Todos los corruptos en
los diferentes niveles de decisión administrativa coparon ya los espacios y no
hay lugar para los decentes. El señor Jimmy Morales solo podrá renunciar si es
real y no otra impostación teatral más su filiación cristiana. O decidirse a
lanzar la Biblia a la letrina de la corrupción y ser otro presidente más,
corrupto y ladrón, que prepara desde ahora su lugarcito en la cárcel del
mariscal Zavala, porque irremediablemente ese será su destino.
EL CAMINO DE JIMMY
MORALES: O RENUNCIAR
O TRANSFORMARSE EN UN
CORRUPTO MÁS
Por Luciano Castro Barillas
El presidente de Guatemala, partiendo de que es
un hombre honrado, solo puede hacer dos cosas en los meses que vienen, ante el
rumbo que ha tomado el ya desgobierno del partido FCN-Nación: o renunciar o
entrar a la dinámica de la inagotable corrupción de la burocracia y mundo
empresarial guatemalteco. De esta dinámica casi nadie se escapa en Guatemala y
da la sensación que un gran antivalor,
como un demonio avasallador, se ha apoderado del espíritu de la nación. Tal si fuera una gran comunidad de ladrones
donde el único ideal, la más gloriosa y preeminente idea es robar al que se
descuida, al incauto, al que se confía.
La defraudación cual espíritu maligno se mueve
en todo, sin importar la clase social. No es asunto de ser rico o pobre. Casi
todos actúan de la misma manera si vas a un comedor popular o a un refectorio
de lujo, si pides un servicio a un taxista o te hospedas en un hotel; todo
cobrado a un alto precio pero los servicios pésimos. Pero estas actitudes de
generalizada estafa parten de lo que se ven en las altas esferas de la
administración pública donde hasta un presidente y vicepresidenta son los
cabecillas de una banda de forajidos fiscales, y de allí para abajo, ministros,
directores generales, jueces y magistrados, incluso los constitucionales o
garantes de la debida observancia a la Ley Fundamental (hay incluso un
magistrado de la Corte de Constitucionalidad preso en los Estados Unidos por
fraude monetario), hay una caterva de truhanes que son una acechanza constante
a la vera de los caminos dispuestos a dejarte sin tu patrimonio.
Y no es justificación la pobreza o la extrema
pobreza, porque roban personas que no tienen urgencias económicas para hacerlo,
tal el caso de Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti. Roban sencillamente porque
este sistema malsano nacional ha creado desde 1954, tras la destrucción de la
Revolución democrática-burguesa dos o tres generaciones de personas sin
educación, que han aprendido de la mejor manera que no importa cómo se acumule
dinero, pues lo importante es tenerlo. Porque el dinero mal habido, según
ellos, al paso del tiempo va perdiendo su identidad y no es nada del otro mundo
que una generación después sus herederos luzcan como capaces y honorables
profesionales y diligentes empresarios que gracias a su carácter emprendedor
son exitosos hombres de empresa.
La búsqueda de la comodidad y el dinero y su
consiguiente prestigio social, es la búsqueda obsesiva de todos los mediocres
de este país. Y dentro de ellos va la generación de Jimmy Morales, un joven de
origen popular muy ocurrente y de carácter extrovertido que hizo carrera en los
escenarios como comediante, donde aprendió a manejar la cháchara, a impostar la
voz y a decir, como los sofistas, grandes tonterías aunque al decirlas no parezcan
por habilidad actoral. Pero la pose actoral está llegando a su fin, más pronto
de lo que él se lo imaginó. El mundo de la política real guatemalteca se lo
está devorando a grandes bocados y amenaza con engullirlo de una buena vez en
el breve lapso de seis meses.
La caída en picada de su popularidad no deja de
perder impulso porque no puede decidir nada o si lo ha intentado hacer, al
parecer, nadie le hace caso, porque aliado con poderes oscuros (militares
genocidas e integrantes del crimen organizado) debió de haber entendido a
tiempo que esa gente no sabe o no respeta ninguna
institucionalidad. Es un simple pacto de bandidos donde cuenta todo, menos la palabra. No hay pillo que
tenga palabra de honor. Y hoy resulta el actual jefe de diputados del FCN
afirmando con desparpajo que las promesas de no aceptar tránsfugas o diputados
de otros partidos para fortalecer su bancada no es promesa de él, sino del
señor Jimmy Morales, como si acaso la promesa fuera un asunto estrictamente
personal y no parte del programa político de esa esperpéntica formación
partidaria.
Todos los corruptos en los diferentes niveles
de decisión administrativa coparon ya los espacios y no hay lugar para los
decentes. El señor Jimmy Morales solo podrá renunciar si es real y no otra impostación
teatral más su filiación cristiana. O decidirse a lanzar la Biblia a la letrina
de la corrupción y ser otro presidente más, corrupto y ladrón, que prepara desde ahora su lugarcito en la
cárcel del mariscal Zavala, porque irremediablemente ese será su destino. Pero
si sabe confrontar a un órgano del Estado (el Congreso de la República) a
cambio de esperar ayuda de él; el pueblo se lo agradecería, porque los actos de
corrupción aparatosa se generan precisamente en ese despreciable lugar. No
obstante ésta última afirmación, de un presidente con semejante valor, no está
en el ADN de Jimmy Morales. Hará lo del viejo refrán guatemalteco una vívida
realidad: “A donde va Vicente, allí va
la gente”. Hablamos, pues, de otro granuja más, en la historia de esta irrisoria
democracia guatemalteca.
Publicado por La Cuna del Sol
USA.
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