Contradiciendo la hipótesis
que ve el intento de golpe de Estado militar en Turquía como una maniobra
estadounidense contra el presidente Recep Tayyip Erdogan, Thierry Meyssan
propone una visión mucho más amplia en la que se integran la anterior dimisión
del primer ministro Ahmet Davutoglu y el restablecimiento de las relaciones
comerciales de Turquía con Israel, Irán y Rusia. Y también anticipa lo que ha
de ser la nueva estrategia de Ankara.
LA NUEVA DOCTRINA
ESTRATÉGICA TURCA
Por Thierry Meyssan
Durante el intento de golpe de Estado, los
islamistas del AKP decapitaron a varios soldados y tiraron las cabezas al
Bósforo. En esta imagen, un islamista utiliza un cinturón para
flagelar a los soldados desarmados. El ejército laico de Turquía es objeto
de una amplia purga en la que son sancionados y apartados de sus puestos gran
número de militares que nada tuvieron que ver con la intentona golpista.
La comprensión de los hechos que se han producido en Turquía durante
los tres últimos meses, principalmente desde la renuncia del primer ministro
Ahmet Davutoglu (el 22 de mayo) y el intento de golpe de Estado (el 15 de
julio), se ha visto lastrada por los numerosos errores de interpretación
cometidos.
El falso golpe de Estado
Liquidemos, para comenzar, todo lo absurdo que se ha dicho sobre el golpe
de Estado. Todos los autores se muestran de acuerdo sobre dos
aspectos:
El golpe de Estado se organizó, en
coordinación con Estados Unidos, desde la base de la OTAN en Incirlik
y recurriendo a la fuerza aérea turca, que se halla bajo control de la
transnacional estadounidense Lockheed Martin;
El golpe se planeó de forma tal que
fracasara, como demuestra la ausencia de acciones contra los dirigentes del régimen
y de su partido –el AKP– y contra el Palacio Presidencial, centro
estratégico del poder. Además, algunos golpistas estaban de acuerdo con el
presidente Erdogan ya que dos aviones de guerra “rebeldes” escoltaron
el avión del presidente a su regreso a Estambul.
En base a esos elementos, sólo son posibles dos interpretaciones:
El intento de golpe fue una advertencia de
Estados Unidos al presidente Erdogan, como un llamado a que se comporte
más dócilmente, advertencia que parece haber fracasado,
o Estados Unidos y el presidente
Erdogan planearon el golpe de forma conjunta, como pretexto para actuar contra toda
forma de oposición.
En todo caso, es visible el hecho que, a pesar de las apariencias
y declaraciones oficiales, la purga ulterior favorece los intereses comunes de
Estados Unidos y del presidente Erdogan.
En efecto, Turquía es hoy en día el padrino de la Hermandad Musulmana y de
su rama armada, el yihadismo internacional. Desde esa posición, Turquía sigue
manejando los hilos que controlan simultáneamente a los «rebeldes
sirios» y al Emirato Islámico (Daesh), por cuenta de Washington. Pero
esa posición de Turquía es incompatible con su condición de miembro de
la OTAN.
En un primer momento, Washington pensó resolver el problema deshaciéndose
del presidente turco. La CIA aconsejó una transformación del HDP (partido
de las minorías, fundamentalmente kurdo), pero esa formación política “perdió”
–en noviembre de 2015– las elecciones descaradamente “arregladas” por
el AKP [1]. Así que Washington aceptó mantener a Erdogan en la
presidencia, pero decidió sacar a Turquía de la OTAN.
La OTAN se creó, después de la Segunda Guerra Mundial, a pedido de las
élites de Europa occidental que temían verse desplazadas, democráticamente o
no, por los comunistas, según el esquema del «golpe de Praga». Durante
la guerra fría, la alianza atlántica se convirtió en una máquina de
guerra contra la Unión Soviética y necesitaba entonces grandes cantidades de
tropas. Ese factor condujo, en 1952, a la inclusión de Turquía,
país que resultó indispensable durante la guerra de Corea y, posteriormente, en
la llamada Crisis de los Misiles del Caribe.
Sin embargo, después de la desaparición de la URSS, la OTAN siguió
existiendo. Lejos de disolverse, sólo se transformó –en 1999–
en policía del mundo unipolar, con el llamado «Nuevo Concepto
Estratégico». A partir de ese momento, todos los ejércitos de
la OTAN fueron adaptados, en el plano cualitativo, a la nueva función de
la alianza atlántica, poniendo fin a la conscripción (o servicio militar
obligatorio) y recurriendo a la alta tecnología. Por consiguiente, la
presencia de Turquía en el seno de la OTAN, considerada absolutamente
necesaria en 1952, ha dejado de serlo hoy en día.
La OTAN organiza cada dos años una cumbre que reúne a los jefes de Estado
y/o de gobierno de los países miembros. Pero Washington ya convocó una cumbre
extraordinaria de la OTAN que tendrá lugar en Bruselas, en julio de
2017. En ese encuentro, Turquía será excluida de la OTAN para permitir a
Washington seguir negando su propia responsabilidad en el terrorismo
internacional.
Observemos de paso que el AKP acusa sistemáticamente al ejército turco
en general de colaboración con Estados Unidos. El AKP produjo
incluso un film de ficción sobre el Gladio, el ejército secreto de la CIA/OTAN,
y condenó a más de 200 oficiales de alto rango por conspirar contra el
Estado turco (en el llamado proceso Ergenekon) [2]. Pero las condenas
acabaron siendo anuladas y los oficiales fueron puestos en libertad.
En realidad habían tratado de establecer relaciones con las fuerzas
armadas de la República Popular China, o sea quisieron alejarse del
Pentágono. Ahora los acusan, injustificadamente, de ser golpistas.
La única objeción posible a la tesis de la complicidad entre Washington y
Erdogan en el asunto del golpe de Estado, es el futuro del Hizmet, el
movimiento de Fehtullah Gulen. El Hizmet es indispensable para la CIA
en África, en los Balcanes y en Asia Central. Pero ahora ha perdido
su financiamiento turco. En los próximos meses veremos qué solución ha previsto
Washington para ese problema.
Subrayamos, de paso, que Gulen no tiene nada que ver con el golpe
de Estado ya que el propio Gulen pertenece a una escuela islamista
diferente mientras que los golpistas son kemalistas.
La expulsión del primer ministro Davutoglu
Veamos ahora la “dimisión” del primer ministro Ahmet Davutoglu,
dos meses antes del intento de golpe de Estado.
Después de trabajar en Malasia como profesor de ciencias políticas,
Davutoglu publica en 2001 su Stratejik Derinlik: Türkiye’nin
Uluslararası Konumu (Profundidad estratégica). Basándose en las tesis
de Dimitri Kitsikis, Davutoglu preconiza un neo-otomanismo que devuelve a
Turquía su papel de potencia regional. Según Davutoglu, la creación de un
nuevo imperio turco-mongol debe concretarse en dos etapas. Primeramente,
habría que reanudar las relaciones diplomáticas con los vecinos de Turquía
(política de «cero problemas con los vecinos») y apoyar después
el islam en los países vecinos como medio de unificarlos.
En 2003, Davutoglu se incorpora al gobierno del premier ministro Erdogan y
se convierte en su consejero diplomático hasta 2009. Durante ese periodo,
Davutoglu pone en práctica la primera parte de su programa y logra,
efectivamente, resolver todos los problemas con los vecinos que Turquía había
heredado de la época otomana –exceptuando la cuestión armenia, que data de los
tiempos de los Jóvenes Turcos, y el problema chipriota, heredado de Henry
Kissinger.
En 2009, ya nombrado ministro de Relaciones Exteriores, Davutoglu cierra
con broche de oro esa primera etapa negociando el Mercado Común
Siria-Turquía-Irán y pasa a la segunda fase de su proyecto. Después de la
disputa de Davos entre Erdogan y Shimon Peres, a finales de 2009,
Davutoglu organiza la «Flotilla de la Libertad» en apoyo
al Hamas y entra en conflicto directo con Israel, que comete un
acto de piratería al abordar en aguas internacionales el barco Mavi
Marmara, que navega bajo bandera turca. Posteriormente, Davutoglu apoya a
la Hermandad Musulmana en Siria, oponiéndose así a la República laica de
ese país árabe.
Lo mínimo que puede decirse es que esta política fracasó y que llevó a
Turquía a un callejón sin salida. Durante la segunda fase del proyecto de
Davutoglu, Ankara se vio nuevamente en conflicto con todos sus vecinos,
exceptuando Azerbaiyán, o sea que pasó de «cero problemas con los
vecinos» a algo que podríamos llamar «cero vecinos sin problemas».
Es por eso que el ahora presidente Erdogan decidió, en mayo de 2016,
cambiar de estrategia y reemplazar a Davutoglu por Binali Yildirim. El objetivo
final sigue siendo fundar un nuevo imperio turco-mongol, pero tratando ahora de
unificar primero la propia Turquía para extender después su modelo a los
países vecinos.
Yildirim es un jefe de la mafia turca que garantizó el financiamiento del
AKP desde la creación misma de ese partido. Recurriendo al soborno,
Yildirim se relacionó con gran parte de las grandes empresas turcas y
ahora está deshaciéndose de las que se le resistieron.
En el marco de la nueva doctrina estratégica turca, Ankara ya restableció
buenas relaciones, al menos en el plano comercial, con algunos de sus
vecinos.
A finales de junio, Turquía firmó con Israel, en Roma,
un acuerdo mediante el cual ambos países restablecen sus relaciones
diplomáticas. Intercambios a altos niveles con Irán lograron mantener
intensos vínculos económicos, a pesar de la guerra en Siria. Además,
discretas consultas sobre el tema kurdo se desarrollan con la mayor
discreción. Y, para terminar, el presidente Erdogan se disculpó
recientemente ante su homólogo ruso por el derribo del avión de la fuerza
aérea rusa en el norte de Siria y restableció los intercambios económicos
con Rusia la semana pasada.
Evolución futura
Quedan pendientes 4 temas:
El apoyo a los yihadistas en la frontera del Golán
Desde finales de 2014, los cascos azules de la FNUOS (Fuerza de las
Naciones Unidas para la Observación de la Separación [entre las fuerzas armadas
de Siria e Israel]) se retiraron de la tierra de nadie instituida por
la resolución 338, cediendo ese espacio a los hombres de al-Qaeda,
respaldados por las fuerzas armadas de Israel. Yo revelé
la existencia de un acuerdo entre Moscú y Washington para obligar a
Tel Aviv a suspender su apoyo a los terroristas y aceptar el regreso de la
fuerza de la ONU [3]. Ankara podría tratar de ocupar ese terreno
pero, a falta de un corredor de comunicación desde Turquía hacia
el sur de Siria, eso resultaría imposible. Por lo pronto, los
británicos organizaron un “cambio de etiqueta” de la representación de
al-Qaeda, con el anuncio del cambio de nombre del Frente al-Nusra,
probablemente en un intento de dar de largas a la situación en Siria.
El apoyo a los yihadistas en el este de Alepo
La intervención del estadounidense Jeffrey Feltman, secretario general
adjunto de la ONU, para tratar de poner bajo control de la ONU los
corredores humanitarios abiertos en Alepo, demuestra la eficacia del cerco
implantado por el Ejército Árabe Sirio, aunque la propaganda occidental afirma
que los yihadistas lograron romper ese cerco. A raíz del cierre de la vía
de comunicación con la frontera turca, Ankara sólo podría mantener su presencia
en el este de Alepo si contara con respaldo entre la población,
así que tendrá que acabar resignándose rápidamente a la nueva situación.
El apoyo a los yihadistas en Raqqa y Mosul
Sólo la población de al-Anbar, en Irak, es exclusivamente sunnita y favorable
a los yihadistas. Turquía tendría entonces que luchar contra el Emirato
Islámico en Raqqa (Siria) y seguir apoyándolo en Mosul.
En definitiva, mantener un Emirato Islámico en al-Anbar representa para
Washington su única posibilidad de cortar la «ruta de la seda» mientras
sigue aparentando apoyar la paz en Siria
El tema kurdo
El proyecto del AKP, que cuenta con el apoyo de París y el aval
de Washington, consiste en crear un Estado kurdo fuera de Turquía y
expulsar a los kurdos del PKK hacia ese nuevo Estado. Durante los últimos años,
se acordó instalar ese «Kurdistán» en el norte de Siria, en
una zona arabo-cristiana, después vaciar ese espacio de sus habitantes
históricos. Ese proyecto cuenta con el respaldo de algunos responsables y
miembros del PKK, deseosos de crear su propio Estado, en cualquier lugar y
sin importarles el hecho que eso los llevaría a verse en una situación tan
ilegítima como la de Israel en Palestina después de la Nakba.
Así que los kurdos tendrían que aclarar su posición en los próximos
meses. Hasta ahora han actuado como aliados de todas las partes que luchan
contra el Emirato Islámico, lo cual les permitió liberar la ciudad árabe
de Manbij y considerarla como el embrión de su nuevo Estado en el norte
de Siria. En lo adelante, es posible que se dividan entre
pro-estadounidenses y pro-rusos. Será entonces el momento de evaluar la
viabilidad real de un «Kurdistán» en tierras que
no pertenecen a los kurdos.
En definitiva, cuando se hayan resuelto todos esos problemas y se haya
instalado la dictatura, Turquía tratará nuevamente de extender su modelo a
los países vecinos, probablemente comenzando con los que hayan mostrado
su cobardía desviando la mirada para no ver los métodos del régimen
de Erdogan.
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