Panzós es un nombre
que no podrá borrarse de la historia de Guatemala. Es terrible, pero es así. Es
uno de esos nombres geográficos que sintetizan una tragedia, todo un período
histórico, toda una situación.
P A N Z Ó S
Por Manuel José Arce
(De la serie “Pensando
Tonterías” VI)
Hay fechas, gestos, palabras, nombres, lugares
que se quedan fijos para siempre en la historia de los países, de los pueblos.
Cuando decimos, por ejemplo, “Waterloo”, no
necesitamos especificar nada más. Cuando decimos “La noche de San Bartolomé”.
Cuando decimos “14 de julio”. Cuando decimos “Guernica”. Cuando decimos “Aldea
Rosa” o “Hiroshima”.
Es terrible lo que le ha sucedido al presidente
Laugerud, ya en los finales de su gobierno. Ese nombre: “Panzós” es de los que
se quedan en la historia, indelebles.
Frente a la dimensión descomunal del hecho,
sobran los calificativos. Las excusas, las justificaciones sobran.
Una vez más, la opinión internacional pone ojos
de asombro ante las cosas que ocurren en nuestro pequeño país. Y nosotros,
nosotros mismos que vivimos aquí, que día a día vemos en la prensa diaria
correr el innecesario río de sangre, que ya casi tenemos vacuna de indiferencia
(si no la tuviéramos habríamos enloquecido una y mil veces a causa de esta
marejada de muerte que no se detiene), nosotros mismos, digo, los guatemaltecos
que ya tenemos callos en los ojos y en el alma de tanto ver la tragedia, no
podemos menos que sentir un terremoto adentro, una sacudida terrible al pensar
en Panzós.
¿Fueron treinta y pico? ¿Fueron ochenta?
¿Fueron cien los muertos? Se discute sobre la cifra total de víctimas. ¿Pero es
que no nos damos cuenta de que es todo un país la verdadera y definitiva
víctima? ¿Es que no nos damos cuenta de que es toda una clase social la
víctima? La clase, por cierto, que realiza la posibilidad de vida de este país.
Los campesinos, los indios, los desposeídos. No se les está dejando camino:
muerte por bala. Muerte por hambre. Muerte por miseria, enfermedad curable,
abandono. Muerte.
¿Qué clase de locura es ésta? ¿Por qué esta
guerra contra nuestro pueblo?
No es necesaria la intervención de ningún
dirigente político de otro país. No es necesaria la prédica ideológica de
nadie. No es necesaria sino la realidad para llevar a las grandes masas de
guatemaltecos desheredados a la desesperación.
Vasta ver la ciudad capital con sus profundos
barrancos llenos de miseria, con sus víctimas del terremoto social; basta ver
la realidad de los campesinos en el interior del país; bastan hechos como éste
de Panzós para explicarnos ese terror pánico que lleva a masacres de tal
magnitud: la miseria de un pueblo pesa sobre las conciencias. No se puede
acumular tanta riqueza al lado de tanta miseria sin sentir miedo.
Y el miedo lleva a la locura. Y la locura fue
lo que ocurrió en Panzós. Miedo de ver campesinos que han juntado su hambre y
su miseria. Miedo ciego y homicida.
Panzós es un nombre que no podrá borrarse de la
historia de Guatemala. Es terrible, pero es así. Es uno de esos nombres
geográficos que sintetizan una tragedia, todo un período histórico, toda una
situación.
No es posible que haya tanta ceguera. No es
posible que los oídos estén tan sordos frente al clamor. No es posible. No es
posible. No es posible.
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