Cuando
se conoce que 14 millones de sus 30 millones de habitantes estan involucrados
directa o indirectamente en el cultivo y procesamiento de la amapola, se
comprende el porqué se afirma que Afganistán se ha convertido en un estado
productor de heroína debido a la ocupación estadounidense.
AFGANISTÁN, EL REINO DEL OPIO
Por Hedelberto López Blanch
Sabía usted que la producción de opio en Afganistán ha ascendido en una
enorme espiral ascendente desde que los talibanes fueron expulsados del
gobierno en 2001 por la invasión estadounidense.
Los cultivos y producción del estupefaciente se han convertido en la
principal fuente de divisas del régimen de Hamid Karzai, impuesto por Estados
Unidos después de la ocupación del país.
Datos de Organizaciones No Gubernamentales afirman que esa nación obtiene
del negocio de la droga, el 25 % de su Producto Interno Bruto, mientras la
Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes de las Naciones Unidas,
señaló en un informe que en 1999 el talibán había ilegalizado su cultivo y dos
años más tarde la planta estaba prácticamente erradicada.
Si antes la producción estaba cernida a determinadas zonas, ahora alcanza a
casi todo el país y el abastecimiento llega a cubrir al 85 % del mercado
europeo y el 35 % del estadounidense.
Millones de afganos pobres sobreviven de la siembra de la planta pero
reciben míseros dividendos por esa actividad, mientras los llamados Señores de
la Guerra (que controlan tribus y zonas estratégicas del país) así como
integrantes del gobierno central, tienen dinero y capacidad para realizar la
producción del opio a gran escala.
En muchas ocasiones se ha denunciado que numerosos miembros de las fuerzas
de ocupación y de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) norteamericana,
forman parte del lucrativo negocio pues se necesitan transportes y grandes
contactos para atravesar fronteras y poner la droga a disposición de los
consumidores en las naciones occidentales.
Uno de los principales traficantes de Afganistán, era el hermano del
presidente y gobernador de la provincia de Kandahar, Ahmed Wali Karzai que por
su accionar fue asesinado hace dos años.
Christina Orguz, ex representante en Afganistán de la Oficina de Naciones
Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) significó que hasta hace tres años,
la mayor parte de la droga con que se traficaba en el país asiático era opio,
pero hoy cerca del 90 % se convierte en morfina y heroína antes de venderlo al
exterior.
El refinado se realiza en cientos de laboratorios artesanales que han
surgido por todo el territorio y enfatizó que si se sobrevuelan las zonas de
producción se ven muchas columnas de humo en las alturas, que son los
laboratorios.
Resulta difícil creer que Estados Unidos, con decenas de miles de soldados
que ocupan el país por tierra, aire y mar, no conozca en dónde se procesan y
las rutas por donde se exportan esas drogas.
El opio proviene de una planta llamada amapola cuya flor al eclosionar
produce una leche que se colecta y se vende. Después se debe realizar un
tratamiento químico para el que se necesita disponer de laboratorios para
procesar el líquido y convertirlo en heroína o morfina.
Según datos conservadores, la ocupación le ha costado a los contribuyentes
norteamericanos alrededor de 1,25 millones de dólares, mientras miles de sus
hombres y de la OTAN han muerto o resultaron heridos en los constantes combates
y atentados.
La contraparte, es decir, el pueblo afgano con sus 30 millones de
habitantes, ha sufrido en estos 12 años una completa debacle. Más de 100 000
civiles han muerto por las fuerzas de la OTAN, cerca de 750 000 han abandonado
el país, 10 millones están desocupados, el 85 % son analfabetos.
A lo anterior se suma la casi total carencia de agua potable y
alcantarillado; 55 % de los niños estan desnutridos; diariamente mueren 600
infantes por enfermedades evitables. Baste un solo ejemplo: el 80 % de la
población de Kabul, la capital, vive en asentamientos no planificados en
condiciones infrahumanas.
Ya no se habla de la promesa de los ocupantes de llevar adelante la
reconstrucción del país, aunque han desaparecido miles de millones de dólares
que estaban destinados a esos fines.
Para 2014, Estados Unidos prevé dejar 9 000 soldados en suelo afgano y una
contribución menor de algunos de sus aliados, pese a que en los últimos tiempos
se ha recrudecido la violencia y los rebeldes han estado mucho más activos.
Pese a esa amarga situación, los altos militares del Pentágono y las
transnacionales de armamentos, no quieren abandonar el país, pues antes de
regresar a casa quieren que las enormes pérdidas en Afganistán se vean
justificadas.
Además, en el subsuelo de la nación asiática ya se han descubierto grandes
yacimientos de cobre, oro, zinc, plata, aluminio, azufre, molibdeno, lazurita,
hierro, cobalto, wolframio, mármol, uranio, y tierras raras como niobio y
torio, lo cual significa un gran pastel para repartirse en años futuros.
Entre las intenciones que tenía la administración de George W. Bush para
invadir Afganistán se encontraba la del control geopolítico de la zona, con
miras a romper la influencia de Rusia, impedir la reunificación euroasiática
bajo Moscú, y también contrarrestar el accionar económico, político y cultural
de China e Irán en la región.
Hoy la situación es diferente a lo previsto. El gobierno impuesto en Kabul
es débil, sin poder controlar la inmensa inseguridad existente pese a las
tropas extranjeras en su suelo; el país esta destruido y empobrecido y las
familias han seguido dos caminos: enfrentarse a los ocupantes o tratar de
sobrevivir con el negocio del opio.
Cuando se conoce que 14 millones de sus 30 millones de habitantes estan
involucrados directa o indirectamente en el cultivo y procesamiento de la
amapola, se comprende el porqué se afirma que Afganistán se ha convertido en un
estado productor de heroína debido a la ocupación estadounidense.
Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.
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