lunes, 20 de enero de 2014

LA CIA Y SEPTIEMBRE 11

Según un comentario de la revista liberal The New Yorker, la Agencia Central de Inteligencia tenía información crucial a cerca de operativos de Al Qaeda dentro de los EE.UU que por razones oscuras evitó compartir con el FBI, lo que imposibilitó que la agencia encargada de investigar las actividades del terrorismo interno fracasara en prevenir los atentados de septiembre 11.


EL PAPEL DE LA NSA Y LA CIA EN
LOS ATAQUES DE SEPTIEMBRE 11


Como fue que el FBI falló en evitar los ataques

El 16 de diciembre de 2013, el juez Richard Leon  de la Corte del Distrito de Columbia de los EE.UU dictaminó que la masiva recolección de datos de teléfonos celulares de millones de ciudadanos estadounidenses (a quien se llamó, cuando, y desde donde) realizado por la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) violaba el derecho a la privacidad y la prohibición contra registros infundados contenidos en la Cuarta Enmienda de la Constitución de los EE.UU y la llamó “orwelliana” y probablemente inconstitucional. Once días más tarde, el juez William H. Pauley III de la Corte del Distrito de Nueva York dictaminó que el programa de la Agencia de Seguridad Nacional que recolecta los records de millones de llamadas telefónicas era legal y por lo tanto no violaba lo contenido en la Cuarta Enmienda.

Estas dos opiniones divergentes sobre la legalidad o no del programa de espionaje electrónico de la NSA, le agregan más controversia al debate sobre la cuestión de la seguridad nacional vs las leyes de la privacidad, es decir, el valor del programa de inteligencia en contrarrestar la amenaza del terrorismo dentro de los EE.UU en la era de los grandes volúmenes de información en el ciberespacio.

Contrario a lo opinado por el juez Leon, de que el gobierno había errado en la sustentación de la hipótesis de que se necesita el programa para proteger a la nación y de que el gobierno no menciona una sola instancia en la cual el análisis de la masiva recolección de metadatos por parte de la NSA en realidad ayudó a detener un ataque inminente, el juez Pauley, invocó el ejemplo de Khalid al-Mihdhar, un yihadista saudita que trabajaba para Al Qaeda. Mihdhar quien fue uno de los cinco secuestradores del vuelo 77 de American Airlines que se estrelló contra el Pentágono en S-11 hizo siete llamadas desde San Diego  a un refugio de Al Qaeda en Yemen a principios del 2000. De acuerdo a Pauley, la NSA intercepto las llamadas, pero no pudo identificar en donde se originaban. Apoyándose en el testimonio de Robert Mueller, antiguo director del FBI, el juez Pauley llegó a la conclusión de que la recolección de metadata habría servido al buró para detectar que las llamadas estaban siendo realizadas desde los EE.UU, en cuyo caso el FBI pudo haber impedido el ataque en S-11.

Si el juez está en lo correcto, señala Lawrence Wright de la revista The New Yorker (01/13/14), entonces los defensores de un extensivo monitoreo por parte del gobierno, poseen un fuerte argumento. Pero las llamadas de Mihdhar dicen otra historia del por qué el FBI falló en prevenir la catástrofe. La CIA retuvo inteligencia crucial que no fue del conocimiento del FBI, el cual tiene la máxima autoridad para investigar el terrorismo dentro de los EE.UU, así como los ataques a ciudadanos estadounidenses en el extranjero.

De acuerdo al artículo de Wright, The Al Qaeda Switchboard, en agosto de 1998, camiones bombas destruyeron las embajadas de los EE.UU en Kenia y Tanzania matando a 224 personas. Tres días después, agentes del FBI capturaron a un joven saudita llamado Mohammad al-‘Owhali en un hotel en las afueras de Nairobi, él tenía suturas frescas en la frente y vendas ensangrentadas en sus manos, además en sus bolsillos le fueron encontrados ocho billetes nuevos de 100 dólares. Por medio de dos experimentados interrogadores, Steve Gaudin y John Anticev, ‘Owhali fue persuadido a escribir el número al que llamó después de la explosión. El número pertenecía al suegro de Khalid al-Mihdhar, Ahmed al-Hada y fue una de las más importantes piezas de información alguna vez obtenida en los esfuerzos por prevenir actos terroristas en los EE.UU y se le llegó a conocer como la central telefónica de Al Qaeda (The Al Qaeda Switchboard).

De acuerdo a la detallada información proporcionada por Wright en su comentario, el seguimiento del destinatario de las llamadas hechas desde la casa de Hada efectuado por la NSA, le permitió al FBI mapear la red global de Al Qaeda. Pero, no toda la información fue compartida. En 1999, el nombre de Mihdhar emergió en una de las llamadas grabadas, vinculándolo con Al Qaeda. “Algo nefasto podría estar en marcha”, escribió un analista de la NSA, pero el nombre de Mihdhar no fue transmitido al FBI.

Entre las cosas que destacan en el comentario del New Yorker, está el hecho de que, los servicios de inteligencia de Arabia Saudita también alertaron a la CIA de que Mihdhar y su amigo Nawaf al-Hazmi, otro futuro secuestrador, eran miembros de Al Qaeda. En diciembre de 1999, la CIA se enteró a través de la central telefónica de Al Qaeda que los dos iba a viajar a Malasia para una reunión a principios de enero. La agencia irrumpió en la habitación de Mihdhar, en Dubai y fotografió su pasaporte, que tenía una visa múltiple para entrar a los EE.UU. Esa información no le fue dada al FBI, tampoco se le dijo al Departamento de Estado que revocara su visa, o se alertó al Servicio Inmigración para colocar a Mihdhar y a  Hazmi en la lista de personas con prohibición de entrar a los EE.UU. La CIA evidentemente había iniciado una operación, y no quería ninguna interferencia de otras agencias del gobierno.

La reunión en Malasia resultó ser una cumbre de Al Qaeda para discutir los planes para el 11/9 y el ataque con explosivos al USS Cole, el cual tuvo lugar en octubre del 2000. La CIA hizo que su contraparte en Malasia monitoreara la reunión, pero no le mostró la información –principalmente las fotografías de los participantes- al FBI, obstruyendo en efecto la investigación del buró sobre la muerte de 17 marinos estadounidenses.

Cuando el cable sobre la visa estadounidense de Mihdhar y de la reunión en Malasia llegó al Centro de Contraterrorismo de la CIA, un funcionario del FBI pidió permiso para transmitir los resultados a la oficina. Aunque había un protocolo que permitía el intercambio de información crítica entre la CIA y  el FBI, al funcionario se le dijo: "Esto no es una cuestión para el FBI"

Tres meses más tarde, la CIA se enteró por medio de la inteligencia tailandés que Hazmi había llegado a Los Angeles el 15 de enero del 2000. Si la agencia hubiera revisado la lista de pasajeros, habría encontrado que Mihdhar viajaba con él. Mihdhar y Hazmi se mudaron a San Diego y comenzaron a tomar lecciones de vuelo. Y Mihdhar comenzó a llamar a Yemen.

El juez Pauley cita en su declaración el Informe 11/9 de la Comisión, de que los metadatos de teléfonos "podría haber permitido a la NSA notificar al [FBI], el hecho de que al-Mihdhar estaba llamando a la casa de seguridad de Yemen desde el interior de los Estados Unidos”. Pero lo que el informe dice en realidad es que la CIA y la NSA ya sabían que Al Qaeda estaba en Estados Unidos, basado en el seguimiento de la NSA del teléfono de Hada. Si ellos le hubieran dicho al FBI, los agentes habrían establecido un vínculo con el caso de la explosión de la embajada, lo que "habría hecho que se interesaran en aprender más sobre Mihdhar". En su lugar, "a los agentes que dieron con la fuente se les impidió obtener los frutos de su trabajo".

La NSA, según Wright, no alcanzó a comprender la importancia de las llamadas entre los EE.UU y Yemen. La CIA tuvo acceso a la inteligencia, y supo que Al Qaeda estaba en los EE.UU casi dos años antes del 11/9. Una investigación realizada por el inspector general de la CIA reveló que hasta sesenta personas en la agencia sabían que agentes de Al Qaeda estaban en Estados Unidos. El inspector general dijo que los que se negaron a cooperar con el FBI deben rendir cuentas. Sin embargo, ellos fueron promovidos.

Sí, el F.B.I. pudo haber abortado el atentado del 11/9. Tenía una orden para establecer una operación de vigilancia de todas las personas relacionadas con Al Qaeda en Estados Unidos. Podía seguirlos, intervenir sus teléfonos, clonar sus computadoras, leer sus e-mails, y requerir sus registros médicos, bancarios, y de tarjetas de crédito. Tenía el derecho de exigir los registros de las compañías telefónicas de las llamadas que habían hecho. No había necesidad de un programa de recolección de metadatos. Lo que se necesitaba era la cooperación con otras agencias federales, pero por pequeñas y oscuras razones  esas agencias eligieron ocultar pistas vitales a los investigadores con más probabilidades de evitar los ataques.

Desde entonces la comunidad de inteligencia ha sido reorganizada para evitar tal ocultamiento de información. Muchos planes terroristas se han descubierto y evitado. Pero siguen habiendo dudas sobre cómo la CIA controló lo eventos que llevaron al 11/9. ¿Qué fue lo que intento hacer la agencia con los operativos de Al Qaeda en Estados Unidos? El ex asesor de seguridad nacional Richard Clarke cree que la CIA tenía la esperanza de reclutarlos.

Edward Snowden, según Wright, violó la ley y la Administración de Obama ha exigido que sea llevado a la justicia. Nadie ha muerto a causa de sus revelaciones. La obstrucción de la justicia por parte de la CIA en la investigación del atentado en el Cole podría también argumentarse que fue un crimen. Su falla en no compartir la información sobre la central telefónica de Al Qaeda, abrió la puerta para el mayor ataque terrorista de la historia. Mientras hablamos de la rendición de cuentas, ¿por qué no deberíamos exigirlo de la CIA?, comenta al final Wright.

Resulta más fácil afirmar que Snowden violó la ley y que debe ser enjuiciado y condenado por su delito, que decir sin ambages que la Central de Inteligencia estadounidense debe ser investigada y castigada, no solo por el delito de obstrucción de la justicia en el caso del USS Cole, sino por su papel obstruccionista y facilitador en los atentados del 11/9. Hacerlo así implicaría pedir que el ex presidente G.W. Bush y varios funcionarios de su administración sean llevados a la justicia por los delitos de encubrimiento y obstrucción de la justicia y por el daño colateral resultante de la llamada guerra contra el terrorismo: las ilegales invasiones de Afganistán e Iraq, los ataques con drones y la desestabilización de Paquistán, Somalia y Yemen, así como lo casos de tortura y el campo de prisioneros de Guantánamo. En todo caso también implicaría enjuiciar al presidente Obama por la continuación de esas políticas criminales heredadas de su antecesor.    











Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.

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