Hace 23 años (1988), fue asesinado brutalmente Mons. Gerardi, en la ciudad de Guatemala; dos días después de presentar el informe de la Iglesia “Guatemala nunca más”, sobre la violación de los DDHH y genocidios perpetrados en el conflicto armado en el país (1960-1996).
MONSEÑOR GERARDI Y LOS
BEATOS DE
QUICHÉ MOTIVAN A SEGUIR
DENUNCIANDO
ESTE SISTEMA INJUSTO
René Arturo Flores, OFM
Prensa Comunitaria
Hace 23 años (1988), fue asesinado brutalmente Mons. Gerardi, en la ciudad
de Guatemala; dos días después de presentar el informe de la Iglesia “Guatemala
nunca más”, sobre la violación de los DDHH y genocidios perpetrados en el
conflicto armado en el país (1960-1996).
Este conflicto que duró unos 35 años, donde el pueblo empobrecido e
indígena puso la mayor cuota de víctimas, entre desaparecidos, asesinatos
selectivos, secuestros, torturas, exiliados y genocidios. La violencia se dio
en lo rural y lo urbano, en el mundo universitario, sindical y profesional;
también, afectando directamente a los pueblos indígenas en su cohesión,
identidad y tranquilidad como sociedad organizada en sus territorios.
Los perseguidos, los asesinados y desaparecidos, no son solo la huella
dejada por este conflicto, sino las heridas individuales y la desintegración
del tejido social que permanece en la nación. La causa que genero este
conflicto, fue como los otros países de América Central, la injusticia,
impunidad y despojo realizado por las élites oligárquicas y las transnacionales
conquistadoras de los territorios, estas, en alianza con la institución del
ejercito militar del país. Por tanto, por razones de justicia, de recuperar la
memoria histórica y de restablecer la dignidad a las mayorías afectadas, es que
se realizan los trabajos investigativos de la memoria histórica.
La memoria martirial de Mons. Gerardi, este año, se da en el contexto de la
celebración de los 10 beatos que la Iglesia reconoció, llamados “beatos del Quiché”.
El martirio no es un hecho que lo deseamos o lo aplaudimos como algo bueno en
sí; el mártir es expresión de un sistema injusto, de estructuras de muerte y
estrategias asesinas, es muestra de un Estado fallido en cuanto, que en lugar
de proteger a su pueblo soberano, sus instituciones como el Ejército, lo
asesinan, sus políticas lo empobrecen y sumergen en la opresión. El mártir, nos
muestra que existe una clase política aliada al poder económico de la
oligarquía que despoja a las mayorías.
Desde nuestro ser cristiano, como discípulos y discípulas de Jesús, que
seguimos las bienaventuranzas del maestro, nos viene el cuestionamiento como
Iglesia servidora del Reino de Dios en la sociedad y pueblos, sobre algunas
prácticas que todavía mantienen de manera oficial. Una de ellas, es que la
Iglesia como institución sigue teniendo relación oficial con los ejércitos
militares, esto por medio de un clérigo que se denomina “capellán”. No es
posible que los clérigos trabajen de manera remunerada o se realice una actividad
mediada por un contrato con la institución acusada de violación de los DDHH y
genocidios, y que aun en la actualidad siguen impunes, sin que se haga justicia
a las víctimas. Mucho menos es aceptable que “un obispo” sea el “obispo
castrense”.
Mons. Gerardi, los beatos del Quiché, como tantos otros mártires cristianos
de este conflicto en Guatemala, son testigos que nos motivan a seguir
denunciando este sistema injusto con sus causas que generan muerte, a ser voz
con el mismo pueblo organizado y a actuar proféticamente en defensa de las
mayorías empobrecidas. Estos días celebramos que el crucificado es el
Resucitado, que vive en el Pueblo de Dios. Desde la fe cristiana, no podemos
aceptar pasivamente que hayan “crucificados” a causa de los sistemas y
estructuras establecidas por la oligarquía, los políticos y los ejércitos
represivos en nuestros países, por eso proclamamos en nombre de las víctimas:
¡Guatemala Nunca Más!
Publicado por La Cuna del Sol
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