Es de cínicos proponer o urgir, y de ilusos esperar, que en el máximo plazo
de tres meses los trogloditas republicanos de la cámara de representantes
aprueben una reforma migratoria cuando desde un inicio y después de ser
aprobado el proyecto en el senado, hace
ya casi un año, se negaron a hacerlo.
TRES MESES Y CONTANDO
Para el presidente Obama la cuestión de la reforma migratoria es desde hace
rato un asunto concluido, no habrá legalización, o “amnistía para criminales”
como prefieren calificarla los republicanos. En una de sus ultima
intervenciones públicas el presidente ha dicho quedan entre 2 ó 3 meses para
que los republicanos de la cámara se pongan serios y trabajen aceleradamente en
la aprobación del proyecto de reforma migratoria, antes del inicio de la
campaña electoral del medio término en noviembre 4 del 2014. Pero aparte de
exhortar a los republicanos, que por razones políticas o debido a sus
sentimientos totalmente antiinmigrantes, no quieren prácticamente saber nada
del asunto, el presidente Obama ante unos 40 oficiales de policía reunidos en
la Casa Blanca también dijo que los simpatizantes del proyecto de reforma
tenían una ventana de tiempo muy “estrecha”, para lograr que se hiciera algo
sustancial en el congreso, antes de que la campaña electoral entrara en
su fase más acelerada.
Por otra parte y de acuerdo al USA Today, el presidente proyectó el
tema de la inmigración como un asunto de aplicación de la ley, al indicar ante
los oficiales de policía invitados que un renovado sistema de inmigración sería
muy bueno para la aplicación de la ley pues les facilitaría a los oficiales
detener a los “criminales” que intentan
cruzar la frontera o explotar a una vulnerable fuerza de trabajo. Según el citado
diario, el presidente dijo que “el estatus quo dificulta que nuestras agencias
encargadas de la ley y el orden hagan su trabajo”.
Aquí no hay ninguna sorpresa, está claro que para el “deportador en jefe”
la inmigración es una cuestión que debe manejarse de acuerdo a un criterio
legal que criminaliza primero -perfil racial- y luego detiene y expulsa a aquellos
extranjeros considerados en su totalidad como criminales o aliens, ilegales, extraños y peligrosos
sujetos que representan una amenaza para el “american way of life”. Quizás ahora que se está cerrando la ventana -o
ya estaba cerrada desde antes- estemos presenciando el verdadero rostro de la
política migratoria de Obama; no de razones humanitarias, de sacar de la
oscuridad a los oscuros de siempre, sino de la aplicación de la ley –Secure
Communities.
Es de cínicos proponer o urgir, y de ilusos esperar, que en el máximo plazo
de tres meses los trogloditas republicanos de la cámara de representantes
aprueben una reforma migratoria cuando desde un inicio y después de ser
aprobado el proyecto en el senado, hace
ya casi un año, se negaron a hacerlo. Raya en el descaro proponer que en tan
corto tiempo los republicanos tengan tiempo de estudiar y discutir un mamotreto
de 1,600 páginas que al parecer nadie ha leído y, de repente como por arte de
magia, se pongan de acuerdo entre ellos y con Obama y se dediquen a trabajar
frenéticamente, con las elecciones y el total dominio del congreso en sus
cabezas, para aprobar en el último minuto la tan anhelada reforma migratoria
integral; francamente esto suena ridículamente irrisorio. Como también suena
irrisorio y es una desfachatez, que Obama haya dicho recientemente que la
reforma puede ser aprobada si los demócratas obtienen una victoria contundente
en las elecciones de noviembre, cuando se da por seguro que seran barridos por
los republicanos.
Todo lo sucedido durante y después de la publicitada campaña por
la reforma migratoria iniciada por Obama al comienzo de su segundo mandato, no
fue más que un puro circo político montado por los demócratas. Para el hombre
de la elevada y engañosa retorica era necesario, como recompensa por el apoyo
recibido, crear entre sus partidarios liberales y entre la comunidad latina
sobre todo, la ilusión de que estaba cumpliendo con una promesa hecha en el
apremio de la campaña electoral. Una promesa que como tantas otras no
han pasado de ser eso, promesas nada más.
Obama en más de una ocasión ha criticado a los cínicos, aquellos que desde
antes de su llegada a la presidencia no creían en su discurso de cambiar la
forma de hacer política y terminar con décadas de divisionismo y paralización en
Washington que él argumentaba, eran la razón por la que se tenían
los mismos problemas y se escuchan las mismas promesas cada cuatro años. Pero
los cínicos tenían razón y Obama no los ha defraudado. Irónicamente aquella
frase alucinante del cambio en el que podemos creer bajo su gobierno ha
resultado, en la misma paralización y falsas promesas que el criticaba como
síntomas de la ineficiencia de Washington, solo que esta vez son parte de su
repertorio
En el tema de la inmigración indocumentada y de la reforma migratoria
propiamente hablando, Obama no ha actuado con sinceridad, él cínicamente las ha
priorizado como una maniobra para mantener apaciguados a los votantes latinos.
Su enfoque ha sido más en hacer cumplir las leyes migratorias sobre todo en lo
que se refiere al control fronterizo, la detención y deportación de indocumentados.
Hablando a este respecto un ex funcionario del gobierno de Obama que
trabajó en el Departamento de Seguridad Nacional durante los primeros años de
su presidencia, no pudo ser más enfático a cerca de las intenciones del
gobierno de Obama, al declarar que “hubiese
sido mejor para la administración dejar en claro sus intenciones de hacer
cumplir la ley y respaldarlas con firmeza, en lugar de voluntariamente adoptar
cualquier posición que políticamente pareciera conveniente en un momento dado”. Aquí vale la pena
destacar la suspensión temporal de las deportaciones para jóvenes del Dream
Act, precisamente en la víspera de su reelección que dejó muy en claro las
contradicciones de la política migratoria de Obama, pues en varias ocasiones
había dicho que no podía suspender las deportaciones de manera unilateral.
Obama siempre ha dicho que los EE.UU es un país de leyes y que él debe
cumplirlas. Ha mencionado que las deportaciones están enfocadas en los
criminales, pandilleros, expendedores de drogas y terroristas, pero bajo su gobierno es a los inmigrantes
indocumentados a quienes se ha deportado en números record.
A estas alturas está claro que el asunto de la reforma migratoria nunca
formó parte de la agenda de Obama. Cuando se aproximaba el final de su primer
año de gobierno se hizo patente que en sus planes para el segundo año y en los
subsiguientes, el asunto de la inmigración no estaba incluido, sin embargo,
descaradamente continuó con sus promesas a la población latina de
encontrar formas de aliviar las penurias de los inmigrantes indocumentados,
cuando en realidad lo que sucedía era el incremento de las deportaciones. No hubo un esfuerzo serio por parte de su
gobierno en encontrarle una solución a un problema de carácter humanitario que
por virtud de las fuerzas políticas y económicas que se benefician del actual
estatus quo se ha convertido en una cuestión que probablemente nunca sea
solucionada, no porque sea complicado legalizar a millones de trabajadores indocumentados,
sino porque el actual estado de cosas es preferible en términos económicos y
políticos.
Los inmigrantes indocumentados, aunque se propague lo contrario, son una
poderosa fuerza económica que como mano de obra barata y como consumidores son
generadores de enormes beneficios para la economía nacional, pero resulta mejor
tenerlos en condición de ilegalidad, deportables -decenas de miles seran
deportados cada año al tiempo que otros tantos ingresaran
ilegalmente renovando constantemente el ejército de mano de obra barata
desechable- expuestos a la explotación y excluidos de cualquier beneficio
laboral, que otorgarles un mínimo de estabilidad a su actual condición de ilegalidad. Los
políticos tanto republicanos como demócratas, en un país en constante campaña electoral,
siempre tendrán en la inmigración indocumentada una poderosa herramienta con la cual jugar,
unas veces para instigar el sentimiento antiinmigrante y xenofobia entre sus
partidarios y otras para ganar votos con falsos discursos pro inmigrantes como
ya lo ha demostrado el propio presidente Obama.
Ahora que prácticamente se ha cerrado toda posibilidad de legalizar la
situación migratoria de millones de indocumentados, vale la pena reflexionar un
poco a cerca del papel desempeñado por el llamado liderazgo latino y las
organizaciones pro inmigrantes, ambos aliados del partido Demócrata, en la
cuestión del proyecto de reforma migratoria.
Por mucho tiempo fueron testigos de las maquinaciones presidenciales por
mantener altos porcentajes de favorabilidad entre la población hispana, una y
otra vez durante las celebraciones del Mes de la Herencia Hispana el presidente
les repetía la misma cantaleta de que él estaba interesado en la aprobación de
la reforma migratoria, mientras que por otro lado incrementaba drásticamente el
número de deportados. Cada vez que se le increpaba su inhabilidad para detener
las deportaciones contestaba con su respuesta habitual de “no puedo hacer nada
a cerca de eso” o “la culpa es de los
republicanos”. Repetidas veces el presidente dijo que no podía actuar
unilateralmente para legalizar a los indocumentados actualmente en el país y
luego repentinamente, en la víspera de su reelección, dio un giro total y les
otorgó un alivio temporal contra las deportaciones a los jóvenes elegibles bajo
el DREAM Act y quienes, casualmente hicieron campaña a favor del partido
Demócrata. Sin embargo, los líderes hispanos incluso con todo este despliegue
de cinismo por parte del presidente fueron incapaces de percibir, o prefirieron
conscientemente ignorarlo, de que no eran tomados en serio y que únicamente
estaban siendo utilizados como piezas manipulables en el juego electoralistas
de los demócratas y del presidente Obama.
Ciertamente el histórico número de deportados y el fracaso de la reforma
migratoria no seran parte del legado de Obama. Será, sin embargo, el
sentimiento de engaño que perdurara entre sus más ardientes partidarios
hispanos que tarde comprendieron que durante todo ese tiempo fueron engatusados
por el presidente en uno de los temas que toca al corazón de su dignidad. Quizás
en un futuro no lejano y con toda esta desastrosa experiencia a cuestas la
comunidad latina al fin lograra hacer valer su verdadero peso político con programas
y líderes auténticos y organizaciones auténticamente democráticas que en verdad
representen sus intereses y que no se presten o se hagan cómplices del juego y
el engaño de los dos partidos
tradicionales, que únicamente ven a la comunidad latina en términos de votos,
no de personas reales, con necesidades y aspiraciones reales.
Publicado por LaQnadlSol
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