Según un comentario de la
revista liberal The New Yorker, la Agencia Central de Inteligencia tenía información
crucial a cerca de operativos de Al Qaeda dentro de los EE.UU que por razones
oscuras evitó compartir con el FBI, lo que imposibilitó
que la agencia encargada de investigar las actividades del terrorismo interno
fracasara en prevenir los atentados de septiembre 11.
EL PAPEL DE LA NSA Y LA CIA
EN
LOS ATAQUES DE SEPTIEMBRE 11
Como fue que el FBI falló en evitar los ataques
El 16 de diciembre de 2013, el juez Richard Leon de la Corte del Distrito de Columbia de los
EE.UU dictaminó que la masiva recolección de datos de teléfonos
celulares de millones de ciudadanos estadounidenses (a quien se llamó, cuando,
y desde donde) realizado por la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) violaba el
derecho a la privacidad y la prohibición contra registros infundados contenidos
en la Cuarta Enmienda de la Constitución de los EE.UU y la llamó
“orwelliana” y probablemente inconstitucional. Once días más tarde, el juez
William H. Pauley III de la Corte del Distrito de Nueva York dictaminó que
el programa de la Agencia de Seguridad Nacional que recolecta los records de
millones de llamadas telefónicas era legal y por lo tanto no violaba lo
contenido en la Cuarta Enmienda.
Estas dos opiniones divergentes sobre la legalidad o no del programa de
espionaje electrónico de la NSA, le agregan más controversia al debate sobre la
cuestión de la seguridad nacional vs las leyes de la privacidad, es decir, el
valor del programa de inteligencia en contrarrestar la amenaza del terrorismo
dentro de los EE.UU en la era de los grandes volúmenes de información en el
ciberespacio.
Contrario a lo opinado por el juez Leon, de que el gobierno había errado en
la sustentación de la hipótesis de que se necesita el programa para proteger a
la nación y de que el gobierno no menciona una sola instancia en la cual el análisis
de la masiva recolección de metadatos por parte de la NSA en realidad ayudó a
detener un ataque inminente, el juez Pauley, invocó el ejemplo de Khalid
al-Mihdhar, un yihadista saudita que trabajaba para Al Qaeda. Mihdhar quien fue
uno de los cinco secuestradores del vuelo 77 de American Airlines que se
estrelló contra el Pentágono en S-11 hizo siete llamadas desde San Diego a un refugio de Al Qaeda en Yemen a
principios del 2000. De acuerdo a Pauley, la NSA intercepto las llamadas, pero
no pudo identificar en donde se originaban. Apoyándose en el testimonio de
Robert Mueller, antiguo director del FBI, el juez Pauley llegó a la
conclusión de que la recolección de metadata habría servido al buró para detectar que las llamadas estaban siendo
realizadas desde los EE.UU, en cuyo caso el FBI pudo haber impedido el ataque
en S-11.
Si el juez está
en lo correcto, señala Lawrence Wright de la revista The New Yorker (01/13/14),
entonces los defensores de un extensivo monitoreo por parte del gobierno,
poseen un fuerte argumento. Pero las llamadas de Mihdhar dicen otra historia
del por qué el FBI falló en prevenir la catástrofe. La CIA retuvo inteligencia
crucial que no fue del conocimiento del FBI, el cual tiene la máxima autoridad
para investigar el terrorismo dentro de los EE.UU, así como los ataques a
ciudadanos estadounidenses en el extranjero.
De acuerdo al artículo de Wright, The Al Qaeda Switchboard,
en agosto de 1998, camiones bombas destruyeron las embajadas de los EE.UU
en Kenia y Tanzania matando a 224 personas. Tres días después, agentes del FBI
capturaron a un joven saudita llamado Mohammad al-‘Owhali en un hotel en las
afueras de Nairobi, él tenía suturas frescas en la frente y vendas
ensangrentadas en sus manos, además en sus bolsillos le fueron encontrados ocho
billetes nuevos de 100 dólares. Por medio de dos experimentados interrogadores,
Steve Gaudin y John Anticev, ‘Owhali fue persuadido a escribir el número
al que llamó después de la explosión. El número pertenecía al suegro de Khalid
al-Mihdhar, Ahmed al-Hada y fue una de las más importantes piezas de
información alguna vez obtenida en los esfuerzos por prevenir actos terroristas
en los EE.UU y se le llegó a conocer como la central telefónica de Al Qaeda
(The Al Qaeda Switchboard).
De acuerdo a la detallada información proporcionada por Wright en su
comentario, el seguimiento del destinatario de las llamadas hechas desde la
casa de Hada efectuado por la NSA, le permitió al FBI mapear la red global de
Al Qaeda. Pero, no toda la información fue compartida. En 1999, el nombre de
Mihdhar emergió en una de las llamadas grabadas, vinculándolo con Al Qaeda. “Algo
nefasto podría estar en marcha”, escribió un analista de la NSA, pero el nombre
de Mihdhar no fue transmitido al FBI.
Entre las cosas que destacan en el comentario del New Yorker, está el hecho
de que, los servicios de inteligencia de Arabia Saudita también alertaron a la
CIA de que Mihdhar y su amigo Nawaf al-Hazmi, otro futuro secuestrador, eran
miembros de Al Qaeda. En diciembre de 1999, la CIA se enteró a través de la
central telefónica de Al Qaeda que los dos iba a viajar a Malasia para una
reunión a principios de enero. La agencia irrumpió en la habitación de Mihdhar,
en Dubai y fotografió su pasaporte, que tenía una visa múltiple para entrar a
los EE.UU. Esa información no le fue dada al FBI, tampoco se le dijo al
Departamento de Estado que revocara su visa, o se alertó al Servicio
Inmigración para colocar a Mihdhar y a Hazmi en la lista de personas con prohibición
de entrar a los EE.UU. La CIA evidentemente había iniciado una operación, y no
quería ninguna interferencia de otras agencias del gobierno.
La reunión en Malasia resultó ser una cumbre de Al Qaeda para discutir
los planes para el 11/9 y el ataque con explosivos al USS Cole, el cual tuvo
lugar en octubre del 2000. La CIA hizo que su contraparte en Malasia
monitoreara la reunión, pero no le mostró la información –principalmente las
fotografías de los participantes- al FBI, obstruyendo en efecto la
investigación del buró sobre la muerte de 17
marinos estadounidenses.
Cuando el cable
sobre la visa estadounidense de Mihdhar y de la reunión en Malasia llegó al
Centro de Contraterrorismo de la CIA, un funcionario del FBI pidió permiso para
transmitir los resultados a la oficina. Aunque había un protocolo que permitía
el intercambio de información crítica entre la CIA y el FBI, al funcionario se le dijo: "Esto
no es una cuestión para el FBI"
Tres meses más tarde, la CIA se enteró por medio de la inteligencia
tailandés que Hazmi había llegado a Los Angeles el 15 de enero del 2000. Si la
agencia hubiera revisado la lista de pasajeros, habría encontrado que Mihdhar
viajaba con él. Mihdhar y Hazmi se mudaron a San Diego y comenzaron a tomar
lecciones de vuelo. Y Mihdhar comenzó a llamar a Yemen.
El juez Pauley cita en su declaración el Informe 11/9 de la Comisión, de
que los metadatos de teléfonos "podría haber permitido a la NSA notificar
al [FBI], el hecho de que al-Mihdhar estaba llamando a la casa de seguridad de
Yemen desde el interior de los Estados Unidos”. Pero lo que el informe dice en
realidad es que la CIA y la NSA ya sabían que Al Qaeda estaba en Estados Unidos,
basado en el seguimiento de la NSA del teléfono de Hada. Si ellos le hubieran
dicho al FBI, los agentes habrían establecido un vínculo con el caso de la explosión
de la embajada, lo que "habría hecho que se interesaran en aprender más
sobre Mihdhar". En su lugar, "a los agentes que dieron con la fuente
se les impidió obtener los frutos de su trabajo".
La NSA, según Wright, no alcanzó a comprender la importancia de las
llamadas entre los EE.UU y Yemen. La CIA tuvo acceso a la inteligencia, y supo
que Al Qaeda estaba en los EE.UU casi dos años antes del 11/9. Una
investigación realizada por el inspector general de la CIA reveló que hasta
sesenta personas en la agencia sabían que agentes de Al Qaeda estaban en
Estados Unidos. El inspector general dijo que los que se negaron a cooperar con
el FBI deben rendir cuentas. Sin embargo, ellos fueron promovidos.
Sí, el F.B.I. pudo haber abortado el atentado del 11/9. Tenía una orden
para establecer una operación de vigilancia de todas las personas relacionadas
con Al Qaeda en Estados Unidos. Podía seguirlos, intervenir sus teléfonos,
clonar sus computadoras, leer sus e-mails, y requerir sus registros médicos,
bancarios, y de tarjetas de crédito. Tenía el derecho de exigir los registros
de las compañías telefónicas de las llamadas que habían hecho. No había
necesidad de un programa de recolección de metadatos. Lo que se necesitaba era
la cooperación con otras agencias federales, pero por pequeñas y oscuras
razones esas agencias eligieron ocultar
pistas vitales a los investigadores con más probabilidades de evitar los
ataques.
Desde entonces la comunidad de inteligencia ha sido reorganizada para
evitar tal ocultamiento de información. Muchos planes terroristas se han
descubierto y evitado. Pero siguen habiendo dudas sobre cómo la CIA controló lo
eventos que llevaron al 11/9. ¿Qué fue lo que intento hacer la agencia con los
operativos de Al Qaeda en Estados Unidos? El ex asesor de seguridad nacional
Richard Clarke cree que la CIA tenía la esperanza de reclutarlos.
Edward Snowden, según Wright, violó la ley y la Administración de Obama ha
exigido que sea llevado a la justicia. Nadie ha muerto a causa de sus
revelaciones. La obstrucción de la justicia por parte de la CIA en la
investigación del atentado en el Cole podría también argumentarse que fue un
crimen. Su falla en no compartir la información sobre la central telefónica de
Al Qaeda, abrió la puerta para el mayor ataque terrorista de la historia.
Mientras hablamos de la rendición de cuentas, ¿por qué no deberíamos exigirlo
de la CIA?, comenta al final Wright.
Resulta más fácil afirmar que Snowden violó la ley y que debe ser
enjuiciado y condenado por su delito, que decir sin ambages que la Central de
Inteligencia estadounidense debe ser investigada y castigada, no solo por el
delito de obstrucción de la justicia en el caso del USS Cole, sino por su papel
obstruccionista y facilitador en los atentados del 11/9. Hacerlo así implicaría
pedir que el ex presidente G.W. Bush y varios funcionarios de su administración
sean llevados a la justicia por los delitos de encubrimiento y obstrucción de
la justicia y por el daño colateral resultante de la llamada guerra contra el terrorismo:
las ilegales invasiones de Afganistán e Iraq, los ataques con drones y la
desestabilización de Paquistán, Somalia y Yemen, así como lo casos de tortura y
el campo de prisioneros de Guantánamo. En todo caso también implicaría enjuiciar
al presidente Obama por la continuación de esas políticas criminales heredadas
de su antecesor.
Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.
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