El capitalismo se presenta
como un modo de organización social que crea riqueza. El imperialismo capitalista
se las ha ingeniado para expropiar vastas riquezas –algo que es muy evidente.
Si las catastróficas consecuencias del calentamiento global se hacen una
realidad, toda esa riqueza no será más que una ilusión. En sentido filosófico
parece una metáfora -venimos a este mundo sin nada y nos vamos sin nada.
LA ECONOMÍA POLÍTICA DEL
CAMBIO CLIMÁTICO
Por Rob Urie, enero 2013
Por qué el libre mercado no
nos puede salvar
Según reportes, el 2012 fue el año con las temperaturas más cálidas
registradas en la historia de los Estados Unidos. La última década ha sido
registrada como la más cálida a escala global. Inclusive para quienes
argumentan sobre otras hipótesis, la consistencia del calentamiento y la
probabilidad articulada en términos estadísticos (se ajustan a la narrativa del
calentamiento global) nos debe hacer reflexionar, porque las consecuencias son
(1) muy graves a estas alturas y (2) potencialmente más catastróficas que previas
experiencias humanas. En un sentido general las hipótesis alternativas no
necesitan únicamente ser creíbles, ellas deben explicar específicamente la
consistencia del calentamiento climático. De hecho, no existen otras
explicaciones plausibles tanto de la dirección como de la consistencia del
cambio climático.
La hipótesis del calentamiento a causa del hombre se ajusta razonablemente
bien con el crecimiento del capitalismo industrial. La industria no capitalista,
aunque de reciente historia, pero al fin y al cabo existente, ha acompañado al
capitalismo imperialista -la propagación del capitalismo global como un sistema
de dominación, control y expropiación. El crecimiento de la industria no
capitalista ha sido hasta cierto punto una reacción a la amenaza del
imperialismo capitalista que, internamente y externamente representa un peligro
para las economías no capitalistas en la medida en que estas continúen
existiendo. De hecho, parece que el capitalismo que fue concebido para traer
consigo un orden político alternativo lo ha logrado con bastante éxito.
El capitalismo se presenta como un modo de organización social que crea
riqueza. El imperialismo capitalista se las ha ingeniado para expropiar vastas
riquezas –algo que es muy evidente. Si las catastróficas consecuencias del
calentamiento global se hacen una realidad, toda esa riqueza no será más que
una ilusión. En sentido filosófico parece una metáfora -venimos a este mundo
sin nada y nos vamos sin nada ¿por qué entonces la devoción de vidas enteras a
la adquisición material se constituiría en una explicación plausible de la
existencia tal y como quieren los capitalistas? Y ¿Por qué sería de esperar que
un sistema basado en racionalidades locales, empeños económicos personales, tal
y como los tenderos pequeño burgueses de Adam Smith organizados en
corporaciones globales, conduzca a racionalidades globales -resultados
colectivos positivos fuera de la lógica interna de la ideología capitalista?
Un poquito de aritmética nos ayuda a explicar mucho. Ingresos – Costos =
Ganancias. Las ganancias aumentan si los costos de producción se precipitan. El
ánimo de lucro en la producción capitalista garantiza que los costos de
producción seran forzados sobre otros a no ser que el capitalista sea obligado
a cargar con ellos. Y a no ser que uno desee argumentar que las criaturas del
mundo no necesitan un lugar para vivir, alimentos y agua limpia para tomar, la
destrucción de todo esto en la producción capitalista es un costo que debe ser
sufragado, ya sea por el productor o forzado sobre otros. Hasta lo más
radicales economistas defensores del “libre mercado” están de acuerdo en que
este conjunto de relaciones es un prerrequisito para que, en algún sentido, el
capitalismo “funcione”. Y la producción que amenaza con acabar con el mundo,
como lo hace el calentamiento global, significa que las ganancias de dicha
producción no existirían si los capitalistas fueran forzados a cargar con los
costos reales.
Aquellos que por casualidad se han desplazado por regiones de extracción
y/o producción industrial habrán visto que los capitalistas casi nunca han sido
forzados a cargar con los costos de la producción capitalista. Desde las
regiones productoras de carbón en Pensilvania pasando por los sitios
industriales abandonados en el “rust
belt”, los sitios contaminados por la extracción de recursos en el Oeste, la
remoción de las cimas de las montañas en West Virginia, las regiones de las
“tar sands” (arenas bituminosas) en Canadá, hasta llegar a las minas de carbón
en Mongolia, los costos en términos de la subsecuente inhabitabilidad de la
tierra y la destrucción de las riquezas del planeta seran permanentes mientras
que la ganancias se acumulan. Después de agotar los recursos y adicionalmente
causar destrucción, los capitalistas históricamente se han desplazado a
territorios todavía no explotados y destruidos. La “tragedia de las comunas” utilizada
en la teoría capitalista de la propiedad sería una inconveniencia menor
comparada con la “tragedia de la propiedad privada” perpetrada por el
capitalismo, aun si no fuera ya una cínica mentira.
Pero esta no es una historia de moralidad. Como tampoco el calentamiento
global es un accidente de la historia por el que ninguno carga con
responsabilidad. Es la épica lucha social de nuestros tiempos. El capitalismo
es una forma de imperialismo económico por el que gente especifica se ha
beneficiado y continua beneficiándose de la destrucción del planeta. Los
“individuos racionales” de la teoría capitalista se han sumado a la insensatez colectiva. Y
como la historia está en el proceso de demostrarlo, la “mano invisible” de Adam
Smith, es una ilusión -un mundo de gente actuando de acuerdo a sus propios
intereses económicos ha resultado en un mundo donde la gente actuando de
acuerdo a sus propios intereses económicos está llevando al suicidio
colectivo.
Mucho antes de que el problema del calentamiento global fuera identificado,
el problema de las “externalidades”, o la tendencia de los capitalistas de
forzar los costos de producción sobre las personas que no ven ningún beneficio
del mismo, fue identificado y se buscaron los remedios. El economista
austriaco, Friederich Hayek, (antes de que se convirtiera en una herramienta
pagada por Papa Koch, padre de los infames “hermanos Koch” y fundador de la John Birch Society) argumentó que el legítimo papel del
gobierno era corregir las “fallas del mercado”, como la destrucción medioambiental. Más tarde en
su vida, cuando él estaba al servicio completo, como una herramienta pagada, de
Papa Koch, él convenientemente (por el bien de PapaKoch) argumentó que el capitalismo era
una bendición para la humanidad, que las
soluciones a las externalidades basadas en el mercado eran las preferibles.
Pero las soluciones a las externalidades basadas en el mercado son un fraude
cínico en varias dimensiones. Desde el principio, ellas presuponen que la
destrucción ambiental relacionada con la producción es un hecho eterno y la
pretendida meta de las “soluciones” es limitar el crecimiento a un nivel de
tendencia que permanece colectivamente suicida. En segundo lugar, a pesar de
toda la experiencia histórica contraria, las soluciones basadas en el mercado
asumen que los mismos capitalistas que se han pasado tres siglos beneficiándose
al forzar los costos sobre otros, van a cumplir con las reglas que, ellos
mismos han escrito con pleno conocimiento de que no existen y no hay planes
para crear un sistema de aplicación creíble. En tercer lugar, aun si tal
sistema de aplicación fuera concebido y desarrollado, la captura de las
instituciones públicas por lo “privado” neutralizará la capacidad de
aplicación (“Citenzen United” alguien?) Finalmente, la producción financiada
por la deuda crea apalancamiento tanto financiero como institucional. Los
acreedores se benefician cuando los costos de producción son trasladados a
otros porque ello mejora su probabilidad de repago –y los acreedores controlan
el dinero en una economía basada en la deuda. El argumento de que más
capitalismo es la solución a la catástrofe que el capitalismo crea, solo
trabaja en un sistema de lógica cerrada -no hay nivel de catástrofe que volvería
“más capitalismo” ilógico dentro de las reglas internas de esta lógica.
Igualmente, la opinión de que los “consumidores” individuales pueden
resolver el calentamiento global escogiendo productos ecológicamente “sanos”
empieza con la premisa de que los consumidores por medio de la selección de
productos causan las externalidades. En primer lugar, esto asume que todos los consumidores conocen del
proceso de producción que entra en la producción de bienes y servicios, están
en capacidad de cuantificar la proporción de los costos incorporados en el
precio de los productos versus aquellos que no lo están y por lo tanto tienen
verdaderas opciones para escoger. En segundo lugar, esto asume que los consumidores
no tienen necesidades materiales. La agricultura occidental, de donde proviene
la mayor parte de los alimentos que los occidentales consumen, es uno de los
mayores contribuyentes de gases causantes del efecto invernadero. El cambio
hacia prácticas de agricultura sostenible asume de manera inverosímil que al
tiempo que los consumidores comprenden el impacto de las prácticas existentes
estos pueden forzar un cambio desde abajo. En tercer lugar, una vez más se asume
que el capitalismo es la solución a las catástrofes que el mismo capitalismo
crea -que los individuos actuando de acuerdo a sus propios intereses económicos
se sumaran para servir al interés colectivo cunado históricamente ellos
espectacularmente han fallado en hacerlo así. De hecho, la premisa de que los
consumidores renuncien a sus propios intereses económicos para servir al bien
colectivo le pone una mentira a la premisa
fundamental del capitalismo. En otras palabras una vez se da por sentado
que los “consumidores” podrían y actuarían en beneficio del interés colectivo,
la lógica interna del capitalismo rápidamente se evapora.
El imperialismo capitalista está destruyendo el planeta, mayormente para
los seres que ven escaso beneficio (y a menudo gran daño) del sistema. La única
manera que esto no se constituya en un asesinato masivo a una escala nunca
imaginada en la historia humana es si el calentamiento global no es en verdad
una amenaza; la producción capitalista no está detrás de ello o, alguna
combinación de ambos. Como respuesta los
apparatchiks capitalistas están persiguiendo dos vías -remplazar el discurso
social sobre el asunto con una respuesta comercial- una que utilice todos los
medios disponibles para persuadir a la gente que el problema no es real y/o que
la gente responsable por ello no es la gente responsable. La segunda vía es
proponer soluciones que (1) no cuestionan la naturaleza del problema -la
economía política del capitalismo es la responsable por el calentamiento global
y (2), dar la apariencia de acción hacia una solución sin que tenga lugar una
acción efectiva.
Aquellos que buscan una respuesta efectiva de los gobiernos occidentales
enfrentan dos retos. En primer lugar, frente al calentamiento global, la
premisa del capitalismo, de que los individuos actuando de acuerdo a sus
propios intereses producen buenos resultados colectivos, es manifiestamente
falsa. Este sistema aparentemente ha producido lo peor de todos los resultados
posibles –un catastrófico fracaso medioambiental que amenaza la mayor parte de
la vida en el planeta. Si la teoría del interés individual acumulándose al
servicio del bien colectivo es falsa, entonces también lo es la concepción
liberal del Estado. Si el papel del estado, como se ha imaginado en la teoría
capitalista, es la protección del interés “privado” y el interés privado está
llevando al mundo al suicidio colectivo (o más bien homicidio capitalista),
entonces el Estado tiene que ser recuperado para que sirva a los intereses
colectivos. Mientras los intereses privados que en este momento controlan el
Estado se están aferrando al poder a través del establecimiento del Estado
policial corporativo, le dejamos a los lectores la tarea de proponer
contramedidas no confrontacionales que puedan ser efectivas. De lo contrario,
el calentamiento global es la confrontación que se nos ha forzado.
Finalmente -se ha demostrado que Thomas Malthus con sus predicciones de
entropía, hambruna generalizada de una población en aumento enfrentada a un
escaso suministro de alimentos, fue un cautivo de su ideología. El Sr. Malthus
estuvo escribiendo en las etapas tempranas de la expansión global del
capitalismo. La tecnología agrícola atada a la producción capitalista aumentó el
suministro de alimentos para alimentar a una población creciente. De hecho, el
capitalismo rediseñó el mundo para hacerlo dependiente de la producción
capitalista. Sin duda se propondrán y se intentaran soluciones tecnológicas al
calentamiento global. Pero la tecnología esta inexorablemente sujeta a la
lógica de la producción capitalista mientras el capitalismo está emergiendo como
“el problema”. Solo un cambio fundamental completamente fuera de las premisas
del capitalismo proveerá soluciones que funcionen. Y el calentamiento global es
un problema gradual en un sistema político que responde a las crisis. Una
política de la crisis del calentamiento global debe surgir para cimentar una acción
política efectiva.
Traducido del inglés por Marvin Najarro
Rob Urie es un artista y economista político que
reside en Nueva York.
Publicado LaQnadlSol
CT., USA.
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