En Ucrania hubo un golpe de Estado fascista que los iluminados de
Washington promovieron y los obedientes burócratas de Bruselas hicieron
realidad
EEUU Y LA UE, CIEGOS Y
SORDOS
ANTE EL CAMBIO DE ÉPOCA
Por Vicky Peláez
Cuando veas un gigante mira antes la posición del sol; no vaya ser la
sombra de un pigmeo Friedrich L. Freiher von Hardenberg (“Novalis”), 1772-1801
Hace más de dos años el presidente de Ecuador Rafael Correa anunció que
“América Latina no vive una época de cambios, sino un cambio de época”. Lo mismo
está ocurriendo actualmente en la Unión Europea, Estados Unidos y Eurasia,
aunque sus caminos son muy diferentes. De un lado, China y Rusia, y por el
otro, los países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América
(ALBA) y los del grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), están
formando alianzas en torno a la necesidad de crear una nueva forma de un mundo
multilateral. De otro lado, en la Unión Europea (UE) y EEUU está resurgiendo la
ideología fascista que necesita para su sobrevivencia un mundo unipolar.
En Estados Unidos, de acuerdo a estudios recientes de la Universidad de
Princeton y de la Universidad Northwestern, la democracia dejó de existir
cediendo el poder a la oligarquía que no representa los intereses de la mayoría
de sus ciudadanos sino los de los más ricos y poderosos. Todo sucede, según
describe el estudioso Michael Snyder en su ensayo “The US Economic Collapse”,
cuando el 20 % de los hogares norteamericanos no cuentan con ningún miembro de
la familia que tenga trabajo. El crecimiento económico en Norteamérica en 2014,
según los cálculos del Fondo Monetario Internacional (FMI), será alrededor del
1.5%. La severa crisis económica se refleja también en el aumento del crimen.
Actualmente la población carcelaria en Norteamérica, de acuerdo al Consejo
Nacional de Washington de la Academia Nacional de Ciencias, es la más grande
del mundo: 2,200 000 de personas están en prisión, lo que representa el 25% de
la población carcelaria mundial.
A nivel global, Norteamérica está en un período de declive, conservando sin
embargo su poderío militar y su estatuto de superpotencia mundial única. Pero
quiéralo o no, Washington está ante la necesidad de compartir el poder con
Rusia y China. La reciente votación en la Asamblea General de las Naciones
Unidas sobre Crimea demostró que hasta el aliado incondicional de los EE.UU.,
Israel, prefirió no participar para no enfrentarse a Rusia y no perjudicar sus
propios intereses económicos.
Lo que está sucediendo actualmente es la formación de un nuevo orden
mundial al agotarse el que trataron de imponer los iluminados globalizadores en
los años noventas. Este proceso tiene el carácter curvilíneo, cuyos principales
protagonistas son Rusia, China y los países del grupo BRICS. Estados Unidos y la
Unión Europea tratan de amoldarse a este proceso para desviarlo, pero sus
contradicciones internas y su estado de la economía los están convirtiendo en
actores de menor importancia. La Unión Europea es una formación fragmentada con
tantos intereses y posiciones como Estados la conforman. El país motor de la
UE, Alemania, está revelándose contra la política de los Estados Unidos hacia
Rusia basada en la imposición de las sanciones contra este país utilizando
Ucrania como el pretexto.
Algo parecido está sucediendo en los Estados Unidos donde inclusive el
Pentágono se ha pronunciado contra la política de las sanciones económicas y
financieras que quieren imponer contra Rusia el Departamento de Estado y el
Congreso. Sin embargo, los políticos “iluminados” norteamericanos como Victoria
Nuland o Susan Rice, guiados todos por su gurú intelectual Zbigniew Brzezinski,
no pueden deshacerse del concepto de la “Isla Mundial” formulado en 1904 por el
geógrafo y político británico, Halfor John Mackinder.
Mackinder afirmaba que en el planeta hay una “Isla Mundial” donde se
concentran las mayores riquezas naturales y que está conformada por la gran
masa euroasiática y africana. Al interior de este enorme espacio, de acuerdo a
Mackinder, existe un pivote que se extiende desde el Volga hacia el este, hasta
el río Yang Tse en China, y desde los Himalaya hasta el Océano Ártico y
Siberia. El geógrafo británico afirmó: “quien controle Europa del Este dominará
el Pivote del Mundo, quien controle el Pivote del Mundo, dominará la Isla
Mundo, quien domine la Isla Mundo dominará el mundo”.
Hace 60 años Adolf Hitler, inspirado por las ideas de Mackinder, intentó
dominar el Pivote del Mundo” bajo la consigna “Deutchland uber alles” (Alemania
sobre todo), hazaña que terminó con la existencia de Alemania nazi. Ahora los
asesores “iluminados” de Barack Obama quieren hacer revivir el postulado de
Mackinder en Ucrania, olvidándose de la nueva era en que entró el mundo y el
surgimiento de los nuevos actores geopolíticos y geoeconómicos que están
desplazando lentamente a los Estados Unidos en el ajedrez político-económico
mundial. A pesar de la vigorosa guerra mediática orquestada por Washington
contra Rusia, este país está recibiendo el apoyo de la mayoría de la opinión
mundial.
La persistente y cotidiana campaña de desinformación sobre los
acontecimientos en Ucrania no ha logrado evitar que la opinión pública mundial
esté consciente de que se trata de un golpe de Estado fascista que los
iluminados de Washington promovieron y los obedientes burócratas de Bruselas
hicieron realidad. Su resultado en Odesa ha sido visto por el mundo entero: las
huestes nazi dieron muerte a decenas de personas en la Casa de los Sindicatos,
mientras la policía observaba el incendio del edificio y la masacre de los inocentes,
incluyendo mujeres y niños. Algo parecido sucedió después en Mariopol.
También la opinión pública mundial se da cuenta que en las ciudades
rebeldes ucranianas que no están reconociendo al actual gobierno ucraniano de
índole fascista impuesto por Washington y Bruselas no están ocupadas por
ciudadanos separatistas pro rusos que luchan por la integración a Rusia sino
por la población que exige el establecimiento del sistema federal en Ucrania.
Sus ciudadanos quieren tener autonomía, libre de la interferencia de Kiev, en
el marco de una Ucrania federalizada. La mayoría de estas provincias constituye
la base del sector minero e industrial que representa un tercio de la
producción industrial de Ucrania. Sus ciudadanos saben lo que hacen pues
desoyeron el pedido de Putin de posponer el referéndum sobre la federalización
para dar opción al diálogo y le contestaron que proseguirán con la votación. Al
momento de escribir esta nota ya se divulga en muchos medios la participación
de unos 400 mercenarios norteamericanos llegados a Ucrania y que están
participando en la represión contra los que luchan por la autodeterminación.
Mientras todo esto sucede, Ucrania sigue cayendo en las garras del Fondo
Monetario Internacional y el Banco Mundial que ya anunciaron la necesidad de
aplicar las recetas del Consenso de Washington tan tristemente conocidas en
América Latina porque significa la austeridad y la destrucción de toda la
estructura económica nacional. Los 16 mil millones de dólares que otorgó el FMI
para la reestructuración del país se utilizarán para destruirlo tomando en
cuenta que la deuda total de Ucrania es de 140 mil millones de dólares y la
deuda a plazo corto es de 65 mil millones. A la vez está endeudado seriamente
con la corporación rusa Gasprom. A cambio de estos 16 mil millones de dólares,
los curadores norteamericanos y europeos del gobierno ucraniano exigen muestras
de belicosidad contra Rusia, el despliegue de sus fuerzas militares en la
frontera con este país, así como y aplastar a sangre y fuego la rebelión de 23
ciudades ucranianas.
Los líderes de la OTAN están incentivando también a los nazis ucranianos
con la promesa de defenderlos en caso de una posible agresión rusa sabiendo
perfectamente, como escribió el columnista del periódico español [pro-EEUU] 'El
País', Lluís Bassets que “nadie quiere morir por Ucrania, un estado fallido.
Nadie quiere ver a los soldados europeos arriesgando sus vidas por un país que
a estas alturas no sabe siquiera si quiere existir”.
Washington no quiere entender esto, pues está ilusionado con la idea de dominar
el “Pivote del Mundo” para salvarse de la miseria. Se olvida del trágico
destino de todos los que lo intentaron alguna vez. Por algo el profesor de Yale
University, Jed Rubenfield escribió en su libro “El Instinto de la Muerte” que
“Estados Unidos ama olvidar el pasado”.
Ria Novosti
Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.
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