INTRODUCCIÓN
¡Y ahora solo esa nos faltaba! Parece que no es
suficiente la sarta de problemas, de todo orden, que el país de los más pobres
y atrasados del continente americano lleva a mecapal y que lo tienen
agobiado al borde del colapso total. Resulta que ahora y para acabar de
amolarla, ideas secesionistas, que muy bien se pueden calificar de tonterías
peligrosas están encontrando su caldo de cultivo y fermentándose en las
enfermizas mentes de grupos de personas que incapaces de actuar aunque sea con
un mínimo de racionalidad, no digamos patriotismo, recurren ignorantes de la
historia del mundo actual a darle cabida y propagar ideas cargadas de un
divisionismo y sectarismo de lo más abominable que nada bien le hace a la tan
anhelada unidad nacional. Se imaginan ustedes una nación cercenada ya de su
territorio original, dividida en una Guatemaya Occidental y una Guatemala
Oriental, suena descabellado ¿no? Sin embargo existen antecedentes históricos
de que esto ya se intentó y como nunca aprendemos de la historia no está lejano
el día en que vuelva a repetirse y todos tendremos que pagar un precio muy
alto, pues las consecuencias serán atroces tal y como lo hemos visto
recientemente en Yugoslavia, Iraq, y Sudán. Marvin Najarro.
PELIGROSAS IDEAS
SECESIONISTAS
CIRCULAN EN GUATEMALA
Por Luciano Castro Barillas
Peligrosas ideas secesionistas circulan en
Guatemala, en oriente y occidente. El peligro de la balcanización de la nación
guatemalteca se localiza en las mutuas actitudes racistas de indígenas y
mestizos, principalmente de los mestizos blancos del oriente de Guatemala,
vinculados tradicionalmente al poder oligárquico-encomendero a quien resulta
intolerante la insubordinación indígena, a quienes ven con simpatía en tanto se
mantengan en el marco del pintoresquismo. Al indígena cuestionador del sistema
lo ven peligroso. Los mestizos orientales tienen la percepción que así como van
las cosas en los pueblos indígenas de occidente, de total ingobernabilidad, el supremacismo
indígena podría conducir a un baño de sangre y habría que esperar las
peores revanchas, pues –según estas opiniones- los indígenas guatemaltecos son
de tres clases ideológicas secretas: a) Los que quieren ser igual a los
ladinos, b) Los que quieren superar a los ladinos c) Los que quieren matar a
los ladinos. En su momento, en rueda de amigos, Tay Coyoy, ex ministro de
educación, confirmó tal desaguisado hace unos 20 años. Los indígenas, por su
parte, llevan algunas reivindicaciones a
puntos extremos, tan ridículos, como lo es la pretensión de cambiar el nombre a
Guatemala, que según estos sabios pareceres debe de llamarse Guatemaya (con resonancias de la obra
artística de Efraín Recinos, un mestizo blanco) y que el nombre de Guatemala,
viejo y rancio, además de origen mexicano; debe quedar con la Guatemala mestiza
del oriente y así, simplemente, se acabarán los líos en este país. En esa
delirante secesión de la nación, los mestizos tendrían por capital la actual
ciudad de Guatemala y comprendería los territorios de Petén, Izabal, Zacapa,
Chiquimula, El Progreso, Jalapa, Jutiapa, Santa Rosa, Escuintla y el
departamento de Guatemala. El otro territorio, Guatemaya, tendría por capital
Xelajú y comprendería los departamentos de San Marcos, Retalhuleu,
Suchitepéquez, Quezaltenango, Sololá, Totonicapán, Chimaltenango, Huehuetenango
y Quiché. Fácil el asunto ¿no? Y aunque esta situación es insensata y con afeites
de la más genuina estupidez, la idea va creciendo como la espuma ante el
desencuentro ancestral de estos grandes grupos humanos guatemaltecos. Esa idea
secesionista de los pueblos de indígenas de occidente tampoco es nada nuevo y
hay que recordar que a mediados del siglo XIX, el 2 de septiembre de 1838, fue
proclamado en Quezaltenango el Sexto
Estado de la República Federal de Centro América por las tensiones de
siempre entre los oligarcas de Xela y la ciudad de Guatemala. El mismo fenómeno
divisionista que hizo trizas la unidad del territorio guatemalteco después de
la independencia española y que devino en seis débiles parcelas (incluida
Chiapas y el Soconusco) cuyo destino a casi dos siglos de esos movimientos
secesionitas sigue incierto. Ese intento catódico de división iba realmente en
serio: los diputados del Sexto Estado tomaron posesión de sus cargos
parlamentarios federales, crearon su propia bandera donde por primera vez
aparece el quetzal heráldico en un escudo bastante parecido al de la Federación
Centroamericana con sus cinco volcancitos. El Estado de los Altos se declaró,
en efecto, república independiente pero, con lo que no contaban los nuevos
funcionarios era con la tozudez y ferocidad de Rafael Carrera, quien analfabeto
y manipulado por la Iglesia, sí sabía de algo: desenvainar la espada y
aplicarla de canto y sin ninguna consideración a sus enemigos. En 1840 el
Caudillo Conservador disolvió a sangre y fuego el Estado de los Altos, fundando
siete años después la Republica de Guatemala, el 21 de marzo de 1847, ante la
imposibilidad de resucitar la infuncional Federación Centroamericana dividida
por el sectarismo y el caudillismo de los criollos herederos del poder político
y económico español. De allí que cuando Álvaro Arzú, alcalde de la ciudad de
Guatemala designó hace unos meses un viaducto de la capital con el nombre de
Rafael Carrera, el reconocimiento no era del todo disparatado: Guatemala ha
sido gobernada solo por dictadores liberales y conservadores y hay infinidad de
monumentos y nombres de esas personas, además, guste o no, Rafael Carrera fue
el fundador de la República de Guatemala. Fue algo ideológico lo del Mono de
Oro y parte de la simpleza de su pensamiento político. Por tal razón, no es tan
descabellado como en apariencia parece la partición del territorio
guatemalteco. Ya hay precedentes y estaríamos a futuro, si a esas locuras se
les da viabilidad y encuentra acomodo en mentes febriles y enfermas de
sectarismo, ante dos Guatemalas: la nueva Guatemaya y la vieja Guatemala. Qué
bonito ¿no?
Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.
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