Hay dos clases de voluntades: la voluntad moral y la voluntad política. Se tiene voluntad cuando se tiene libertad. Eso es lo que no tiene el presidente de Guatemala, el señor Alejandro Giammattei. Va de pifia en pifia, hasta lo divertido. Quizá no tiene asesores y si los tiene no los escucha.
GIAMMATTEI SE HA IDO CIVILIZANDO,
AHORA OFRECE MENOS GARROTE A LOS
GUATEMALTECOS
Por Luciano Castro Barillas
Escritor y Analista Político
La Cuna del Sol
Hay dos clases de voluntades: la voluntad
moral y la voluntad política. Se tiene voluntad cuando se tiene libertad. Eso
es lo que no tiene el presidente de Guatemala, el señor Alejandro Giammattei.
Va de pifia en pifia, hasta lo divertido. Quizá no tiene asesores y si los
tiene no los escucha. Él es un hombre terco, obtuso; burro, pues. Son muchas
las dependencias corruptas que lo esclavizan. Él realmente no es un PRESIDENTE
DE LA REPÚBLICA DE GUATEMALA. Él es un fantoche, títere o marioneta de piernas
aguadas. Esas descompensaciones físicas las compensa con su desbocada
perversión e irrefrenable codicia. Él
llegó para eso: para saquear los recursos públicos del Estado guatemalteco y
salir de la existencia mediocre que llevó antes de ser electo por una morralla
de personas que por enésima vez eligieron mal. Este sujeto de padre italiano,
que pudo haber sido hasta miembro de la Cosa Nostra, pues de qué manera podemos
explicarnos haber engendrado semejante vástago.
La perspectiva para el movimiento popular
encabezado por los “48 Cantones”, una organización indígena cuyas ejecutorias
de lucha comunitaria por las Tierras Altas de Guatemala se remonta, de manera
notoria, con la rebelión de Atanasio Tzul y Lucas Aguilar contra los
colonialistas españoles en 1820. En el momento actual, esta organización
comunitaria del departamento de Totonicapán, encabeza la lucha contra los
intentos de la oligarquía criolla y reaccionaria de desconocer los resultados
electorales de las recientes elecciones que dio el triunfo al socialdemócrata
Bernardo Arévalo, aunque ellos afirman con su lucha no es por defender al
presidente electo sino por el intento de
fraude electoral patrocinado por los sectores conservadores de Guatemala, de la
mano de los partidos políticos corruptos, el narcotráfico y el empresariado que
temen perder sus prerrogativas con un gobierno identificado con los intereses
nacionales y los intereses de los sectores populares.
Las reivindicaciones de las grandes mayorías
de Guatemala se han vuelto inaplazables porque un 85% ciudadanos se debaten en
la extrema pobreza. La miseria en el Altiplano es más brutal porque las
cosechas son más espaciadas y porque, sencillamente, no hay dinero para
invertir. El desempleo es demoledor y esa es la razón de que en las aldeas y
poblados sus jóvenes cojan el camino de la migración irregular hacia los
Estados Unidos y se animen a involucrarse con el crimen organizado. Se vive en
esas comunidades una pobreza sombría y desesperada. Ahora, dignamente,
encabezan la lucha de todos los guatemaltecos que anhelan vivir en democracia.
Son casi 70 años de dictadura y nadie quiere
enterarse que los politiqueros mafiosos sigan gobernando este país. La lucha
popular, los pícaros de siempre, quieren arrinconarla al ámbito legal. ¿De qué
legalidad hablan, cuando existe una Corte Suprema de Justicia que está en el
cargo desde hace cuatro años, sin haber sido los letrados y letradas designados
para ello? Son magistrados usurpadores, pues es un cargo justo a la medida para
las élites corruptas. En Guatemala podrá haber de todo, menos justicia y cortes
honorables. Todas las instituciones están copadas por los corruptos y si no se
le encuentra una salida pacífica al actual conflicto político, se avizora una
mayor inestabilidad, una profundización de la crisis que puede derivar en
terribles acciones violentas. No olvidemos lo dicho por el abogado laboralista
Mario López Larrave en la década de los años 80 que, “cuando se pierde la fe en
el derecho, se llega a las acciones de hecho”.
El trabajo de la misión de la OEA en
Guatemala, al parecer, no tiene incidencia y hablar de dialogar con un
interlocutor que no tiene esa voluntad no se llega a ningún punto. Pero hay que
hacerlo, porque las concesiones de las partes negociadoras deben ser mutuas.
Desconocemos si las bases de los 48 Cantones se están agotando, porque las
huelgas, por ejemplo, se pierden cuando el respaldo social se agota. La
logística y los reemplazos, por diferentes razones, se empiezan a debilitar. Y
con algo se tiene que salir, porque se corre el riesgo de salir, al final, sin
nada. O dar el salto al vacío y mantenerse en las posiciones iniciales de
bloqueo.
No hay que olvidar que si el movimiento
popular pierde, la opresión se viene severa y lo más seguro es que Bernardo
Arévalo no tomaría posesión del cargo para el que fue electo. Corremos el
riesgo también que los Estados Unidos está ahora atendiendo su prioridad como
lo es Israel y quede Guatemala como el Perú, como un evento político de hechos
consumados y siga haciendo Giammattei lo que mejor sabe hacer: seguir
ofreciendo garrote a los guatemaltecos.
Publicado por La Cuna del Sol
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