Con
un informe de los medios de comunicación sobre una reunión secreta en Jerusalén
y la referencia indirecta del primer ministro israelí Netanyahu, en su discurso
ante la ONU, la distensión entre Israel y Arabia Saudita está emergiendo
lentamente de las sombras. Pero esta poderosa colaboración podría significar un
problema para la diplomacia de EE.UU. en el Medio Oriente.
SALE A RELUCIR ALIANZA SAUDÍ-ISRAELÍ
Por Robert Parry
El 29 de agosto, cuando publiqué el artículo titulado “The Saudi-Israeli
Superpower", que describe el surgimiento de una extraña alianza entre estos
dos enemigos tradicionales, la historia fue recibida con escepticismo en
algunos sectores. Pero, cada vez más, esta alianza secreta se hace pública.
El 2 de octubre, Chanel 2 TV de Israel reportó que altos funcionarios de seguridad israelíes se reunieron en
Jerusalén con sus contrapartes de un estado del Golfo, se cree que fue el
príncipe Bandar bin Sultan, ex embajador saudí en Estados Unidos y ahora jefe de
la inteligencia de ese país.
Y, un día antes
de ese reporte de la televisión, el primer ministro israelí, Benjamin
Netanyahu, hizo alusión a la nueva relación en su discurso ante la Asamblea
General de las Naciones Unidas, que se dedicó en gran parte a vilipendiar a
Irán por su programa nuclear y amenazar con una acción militar unilateral de
Israel.
En medio de la belicosidad, Netanyahu dejo caer una pista, en gran parte
olvidada, de las cambiantes relaciones de poder en el Medio Oriente, diciendo:
"El peligro de un Irán con armas nucleares y el surgimiento de otras
amenazas en nuestra región han llevado a muchos de nuestros vecinos árabes a
reconocer, finalmente reconocer, que Israel no es su enemigo. Y esto nos da la
oportunidad de superar las históricas animosidades y construir nuevas relaciones,
nuevas amistades, nuevas esperanzas”.
Además de la animosidad que Arabia Saudita e Israel comparten hacia Irán,
la creciente colaboración que se ha forjado
tras bambalinas también gira en torno a intereses comunes, como en el
apoyo al golpe de Estado militar en Egipto, que removió del poder al presidente
electo de la Hermandad Musulmana, Mohamed Morsi, y en tratar de derrocar al
régimen de Assad en Siria.
A mediados de septiembre, el embajador de Israel en los Estados Unidos,
Michael Oren, incluso abrazó la estrategia de Arabia Saudita en Siria,
cuando anunció que Israel preferiría que los yihadistas respaldados por los
sauditas prevalecieran en Siria, por sobre la continuación del gobierno del
presidente Bashar al –Assad respaldado por Irán.
"El mayor peligro para Israel está en el arco estratégico que se
extiende desde Teherán a Damasco y Beirut. Y vemos al régimen de Assad como la
piedra angular de ese arco", le dijo Oren en una entrevista al Jerusalem
Post. “Siempre quisimos que Bashar Assad se fuera, siempre preferimos a los
chicos malos que no están siendo respaldados por Irán, a aquellos chicos malos
que están siendo respaldados por Irán".
Arabia Saudita, que sigue la forma ultraconservadora wahabí del Islam
sunita, comparte la visión estratégica de Israel de que la media luna chiita,
que se extiende desde Irán a través de Irak y Siria hasta los bastiones de
Hezbolá en el Líbano, debe romperse.
La presencia del mundano Bandar bin Sultan como nuevo jefe de inteligencia
de Arabia Saudita sirve ahora para promover aún más la distensión entre Arabia
Saudita e Israel. Bandar, como el ex embajador saudí en Estados Unidos, que
trabajó en estrecha colaboración con la administración neoconservadora de
George W. Bush, no comparte el crudo antisemitismo y la antipatía visceral que
antes tuvieron hacia Israel algunos dirigentes saudíes. Es un jugador
inteligente que entiende el tablero de ajedrez de la geopolítica global.
Fuerzas complementarias
La emergente alianza saudí-israelí, también refleja el reconocimiento de
que los dos países tienen en el "poder blando" fuerzas
complementarias que, cuando se combinan, podrían crear una nueva superpotencia
en el Medio Oriente y posiblemente en el mundo. Mientras que los israelíes son
maestros de la propaganda y la presión política (especialmente en los Estados
Unidos), Arabia Saudita puede tirar de los hilos a través de su extraordinario
acceso al petróleo y dinero.
Israel y Arabia Saudita demostraron cómo su nuevo enfoque de equipo funcionaba
cuando apoyaron a los militares egipcios en su sangriento golpe de estado
contra el gobierno electo de Morsi en Egipto. Mientras que Arabia Saudita
aseguró al régimen golpista de un flujo constante de dinero y de petróleo, los
israelíes se fueron a trabajar a través de su lobby en Washington para
asegurarse de que el presidente Barack Obama y el Congreso no declarara el
golpe, un golpe de estado, y por lo tanto provocar el corte de la ayuda militar
de EEUU...
En otro nivel,
Arabia Saudita puede echar mano de sus abundantes sumas de dinero en efectivo
para financiar las fuerzas "irregulares", incluyendo a las fuerzas
yihadistas conectadas a al-Qaeda, que luego pueden ser desplegadas para atacar
a sus adversarios regionales, como Assad en Siria, o incluso para infligir
dolor a las tradicionales superpotencias.
De acuerdo a un relato diplomático filtrado de la reunión del 31 de julio
en Moscú, Bandar le informó al presidente ruso Vladimir Putin de que Arabia
Saudita tiene una fuerte influencia sobre los extremistas chechenos que han
llevado a cabo numerosos ataques terroristas contra objetivos rusos y
recientemente han sido desplegados para luchar contra el gobierno de Assad en
Siria.
En medio de los llamados de Bandar para que Rusia cooperara con la posición
de Arabia Saudita en Siria, Bandar,
supuestamente habría ofrecido garantías de protección contra los ataques
terroristas chechenos en los Juegos Olímpicos de Invierno del próximo año
organizados por Rusia en la ciudad de Sochi. "Te puedo garantizar la protección
de los Juegos Olímpicos de Invierno en la ciudad de Sochi, en el Mar Negro el
próximo año", Bandar habría dicho. "Los grupos chechenos que amenazan
la seguridad de los juegos son controlados por nosotros."
Según este relato, Putin respondió: "Sabemos que has apoyado a los
grupos terroristas chechenos durante una década. Y ese apoyo, del que has
hablado francamente hace un momento, es completamente incompatible con los
objetivos comunes de lucha contra el terrorismo global”.
Ética Situacional
Con los años, Bandar ha tratado el tema del "terrorismo" como una
especie de ética de la situación, usando el término para desprestigiar
movimientos políticos desfavorecidos por la familia real saudí, mientras que a
los grupos violentos apoyados por Arabia Saudita se les ha dado el trato de luchadores por la libertad. Esa técnica retórica
ha sido bien perfeccionada desde los días en que Arabia Saudita y la
administración Reagan invirtieron miles de millones de dólares en apoyo a los
muyahidines afganos y sus aliados yihadistas árabes que combatían a las tropas
soviéticas en la década de 1980.
La guerra contra los soviéticos en Afganistán trajo a la prominencia al
saudita Osama bin Laden y a los terroristas que más tarde se consolidaron bajo
la marca global, al-Qaeda. En la década de 1980, estos yihadistas itinerantes
fueron aclamados como luchadores por la libertad y valientes defensores del
Islam, pero, en la década de 1990, comenzaron a hacer blanco de ataques
terroristas a los Estados Unidos.
Luego, el 11 de septiembre de 2001, 19 miembros de al-Qaeda -15 identificados
como ciudadanos saudíes- secuestraron cuatro aviones comerciales de Estados
Unidos y los utilizaron para infligir unas 3.000 muertes en Nueva York, en el
Pentágono y en un campo en Pennsylvania. En ese momento, Bandar era el
embajador saudí en Washington y estaba tan cerca de la familia Bush, que llegó a
recibir el apodo de "Bandar Bush".
Bandar estaba también muy cerca de la familia Bin Laden. Después de los
ataques del 9/11, Bandar reconoció haber conocido a Osama bin Laden en el
contexto de bin Laden agradeciéndole a Bandar por su ayuda en la financiación
del proyecto de la jihad afgana. "No me impresionó, para ser honesto con
ustedes", le dijo Bandar a Larry King de CNN sobre bin Laden. "Pensé
que era un hombre sencillo y muy tranquilo."
El único segmento del informe de la Comisión del 9/11 en ser tachado fue la
parte referente a la supuesta financiación saudí de al-Qaeda.
La amenaza, estilo mafia, de Bandar hacia los juegos de Sochi -una versión
de los"lindos Juegos Olímpicos que tienes aquí, sería una vergüenza si
algo terrible les sucediera"- fracasó en intimidar a Putin. De hecho, me
dijeron que fue la ira de Putin la que alimentó su decisión de intervenir en la
crisis siria para evitar la amenaza de una acción militar de EEUU, diseñada
para "degradar" al ejército sirio.
Los rebeldes apoyados por Arabia Saudita habían planeado montar una
operación que coincidiera con el bombardeo de EEUU, una ofensiva final para
derrocar al régimen de Assad- y se pusieron furiosos cuando la diplomacia rusa
frenó el ataque de los EEUU.
Como lo muestra la casi intervención directa de EEUU en la guerra civil en
Siria, la alianza entre Israel y Arabia Saudita puede ser problemática para los
intereses estadounidenses en el Medio Oriente, al tratar de limitar las
opciones pacíficas disponibles para el presidente Obama. Por medio de la presión
a la clase política de Washington, Arabia Saudita e Israel pueden accionar
sobre los diferentes actores que se benefician del tráfico de influencias en
los EEUU.
Los multimillonarios petroleros sauditas tienen la capacidad de influenciar
en ambas salas de las juntas de Wall Street y las oficinas corporativas de los gigantes de la energía de Texas, mientras que
Israel tiene un poder de cabildeo sin precedentes en el Congreso y puede
desplegar su red de propagandistas neoconservadores para darle forma a
cualquier debate sobre la política exterior de Estados Unidos.
Por lo tanto, la nueva alianza entre Israel y Arabia Saudita puede poner en
peligro las estrategias de Estados Unidos y Rusia para la negociación de
acuerdos en las crisis de Oriente Medio. Cuando los líderes israelíes y saudíes
dicen que no, es difícil de modelar una
estrategia eficaz para hacer frente a la pérdida de la democracia en Egipto,
por ejemplo, o continuar las negociaciones para resolver las crisis con Siria e
Irán.
El único contrapeso posible y lo suficientemente fuerte como para hacerle
frente a esta nueva potencia entre Israel y Arabia Saudita, sería un coordinado
y determinado esfuerzo de Estados Unidos y Rusia. De esta manera, la extraña pareja de Netanyahu y Bandar
podría traer como resultado la irónica consecuencia de empujar para que se unan
otra extraña pareja, Barack y Vlad.
Traducido del inglés por Marvin
Najarro
Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.
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