Los judíos, como
pueblo, como etnia, son una aberración histórica. Entelequia pura o idealismo
objetivo extremo. Habitaron en los países del occidente, centro y oriente de
Europa a partir del año 135 d.c. cuando el emperador romano Tito los
desterró, pero antes el emperador
Vespasiano de hecho había destruido a la nación judía matando a espada y
crucifixión a poco más de medio millón de judíos y desterrando a decenas de miles. En fin, lo
que han dado por llamar el pueblo judío es una población europea superpuesta,
impostada sobre un territorio que abandonaron durante más de dos mil años y que
luego el colonialismo inglés le da vida a través del sionismo, no por otras
cosa que no haya sido el dinero. El pueblo judío como tal dejó de existir hace
más de dos mil años y los blancos que hoy lo habitan son solo gente de religión
judía, ideología religiosas revitalizada con fines políticos de ocupación, en
contra de la justicia y la verdad histórica.
LOS JUDÍOS NO EXISTEN
Por Luciano Castro Barillas
Tercera Parte y Final
Quizá las maldiciones sean ciertas porque lo
dicho Por Saulo de Tarso o Apóstol Pablo se fueron cumpliendo inexorablemente
con los judíos en todos los lugares donde sentaban sus reales. Nadie los quería
porque, ciertamente, tenían sus mañas, tal era guardar el sábado, prestar
dinero a interés, sustraerse de las comunidades y realizar ritos “raros” si se
comparaban sus rituales con la liturgia cristiana. La iglesia en el Concilio de
Letrán (1215) fue quien impuso a los judíos la obligación de llevar un
distintivo y no Adolfo Hitler. Éste loco solo imitó lo de la estrella de David.
Los judíos tuvieron que llevar a partir de ese año un pedazo de tela de colores
que acabó siendo amarillo o de portar si no les gustaba el susodicho retal, un
gorro picudo, como cono; de color verde o amarillo. Entre las conclusiones del
concilio estaba este sesudo análisis de los holgazanes allí concentrados: “En
los países en que los cristianos no se distinguen de los judíos y de los
sarracenos por la forma de vestir ha habido relaciones entre cristianos y
judíos o sarracenos, o viceversa. Para que en adelante semejantes enormidades
no puedan atribuirse al error, queda decidido que a partir de ahora los judíos
de ambos sexos se distinguirán de los demás pueblos por su vestido, tal como,
por otra parte, les fue prescrito por Moisés. No se mostrarán en público
durante la Semana Santa, pues algunos de ellos en dichos días visten sus
mejores galas y se burlan de los cristianos enlutados. Quienes contravengan a
ello serán debidamente castigados por los poderes seculares, para que no se
atrevan más a escarnecer a Cristo en presencia de cristianos”.
Pese al sometimiento, a la opresión en la que
vivían los judíos, también florecieron en esa baja Edad Media intelectuales
como el filósofo Moisés Maimónides, quien traducía los escritos de Aristóteles
del griego. La iglesia se dio cuenta de su actividad y prohibió inmediatamente
la lectura del filósofo griego “bajo pena de muerte y perdición de su
alma”. La iglesia avanzó en sus actitudes retrógradas y oscurantistas y
se creó El Santo Oficio o Inquisición, para combatir herejes, pero sobre todo
para combatir a personas que se atrevían a pensar e instituyó la orden de los
dominicos, curas fanáticos, fundamentalistas de su época, pues como dijera
Gregorio IX, en 1224 (…) fue creada para combatir los excesos de
la ciencia entre los creyentes. Según Juan Antonio Lorente, secretario
de la Inquisición, los asesinados por el Santo Oficio fueron 341,021 judíos y
musulmanes, que por usar un mismo atuendo les cayó parejo. Ante esta represión
muchos judíos prefirieron volverse cristianos, o sea conversos, como le
llamaban los cristianos. Sin embargo los judíos a este judío convertido al
cristianismo le llamaban marranos. O coches si eso judío
hubieran vivido en Guatemala.
Pero los antisemitas emergían por todas partes,
Martín Lutero, que además de reformista fue en sus últimos años un consumado
borracho y padre de la iglesia luterana, tenía sus cosillas y, arrebatado por
el “espíritu santo” o sufriendo una resaca de las que solo él se sabía gastar,
escribió con su aliento alcohólico: “Aún no hemos podido saber qué diablo los
trajo a nuestro país; no fuimos nosotros los que fuimos a buscarlos a
Jerusalén. Nadie quiere saber nada de ellos; tienen libres los caminos y el
acceso al campo; pueden irse a su país cuando quieran; les haríamos regalos con
placer para liberarnos de ellos, porque los judíos son una pesada carga para
nosotros, un azote, una pestilencia y una desgracia para nuestro país. Y la
prueba es que a menudo han sido expulsados por la fuerza: de Francia (a la que
llaman Sarpat.), donde tenían un cómodo nido; recientemente de España a la que
llaman Sefarad), su nido preferido; y este año también de Bohemia donde, en
Praga, tenían otro nido, predilecto. Finalmente, durante mi vida, de Ratisbona,
de Magdeburgo, y de muchos otros lugares. No vivieron tan bien en sus campiñas
bajo David y Salomón como viven en las nuestras, donde roban y saquean cada
día. Sí, los tenemos prisioneros -al
igual que tengo prisioneros a mi cálculo, a mis úlceras, y a cualquier otra
enfermedad que haya cogido y que tenga que padecer: ¡me gustaría mucho mandar
(a esas miserias) a Jerusalén, con los judíos y su séquito! Dado que es cierto
que no los tenemos prisioneros ¿cómo es posible que hayamos recibido tantas
pruebas de enemistad por parte de tan nobles personajes? No tratamos de putas a
sus mujeres, tales como ellos hacen con María, la madre de Jesús, no les
tratamos de hijos de puta, tal como ellos hacen con nuestro señor Jesucristo.
Esos imbéciles, los papistas y los obispos, se han comportado de tal manea con
los judíos, que un buen cristiano habría intentado hacerse judío. Si yo hubiera
sido judío, hubiera intentado mejor ser cerdo que cristiano, al ver como esos
necios e ignorantes gobierna y enseñan la fe cristiana. Han tratado a los
judíos como si fueran perros y no hombres… y los judíos son los parientes, los
primos y los hermanos de Nuestro Señor”. No cabe la menor duda que
Lutero, gracias al alcohol, tenía pensamientos contradictorios e impulsos
absurdos.
Pero la saña contra los judíos no se quedaba
solo en Alemania, el ilustre Francisco de Quevedo, gloria de las letras
españolas en su Siglo de Oro, era un convencido antisemita que en 1633 dirigió
una carta o pieza literaria al monarca
Felipe IV, en un rollo espantoso que desdice grandemente de ese personaje de la
cultura universal y que él intituló “Execración contra los judíos”, para
complacer a alguno por allí o porque racista extremo realmente sentía eso y no
era tan inteligente, por lo que se lee o porque algún guapo judío le hizo algo
a su hermana: “Solo Dios permite que dure esta infernal ralea para que, en su
perfidia execrable, tenga vientre donde pueda ser concebido el Anticristo… sus
uñas despedazan la tierra, sierpes son que caminan sin pies, , vuelan sin alas,
resbaladizos… ratones son, enemigos de luz, amigos de las tinieblas, hediondos,
inmundos, asqueroso, subterráneos… esta es gente que produce plagas… el vaho de
su vecindad inficiona, su sombra atosiga… pues si persiguieron a Cristo, ha de
creerse que también a nosotros perseguirán… la pérfida nación hebrea… desta
maldita y nefanda nación… corruptos y abominables en sus tratos. No hay quien
haga bien, no hay ni uno…los abominables judíos, su perfidia y bestial
superstición desta abatida y vilísima nación hebrea… son tan malos que no pueden
ser peores… QUEMAR Y JUSTICIAR A LOS JUDÍOS SOLAMENTE SERÁ CASTIGO. QUEMAR Y
HACER POLVO SU CAUDAL, SERÁ REMEDIO… Merecen la total expulsión y desolación,
siempre malos y cada día peores, ingratos a su Dios y traidores a su Rey…
PEREZCAN, SEÑOR TODOS Y SUS HACIENDAS”.
Luego que tiene lugar la Revolución Francesa y
muchos de los judíos eran personas pudientes, acomodadas; la proclamación de
los derechos del hombre tuvo efectos beneficiosos para los judíos, quienes
ahora veían que volaban las cabezas de nobles y reyes y ya no precisamente la
de ellos, que los obispos y papas estaban devaluados con eso de la separación
de la Iglesia y el Estado; fueron acomodándose paulatinamente en la sociedad
burguesa y tuvieron acceso a los colegios y universidades. La Revolución
francesa trajo a los judíos la emancipación y los judíos fueron vistos desde
entonces como gente común y corriente disponiéndose a hacer lo que ellos mejor
saben hacer: habilidosos financieros y ágiles comerciantes. El siglo XIX fue
una época de mucha tranquilidad para los judíos y en Inglaterra un judío llegó
a ser primer ministro, tal el caso de Disraeli,
con la reina Victoria (a la que le fascinaba mucho el miembro viril de sus
súbditos) y que fue de hecho el mejor primer ministro de su historia, con eso
de la bulla que le han hecho al tal Winston Churchill.
Pero en una parte de Europa los judíos seguían
sufriendo grandes vejámenes como si fuera la Edad Media. El zar Alejandro I los
expulsó de las ciudades, les obligó desde los 12 años a prestar servicio
militar por 25 años e impedidos de trabajar y un millón de judíos pasaron penas
indecibles, principalmente hambre, de la que murieron dos terceras partes. Pero
otro zar, dentro la gran agitación que se daba ya en los campos y ciudades de
Rusia cuya revolución social venía lentamente gestándose, liberó a los siervos
(nada menos que 40 millones de seres humanos en condiciones de esclavitud) y
les otorgó básicos derechos, que en su momento eran escandalosos, para los
popes y nobles que nunca les gustó trabajar, solo comer del trabajo ajeno. Por
esa época nacía en Alemania un judío
-Carlos Marx- que cambiaría el
pensamiento y las acciones de los hombres para siempre, tal lo hiciera Cristo
en su momento. La Revolución Socialista Soviética hizo de los judíos ciudadanos
de pleno derecho, acabando para siempre con los ghettos y pogroms, al menos
durante la revolución soviética era eso.
Luego de terminada la Primera Guerra Mundial
con la derrota de Alemania, que tuvo que aceptar el humillante Tratado de
Versalles, los nobles, grandes militares y curas echaron la culpa a los judíos
de la derrota y que no eran precisamente los judíos alemanes, sino los judíos
ingleses, que le dieron a la insaciable reina Victoria -no de dinero, ustedes ya saben de qué- tal
cantidad de plata que Inglaterra era prácticamente de ellos. Pero pagaron las
consecuencias los judíos alemanes a quien esa elite de alemanes inútiles había
llevado al desastre. Ese es el motivo del surgimiento del nacionalsocialismo de
Hitler, aunque la causa no identificada por su miserable cerebro era el no
darse cuenta de la escisión de la sociedad europea en clases e intereses ya en
época del imperialismo. Este personaje ya se dejaba ver desde su infancia: era
hijo de una campesina violada por su patrón judío, niño problema de bajísimo
cociente intelectual que nunca pudo terminar la primaria, fue también expulsado de la casa paterna
porque no lo aguantaban, rechazado de la escuela de pintura por su notoria
falta de talento, informante de la policía austríaca, resentido soldado-correo
de trinchera y herido de guerra (posiblemente le dieron esa tarea para salir de
él porque el llevar correspondencia era sumamente peligroso) y como colofón hay
que señalar sus tendencias homosexuales. Hitler, el locazo, no servía para
nada; excepto para aporrear comunistas y judíos y andar con malas juntas como
sus amigotes Himmler, Goebbels, Goering y Rohm (del que se deshizo luego porque
no se sometía a sus tonterías. Sobre la
base de la demagogia, violencia y
mentiras Hitler y sus secuaces llegan al poder y tocan una tecla
sensible entre el pueblo alemán: el altísimo desempleo, que es superado por la
producción militar y la creación de un ejército de millones de hombres que se
ocupan de guerrear, como un trabajo más. Todo cuanto sucede en la Segunda
Guerra Mundial es el antecedente necesario para la creación en 1948 del Estado
de Israel, en cuya votación final en la Asamblea General de Naciones Unidas de
ese año es decidida por un guatemalteco
-cuando no- de la familia García Granados. Un voto fue la diferencia, el
guatemalteco, en ese nefasto día para el pueblo Palestino. Previo a ese
resultado, los judíos invasores de la tierra Palestina habían iniciado años
atrás una campaña terrorista con Menahen Begin a la cabeza de la organización terrorista Irgún -después Begin fue Premio Nobel de la Paz en
1978- haciendo explotar el lujoso hotel
Rey David en Jerusalén donde murieron 49 árabes, 26 ingleses y 17 judíos. He
aquí una pequeña lista de las barrabasadas cometida por el Nobel de la Paz y
sus seguidores:
12 de diciembre de
1947:
Ametrallamiento de un autobús cerca de Haifa con un saldo de 12 muertos.
14 de diciembre de
1947: Tropas de
Haganáh atacan un pueblo árabe cerca del Tel-Aviv con 18 muertos y 98 heridos.
19 de diciembre de
1947: Haganáh ataca
un poblado árabe cerca de Safad. Dinamitan dos casas con un saldo de 10
muertos, 5 de ellos niños.
20 de diciembre de
1947: Ataque
terrorista de Aganáh contra el pueblo de Qazaza, dinamitan la casa del alcalde:
2 muertos.
29 de diciembre de
1947: Un comando
marino de la Irgún dirigida por Beguin ataca Jaffa con un saldo de 30 muertos.
30 de diciembre de
1947: Operación
comando contra la población de Balad-al- Cheik, que dejó 60 muertos.
4 de enero de 1948: Comando judío disfrazado de árabes
colocan un camión con explosivos frente al Comité Nacional Árabe en Jaffa.
Mueren 9 árabes y 71 quedan heridos. El edificio es destruido.
5 de enero de 1948: La Haganáh dinamita el hotel
Semiramis que deja 20 muertos, entre otros, el cónsul de España.
16 de enero de 1948: Dinamitan 3 casas árabes y mueren 15
árabes, 8 de ellos niños.
19 de enero de 1948: 200 judíos atacan la población de
Tannovra y matan a 2 árabes.
20 de enero de 1948: Edificio quemado en Katamon.
31 de enero de 1948: Dinamitan edificio en Yazour y matan
a 8 personas.
9 de febrero de 1948: Incendian edificio comercial en el
centro de Jerusalén.
21 de febrero de 1948:
Ataque judío con
morteros con el sector árabe de Haifa con un saldo de 6 muertos y 36 heridos.
21 de febrero de 1948: Fusilamiento de 17 árabes en las
calles de Tireh, sin que mediara ningún ataque previo.
15 de febrero de 1948: Ataque contra el poblado de Saasa
dinamitando 30 casas, con un saldo de 60 muertos, mujeres en su mayoría.
3 de marzo de 1948: La organización terrorista judía
Stern dinamita el edificio Salam en Jerusalén, matando a 14 árabes e hiriendo a
26.
13 de marzo de 1948: 3 casas quemadas en Katamon y
ametrallamiento a poblado cerca Haifa. En Husseinia son dinamitadas 12 casas.
La organización terrorista judía Haganáh destruye el poblado de Kfar y mata a
30 árabes.
5 de abril de 1948: Masacre de Deir Yassin. Un comando
de la Irgún dirigida por Menahen Beguin destruye el poblado fronterizo a
Jerusalén. La Cruz Roja recoge 254 cadáveres, incluidos niños y mujeres.
12 de abril de 1948: Ataque a Koloniah con un saldo de 14
árabes muertos.
13 de abril de 1948: Comando de la Irgún incendia Abou
Shusha.
16 de abril de 1948: El poblado árabe de Sud de Castal es
destruido con morteros. Comando judío ataca el antiguo campo militar británico
de Tel Litvinsky y masacra 90 árabes allí refugiados.
19 de abril de 1948: 14 árabes mueren al ser dinamitada
una casa en Tiberíades.
20 de abril de 1948: Dinamitan 18 casas en los poblados
de Beit Siruk y Biddu.
22 de abril de 1948: La Haganáh ataca Haifa matando a 60
árabes, la población huye y es ametrallada en la carretera con un saldo de 22
muertos.
25 de abril de 1948: Bombardeo sobre Haffa, obligando a
los árabes a abandonar sus casas, que son saqueadas y destruidas.
28 de abril de 1948: La Irgún dinamita el puesto de
policía Manshteh.
11 de julio de 1948: Moshé Dayán dirige el ataque con el
pueblo de Lyda, para obligar a la población a abandonarlo. Lo mismo ocurre
enseguida en Ramble. Treinta mil árabes huyen de sus casas.
12 de julio de 1948: Los árabes que se resisten a
abandonar Lyda son ametrallados casa por casa, lo cual deja un saldo de 250
muertos.
Y lo consignado anteriormente es tan solo un año de terror judío
contra la población árabe. Las explicaciones de este terror es porque los
ingleses se retirarían de Palestina 15 de abril de 1948 y darían el mandato a
la ONU el 1 de mayo de 1948, es decir, el truquito terrorista era para que en
ese mes disponible, los judíos hicieran diabluras sangrientas y que cuando
llegara la misión de la ONU, pues, sencillamente, “esas tierras eran de ellos”,
botando de esa manera a miles de palestino que hasta la fecha siguen errantes
por el mundo. Sin embargo, la independencia del “Estado” de Israel fue el 14 de
mayo de 1948.
En fin, lo que han dado por llamar el pueblo
judío es una población europea superpuesta, impostada sobre un territorio que
abandonaron durante más de dos mil años y que luego el colonialismo inglés le
da vida a través del sionismo, no por otras cosa que no haya sido el dinero. El
pueblo judío como tal dejó de existir hace más de dos mil años y los blancos
que hoy lo habitan son solo gente de religión judía, ideología religiosas
revitalizada con fines políticos de ocupación, en contra de la justicia y la verdad
histórica. Por eso reitero, los judíos no existen.
Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.