viernes, 22 de marzo de 2013

LA DESTRUCCIÓN DE IRAQ



Los nacimientos defectuosos, los casos de cáncer y la mortalidad infantil se han ido por las nubes. Los suministros de agua, plantas para el tratamiento de aguas negras, hospitales, puentes y los suministros de electricidad han sido devastados y no se han reparado. La asistencia médica, nutrición y la educación no guardan ninguna semblanza a lo que eran antes de la guerra. Y se debería recordar que el cuidado médico y la nutrición ya estaban deteriorados como consecuencia de la guerra económica declarada por medio del más exhaustivo conjunto de sanciones económicas jamás impuestas sobre un país en la historia moderna.



EL DÉCIMO ANIVERSARIO DE LA
DESTRUCCIÓN DE IRAQ


Este mes de marzo se eta celebrando el 10º aniversario de la invasión y destrucción de Iraq. Si hay algo que celebrar  esto estará a cargo de los alucinados y malvados arquitectos de uno de los peores eventos de la historia mundial y de un público que en grandes proporciones en los Estados Unidos ignora la extensión y la realidad del daño que su gobierno le ha causado al pueblo iraquí y de cómo los horrores experimentados ahí en Iraq se comparan a otros  sucesos que han teñido de sangre, dolor y miseria la historia del mundo. Una gran mayoría del público estadounidense influenciado por la propaganda desinformativa de los grandes consorcios de la prensa capitalista creen, que la guerra desde el 2003 ha dañado a los Estados Unidos sin embargo aceptan la maliciosa idea de que ha beneficiado a Iraq. Un buen número del público no solo cree que los iraquíes deben estar agradecidos, sino que, de hecho lo están.

Muchos académicos norteamericanos haciendo uso de una mal interpretación de lo acontecido en Iraq se han dedicado a promover el dudoso argumento de que los conflictos bélicos están disminuyendo en el mundo. La devastación, como lo documenta David Swanson en el reporte “Iraq War Among World’s Worst Events” (La guerra de Iraq entre los peores eventos de la historia mundial), recientemente hecho público, ha sido tan terrible que difícilmente deje espacio para dudar de la magnitud destructiva de esta acción imperialista y del daño emocional permanente que ha sido heredado al pueblo iraquí.

Entre los datos que se ofrecen en el reporte, un resumen que compila 10 años de trabajo científica y exhaustivamente realizado, se puede leer lo siguiente: Iraq sufrió la pérdida de 1.4 millones de vidas como resultado de OIL (Operation Iraqui Liberation), adicionalmente 4.2 millones de personas resultaron heridas y 4.5 millones se convirtieron en refugiados. Los 1.4 millones de muertos equivalía al 5% de la población. Eso es comparable al 2.5% que perecieron en la Guerra Civil de EEUU, o al 3 ó 4% en Japón durante la Segunda Guerra Mundial, 1% en Francia e Italia, menos del 1% en el Reino Unido y 0.3% en los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial. En números absolutos como en porcentaje de la población los 1.4 millones de muertos en Iraq son mucho más altos que esas otras horribles perdidas. Las muertes de Estados Unidos en Iraq desde el 2003 equivalen al 0,3% del total, aun si esta información ha sido servida en su totalidad por los medios de prensa, la misma ha servido para prevenir que el público que consume las noticias comprenda la magnitud del sufrimiento del pueblo iraquí.

Entre otros hechos destacados en el reporte, se mencionan los 29, 200 ataques aéreos durante la invasión en el 2003, seguidos por otros 3, 900 en los ocho años que siguieron. El ejército de Estados Unidos hizo blanco de sus ataques a civiles, periodistas, hospitales y ambulancias. Además recurrió al uso de lo que algunos llamarían “armas de destrucción masiva”, como las bombas de racimo, fosforo blanco, uranio reducido y una nueva clase de napalm en áreas urbanas densamente pobladas. 

Los nacimientos defectuosos, los casos de cáncer y la mortalidad infantil se han ido por las nubes. Los suministros de agua, plantas para el tratamiento de aguas negras, hospitales, puentes y los suministros de electricidad han sido devastados y no se han reparado. La asistencia médica, nutrición y la educación no guardan ninguna semblanza a lo que eran antes de la guerra. Y se debería recordar que el cuidado médico y la nutrición ya estaban deteriorados como consecuencia de la guerra económica declarada por medio del más exhaustivo conjunto de sanciones económicas jamás impuestas sobre un país en la historia moderna.

El dinero gastado por los Estados Unidos en la “reconstrucción” de Iraq siempre fue menos del 10% de lo que se dedicaba en seguir sumándole al daño, y la mayor parte de ese dinero nunca fue utilizado para beneficio alguno. Al menos una tercera parte fue gastada en “seguridad”, mientras que el resto hizo parte de los actos de corrupción de los militares de EUA y de sus contratistas.

La clase educada que podría haber ayudado en la reconstrucción de Iraq huyó del país. A inicios de los años 1990, Iraq poseía las mejores universidades en Asia Occidental. Hoy en día Iraq lidera en analfabetismo, con la población de maestros en Bagdad reducida en un 80%.


Durante los años de la ocupación, las fuerzas agresoras rompieron el tejido social de Iraq, incitaron la violencia étnica y sectaria resultando en un país segregado y en la represión de los derechos que aún bajo el brutal Estado policial de Saddam Hussein los iraquíes solían disfrutar.

Sin embargo, y a pesar de que los efectos catastróficos provocados por la animosidad y ambición imperialista sobre el pueblo de Iraq son de sobra evidentes, todavía existen quienes tratan de justificar lo que no puede ser justificable y de encontrar el lado positivo a un acto de barbarie sin límites que viola cualquier precepto moral y legal. Así por ejemplo, Madeline Albright, al preguntársele a cerca de los  niños que habían perecido a causa de las sanciones económicas impuestas a Iraq, dijo que ella creía que el medio millón de niños muertos “valía la pena”.  

En los párrafos que siguen a continuación y que forman parte del reporte “Iraq War Among World’s Worst Events,” se documentan algunas de estas actitudes:

Mentiras: Las peores vienen después de la guerra

Mentiras son dichas antes, durante y después de las guerras, y son esas que se dicen después las que  enseñan a las futuras generaciones que las guerras son aceptables. Sin mentiras a cerca de las pasadas guerras, las guerras futuras nunca se contemplarían del todo, ni siquiera como “un último recurso”. Sin mentiras a cerca de la Segunda Guerra Mundial y las que la precedieron, no habría habido guerras en Corea o Vietnam. Sin mentiras a cerca de esos conflictos no habría habido guerras desde entonces. No hay que minimizar la importancia de exponer las mentiras dichas antes de una nueva guerra, necesitamos reconocer que esas mentiras se erigen sobre los hombros de todos los mitos acumulados y la desinformación sobre guerras previas. Cuando el presidente Obama escaló la guerra en Afganistán, el afirmó que la Guerra en Iraq había sido un éxito. En estos momentos el Pentágono está invirtiendo $65 millones en el “Proyecto para la Conmemoración de Vietnam” para transformar la catástrofe en una noble causa. En este preciso momento OIL está siendo embellecida.

Aquí está David Frum en marzo 13, 2013, diciendo algunas mentiras: “A menudo se decía que la guerra en Iraq serviría únicamente para fortalecer a Irán. … Sin embargo, hoy en día, la afirmación de que ‘Irán ganó’ luce mucho más dudosa. La guerra en Iraq ha provocado un enorme cambio en la producción de petróleo a nivel regional. Iraq está retornando al mercado mundial del crudo, masivamente. El pasado año Iraq produjo más petróleo que en ningún año desde la primera Guerra del Golfo. De acuerdo a

algunos estimados Iraq muy pronto desplazará a Rusia como el segundo exportador mundial del crudo. Mientras tanto, Irán ha salido de entre los 10 principales países exportadores a nivel mundial. El retorno de Iraq al mercado mundial del crudo ha facilitado las sanciones que han dado lugar a la salida de Irán. Si Iraq fuera todavía gobernado por Saddam Hussein, es muy difícil imaginar que los países de occidente se hubieran atrevido a tomar su actual línea dura contra Irán. Y por supuesto, si Saddam Hussein hubiera permanecido en Iraq después del 2003, el también se habría beneficiado del precio de $100/barril de petróleo con lo cual financiaría las ambiciones militares de su régimen”.

Aquí el comentarista político David Frum, quien redactaba los discursos de G.W. Bush, justifica la guerra en Iraq porque ha facilitado las amenazas de guerra y las sanciones económicas contra Irán, como también porque de no haber removido a Saddam Hussein significaría que él  todavía estuviera en el poder, como si, en primer lugar, los Estados Unidos nunca lo hubiera respaldado.

David Frum continúa:

“La guerra fue costosa y erróneamente conducida. Causo mucho daño a la credibilidad internacional de los Estados Unidos….La guerra causó la muerte de 4,000 americanos y dejó a miles más seriamente heridos. Si hubiéramos sabido todo esto con anticipación, la guerra nunca se habría peleado. Pero sería un error decir que no se logró nada positivo de la guerra. Y es un error cerrar nuestros ojos a las horribles consecuencias de haber dejado a Saddam en el poder”.

Ahora que se conmemora el 10º. aniversario de la invasión de Estados Unidos y sus aliados europeos a Iraq, las guerras en el Medio Oriente se han desplazado de las primeras páginas de los periódicos a los libro de texto que más bien parecen haber sido escritos por el Pentágono. En lugar de incentivar el pensamiento crítico que podría cuestionar las políticas intervencionistas del gobierno de los Estados Unidos, se expone una versión esterilizada que presenta la guerra contra Iraq como razonable e inevitable con apenas pequeñas insinuaciones de la oposición a la misma. En estos momentos los actores intelectuales de semejante atrocidad siguen destacando, sin ningún remordimiento, el éxito de su campaña y el advenimiento de la democracia en el destruido Iraq. Igualmente, siguen alabando las bondades de la intervención “humanitaria” en Libia y no se cansan de exigir la intervención directa en la sitiada Siria, como tampoco, cejan en su afán de querer “democratizar” a Irán.












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martes, 19 de marzo de 2013

EL GENERALETE MEADO




Cualquier cosa que diga o no diga será usada en mi contra”, le dijo el generalete a los reporteros antes del juicio. “Tengo que mantenerme callado. Me estoy manteniendo callado”.

"En este momento se declara abierto solemnemente el presente debate" dijo la Juez presidenta del tribunal dando un golpe con el mazo.



EL GENERALETE MEADO.












El meado que se orinó
sentado en su poltrona,
de generalete en el cuartelón,
de presidente que a mansalva masacró,

tres meadas desde antes tenía
y el hedor lo sobrepasó,
hirvió en sus propios caldos
de miedo y putrefacción,
la sangre tiesa en sus manos,
costra le hizo ya,
el meado tres meadas tenía
y le faltan mil meadas más.

tan grande fue la cuarta meada
que de abogados tuvo que cambiar, contrató a otro que cagado estaba ya

el cagado que con su hedor
noqueó en el tribunal
las mentiras que el meado hacía recitar,
un rìo de aguas negras le atravesó los intestinos
y salió como chorrío
cuando el juicio iba iniciar

Un costal de olotes
Preparó la defensa
Y hojas del cafetal
El meado ya estaba cagado
Y no se quiso limpiar

Ahora no sólo hedía
La sala en el tribunal
Los huevitos tibios
Hielo se le hicieron ya

La justicia lo ve a la cara
Y él quiere estornudar
Pero sabe que si lo hace
Se vuelve a cagar

El meado cuatro meadas tenía
Y una cagada en el tribunal
La historia lo sentó en la silla
Para que se cague mil veces más

General, generalete
No nos vaya a vomitar
Póngase un olote en el cubilete
Y disfrute de su tribunal.



Ilka.
Marzo 19 de 2013.

Ya huele a Huelga de Todos los Dolores y sobre todo a justicia, ¡aquí está tu son Chabela!









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DE BERGOGLIO A FRANCISCO



(…)"Si le doy de comer a los pobres, me dicen que soy un santo. Pero si pregunto por qué los pobres pasan hambre y están tan mal, me dicen que soy un comunista." No basta con la humildad ni con la confraternización con los pobres: de lo que se trata es de enseñarles que la pobreza no es resultado de un designio divino o de un capricho de la naturaleza sino un producto histórico de una sociedad llamada capitalista, máquina implacable de fabricar pobreza y miseria y a la cual la Iglesia jamás tuvo la osadía de condenar a pesar de su intrínseca malignidad. De los dichos y los hechos de Francisco no se desprende que esto vaya a ocurrir. Es bueno que el esclavo se rebele contra su amo, pero como decía Lenin, el cambio sólo se producirá cuando aquél se rebele contra la esclavitud, contra el sistema y no sólo contra uno de sus agentes. ¿Alentará Francisco la rebelión anticapitalista de los pobres, dado que dentro del capitalismo su suerte está echada? Nada en su biografía autoriza a pensar en ese curso de acción; lo más probable será que estimule su mansedumbre y eternice su sumisión.




DE BERGOGLIO A FRANCISCO


Por Atilio A. Boron
Rebelión


Poco nuevo hay por agregar a lo mucho que ya se ha dicho sobre el Papa Francisco desde su sorpresiva elevación al trono de San Pedro. Trataré de sintetizar esta breve nota en torno a tres ejes: (a) las acusaciones sobre su actuación durante la dictadura genocida cívico-militar; (b) su política como Arzobispo de Buenos Aires y presidente de la Conferencia Episcopal; (c) el posible impacto de su pontificado sobre la realidad sociopolítica de América latina.
En relación al primer punto es indiscutible que su conducta se encuadró, en términos generales, en las deplorables líneas establecidas por la jerarquía católica. No fue un monstruo como Christian von Wernich, activo participante en la comisión de delitos de lesa humanidad y por ello condenado por la justicia argentina; o un troglodita medieval como el obispo castrense Antonio Basseoto, que propuso colgarle una piedra de molino al cuello y tirar al mar al Ministro de Salud Ginés Gonzales García por haber recomendado la utilización de preservativos. Pero tampoco fue un cristiano ejemplar como Monseñores Enrique Angelelli y Carlos Horacio Ponce de León, el Padre Carlos Mugica, los sacerdotes palotinos o las monjas francesas Léonie Duquet y Alice Domon, todos asesinados por la dictadura; o como los monseñores Miguel Hesayne, Jorge Novak y Jaime de Nevares, duros críticos del régimen militar. El por entonces Provincial de la Compañía de Jesús tuvo una conducta reprobable en relación a dos de sus directos subordinados, los sacerdotes Francisco Jalics y Orlando Virgilio Yorio, quienes ejercían su labor pastoral en una villa del Bajo Flores y que fueron secuestrados y torturados por la dictadura ante la inacción de su superior que los privó de su protección. Algunos testimonios, como el de Alicia Oliveira, rechazan estas críticas señalando su activa colaboración para salvar la vida de clérigos y laicos en peligro. Pero la evidencia documental -que no es lo mismo que una opinión- aportada en estos días por Horacio Verbitsky en Página/12 o lo que escribiera un eminente católico como Emilio F. Mignone lo tipifican como un pastor que entregó “sus ovejas al enemigo sin defenderlas ni rescatarlas”, en un caso al menos de un nieto que fue apropiado por los represores manteniendo oculta esta información por años. Lo más probable es que ambas actitudes sean ciertas, pero los buenos gestos destacados por algunos no alcanzan para opacar la gravedad de los otros. En un país en donde todos sabían de los crímenes perpetrados por el terrorismo de estado no se puede aducir ignorancia, menos que menos un sacerdote que administraba el sacramento de la confesión y en permanente contacto con el común de la gente. En su momento Bergoglio pidió perdón en nombre de la Iglesia “por no haber hecho lo suficiente" para preservar los derechos humanos ante la barbarie del terrorismo de estado; debería haberlo pedido, en cambio, por el explícito apoyo que la jerarquía le brindó a los genocidas y no por lo poco que hizo para combatirlos. ¿Neutralidad o tolerancia ante el terrorismo de estado? ¡Hum!, recordemos lo que dice el Dante en La Divina Comedia: “el círculo más horrendo del infierno está reservado para quienes en tiempos de crisis moral optan por la neutralidad.”

Pero supongamos que un examen exhaustivo e imparcial dictamine la absoluta inocencia de Bergoglio en los años de plomo. ¿Qué podemos decir de su actuación durante la reconstitución democrática posterior a la dictadura? A tono con la contrarreforma lanzada por Juan Pablo II con el apoyo y beneplácito de Ronald Reagan y Margaret Thatcher, Bergoglio se asoció a las tendencias más reaccionarias de la iglesia argentina, lo que no es poco decir. Formado en el peronismo de derecha, militante de Guardia de Hierro en su juventud, durante su gestión como Cardenal Primado de la Argentina se alineó inequívoca y sistemáticamente en contra de todas las buenas causas: se opuso –sin éxito- al matrimonio igualitario; reaccionó con el furioso fanatismo de Tomás de Torquemada ante la muestra del artista plástico León Ferrari, que tuvo que ser levantada antes de tiempo; ha combatido con fiereza todo lo relacionado con la educación sexual, el control de la natalidad, la despenalización del aborto y los derechos de las minorías sexuales; mantiene dentro de la Iglesia y así le extiende su protección a criminales como Von Wernich, Edgardo Storni y Julio César Grassi (condenados los dos últimos por pedofilia); atenta contra el carácter laico del estado democrático y defiende con enjundia los privilegios que tiene la Iglesia en materia financiera y en el control sobre el proceso educacional, en abierta violación a lo dispuesto por la Constitución de 1994. En conclusión, un papa austero y alejado del boato del Vaticano con una marcada preocupación por la suerte de los pobres pero sumamente conservador. ¿Es esto novedoso? Para nada. El conservadorismo popular tiene larga historia, y no sólo en América Latina. A diferencia de su variante elitista y aristocratizante, los valores e intereses tradicionales que sostienen a un orden social injusto se refuerzan aprovechándose de la ignorancia y credulidad de los sujetos populares ganados por la prédica eclesiástica. Es un conservadorismo plebeyo, excéntrico en sus formas pero que presta un valioso servicio a las clases dominantes, como lo prueba la obscena explosión de júbilo de los genocidas en los juzgados cuando se conoció la designación de Bergoglio como pontífice; o la desbordante alegría de las más diversas expresiones y variados representantes de la derecha argentina; o la fenomenal campaña apologética de los diarios de la burguesía y del imperio –principalmente Clarín y La Nación , este último marcando la penosa involución moral de un periódico fundado por Bartolomé Mitre, un masón probado y confeso- ante las noticias procedentes de Roma. Con semejantes amigos, ¿cómo creer que Francisco va a imitar al santo de Asís, cuya renuncia a la riqueza y los bienes materiales fue total y absoluta? En compañía de estos ricos cofrades la “opción por los pobres” difícilmente pueda ser algo más que un lejano acompañamiento de sus sufrimientos y privaciones, pero cuidándose de enseñarles quién es el que los condena a transitar por este valle de lágrimas, padecimientos e infortunios. Hace casi medio siglo que Don Helder Cámara, obispo de Olinda y Recife explicó muy bien esta contradicción: "Si le doy de comer a los pobres, me dicen que soy un santo. Pero si pregunto por qué los pobres pasan hambre y están tan mal, me dicen que soy un comunista." No basta con la humildad ni con la confraternización con los pobres: de lo que se trata es de enseñarles que la pobreza no es resultado de un designio divino o de un capricho de la naturaleza sino un producto histórico de una sociedad llamada capitalista, máquina implacable de fabricar pobreza y miseria y a la cual la Iglesia jamás tuvo la osadía de condenar a pesar de su intrínseca malignidad. De los dichos y los hechos de Francisco no se desprende que esto vaya a ocurrir. Es bueno que el esclavo se rebele contra su amo, pero como decía Lenin, el cambio sólo se producirá cuando aquél se rebele contra la esclavitud, contra el sistema y no sólo contra uno de sus agentes. ¿Alentará Francisco la rebelión anticapitalista de los pobres, dado que dentro del capitalismo su suerte está echada? Nada en su biografía autoriza a pensar en ese curso de acción; lo más probable será que estimule su mansedumbre y eternice su sumisión. Es que la “opción por los pobres” de la Iglesia que surge de la contrarreforma liderada por Juan Pablo II y que barrió con los avances del Concilio Vaticano II no es la que proponía la Iglesia de Carlos Mugica, Jaime de Nevares, Miguel Hesayne, Oscar Arnulfo Romero (Arzobispo de San Salvador), Sergio Méndez Arceo (Obispo de Cuernavaca, México), Samuel Ruiz García (Obispo de San Cristóbal, Chiapas), Pedro Casaldáliga y Don Helder Cámara (Brasil) y Ernesto Cardenal (Nicaragua) o, en nuestros días, los teólogos de la liberación como Frei Betto, Leonardo Boff, Gustavo Gutiérres o Jon Sobrino. 


¿Será su pontificado una remake del de Juan Pablo II? Es muy poco probable. El Papa Wojtila fue un producto de finales de los setentas, cuando el mundo era muy diferente al de hoy. Fue el ariete que la burguesía imperial necesitaba para derrumbar a la Unión Soviética y los países el Este europeo. Pero esa estrategia fue eficaz porque aquellos regímenes padecían de un avanzado estado de descomposición moral, política, económica y social. En realidad, Juan Pablo se limitó a desencadenar la embestida final a un inmenso edificio que ya se venía abajo producto de sus propias contradicciones. Hoy el mundo ha cambiado mucho: el imperialismo ya no tiene, tal como lo reconocen sus propios intelectuales orgánicos, la gravitación del pasado. Los rivales son más numerosos y diversificados, y económicamente mucho más fuertes que lo que eran la URSS y los países de Europa Oriental. Sus aliados, además, son más débiles y vacilantes. La Iglesia, a su vez, se ha visto debilitada por una interminable sucesión de escándalos y carece de la credibilidad que había ganado en los años de Juan XXIII. Además, si se quisiera lanzar todo su peso para desestabilizar los procesos bolivarianos en Venezuela, Bolivia y Ecuador o las experiencias de transformación política en curso en otros países de la región la respuesta será muy diferente a la que hace más de treinta años se verificara en el Este europeo. Aquí se trata de procesos que cuentan con un enorme apoyo popular que ni remotamente existía allá, y por consiguiente el proyecto de las derechas latinoamericanas –organizadas, orientadas y financiadas por el imperio- de reutilizar el ariete eclesiástico que tan buenos resultados le diera en Europa Oriental para acabar con los gobiernos progresistas y de izquierda en la región terminaría en un rotundo fracaso. La “revolución de terciopelo” de Checoslovaquia nada tiene que ver con la revolución bolivariana de Venezuela, Evo Morales no es Lech Valesa, y Correa no es Ceacescu. No sólo los procesos y la época histórica son distintos: los enormes problemas que enfrenta hoy la Iglesia (crisis financiera, delitos económicos del Banco Vaticano, alianzas con intereses mafiosos, pedofilia y sus juicios, el celibato sacerdotal, la incorporación de la mujer al sacerdocio y el postergado aggiornamiento reclamado por Juan XXIII ) difícilmente le permitirán a Francisco dedicarle demasiada atención a lo que ocurra en los países de Nuestra América. Es un buen administrador y tendrá que poner la casa en orden. Es también un muy hábil político, y sabe que muy pronto deberá convocar a un Concilio que permita destrabar viejas disputas que están corroyendo a la Iglesia y aislándola cada vez más del mundo real. Hace exactamente quinientos años Nicolás Maquiavelo diagnosticaba en El Príncipe que para salvarse la Iglesia necesitaba una revolución. Tal cosa no ocurrió. Cuatro años más tarde, en 1517, estallaba la Reforma Protestante de Martín Lutero, y la revolución quedó congelada. Ahora, la revolución es muchísimo más urgente y necesaria que antes. Si Francisco fracasa en este empeño la suerte de las dos veces milenaria institución se verá muy seriamente comprometida. No hay que engañarse con las cifras manejadas por la prensa en estos días: de esos mil doscientos millones de católicos en todo el mundo los realmente practicantes son una ínfima minoría, que además se achica cada día. Pretender socavar los procesos emancipatorios en curso en América Latina y el Caribe sería una pérdida de tiempo, el pasaporte para una segura derrota y un esfuerzo que desviaría al Papado de su desafío fundamental. Tal vez por eso Leonardo Boff confía en que, pese a sus antecedentes, Francisco se abstendrá de seguir el curso que la derecha y el imperialismo le instan a seguir y elegirá en cambio el camino de la reforma. En pocos años la historia ofrecerá su veredicto.









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lunes, 18 de marzo de 2013

CÓMO REAGAN PROMOVIÓ EL GENOCIDIO



El siguiente artículo es la tercera y última parte de un reportaje especial sobre un documento recientemente descubierto el cual revela que el presidente Reagan y su equipo de seguridad nacional en 1981 aprobaron el exterminio tanto de las guerrillas izquierdistas como de su “sus mecanismos de apoyo civil” en Guatemala. El reportaje fue publicado en su totalidad el 21-02-2013 en el website de la revista electrónica Consortiumnews.com por el reportero investigativo Robert Parry quien en 1980 dio la primicia sobre muchas de las historias del escándalo Irán-Contras para Prensa Asociada y la revista Newsweek.




CÓMO REAGAN PROMOVIÓ EL GENOCIDIO


Por Robert Parry

Tercera parte

La participación de Israel

Públicamente, los oficiales de alto rango de la administración Reagan continuaban mostrando una cara alegre. En junio 1983, el enviado especial Richard B. Stone elogió “los cambios positivos” en el gobierno de Ríos Montt quien presionaba al gobierno de los Estados Unidos para que le hiciera entrega de los 10 helicópteros UH-1H y seis lanchas patrulleras, que serían de gran ayuda en la persecución de la guerrilla y sus simpatizantes.

En vista de que Guatemala carecía del dinero en efectivo o el crédito para comprar los helicópteros al  U.S Foreign Military Sales, el equipo de asesores de seguridad nacional de Reagan se las arregló para encontrar formas no convencionales de hacer entrega del equipo que le daría al ejército de Guatemala gran accesibilidad a las áreas montañosas en donde la guerrilla y sus simpatizantes civiles se escondían.

En agosto 1, 1983, los asesores del Consejo de Seguridad Nacional, Oliver North y Alfonso Sapia-Bosch reported, reportaron al Cosenejero de Seguridad Nacional, William P. Clark que, su adjunto Robert “Bud” McFarlane estaba planeando aprovechar sus conexiones con los israelitas para garantizar la entrega de los helicópteros a Guatemala. [Para mayor información sobre las conexiones de McFarlane con los israelitas, ver Consortiumnews.com's "How Neocons Messed Up the Mideast."]

“Con respecto al préstamo para los diez helicópteros, es de [nuestro] entendimiento que Bud se encargará de discutirlo con los israelitas”, escribieron North y Sapia Bosch. “Hay expectativas de que ellos seran muy atentos”. Otra posibilidad es tener un ejercicio con los guatemaltecos. Entonces haremos uso de los mecánicos de EEUU y de los repuestos guatemaltecos para poner los helicópteros al máximo”.

Sin embargo, más cambios políticos estaban en marcha en Guatemala. El vengativo fundamentalismo Cristiano de Ríos Montt se había salido fuera de control, aun para los estándares de Guatemala, lo que provocó que el general Oscar Mejía Victores arrebatara el poder en otro golpe de Estado el 8 de agosto de 1983.

A pesar del cambio de poder, las fuerzas de seguridad guatemaltecas continuaron asesinando con impunidad, excediéndose tanto que finalmente hasta la propia embajada de EEUU objetó tal comportamiento. Cuando tres guatemaltecos que trabajaban  para la Agencia Internacional de Desarrollo fueron asesinados en noviembre de 1983, el embajador de los Estados Unidos, Frederic Chapin, sospechó que los escuadrones de asesinos de los “Archivos” le estaban enviando un mensaje a los Estados Unidos para que le restara a la presión, aunque moderada, sobre los derechos humanos.

A finales de noviembre,  en una breve muestra de desaprobación, la administración de Reagan pospuso la venta de repuestos para helicópteros por valor de $2 millones. Sin embargo, el siguiente mes, Reagan   de todas maneras, ordenó que se hiciera el envío de las piezas de repuesto. En 1984, Reagan, también tuvo éxito al presionar al congreso para que aprobara $300,000 en entrenamiento militar para el ejército de Guatemala.

Para mediados de 1984, Chapin, quien se había  vuelto muy crítico debido a la terca brutalidad del ejército guatemalteco, se había ido, siendo reemplazado por un político del ala derecha, de nombre, Alberto Piedra, quien todo el tiempo estuvo a favor del incremento de la ayuda militar a Guatemala. En enero de 1985, Americas Watch emitió un reporte declarando que el Departamento de Estado de la administración Reagan “aparentemente esta mas preocupado en mejorar la imagen de Guatemala que en mejorar sus derechos humanos”.

De acuerdo a documentos desclasificados de EEUU, la realidad guatemalteca incluía métodos de tortura sacados de la Edad Media. Un cable de la Agencia de Inteligencia de Defensa reportó que el ejército de Guatemala hacia uso de una base aérea en Retalhuleu como centro de coordinación de la campaña contrainsurgente en el suroeste de Guatemala a mediados de 1985.

En la base, los sospechosos capturados eran mantenidos en agujeros que habían sido llenados con agua. “Según consta, habían jaulas encima de los agujeros y el nivel del agua era tal que los individuos detenidos dentro de ellos estaban forzados a cogerse de los barrotes para mantener sus cabezas sobre el agua y evitar así ahogarse”, manifestaba el reporte de la DIA. Posteriormente los agujeros fueron rellenados con concreto para borrar toda evidencia.

De acuerdo al reporte de la DIA, los militares guatemaltecos usaron el Océano  Pacífico como otro vertedero para las víctimas políticas. Los cuerpos de insurgentes que habían sido torturados hasta morir y de prisioneros con vida marcados para ser “desaparecidos” eran cargados en aviones que luego sobrevolaban sobre el océano donde los soldados empujaban a las victimas al agua.

Matanza regional

Por supuesto que Guatemala no fue el único país de Centro América en donde Reagan y su administración apoyaron las brutales  operaciones contrainsurgentes –y luego buscó ocultar los sangrientos hechos.

Los intentos de la falsificación del record histórico por parte de Reagan fue un sello distintivo de los conflictos en el Salvador como también en Nicaragua. En un caso, Reagan personalmente la arremetió contra un investigador particular de los derechos humanos de nombre Reed Brody, un abogado de Nueva York que había colectado declaraciones juradas de más de 100 testigos de las atrocidades cometidas por los rebeldes Contras, apoyados por EEUU, que combatían para derrocar al gobierno Sandinista de izquierda.

Furioso por las revelaciones a cerca de sus consentidos “combatientes por la libertad”, Reagan en un discurso en abril 15, 1985, denunció a Brody. El presidente llamó a Brody “uno de los partidarios, un simpatizante del dictador [Daniel] Ortega, quien abiertamente ha abrazado el Sandinismo”

En privado, Reagan tenía un entendimiento mucho más exacto de la verdadera naturaleza de los Contras. En un momento de la guerra de los Contras, Reagan acudió al oficial de la CIA, Duane Clarridge y demandó que los contras fueran usados para destruir algunos de los helicópteros que habían arribado a Nicaragua suministrados por los soviéticos. En sus memorias, Clarridge recuerda que “el presidente Reagan me sacó a un lado y me preguntó, ‘Dewey, puedes hacer que esos vándalos tuyos hagan este trabajo’”. [Ver Clarridge's A Spy for All Seasons.]

No fue sino hasta 1999, una década después de que Reagan había dejado la presidencia, que la chocante dimensión de la espeluznante realidad sobre las atrocidades en Guatemala fueron reveladas por la comisión de la verdad que se apoyó grandemente en los documentos desclasificados por orden del presidente Clinton.

El 25 de febrero de 1995, la Comisión de Clarificación Histórica estimó que los 34 años de guerra civil habían cobrado la vida de unas 200,000 personas, ocurriendo lo más salvaje del baño de sangre en los años 1980. El panel estimó que el ejército era el responsable  del 93 por ciento de las muertes y la guerrilla izquierdista del 3 por ciento. Un cuatro por ciento quedó sin resolver.

El reporte documentó que en los años 1980, el ejército cometió 626 masacres contra las poblaciones mayas.  “Las masacres que eliminaron  comunidades mayas enteras … no son alegatos pérfidos como tampoco productos de la imaginación, sino un capitulo autentico de la historia de Guatemala”, concluyo la comisión.  

El ejército “exterminó completamente a las comunidades mayas, destruyó su ganado y cosechas”, decía el reporte. En el altiplano norteño, el reporte calificó la matanza, como “genocidio”. [Washington Post, febrero 26, 1999].

De acuerdo al reporte, aparte de llevar a cabo asesinatos y “desapariciones”, el ejército rutinariamente torturaba y violaba. “La violación de mujeres, durante la tortura o antes de ser asesinadas, era una práctica común” del ejército y las fuerzas paramilitares.

La culpa de los Estados Unidos

El reporte agregaba que “el gobierno de los Estados Unidos, a través de varias agencias incluyendo a la CIA, proveyó apoyo directo e indirecto para algunas [de estas] operaciones de Estado”. El reporte concluyó que el gobierno de EEUU también le facilito dinero y entrenamiento a los militares guatemaltecos que cometieron  “actos de genocidio” contra la población Maya.

“Creyendo que los fines justificaban todo, los militares y las fuerzas de seguridad del Estado ciegamente se embarcaron en la lucha anticomunista, sin respetar cualquier principio legal o los más elementales valores éticos y religiosos, y de esta manera, perdieron completamente cualquier semblanza de la moral humana”, dijo el encargado de la comisión, el jurista alemán, Christian Tomuschat.

“En ciertas regiones del país y dentro del marco de las operaciones contrainsurgentes llevadas a cabo entre 1981 y 1983, las fuerzas de seguridad del Estado guatemalteco cometieron actos de genocidio en contra de grupos de gente Maya”, indicó Tomuschat [NYT, Feb. 26, 1999].

El reporte no señaló a  individuos culpables tanto en Guatemala como tampoco en los Estados Unidos. Pero el oficial estadounidense más directamente responsable en la reanudación de la ayuda militar de EEUU a Guatemala y de alentar a su gobierno durante los años 1980, fue Ronald Reagan.

Los grandes periódicos de los Estados Unidos dieron cobertura, aunque fugazmente, al reporte de la comisión de la verdad. El New York Times  lo público el siguiente día como la historia principal. El Washington Post lo hizo en la página 19. Ambos citaron el problemático papel de la CIA y de otras agencias del gobierno de EEUU en la tragedia guatemalteca. Pero, nuevamente, ningún oficial de los Estados Unidos es mencionado por su nombre como responsable.

En marzo 1, 1999, el neoconservador consejo editorial del Washington Post  abordó los resultados de la investigación, pero no los confrontó, excepto para culpar al presidente Carter por haber cortado la ayuda militar a Guatemala en los años 1970,  supuestamente, con ello, previniendo  a los Estados Unidos frenar la horrorosa conducta mostrada por Guatemala hacia los derechos humanos.

El editorial argumentó que el embargo de armas removió “el más mínimo control que aún una débil presencia estadounidense podría haber suministrado”. El editorial no hizo ninguna referencia a la sustancial evidencia que mostraba que la reanudación de la ayuda militar por parte de Reagan, había hecho al ejército guatemalteco más eficiente en su campana de masacres contra sus enemigos armados y desarmados. Sin ningún sentido aparente de la ironía, el editorial del Post finalizó enunciando: “Necesitamos nuestra propia comisión de la verdad” –aunque no hubo seguimiento de esa idea.

En marzo 10, 199, durante una visita a Centro América, el presidente Clinton se disculpó por el pasado apoyo de los Estados Unidos a los regímenes derechistas de Guatemala que data desde 1954. “Para los Estados Unidos, es importante que lo deje muy en claro que el apoyo a fuerzas militares y unidades de inteligencia las cuales se embarcaron en actos de violencia y represión generalizada fue un error, y los Estados Unidos no debe repetir ese error”, dijo Clinton. [Washington Post, marzo 11, 1999].

Sin embargo, en Washington, no hubo interés, mucho menos determinación, en hacer a alguien responsable por complicidad en la carnicería. La historia del genocidio guatemalteco y la complicidad de la administración de Reagan desaparecieron rápidamente dentro del gran agujero de la memoria estadounidense.

Por crímenes contra los derechos humanos en los Balcanes y en África, los Estados Unidos ha demandado tribunales internacionales para arrestar y enjuiciar por crímenes de guerra a los violadores y sus patrocinadores políticos. En Iraq, el presidente George W. Bush celebró el juicio y la ejecución del dictador Saddam Hussein por muertes políticamente motivadas.

Inclusive Ríos Montt, ahora de 86 años de edad y después de evadir la justicia bajo varias amnistías, fue finalmente acusado de genocidio y crímenes contra la humanidad en Guatemala en el 2012. Él está a la espera del juicio.

Sin embargo, y aun cuando la precarias democracias de Latinoamérica han dado pasos tentativos para hacer responsables a algunos de sus peores violadores de los derechos humanos, ninguna discusión sustantiva ha tenido lugar en los Estados Unidos a cerca de tener que hacerle frente al horrendo record de los años 1980 y a la culpabilidad de Reagan.

En vez de debatir sobre Reagan como un criminal de guerra quien ayudó en el genocidio, al ex presidente se le rinden honores como un icono del conservadurismo, con su nombre adherido al Aeropuerto Nacional de Washigton y a un sinnúmero de espacios públicos. Chris Matthews de MSNBC no para de hablar con entusiasmo sobre Reagan, como “uno de los grandes de todos los tiempos”, y los Demócratas elogian regularmente a Reagan en comparación  a los miembros actuales de la derecha del partido Republicano.

Cuando la prensa de los estados Unidos, brevemente reconoce las barbaridades de los años 1980 en Centro américa, es el contexto de como los pequeños países valerosamente le están haciendo frente a su violento pasado. No hay nunca una sugerencia de que los Estados Unidos deban hacer lo mismo.

Hasta este día, Ronald Reagan –el presidente de EEUU que les indicó a los generales guatemaltecos que sería correcto exterminar a los “guerrilleros marxistas” y sus “mecanismos de apoyo civil” –permanece como una figura muy querida dentro de la oficialidad de Washigton y en muchas partes de los Estados Unidos.





Traducido del inglés por Marvin Najarro










Publicado por LaQnadlSol
CT., USA. Auff!

sábado, 16 de marzo de 2013

EL BEITAR F.C Y EL RACISMO ISRAELÍ



En marzo del pasado año y después de un juego de futbol, cientos de aficionados del Beitar inundaron un centro comercial en Jerusalén Occidental en donde asaltaron brutalmente a un grupo de guardianes palestinos al tiempo que cantaban “muerte a los árabes”. Mohammed Yusef, uno de los trabajadores de un servicio de limpieza, describió el incidente como “un masivo intento de linchamiento”. El encabezado en el Haaretz lo dijo todo: “Cientos de aficionados del Beitar golpean a trabajadores árabes en centro comercial; no hay arrestos”.



ISRAEL: DONDE LOS AFICIONDOS AL FUTBOL SOCCER ABUCHEAN A
SUS PROPIOS JUGADORES CUANDO ANOTAN UN GOL


Por Dave Zirin

“Esto no es racismo. Ellos sencillamente no deberían estar aquí”.

Ni siquiera en los primeros días del histórico debut de Jackie Robinson en 1947 con los Dodgers de Brooklyn los aficionados del equipo de beisbol de Brooklyn abandonaban el estadio después que el legendario numero 42 robaba una base o se anotaba un hit. El profundo cariño de los aficionados  de Brooklyn por los “Dem Bums” superaba cualquier racismo presente en las graderías. ¿Qué es lo que nos dice esto, que sesenta y siete años más tarde  los aficionados del club de futbol Beitar Jerusalén no hayan llegado a evolucionar a los estándares de decencia humana de Brooklyn de la posguerra?

Temprano en esta temporada, Beitar Jerusalén rompió con su propia versión de la segregación racial al contratar por primera vez en la historia del equipo a dos jugadores musulmanes: Zaur Sadayev y Dzhabrail Kadiyev. Como era de esperar, los seguidores del Beitar se pusieron más furiosos  que los miembros de la Asociación Nacional del Rifle (NRA) en una zona escolar. Los abucheos han llovido sobre Sadayev y Kadiyev cada vez que entran al terreno de juego o tocan el balón. Varios miembros del club de fans del equipo desplegaron una bandera en la que se leía, “Beitar es puro por siempre”. Otros dos seguidores intentaron quemar las oficinas del equipo. Esto, sin embargo, palidece en comparación a lo sucedido cuando Sadayev marcó su primer gol para el equipo la semana pasada. Después de la celebración del goleador, cientos de aficionados del Beitar Jerusalén simplemente se pusieron de pie y salieron del estadio. Aun para los estándares del soccer, donde el racismo en el campo de juego es una plaga continua, la naturaleza de esta acción organizada fue algo vergonzoso.

Como le dijo un aficionado de 19 años de edad al The Independent. “La reacción contra los jugadores musulmanes que están aquí no es racista. Pero la existencia del club está bajo amenaza. Beitar es un símbolo de todo el país”. Otro aficionado dijo, “Esto no es racismo, simple y sencillamente ellos no deberían estar aquí…Beitar Jerusalén siempre ha sido un club limpio, pero ahora está siendo destruido –muchos de los jugadores están pensando en irse a causa de los jugadores musulmanes que están aquí”.

Moshe Zimmerman, un historiador deportivo de la Hebrew University, le dijo al New York Times que él  ve algo más siniestro actuando en las tribunas de los estadios de futbol que, simplemente hooligans excediéndose más allá de los límites: “Generalmente la gente en Israel trata de ubicar al Beitar Jerusalén como algo en los márgenes extremos; esta es una manera de mitigar la vergüenza. El hecho es que la sociedad israelita en su conjunto se está volviendo más racista, o al menos más etnocéntrica, y esto es una expresión”.

Si aceptamos como verdad las opiniones de Zimmerman, que el Beitar es el reflejo del país entero, entonces sus acciones de los años recientes se hacen más aterradoras. En marzo del pasado año y después de un juego de futbol, cientos de aficionados del Beitar inundaron un centro comercial en Jerusalén Occidental en donde asaltaron brutalmente a un grupo de guardianes palestinos al tiempo que cantaban “muerte a los árabes”. Mohammed Yusef, uno de los trabajadores de un servicio de limpieza, describió el incidente como “un masivo intento de linchamiento”. El encabezado en el Haaretz lo dijo todo: “Cientos de aficionados del Beitar golpean a trabajadores árabes en centro comercial; no hay arrestos”.

Mientras que las autoridades han sido muy flexibles con el Beitar cuando comete actos de intimidación, en cierto modo también se ha convertido en una vergüenza internacional. El pasado año, Dan Ephron de la revista Newsweek escribió a cerca del equipo con el siguiente subtitulo, “El equipo de futbol favorito de Jerusalén tiene políticas de contratación reminiscentes del Apartheid y de las leyes de segregación racial Jim Crow”. El artículo, el cual no cita a ningún palestino, si reproduce las declaraciones del comentarista de futbol israelí, Yoav Borowitz. Ephron escribe:

Borowitz compara al Beitar con las políticas de de los equipos de rugby de Sudáfrica durante la era del apartheid de permitir solamente jugadores blancos, una comparación que la mayoría de israelíes encuentran repugnante. En un reciente blog, Borowitz prometió no cubrir más las actividades futbolísticas del Beitar e hizo un llamado para que los otros periodistas hagan lo mismo.  “Un equipo de futbol que se rehúsa  contratar árabes pertenece al basurero de la historia”, escribió Borowitz. “Yo he escrito más de un artículo a cerca del Beitar…. “Ya no lo volveré a hacer”.

Las noticias internacionales sobre los aficionados del Beitar que rechazan a sus propios goleadores también llegan en un momento nada propicio para el futbol de Israel. Este junio Israel será el anfitrión del Campeonato Sub 21 de la Asociación de Futbol de Europa (UEFA) del 2013. La decisión, sin embargo, ha sido objeto de constantes protestas incluyendo, la ocupación de las oficinas de la UEFA, invasiones de los campos de juego por manifestantes pro derechos de los palestinos y la formación de una organización llamada  “Red Card Israeli Racism.”

La represión sufrida por la selección nacional de futbol de Palestina a manos de Israel, incluyendo el encarcelamiento y el asesinato de jugadores y el bombardeo de las oficinas del equipo durante el ataque a gaza el otoño pasado, también ha movilizado a la acción no solo a los activistas sino que también a jugadores e inclusive a la FIFA. En el 2010, hasta el presidente de la UEFA, Michel Platini, amenazó a Israel con expulsarlo de la FIFA si continuaba saboteando el futbol en Palestina. Platini dijo, “Israel tiene que escoger entre permitir que continúe prosperando el deporte en Palestina o ser forzado a enfrentar las consecuencias por su comportamiento”. Lo que enfada a la gente es que al celebrarse el torneo Sub 21 en Israel, parece como si se le estuviera premiando.

Históricamente el gran poder del deporte ha radicado en proveer un espacio para que los marginados hagan escuchar su voz, como también un escenario para que todos nosotros descubramos a través del juego aquellos valores humanos que tenemos en común.

¿Qué nos dice acerca de Israel que en pleno siglo  veintiuno un equipo como el Beitar Jerusalén pueda no solo sobrevivir sino que  prosperar? ¿Qué nos dice el hecho que Israel todavía consiga ser el anfitrión del campeonato Sub 21 de la UEFA a pesar de interferir con los esfuerzos de los palestinos en la formación de un equipo de futbol? ¿Qué nos dice el que ahora los deportes estén envueltos en los conflictos políticos de la región? Por lo menos nos dice, que ni siquiera los deportes pueden proveer un escape, respiro, o un refugio seguro de las presiones de la ocupación. Además nos dice que la búsqueda de la justicia en el campo de juego y en las graderías de los estadios de futbol de Israel, es también, la búsqueda de justicia para el pueblo palestino y ninguna arena cultural puede quedar exenta de este proceso. Sé de qué lado estaría Jackie Robinson, y no sería con los llamados fans quienes odian la etnicidad de un jugador de futbol más de lo que celebran un gol de su equipo.




Traducido del inglés por Marvin Najarro










Publicado por LaQnadlSol
CT., USA. Auff!

jueves, 14 de marzo de 2013

El PAPA NEGRO…



(…) la reciente elección de Jorge Bergoglio, (por cierto bien recibida por muchos fieles de la Iglesia y exaltada por los medios de prensa) y de quien ya circulan por el internet gran cantidad de acusaciones que comprometen la honestidad de este “hombre del pueblo”, da la impresión de que las cosas no cambiaran mucho y que lejos de ser un paso decisivo hacia la democratización de una institución religiosa de carácter universal es más bien una maniobra política destinada a mantener intactas las estructuras del poder dentro la Iglesia Católica y de los intereses de la elite mundial hegemónica que representa. Un papa Latinoamericano convenientemente seleccionado para maquillar el rostro de una institución corrupta y antidemocrática acabó con la idea de un papa negro, de un verdadero hombre del pueblo.




El PAPA NEGRO QUE NO PUDO SER


De acuerdo a algunas informaciones que provenían  de Roma, en vísperas del cónclave que tendría lugar para elegir al sucesor de Benedicto XVI quien recientemente había renunciado al cargo, decenas de pósteres con la imagen de Peter Turkson, de Ghana, aparecieron en la capital pidiendo por su elección. Se creía que el cardenal ghanés sería uno de los favoritos para asumir el trono en el Vaticano. Claro que todo esto dependería, se suponía, del resultado de las largas deliberaciones del cónclave de 115 cardenales que se reunirían en Roma. De resultar elegido como sumo pontífice Peter Appiah Turkson Kodwo sería el primer papa no europeo que dirige la iglesia católica en más de un milenio.

Sin embargo, ese deseo de algunos se disipó tan pronto como empezaron las deliberaciones para elegir al nuevo sucesor del papa saliente, y cabe la posibilidad de que ni siquiera se halla considerado el nombre del prelado ghanés, pues probablemente ya se había decido de antemano quien sería el sucesor del papa Ratzinger. Y dado que las jerarquías de una organización religiosa como la Iglesia Católica no se distinguen del todo por su adherencia a los principios democráticos, máxime si se toma en cuenta su carácter ecuménico, no sorprendería que en efecto todo haya sido así y lo que tuvimos fue un acto de puro protocolo. Después de tan solo dos días de deliberaciones y señales de humo negro que emanaban de la azotea -metafóricamente indicando el destino de la idea de un papa negro- el conclave de 115 cardenales eligió como nuevo  Sumo Pontífice al cardenal argentino Jorge Bergoglio quien ha adoptado el nombre de Francisco I  en honor a San Francisco de Asís.

Aunque histórica la elección de Bergoglio, en el sentido de que por primera vez en la historia de la Iglesia Católica se elige a un prelado de América Latina en donde reside la mitad de los mil millones de seguidores de la Iglesia, esto no encaja del todo con la idea de un papa negro si, por esto último se entiende, a todas aquellas personas que no son blancas; de África, Asia y las Américas, es decir, de aquellas regiones fuera del ámbito Euro-Norte Americano. La designación del papa Francisco I de Argentina y de claro origen europeo no encuentra lugar dentro de la idea del papa negro expuesta por algunos de los que critican el racismo prevaleciente dentro del pensamiento Eurocentrista que esposa la alta jerarquía blanca de la Iglesia Católica.

Pero ¿está preparada la Iglesia Católica para un papa negro?*

Esta era la pregunta que se hacian algunos previo a la elección del nuevo papa Francisco I.

algunos críticos, no solo debe ser un negro el próximo líder de la Iglesia Católica, sino que la manera como esta planteada la pregunta -¿está la Iglesia preparada para un papa negro?- delata un profundo y tácito racismo, no solo entre la jerarquía  de la Iglesia sino también en la prevalencia de la visión Eurocentrista-Americano del mundo, el cual se refleja en alta jerarquía de la Iglesia. Por su puesto que la Iglesia Católica tendría que tener un líder negro. ¿Por qué tanta deliberación?

En primer lugar cuando se habla de “negro” se hace referencia o se entiende de todas aquellas personas que no son blancas, aquellas de África, Asia y las Américas, es decir, de aquellas regiones fuera del ámbito Euro-Norte Americano.

Si se toma en cuenta que la mayor parte de la membresía de la Iglesia que se calcula en mil millones de feligreses están ubicados fuera de la tradicional base de poder en Europa y su extensión colonial en la Norte América blanca, la elección de un papa negro es un asunto justicia llana. Mientras que en las últimas décadas la membresía de la Iglesia ha declinado, particularmente en Europa, en otras partes del mundo ha crecido a un ritmo constante. Hoy en día aproximadamente la mitad de sus seguidores son de América Latina, Brasil con una población de 200 millones tiene la mayor proporción de católicos en el mundo. La Iglesia también está creciendo rápidamente en Asia en regiones muy populosas como China, Filipinas e India. Sin embargo, es en África en donde está experimentando su más espectacular crecimiento subiendo de unos dos millones de seguidores  en 1990 a 180 millones en la actualidad. Se proyecta que para el año 2025 la Iglesia Católica africana aumentará a unos 230 millones cuando uno en seis católicos en el mundo será un africano.

En el espacio de cien años el balance del poder demográfico en términos de la membresía ordinaria de la Iglesia Católica se ha movido diametralmente, mientras que anteriormente tres cuartos de los seguidores residían en Europa y Norte América, hoy en día más del 70 por ciento viven en África, Asia y Centro y Sur América. En pocas palabras, la iglesia católica es negra hoy en día.

Básicamente lo anterior y, de acuerdo a sus críticos, debería ser  suficiente argumento para que el próximo líder de la Iglesia sea negro, esto no es un simple asunto de elemental justicia democrática. No tomar en consideración o reflejar su membresía deja a la Iglesia católica expuesta a las mismas acusaciones que a otras instituciones dominadas por el pensamiento blanco eurocéntrico,  como el Banco Mundial, el FMI y la ONU con su  Consejo de Seguridad que no reflejan una composición democrática de la humanidad, mucho menos sus preocupaciones. Si estas organizaciones no están cumpliendo con sus compromisos y obligaciones humanitarias entonces es posible que sus antidemocráticas estructuras administrativas sean el centro del problema.

Aparte de la cuestión de los principios democráticos, existen muy buenas razones del porque la Iglesia debería escoger su próximo líder fuera de su tradicional entorno blanco. Si el principal propósito de la Iglesia, como lo afirmó el papa Benedicto en su discurso de renuncia, es predicar el evangelio, las buenas nuevas de Dios para el género humano, esa  vocación se ajusta perfectamente con esas partes del mundo en donde la iglesia es joven y está creciendo a ritmo acelerado.

Después de todo el término “Católico” se origina de la palabra griega “KatholiKas” que significa “universal”. Por lo tanto la iglesia marcada por una serie de escándalos que han puesto en entredicho su verdadera misión, debería demostrar su propósito y significado eligiendo a un líder que refleje su proclamado universalismo.

Los escándalos de los recientes años y que tanto daño le ha causado a la iglesia han sido mayormente acciones originadas en Europa y Norte América. El abuso sexual de niños cometidos por el clero y que tuvieron lugar durante el papado de Benedicto ha causado mucha desilusión y una reducción en el número de fieles en Europa y Norteamérica donde se cometieron la mayoría de esto crímenes con la complacencia y el conocimiento de la jerarquía de la Iglesia que ha sido acusada en esos países, incluyendo al papa, de negligencia e insensibilidad hacia las víctimas y peor aún, de encubrimiento del escándalo. El robo y subsecuente publicación de documentos confidenciales por el mayordomo personal  del papa reveló las oscuras transacciones financieras, lavado de dinero y los lucrativos negocios del banco de una de las instituciones más ricas del mundo como resultado de siglos de colonialismo europeo. Los documentos también arrojan luz sobre las nimias discusiones por el poder entre la jerarquía del Vaticano las cuales refuerzan la noción de un club de hombres ricos del todo fuera de la realidad con el resto del mundo.

El daño infligido mayormente por los pecados del liderazgo blanco europeo no tiene por qué ser soportado por la iglesia en todo el mundo, el daño ha sido profundo y se hacen necesarias enmiendas que reduzcan el monopolio sobre el poder administrativo de esta jerarquía. Actualmente la Iglesia Católica no es solamente mayoritariamente negra, sino que también, mayoritariamente pobre. La gran mayoría de sus miembros, como el mundo en general, tienen que hacerle frente a los conflictos violentos y la explotación para poder alimentar a sus familias.

El papa Benedicto en sus reuniones oficiales con los presidentes de Estados Unidos George Bush y Barack Obama, puso énfasis en las cuestiones del aborto y en otros aspectos de carácter ético tales como la contracepción y el matrimonio entre homosexuales.

Benedicto criticó las guerras en Irak y Afganistán aunque no con la fortaleza debida, después de todo estas son agresiones criminales con altos costos en la destrucción y en la pérdida de vidas humanas que han establecido la dinámica para otras muchas guerras neo imperialistas como las que están devastando  el Medio Oriente y África. Pero como líder de los católicos cristianos y, aún más, como la voz de toda la humanidad, sin importar  credo religioso alguno, el papa falló en denunciar las ilegales agresiones encubiertas, sanciones económicas y  las continuas amenazas de guerra de parte de Estados Unidos, Europa e Israel en contra de Irán.

Lo que se necesita o lo que el mundo necesita, la Iglesia Católica incluida, es la presencia de un líder que levante su voz, que hable sin ambages ni ambigüedades contra la masiva violencia estructural y violaciones que son indiscutiblemente el resultado de las políticas intervencionistas de los gobiernos occidentales. Un líder de esa naturaleza debe tajantemente condenar las actuaciones criminales de los funcionarios de EEUU y Europa y no consentirlos con reuniones reverenciales para discutir cuestiones éticas. El pontífice germano,  conocido por su dogmatismo teológico es un conservador políticamente hablando, que falló en denunciar las injusticias y las violaciones de un sistema antidemocrático como el capitalismo. El pontífice saliente, como la mayoría de los jerarcas de Europa y Norte América, obvia o parece olvidar el hecho de que es este sistema económico manejado por la elite de Washington, Londres, Paris y Berlín, el que está literalmente crucificando al planeta y sus habitantes con pobreza, enfermedades hambre y destrucción del medio ambiente.

La predominancia del pensamiento Eurocentrista dentro de la Iglesia Católica con su larga sucesión de pontífices blancos refleja un mundo pervertido y corrompido por la dominación de la elite, manifestada en el capitalismo y el intervencionismo guerrerista que tiene sumida a gran parte de los habitantes del planeta en condiciones de pobreza y conflictos sin fin. Esas cadenas necesitan ser rotas. Si en verdad la Iglesia Católica es guiada por las buenas nuevas de Dios, entonces se hace imprescindible que rompa con las perniciosas ataduras del paradigma elitista de dominación y se abra a la realidad y atienda las necesidades que son comunes a la mayoría de seres humanos de este mundo.

Sin embargo, la reciente elección de Jorge Bergoglio, (por cierto bien recibida por muchos fieles de la Iglesia y exaltada por los medios de prensa) y de quien ya circulan por el internet gran cantidad de acusaciones que comprometen la honestidad de este “hombre del pueblo”, da la impresión de que las cosas no cambiaran mucho y que lejos de ser un paso decisivo hacia la democratización de una institución religiosa de carácter universal es más bien una maniobra política destinada a mantener intactas las estructuras del poder dentro la Iglesia Católica y de los intereses de la elite mundial hegemónica que representa. Un papa Latinoamericano convenientemente seleccionado para maquillar el rostro de una institución corrupta y antidemocrática acabó con la idea de un papa negro, de un verdadero hombre del pueblo.


*Algunos párrafos de este artículo son transcripciones del original en inglés publicado en Press TV el 13 de febrero del 2013, escrito por el columnista Finiam Cunningham










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