sábado, 12 de octubre de 2013

“HASTALA VISTA, BABY”


John Connor: No, no, no, no. Tienes que escuchar la forma de hablar de la gente. No digas "afirmativo", o alguna de esas babosadas o cosas por el estilo. Di "no problemo". Y si alguien te viene con poses dile "bésame el trasero". Y si quieres mandarles a freír espárragos es "hasta la vista, baby".
El Terminator: Hasta la vista, baby.


“HASTALA  VISTA, BABY”


Todo parece que por ahora y como en el 2001, la suerte de la reforma migratoria está echada, situaciones políticas internas y externas de gran peso y complejidad, conspirando y actuando contra ella, la han relegado a un segundo plano y a no ser una movida audaz del presidente Obama, algo muy improbable ya como “lame duck”, la frase del Terminator será la lápida a la actual intentona de legalización de los 11 millones de indocumentados que viven en los Estados Unidos.

Antes de los sucesos del 9/11/2001, las cosas no eran tan difíciles para los inmigrantes indocumentados, por ejemplo, se podía viajar por todo el país haciendo uso de todos los medios de transporte disponibles, se podía viajar con relativa facilidad desde el LAX de Los Ángeles, hasta Laguardia o el Kennedy en Nueva York, las probabilidades de ser detenido por la “migra” en alguno de esos aeropuertos eran mínimas. Pero, “maldición”, acaeció el 9/11 y después de esa desgracia todo eso cambio abruptamente, a tal grado que, hoy en día, en algunos puntos del país hasta desplazarse para el trabajo en el transporte público resulta muy riesgoso y ni siquiera, la “garantía” del vehículo propio, lo salva a uno de ser arrestado en algún reten de la policía local por conducir sin licencia y porque se es el blanco perfecto para que le apliquen el discriminatorio y racista “perfil racial” y finalmente la deportación. 

Por esos días, previo al 9/11, las negociaciones para una reforma migratoria estaban muy avanzadas, el clima era muy propicio y las conversaciones entre G.W. Bush y el presidente mexicano Vicente Fox, con el apoyo de legisladores demócratas y republicanos, parecían encaminadas a lograr un cambio en la leyes migratorias que gobernaban las relaciones entre Estados Unidos y sus vecinos de Latinoamérica, pero los atentados terroristas que desviaron completamente la atención del tema, le propiciaron un tremendo nocaut a la agenda migratoria del presidente Bush y a los sueños de millones de inmigrantes indocumentados. Siete años después, el nuevo intento de reforma migratoria de G.W. Bush, fue saboteado por la mayoría de miembros de su partido y por grupos antiinmigrantes, racistas y xenófobos.

En medio de promesas  a la comunidad latina, de acabar con las políticas migratorias de su antecesor, que “aterrorizaban a la comunidad inmigrante”, Obama llegó al poder, pero una vez allí se olvidó de sus promesas de campaña y en su lugar aceleró las deportaciones masivas de indocumentados, superando en su primer término como presidente, el número de deportaciones de George W. Bush en sus ocho años de mandato. Además, durante su primer periodo presidencial se implementaron con más fuerza programas antiinmigrantes, como E-Verify y Comunidades Seguras que trajeron como consecuencia más calamidades a las vidas de muchas familias de inmigrantes. Al final de su primer mandato, Obama hizo unas cuantas concesiones a la comunidad latina, detuvo algunas deportaciones y les dio el chance a los jóvenes “dreamers” de arreglar su situación migratoria. Pero todo esto se hizo en el marco de la campaña presidencial del 2012, Obama y sus asesores sabían que para ser reelegido iban a necesitar el voto masivo de la comunidad latina, y que mejor entonces, que lanzarles un “hueso” en ese momento.

Obama fue reelegido con el 70 por ciento del voto latino, el cual fue determinante para que derrotara a su rival republicano, Mitt Roney, y se mantuviera en el poder por otros cuatro años. Pero esta vez tendría que cumplir con su promesa de  reforma migratoria. Efectivamente, en los primeros días de su segundo mandato presidencial inició la campaña por una reforma migratoria integral que buscaría legalizar a unos 11 millones de indocumentados. Una comisión bipartidista de senadores, llamada “The Gang of Eight” o el Grupo de los Ocho, se encargó de elaborar el  proyecto de reforma el cual fue aprobado en el pleno del Senado por una votación de 68 - 32, en el mes de junio.

El proyecto de ley aprobado en el senado al que formalmente se le dio el nombre de, "The Border Security, Economic Opportunity, and Immigration Modernization Act” (BSEOIMA), es un auténtico mamotreto de 852 páginas, más 350 de enmiendas, que ni siquiera los mismos senadores que votaron por el tuvieron el tiempo de leerlo, mucho menos, descifrar el contenido de la maraña de enmiendas, secciones y subsecciones que le dan un carácter obscuro al documento, pues nadie sabe en realidad, (aparte de incrementar la seguridad en la frontera, proveer de una vía a la ciudadanía y de verificaciones en el empleo y los viajes) que es lo que contiene hasta que se convierta en ley. Ese documento que serviría de base al proyecto de reforma migratoria y cuyo propósito fundamental era hacer más expedito el camino hacia la ciudadanía para los 11 millones de indocumentados -no ponerle más trabas- fue primeramente y ante todo trabajado con el propósito de ganar el apoyo de los republicanos quienes exigían una mayor seguridad en la frontera antes de considerarlo para su aprobación. Así de esta manera, el proyecto casi dobla el número de agentes fronterizos de 21,000 a 40,000, aboga por la construcción de 700 millas extras de muralla –doblando también la cantidad original- a lo largo de la línea fronteriza entre los EEUU y México. De acuerdo con el Senado, este aumento de la seguridad fronteriza costará aproximadamente 25,000 millones de dólares. Además, la propuesta de reforma incluye un plan de vigilancia de alta tecnología de la frontera con aviones no tripulados, sensores terrestres infrarrojos y cámaras de imagen térmica de largo alcance, y cuyo costo será de $3,200 millones.

Aun con todas las concesiones hechas al Partido Republicano, el proyecto de reforma que “literalmente militarizará la frontera” (según las propias palabras del senador republicano Lindsey Graham) no terminó de convencer a los republicanos que controlan la cámara baja, quienes han dicho que no será considerado en el pleno aun si existen los votos necesarios de su partido para su aprobación. Antes de que el proyecto fuera aprobado en el senado, ya los republicanos habían advertido que no considerarían nada de lo que el senado aprobara y, que era una “ilusión”, pensar que sería llevado al pleno y sometido a votación. De hecho, amenazaron con destituir al presidente de la cámara, John Boehner, si lo intentaba.

Llegó el receso del verano y lo que se presagiaba iba a ser una contienda que subiría la temperatura del debate migratorio entre grupos a favor y en contra de la reforma, no fue tal. La furia antiinmigrante de los miembros del Partido de Té y de grupos que se oponen a todo aquello que huela a una “amnistía” para criminales que han violado la ley, se disipó en asambleas comunitarias en las que extrañamente brillaron por su ausencia. Todo indicaba que los grupos pro-reforma migratoria, habiendo logrado convencer a un puñado de escépticos congresistas republicanos durante el receso, estaban posicionados para crear las condiciones necesarias para una votación favorable en la cámara baja. Pero, ¡maldición!, nuevamente y como en el 2001, la sombra espectral del polvorín del mundo hizo su presencia y los planes de una reforma migratoria integral fueron de inmediato postergados ante la inminencia de una crisis mayor que podría ser de graves consecuencias mundiales.

Al final del receso veraniego los congresistas retornaron al Capitol Hill con la crisis de las armas químicas de Siria al tope de sus agendas. El proyecto de reforma migratoria había sido así, para consternación de sus partidarios y felicidad de sus oponentes, relegado, por quien sabe cuánto tiempo, a un segundo plano. Pero eso no era todo y, para acabarla de amolar, los republicanos decididos a no permitir que el primer presidente negro de los Estados Unidos deje algo que se considere como un “legado positivo” de su gobierno -Obamacare, o la misma reforma migratoria- han decidido cerrar parcialmente las operaciones del gobierno, echándole así más tierra al asunto de la reforma. Pero los obstáculos no paran y continúan acumulándose. Al cierre de operaciones parciales del gobierno, ahora también se le suma la crisis del límite del endeudamiento del gobierno federal que amenaza con declararlo moroso en sus obligaciones del pago de la deuda, lo que sería de graves consecuencias para la economía mundial si no se le encuentra una pronta solución.

En lo que resta del 2013 y tomando en cuenta la enormidad de los problemas que enfrenta el país, las probabilidades de que se apruebe la reforma migratoria integral o alguna versión de esta, como han propuesto los republicanos, se ven muy remotas, sino del todo nulas. Y las cosas tampoco lucen muy promisorias para el 2014, si se considera el ambiente político que se vivirá en Washington con motivo de las elecciones de medio término y en donde indudablemente el asunto de la reforma será un tema candente que pocos se atreverán a tocar. Después vendrán los últimos dos años de la presidencia de Obama, periodo que en el mundo de la política de Washington se conoce como “lame duck”, de un presidente prácticamente aislado, con escaso poder para influenciar políticamente y, en el cual aquellos proyectos que no se lograron materializar en sus primeros dos años difícilmente puedan realizarse en un momento de gran debilidad política, a no ser una maniobra audaz del ocupante de la Casa Blanca, algo muy improbable en el caso de Obama y la reforma migratoria. George W. lo intentó y fracasó

Vendrán tiempos mejores?

Esperemos que sí, pero será necesario, ante todo, que la comunidad latina, como segunda mayoría se organice mejor y con un liderazgo autentico, capaz y honrado, sin hacer concesiones o depender de alianzas políticas traicioneras (con organizaciones y/o pseudo líderes que dicen representar a la comunidad), haga valer su peso político no únicamente en los días de elecciones, sino, en todas las instancias de la vida política de esta nación, de lo contrario seguiremos ilusionándonos por tiempo indefinido con promesas de una reforma migratoria integral, como ha sido la costumbre desde hace muchísimos años.









Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.

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