis terrorista. 

En verdad, hay mucho para sugerir que Londres está dejando atrás a China en términos del uso de viles artefactos para monitorear a su población, algo que se está logrando muy bien con una extensiva red de cámaras CCTV. El número de los involucrados en el negocio de la seguridad se ha incrementado enormemente - 12,500 oficiales de policía conjuntamente con 13,500 soldados están participando en el ejercicio olímpico (futuros despliegues  a Afganistán quedan suspendidos, así parece), aunque también hay mucho para sugerir que estos números son bastante conservadores.

El FBI, habiendo previamente expresado su preocupación de que Londres está demostrando laxitud en proveer suficiente seguridad, se está sumando al esfuerzo. En noviembre, la situación dio lugar a una encendida disputa que originó reportes de que unos 500 empleados del FBI y miles de oficiales de Estados Unidos estaba siendo desplegados a los Juegos Olímpicos.  El comisionado Raymond Kelly, jefe de la policía de Nueva York, sin embargo, esta impresionado, lo cual debería preocupar a residentes y visitantes a los juegos olímpicos. “Parece que ellos realmente saben cómo manejar cualquier contingencia que pueda tener lugar” (Daily Mail, mayo 230. En lo que toca al FBI, ellos estaban allí en un rol meramente de apoyo).

Experimentos con naves aéreas a control remoto (drones) también serán conducidos, todo, por supuesto, en el nombre de las más pacificas de las intenciones. Naturalmente, la probada y fiel manera británica es legalizar las intrusiones del Estado y luego hacerlas apetecibles para una sociedad con disposición a la legalidad. “Esta entendido,  -escribió Jeremy Taylor para The Independent (nov. 25,2011)- que la Policía Metropolitana ha participado en discusiones con la Autoridad de Aviación Civil a cerca de si ellos pueden usar pequeños artefactos controlados por radio, en áreas de densa aglomeración urbana, como parte de empeños para incrementar el número de ‘ojos’ en el cielo”.

El otro ángulo tomado por los astutos y paranoicos oficiales es que, vehículos no tripulados podrían muy bien ser usados por organizaciones terroristas para dispersar agentes letales. El fundamento aquí es que todo mundo quiere ser parte del juego de los drones. El teniente coronel Brian Fahy, fue tan lejos al afirmar que los vehículos no tripulados controlados por diabólicos terroristas serían los recipientes de veneno (Daily mail, mayo 5). “Un Vehículo Aéreo No Tripulado (UAV) puede ser colocado en una mochila de espalda. Ellos vienen en todos los tamaños y es factible que puedan ser llenados con algún elemento nocivo y hacerlos volar por control remoto”. Este es un rico detalle que viene de un ejército que ha empezado un expansivo programa para ensamblar y desplegar los Reapers Drones en Afganistán. Misiles tierra-aire,  también han encontrado su horrible camino en las azoteas de los bloques residenciales. El despliegue de los misiles fue legalmente cuestionado por los residentes del Fred Wigg Tower en Leytonstone, en el este de Londres, pero fracasaron en su intento de convencer al juez en cuestión de que, semejante locura militarista, podría en efecto incitar a un ataque terrorista.

Marc Willers, el abogado que representa a los residentes, llamo el despliegue de tales armas en tiempos de paz, “sin precedentes”. David Forsdick, representando al secretario de Defensa y al Ministerio de Defensa, fue admirablemente honesto al manifestar su desprecio por los temores de los residentes, no hubo responsabilidad establecida por la ley para consultarlos, como tampoco, deberían ellos tener alguna expectativa de ser consultados cuando se trata de asuntos de seguridad nacional (The Standard, julio 10). Últimadamente, el hombre detrás de la misión es Chris Allison, el coordinador nacional de seguridad de los juegos olímpicos. La compañía de seguridad que está siendo empleada es la G4S, por cierto muy propensa a los errores. Los temores de Allison tienen menos que ver con el terrorismo per se, que con ese gran hábito de los británicos para amotinarse. El terrorismo es el caballo de batalla, el espejismo, pero la verdadera razón es controlar los impulsos poco pacíficos de una población descontenta, y  es muy probable que sea el objetivo.

En este momento, a pesar del anillo defensivo sobre Londres, existen indicios de que esto, antes de su inicio, es una farsa. El soplón “Lee Hazledean” (mejor conocido como el director Ben Fellows), quien aparentemente se infiltro en la compañía G4S, afirma que la envoltura de seguridad en Londres, es una bien fingida gilipollez. El hecho más obvio, para empezar, fue que Fellows fuera admitido como empleado. El personal está mal entrenado y son especialistas en incompetencia (nada nuevo en eso). De acuerdo a Fellows, tampoco son reacios a los negocios ocasionales con drogas.  

De acuerdo a la tradición legal británica, la casa de un hombre es su castillo. Pero cuando se trata de colocar misiles tierra -aire  sobre los vecindarios en el nombre de proteger una desprestigiada broma, como los Juegos Olímpicos, la vieja norma es convenientemente abrogada. Con poderes, tales como, el Acta de los Juegos Olímpicos de Londres, un monstruo creado en el 2006, se le está dando luz verde a la imposición de la violencia.




Traduccion: La Cuna del Sol

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Publicado por Marvin Najarro
CT., USA.

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