sábado, 14 de octubre de 2023

Giammattei se ha ido civilizando, ahora ofrece menos garrote a los guatemaltecos

Hay dos clases de voluntades: la voluntad moral y la voluntad política. Se tiene voluntad cuando se tiene libertad. Eso es lo que no tiene el presidente de Guatemala, el señor Alejandro Giammattei. Va de pifia en pifia, hasta lo divertido. Quizá no tiene asesores y si los tiene no los escucha.

 

GIAMMATTEI SE HA IDO CIVILIZANDO,
AHORA OFRECE MENOS GARROTE A LOS GUATEMALTECOS



Por Luciano Castro Barillas
Escritor y Analista Político
La Cuna del Sol

Hay dos clases de voluntades: la voluntad moral y la voluntad política. Se tiene voluntad cuando se tiene libertad. Eso es lo que no tiene el presidente de Guatemala, el señor Alejandro Giammattei. Va de pifia en pifia, hasta lo divertido. Quizá no tiene asesores y si los tiene no los escucha. Él es un hombre terco, obtuso; burro, pues. Son muchas las dependencias corruptas que lo esclavizan. Él realmente no es un PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DE GUATEMALA. Él es un fantoche, títere o marioneta de piernas aguadas. Esas descompensaciones físicas las compensa con su desbocada perversión e irrefrenable codicia.  Él llegó para eso: para saquear los recursos públicos del Estado guatemalteco y salir de la existencia mediocre que llevó antes de ser electo por una morralla de personas que por enésima vez eligieron mal. Este sujeto de padre italiano, que pudo haber sido hasta miembro de la Cosa Nostra, pues de qué manera podemos explicarnos haber engendrado semejante vástago.

La perspectiva para el movimiento popular encabezado por los “48 Cantones”, una organización indígena cuyas ejecutorias de lucha comunitaria por las Tierras Altas de Guatemala se remonta, de manera notoria, con la rebelión de Atanasio Tzul y Lucas Aguilar contra los colonialistas españoles en 1820. En el momento actual, esta organización comunitaria del departamento de Totonicapán, encabeza la lucha contra los intentos de la oligarquía criolla y reaccionaria de desconocer los resultados electorales de las recientes elecciones que dio el triunfo al socialdemócrata Bernardo Arévalo, aunque ellos afirman con su lucha no es por defender al presidente electo sino por el intento  de fraude electoral patrocinado por los sectores conservadores de Guatemala, de la mano de los partidos políticos corruptos, el narcotráfico y el empresariado que temen perder sus prerrogativas con un gobierno identificado con los intereses nacionales y los intereses de los sectores populares.

Las reivindicaciones de las grandes mayorías de Guatemala se han vuelto inaplazables porque un 85% ciudadanos se debaten en la extrema pobreza. La miseria en el Altiplano es más brutal porque las cosechas son más espaciadas y porque, sencillamente, no hay dinero para invertir. El desempleo es demoledor y esa es la razón de que en las aldeas y poblados sus jóvenes cojan el camino de la migración irregular hacia los Estados Unidos y se animen a involucrarse con el crimen organizado. Se vive en esas comunidades una pobreza sombría y desesperada. Ahora, dignamente, encabezan la lucha de todos los guatemaltecos que anhelan vivir en democracia.

Son casi 70 años de dictadura y nadie quiere enterarse que los politiqueros mafiosos sigan gobernando este país. La lucha popular, los pícaros de siempre, quieren arrinconarla al ámbito legal. ¿De qué legalidad hablan, cuando existe una Corte Suprema de Justicia que está en el cargo desde hace cuatro años, sin haber sido los letrados y letradas designados para ello? Son magistrados usurpadores, pues es un cargo justo a la medida para las élites corruptas. En Guatemala podrá haber de todo, menos justicia y cortes honorables. Todas las instituciones están copadas por los corruptos y si no se le encuentra una salida pacífica al actual conflicto político, se avizora una mayor inestabilidad, una profundización de la crisis que puede derivar en terribles acciones violentas. No olvidemos lo dicho por el abogado laboralista Mario López Larrave en la década de los años 80 que, “cuando se pierde la fe en el derecho, se llega a las acciones de hecho”.

El trabajo de la misión de la OEA en Guatemala, al parecer, no tiene incidencia y hablar de dialogar con un interlocutor que no tiene esa voluntad no se llega a ningún punto. Pero hay que hacerlo, porque las concesiones de las partes negociadoras deben ser mutuas. Desconocemos si las bases de los 48 Cantones se están agotando, porque las huelgas, por ejemplo, se pierden cuando el respaldo social se agota. La logística y los reemplazos, por diferentes razones, se empiezan a debilitar. Y con algo se tiene que salir, porque se corre el riesgo de salir, al final, sin nada. O dar el salto al vacío y mantenerse en las posiciones iniciales de bloqueo.

No hay que olvidar que si el movimiento popular pierde, la opresión se viene severa y lo más seguro es que Bernardo Arévalo no tomaría posesión del cargo para el que fue electo. Corremos el riesgo también que los Estados Unidos está ahora atendiendo su prioridad como lo es Israel y quede Guatemala como el Perú, como un evento político de hechos consumados y siga haciendo Giammattei lo que mejor sabe hacer: seguir ofreciendo garrote a los guatemaltecos.




Publicado por La Cuna del Sol

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