Durante una conferencia de prensa celebrada el 27 de abril, Mayorkas afirmó que otros países ayudarían a vigilar la frontera estadounidense. "Éste es un reto hemisférico que exige soluciones hemisféricas", indicó. "Trabajando con nuestros vecinos de la región, podemos reducir y reduciremos el número de migrantes que llegan a nuestra frontera sur".
INADVERTIDAMENTE, TRAS LA ELIMINACIÓN
DEL TÍTULO 42, ESTADOS UNIDOS EMPUJA EL
CONTROL DE SU FRONTERA MÁS HACIA EL SUR
Todd Miller
Counterpunch
El 11 de abril, Estados Unidos, Panamá y
Colombia anunciaron una operación conjunta de dos meses para "poner fin al movimiento ilícito de
personas y bienes" a través de la Brecha del Darién. A su llegada a
Panamá, el secretario del Departamento de Seguridad Nacional (DHS), Alejandro
Mayorkas, explicó en un tuit que los tres países trabajarían
juntos para "atacar las redes criminales, construir vías legales y salvar
vidas". El anuncio trilateral, escaso en detalles, dejó mucho a la
imaginación: ¿cómo, por ejemplo, se realizarán esas ambiciosas tareas? Sin
embargo, el anuncio proporcionó una pista sobre la forma en que
Estados Unidos reforzará la aplicación de las leyes fronterizas después del 11
de mayo, fecha en que se suprimirá gradualmente el Título 42, la ley de
expulsiones rápidas de la época de la pandemia.
Prensa Asociada en su artículo sobre la operación Darien Gap,
lo expresó así: "Sin ese instrumento de disuasión [el Título 42] en la
frontera de EE UU., existe la preocupación [en el gobierno de EE UU. de que]
las llegadas de migrantes puedan volver a ser incontrolables". La palabra
clave aquí es "disuasión", un término que evoca la estrategia de varias
décadas en la frontera entre Estados Unidos y México para hacer el cruce lo más
difícil y peligroso posible. La exportación de la estrategia de prevención a
través de la disuasión a la Brecha del Darién y a todo el hemisferio, en otras palabras,
forma parte de la eliminación del Título 42.
Durante una conferencia de
prensa celebrada el 27 de abril, Mayorkas afirmó que otros
países ayudarían a vigilar la frontera estadounidense. "Éste es un reto
hemisférico que exige soluciones hemisféricas", indicó. "Trabajando con nuestros vecinos de la región, podemos reducir
y reduciremos el número de migrantes que llegan a nuestra frontera sur". Con esto, Mayorkas incluye a los
solicitantes de asilo que tendrán que ir a los Centros Regionales de
Procesamiento de EE UU. que se establecerán en toda América Latina, comenzando
en Colombia y Guatemala.
Aunque Washington declara que admitirá más
refugiados, también habrá "consecuencias
más severas por
no hacer uso de las vías legales". Esto incluiría si las personas "no
buscaron protección en un país a través del cual transitaron en su camino a los
Estados Unidos", según lo manifestado por la Administración Biden en
febrero, al explicar lo relacionado con una nueva regla para "incentivar los
procesos migratorios legales". Comparando este cambio de políticas con la
prohibición de tránsito de la era de Donald Trump, la periodista Belén
Fernández encontró otra forma de describirlo: una "prohibición de
asilo."
Aunque Mayorkas hizo hincapié en las actuales
operaciones internacionales como respuesta a la eliminación gradual del Título
42, la ampliación de sus fronteras ha sido una parte fundamental de la
estrategia de aplicación de la ley estadounidense durante dos décadas. El ex
comisionado de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), Alan Bersin,
calificó este giro, posterior al 11-S (dirigido a la internacionalización de
las operaciones fronterizas estadounidenses), de "cambio masivo de
paradigma". Según escribió, se ha producido un cambio "en nuestra
percepción de las fronteras no sólo como líneas, sino como movimientos -flujos
de personas y mercancías a escala global tanto legal como ilegalmente". En
2004, el comisionado de la CBP, Robert Bonner, explicó este cambio como lo
haría un mando militar: lo llamó, "ampliar nuestra zona de seguridad allí
donde podemos hacerlo, más allá de nuestras fronteras físicas, para que las
fronteras estadounidenses sean la última línea de defensa, no la primera".
Estas ideas se han incorporado a la
estrategia fronteriza, y no es ningún secreto. Los documentos de estrategia de
la Patrulla Fronteriza estadounidense hablan constantemente de un "enfoque
estratificado". Según la agencia de Seguridad Nacional, la frontera y su
aparato de control van mucho más allá de la división entre Estados Unidos y
México. Esto incluye no sólo la aplicación de la ley en el interior de Estados
Unidos (las zonas de
100 millas a lo
largo de las fronteras y costas, y las operaciones del ICE en el interior),
sino también el agresivo empuje de la frontera de Estados Unidos en otros
países en todo el hemisferio y más allá. Estados Unidos ha llevado a cabo
operaciones de adiestramiento en más de 100 países, y ha realizado numerosas
transferencias de equipos y tecnología a estos países para ayudar en la
aplicación de las leyes fronterizas. El CBP cuenta también con 23 agregados en todo el mundo, incluidos los
de Ciudad de Panamá y Bogotá.
Es difícil decir qué aspecto tendrá esta
operación en la Brecha del Darién, y en los próximos meses estaremos evaluando
ésta y otras operaciones aquí en The Border Chronicle. Ahora bien,
abundan los ejemplos de externalización de la frontera estadounidense en todo
el hemisferio occidental y más allá. La frontera entre México y Guatemala, que
ha recibido mucha atención y financiación estadounidense, podría encabezar la
lista de ejemplos. En 2017, cuando entrevisté a un funcionario estadounidense
de la oficina de Asuntos Internacionales -en la sede de la CBP enWashington
D.C.- sobre la coordinación de las operaciones fronterizas de Estados Unidos en
México, me dijo: "Apuesto a que hay 15 llamadas telefónicas en curso con
México en este mismo momento." Como probablemente las hay ahora mismo,
mientras ustedes leen esto. Y cuando fui a investigar el Programa Frontera Sur
de México en 2014, descubrí que a pesar de la retórica
oficial sobre la preocupación por la seguridad de las personas que migraban, la
intensificación de la aplicación de la ley bajo la tutela de Estados Unidos y
el uso de equipos estadounidenses empujaron a los migrantes a zonas más remotas
y peligrosas. Las personas que acampaban en el bosque junto a las vías del tren
cerca de Arriaga, Chiapas, me hacía recordar de manera perturbadora acerca de como
las personas no autorizadas se desplazan por el desierto de Arizona. Me pregunté
por primera vez, si esto era la exportación de la prevención a través de la
disuasión.
No se trata sólo de México. Estados Unidos ha
invertido mucho en la creación de patrullas fronterizas en Guatemala, Honduras,
El Salvador y otros países. En 2015, mientras estaba en un viaje de
investigación para mi libro Empire of
Borders: The Expansion of the U.S. Border Around the World, me desplazaba por una
carretera en un ruidoso camión cerca de Copán, Honduras, con el comandante de
la recién formada fuerza Maya Chortí, como la bautizaron (sí, la fuerza
fronteriza utiliza el nombre del pueblo indígena que ha habitado la zona
durante casi 2000 años), él me informó que
habían arrestado y detenido a 18 ecuatorianos y dominicanos en un puesto de
control cercano. En 2017, la fuerza fronteriza guatemalteca (conocida entonces
como Chortí, sin el "maya" de su homóloga hondureña) me mostró cómo
podían equipar con armamento sus jeeps proporcionados por Estados Unidos y
desplegar un puesto de control en una carretera rapidamente. También había un
supervisor militar estadounidense observándolo todo. Y en la República
Dominicana, en 2012, fui testigo de cómo el comandante de la relativamente
nueva guardia fronteriza del país, formado en Estados Unidos, discutía durante
varios minutos con un grupo de hombres haitianos que habían sido detenidos, sobre
que en su país no había hambre. Y debido ello, dijo, la detención estaba bien
justificada. He documentado este incidente en el libro, Border Patrol
Nation: Dispatches from the Front Lines of Homeland Security.
En cada lugar la aplicación de la ley era
distinta, pero con el denominador común del apoyo y la retórica estadounidenses
sobre el desmantelamiento de las redes de contrabando, las organizaciones
delictivas y las actividades ilícitas. También existe el denominador común de
la detención, muerte y brutalización de personas que se desplazan sin
autorización gubernamental, ya sea en Tapachula, en el desierto de Arizona o,
ahora cada vez más, en la Brecha del Darién.
La Brecha del Darién, por donde cruzaron 250.000
personas en
2022 (casi el doble que el año anterior), se está convirtiendo en un nuevo estrato
de la frontera estadounidense. Con los últimos anuncios de la administración
Biden en relación con el Título 42, el gobierno estadounidense logra
cosméticamente dos cosas importantes: En primer lugar, la eliminación de esta contenciosa
política de la era de la pandemia de la conversación sobre la frontera, una
política a la que muchas personas han exigido que Estados Unidos ponga fin. Apuntala
la aseveración del gobierno de Biden de que está creando una frontera "segura, humana
y ordenada".
En segundo lugar, empuja aún más la aplicación de las leyes fronterizas
estadounidenses, lejos de las cámaras y la prensa, lejos de la conciencia global.
El control de la frontera deja de llamar la atención.
Originalmente publicado en The Border Chronicle.
Todd Miller es el autor del
libro, Build Bridges Not Walls y editor de The Border Chronicle.
Publicado por La Cuna del Sol
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