martes, 13 de junio de 2017

Cualquier cosa menos la paz

El viaje de Donald Trump al Oriente Medio publicitado por la Casa Blanca como un itinerario destinado a la búsqueda de la paz, fue cualquier cosa menos la tan ansiada paz. En realidad no fue más que la ocasión para promover el negocio favorito de Washington: la venta de armamento y la promoción de la guerra y el caos, tal como lo atestigua lo que acontece actualmente tras el desestabilizador periplo del presidente Trump por el Oriente Medio. 


CUALQUIER COSA MENOS LA PAZ



Con la soga al cuello en su propio patio, el presidente estadounidense Donald Trump tomó la decisión de embarcarse en su primera visita oficial como el mandamás de la caótica superpotencia mundial venida a menos, nada más y nada menos que al Medio Oriente, una de las regiones más brutalizadas del planeta por la furia destructiva del imperialismo norteamericano. Su primera parada tuvo lugar en Arabia Saudita donde fue agasajado por los miembros de una de las monarquías petroleras más retrogradas, reaccionarias y criminales del mundo, sin embargo, esto no fue un impedimento para que el mandatario de la supuesta democracia más avanzada del mundo, como no lo ha sido para ninguno de sus antecesores, se reuniera con estos abominables personajes y acordara con ellos la prolongación de los conflictos que desgarran a esa región.

En ningún momento la visita de Trump a Arabia Saudita, que por cierto es la primera vez que un presidente estadounidense selecciona ese país como destino de su primera visita oficial, tenía el propósito de forjar algún tipo de entendimiento entre sus anfitriones árabes que resultara en el fin de las actividades desestabilizadoras en las cuales están involucrados en el Oriente Medio, principalmente en Siria, donde su apoyo al terrorismo yihadista ha sido una constante desde el inicio de la agresión contra el pueblo sirio, y en Yemen, empobrecido país contra el que ha desatado una feroz como criminal campaña de agresión bélica. Todo esto no fue considerado como un comportamiento aberrante por la administración Trump, que ya con anterioridad incluso había condecorado al reino saudita por su lucha contra el terrorismo. Este grado de cinismo mostrado por los EE.UU no debe sorprender a nadie, sobre todo con los déspotas árabes, más bien confirma lo que muchos saben sobre la profunda ambigüedad de la política exterior norteamericana, donde sus propios intereses políticos, económicos y militares sobrepasan o se imponen sobre cualquier otra consideración, ya sean libertad, democracia, derechos humanos, conceptos vacíos, que únicamente sirven de fachada a los reales propósitos de la agenda imperialista.

El viaje de Donald Trump al Oriente Medio publicitado por la Casa Blanca como un itinerario destinado a la búsqueda de la paz, fue cualquier cosa menos la tan ansiada paz. En realidad no fue más que la ocasión para promover el negocio favorito de Washington: la venta de armamento y la promoción de la guerra y el caos. Concretamente esto significó, para felicidad del complejo militar industrial y el partido de la guerra en Washington, jugosos contratos por valor de unos 300 mil millones de dólares  en venta de nuevo armamento a la desquiciada cleptocracia de Arabia Saudita, que aparte de brindarle los petrodólares que tanto necesita Trump para la creación de los empleos que ha prometido para revitalizar la alicaída economía norteamericana, le permitirá contar con todo el armamento necesario para continuar instigando las guerras sectarias a través del apoyo a las diferentes bandadas de mercenarios terroristas quienes bajo el influjo ideológico de Al-Qaeda y actuando al servicio del imperialismo estadounidense y sus aliados de la OTAN, e Israel, tratan de destruir a Siria e Irak, y acabar con la influencia de Irán, país al que Trump, invirtiendo los papeles, calificó como la principal fuente de la violencia y el terrorismo que azotan la región.

En Riad, el presidente Trump habló de combatir el terrorismo y de eliminarlo de la faz de la tierra, sin embargo, si se toma en cuenta el historial de dichas organizaciones  terroristas desde su aparición hasta el presente, especialmente sus estrechos vínculos con la monarquía wahabita de Arabia Saudita y con los propios Estados Unidos, lo dicho por el actual presidente de los EE.UU resulta ser pura propaganda destinada al consumo de la gran prensa occidental, de lo contrario como se explica que estas agrupaciones terroristas continúen recibiendo  el financiamiento, entrenamiento, armamento y protección para sus campañas militares en Siria e Irak, como actualmente ha estado sucediendo en Al Raqa y en el cruce fronterizo de Al Tanf, donde Estados Unidos no solo está alentando a los terroristas a evacuar la llamada capital del EIIL en Siria, sino que además repele a las fuerzas aliadas sirias que buscan desalojar a los terroristas moderados que los EE.UU entrena y protege en un campamento establecido ilegalmente en la zona del cruce fronterizo entre Siria e Irak.

En realidad poco importa cuánto diga Estados Unidos a cerca de su compromiso de combatir o erradicar el terrorismo como una amenaza a la paz mundial, si en términos concretos sus acciones indican todo lo contrario y se empeña en fortalecer sus relaciones con un país al que se considera como el principal agente del terrorismo fundamentalista islámico, tal es el caso de Arabia Saudita. Sin embargo, Trump hizo caso omiso de tal hecho, plenamente confirmado por varios altos funcionarios estadounidenses, y por el contrario se dedicó a despotricar en contra de la República Islámica de Irán acusándola de ser la mayor patrocinadora del terrorismo en el mundo, sin embargo, esa afirmación no resiste el análisis minucioso cuando se confronta con el hecho de que los mayores ataques terroristas perpetrados en nombre del Islam tiene como sus principales ejecutores a militantes fundamentalistas sunitas y no a chiitas. Queda en claro que la relación entre ambos países está sustentada en la búsqueda del poder y la dominación sin importar los medios que se empleen para su consecución.

El mundo está observando como después de la visita de Trump a Arabia Saudita, en un corto periodo de tiempo la crisis en el Oriente Medio está degenerando de manera insospechada y adquiriendo matices de incredulidad, a tal grado que aquellos que se han caracterizado por ser los mayores patrocinadores del terrorismo islámico, los EE.UU, Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos e Israel, ahora se transforman en la fuerza que se encargara de erradicarlo. Irán ha sido designado como el enemigo, y aunque es uno de los países que más recursos ha invertido en combatir el terrorismo fundamentalista islámico, la coalición antiterrorista -los buenos terroristas-, lo ha hecho su objetivo por considerarlo el mayor peligro para la paz en la región y el mundo. Pero la cuestión no queda ahí, Catar, la súper rica monarquía petrolera en la península arábiga, que se suponía seria uno de los miembros de la Alianza Militar Islámica o la OTAN árabe, resulta que ahora también se encuentra en la mirilla de sus antiguos compinches, sitiada por todas parte y bajo la amenaza de una posible invasión militar y cambio de régimen, acusado de ser uno de los mayores patrocinadores del terrorismo internacional, que ciertamente lo es, en especial aquel que no es del agrado de Arabia Saudita y de Israel, es decir, el de la Hermandad Musulmana, y de sostener buenas relaciones con el acérrimo enemigo de ambos, Irán, que como ya quedó demostrado tras los recientes ataques terroristas perpetrados por el EIIL en Teherán es el principal objetivo de la coalición antiterrorista árabe-estadounidense-israelí.

Y aunque Catar sirve de anfitrión a la mayor base militar estadounidense en el Golfo Pérsico y del mundo, este hecho no ha impedido que Donald Trump se una a Arabia Saudita atacando y demandando que Catar cumpla con una serie de exigencias, entre ellas dejar de financiar el terrorismo, cortar sus vínculos con la Hermandad Musulmana y Hamas y romper con Irán, lo que prácticamente significa la capitulación y el sometimiento total, como requisito para ser aceptada de nuevo dentro de la coalición antiterrorista dirigida contra Irán. Pero de acuerdo a Fars News, el principal motivo de ciertos países árabes para presionar y boicotear a Catar no se debe a su apoyo a la Hermandad Musulmana, sino al hecho que Doha se haya rehusado a acceder a las demandas de los EE.UU por una cierta suma de dinero, según la agencia de noticias iraní, Trump le habría solicitado a Arabia Saudita, los Emiratos Árabes y Qatar colectar aproximadamente 1.5 billones de dólares antes de abandonar Arabia Saudita y así poder calmar a sus detractores en los EE.UU. El repentino rechazo catarí fue el detonante que provoco la ira de sauditas y emiratiés y como consecuencia la crisis actual.   
Por el momento todo indica que los planes de Trump no están saliendo de acuerdo a lo planeado. Catar no ha dado señales de capitular y por el contrario está profundizando sus relaciones con Irán y Turquía quienes al tiempo que le proporcionan apoyo y ayuda material, también están  explotando el vacío que se está produciendo como resultado de la beligerancia de Trump y de sus amigos del CCGP. Irán aprovechando la incapacidad de sus rivales de lidiar adecuadamente con las realidades geopolíticas de la región, en lugar de verse debilitado parece estar ganando mayor influencia, posicionándose como un protagonista de mucho peso en el convulsionado Oriente Medio, especialmente en Siria donde las fuerzas bajo su mando están estropeando los planes  de los Estados Unidos de establecerse y controlar permanentemente, bajo el pretexto de combatir al Estado Islámico, los pasos fronterizos entre Siria e Iraq como parte de la estrategia del Pentágono para obstaculizar y remover la presencia de Irán de esa zona critica para el expansionismo de Israel a costa de Siria y Líbano. Sin embargo, estos reveses de ninguna manera señalan la perdida absoluta de la hegemonía de los EE.UU, sino solo la erosión paulatina de su rol de potencia dominante pero que todavía sigue poseyendo una enorme capacidad para generar caos y destrucción, tal como lo atestigua lo que acontece actualmente tras el desestabilizador periplo del presidente Trump por el Oriente Medio.  






Publicado por La Cuna del Sol
USA.

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