Las potencias occidentales
no estaban, en el fondo, motivadas por el deseo de derrotar al fascismo durante
la Segunda Guerra Mundial. Estaban motivadas principalmente por el deseo de
derrotar, en su opinión, a una Rusia errante. Ese plan no funcionó en ese
entonces, pero el motivo estratégico subyacente de subyugar a una "Rusia
errante" sigue siendo el mismo en la actualidad.
LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
CONTINÚA… EN CONTRA DE RUSIA
Por Finian Cunningham
Esta semana se observan conmemoraciones que marcan el final, hace 69 años,
de la Segunda Guerra Mundial. En realidad, la guerra nunca terminó. Continúa
hasta nuestros días.
Para muchos esto puede parecer un oxímoron. Por supuesto, se dirá, la
Segunda Guerra Mundial terminó en mayo de 1945. La Alemania nazi fue derrotada,
al igual que otras fuerzas fascistas europeas. ¿No se trajo la paz a Europa y desde entonces han reinado décadas
de armonía y prosperidad, bajo los auspicios
benignos de la Pax Americana?
Bueno, sí, en un sentido estricto la guerra se terminó formalmente. Pero
las fuerzas subyacentes que engendraron esa guerra siguen activas hoy,
perceptibles sólo si refutamos la propaganda de los medios occidentales.
Esta realidad en curso del conflicto se debe a que la Segunda Guerra
Mundial, al igual que con la Primera Guerra Mundial, no fue simplemente a cerca
de los beligerantes confinados en el tiempo y el espacio. Estas conflagraciones
fueron realmente sobre conflictos de poder imperialista y hegemonía cuyas
dinámicas aún persisten hasta nuestros días.
El público occidental, inculcado con décadas de versiones falsas de la historia, tiene una
desventaja particular para llegar a una comprensión adecuada de las guerras
mundiales. Es comúnmente aceptado que las potencias occidentales, los EE.UU. y
Gran Bretaña en particular, pelearon "guerras justas" y resultaron
victoriosos contra el despotismo.
No hay duda de que cientos de miles de militares estadounidenses y
británicos, hombres y mujeres comunes y corrientes, dieron sus vidas en un
esfuerzo noble para derrotar el fascismo. Pero, ¿qué de sus gobernantes? Una
versión muy diferente de la historia ha sido ocultada de sus ciudadanos de a
pie, una versión que pone a los gobernantes occidentales en una categoría totalmente
más perniciosa.
El fascismo europeo liderado por la Alemania Nazi, junto con Mussolini en
Italia, Franco en España y Salazar en Portugal, no fue una fuerza aberrante que
surgió de la nada durante los años 1920 y 1930. El movimiento fue un cultivo
deliberado por los gobernantes del capitalismo angloamericano. El fascismo
europeo puede haber sido llamado "socialismo nacional", pero su raíz
ideológica era opuesta a revocar el orden capitalista fundamental. Era un
impulso autoritario para salvaguardar el
orden capitalista, que consideraba el genuino socialismo basado en los
trabajadores como un enemigo a ser aplastados sin piedad.
Esto es lo que hizo al fascismo europeo tan atractivo para la clase
dominante capitalista occidental en esos momentos. En particular, la Alemania
nazi fue vista por la élite occidental como un baluarte contra la posible
revolución socialista inspirada en la revolución rusa de 1917.
Según el historiador Christopher Simpson, en su libro, The Splendid Blond
Beast, no es casualidad que la inversión de capital estadounidense en la
Alemania nazi entre 1929-1940 fue muy superior que en cualquier otro país
europeo,
El rearme industrial de Alemania -a pesar de las restricciones del Tratado
de Versalles firmado a finales de la Primera Guerra Mundial- fue ignorado, de
hecho facilitado por las clases dominantes capitalistas estadounidenses y
británicas. Cuando Hitler anexó Austria y el Sudetenland checo en 1938, fue ignorado.
Esto no fue por puro apaciguamiento complaciente, como es la creencia
generalizada, sino más bien producto de una cada vez más activa, aunque en
secreto, política de la colusión.
Según Alvin Finkel y Clemente Leibovitz en su libro, The Chamberlain-Hitler Colusión, el líder conservador británico
Neville Chamberlain y su cohorte gobernante tenían la intención de dar a la
Alemania nazi "carta blanca" para el expansionismo hacia el este. El
verdadero objetivo de los patrocinadores occidentales de la maquinaria de
guerra nazi era un ataque a la Unión Soviética con el fin de destruir, en su
opinión, la fuente del socialismo revolucionario internacional. En los años
1930, la existencia misma del capitalismo se tambaleaba al borde del abismo en medio
de la Gran Depresión, la pobreza masiva y la efervescencia del descontento
popular en los EE.UU, Gran Bretaña y otros países occidentales. Todo el orden
capitalista occidental estaba bajo la amenaza inminente de sus propias masas.
Este es el contexto histórico del ascenso del fascismo europeo, respaldado
por Occidente. Para las potencias occidentales fue una forma de mantener la
hegemonía y eliminar la amenaza de un competidor político representado en la Rusia
ascendente. La misma dinámica se conserva hoy en día.
Observe algunas de las figuras indiscutibles de la Segunda Guerra Mundial.
La mayor conflagración de la historia resultó en al menos un total de 60
millones de muertos, tanto militares como civiles. Casi la mitad de ese total
fue sufrido por la Rusia Soviética y sus vecinos inmediatos. Unos 14 millones
de soldados del Ejército Rojo murieron en la eventual derrota de la Alemania
nazi, en comparación con menos de 400,000 militares tanto de los EE.UU como de
Gran Bretaña. Estos ejércitos occidentales perdieron menos del 4 por ciento del
personal en relación a las bajas del
Ejército Rojo.
Alrededor del 90 por ciento de todas las pérdidas del Wehrmacht alemán
durante la Segunda Guerra Mundial fueran incurridas en el frente oriental
contra la Unión Soviética. Estas cifras nos dicen que no sólo fue la guerra
ganada por el Ejército Rojo; también nos dicen hacia donde iba dirigido principalmente
el esfuerzo de guerra alemán nazi -la Unión Soviética, como los gobernantes
imperialistas occidentales esperaban en su patrocinio inicial de los nazis y
otros regímenes fascistas europeos durante la década de los años 1930.
Esto es consistente con el hecho poco conocido que tan pronto como la
guerra había terminado oficialmente, los EE.UU y Gran Bretaña comenzaron a
reclutar en secreto, los remanentes de la maquinaria de guerra nazi, incluidos
los torturadores de las SS, los partidarios fascistas y expertos en cohetes,
que fueron desplegados inmediatamente en la Guerra Fría contra la Unión
Soviética. Los colaboradores de los nazis entre los fascistas ucranianos
jugaron un papel decisivo en la guerra encubierta respaldado por Occidente
contra la Unión Soviética durante la Guerra Fría, al igual que lo hacen hoy en día.
Es cierto que los EE.UU. y Gran Bretaña habían entrado en una alianza de
guerra con la Unión Soviética contra la Alemania nazi. Pero esa alianza era más
producto de consideraciones tácticas cínicas a corto plazo para acabar con un
cliente alemán virulento que se había salido fuera de control. Casi de la misma
manera que las potencias occidentales han cultivado clientes despóticos a
través de las décadas, sólo para terminarlos en una etapa posterior -el
dictador iraquí Saddam Hussein es otro ejemplo.
La Segunda Guerra Mundial fue una derrota heroica del fascismo europeo a manos
del Ejército Rojo de Rusia. No puede decirse lo mismo de las potencias
occidentales imperialistas. Lejos de eso, de hecho, ellas han sembrado los
orígenes de la guerra con su patrocinio encubierto del fascismo europeo y la
Alemania nazi en particular, para promover cínicamente sus ambiciones
hegemónicas.
Esto explicaría la aparente anomalía de hoy de las potencias occidentales
que respaldan un régimen neo-nazi en Ucrania, resaltada contra supuestas
conmemoraciones esta semana por la derrota del fascismo europeo hace casi siete
décadas. Pero no hay de hecho ninguna anomalía o contradicción. Las potencias
occidentales no estaban, en el fondo, motivadas por el deseo de derrotar al
fascismo durante la Segunda Guerra Mundial. Estaban motivadas principalmente
por el deseo de derrotar, en su opinión, a una Rusia errante. Ese plan no
funcionó en ese entonces, pero el motivo estratégico subyacente de subyugar a
una "Rusia errante" sigue siendo el mismo en la actualidad.
Las potencias occidentales están de hecho intentándolo otra vez. Ellas
están apoyando una vez más las fuerzas fascistas como una manera de atacar a un
rival geopolítico percibido a su hegemonía global - Rusia encabezada por
Vladimir Putin.
De esta manera, se puede decir que la Segunda Guerra Mundial nunca
realmente terminó. Se limitaron a ponerla en pausa. Las mismas fuerzas
capitalistas detrás de esa guerra están hoy reactivando su hostilidad histórica
hacia Rusia -al igual que la clase dominante angloamericana lo hizo durante la
década de los años 1930 a través de sus representantes del fascismo europeo.
¿De qué otra manera podemos explicar la aparente incongruencia de los gobiernos
occidentales dando cobertura política, financiera y militar a un régimen
fascista en Kiev que está matando a sus propios ciudadanos pro-rusos y
empujando una agenda de guerra con la Rusia de Putin? Y, sin embargo, al mismo
tiempo, estas potencias occidentales se están revolcando en el orgullo de haber "ganado d la Segunda Guerra
Mundial."
Piense en ello de otro modo. Desde el final formal de la Segunda Guerra
Mundial, el imperio angloamericano se ha visto involucrado en al menos 60
guerras abiertas y encubiertas en todo el mundo, con una cifra de muertos
estimada de 25 millones, según el historiador William Blum. Durante las décadas
del llamado periodo de paz de la posguerra, Washington y su aliado británico ha
alistado todo tipo de colaboradores terroristas fascistas, que van desde los
dictadores de América del Sur, a los Contras en Nicaragua, a los escuadrones de
la muerte en El Salvador, a Al Qaeda en Libia y en estos momentos en Siria, por
nombrar sólo unos cuantos. Los fascistas en Ucrania son sólo parte del curso
hegemónico, en lo que se refiere al imperio capitalista angloamericano.
La Segunda Guerra Mundial no terminó. Todavía está ardiendo. Diferentes
operadores, pero las mismas potencias y la misma hegemonía capitalista en acción.
Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.
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