Por el momento Guatemala tendrá el favor de los Estados Unidos pero ese democraticismo nacido en el seno de la izquierda norteamericana hace medio siglo no es real. La democracia de Estados Unidos es como la guatemalteca. Son democracias aparentes.
EL DEMOCRATICISMO DE LAS DEMOCRACIAS
LIBERALES,
ES LAS GRAN DEBILIDAD
EN EL EJERCICIO DEL PODER
Luciano Castro Barillas
Escritor y Analista Político
La Cuna del Sol
Los guatemaltecos están desesperados.
Cansados por la corrupción y de los corruptos impunes y orondos que andan como
si nada hubiera pasado en este país. Incluso están en nuevos cargos, como el
caso de Oscar Marroquín, recientemente nombrado gerente de INTECAP, que es un
centro de capacitación de mano obra para la base industrial del país y ahora
también centro de generación de emprendimientos para los micro y medianos
empresarios, o sea, justificación económica y política del desempleo de los
países liberales democráticos.
La ideología capitalista y la carencia de
pensamiento crítico marxista han permitido el florecimiento de esta neo
ideología capitalista presentada siempre como una novedad. Los tecnócratas
abundan en estos ámbitos y te quedas pasmado con la tremenda trapisonda o
galimatías que arman, igual al lenguaje ritual de los abogados que inventaron
hace cientos de años una manera de expresarse para babosear a los cristianos y
no para comunicar una idea. Ese lenguaje encriptado causa devastación económica
en sociedades con un bajo nivel de educación que paga muy caro el servicio
jurídico porque se imagina que el remedio a su mal se encuentra en un cráter
lunar. Hoy todo mundo tiene que ser especialista en esto o en aquello, porque
un pensamiento general, de “todólogo”, al parecer ya no vale nada. No hay ya
cabida para los filósofos ni los escritores, porque ellos apelan al sentido
común de las cosas y hacen uso un lenguaje accesible, sencillo y no
necesariamente carente de elaboración y sesudez.
El presidente y su promesa de campaña de
“lucha frontal” contra la corrupción se está quedando en dicho de campaña
oportunista, porque le hablaba al guatemalteco de lo que lo aquejaba: una mala
vida provocada por las acciones variadas de los corruptos. Se fueron en 20 años
insertándose en todas las instituciones del Estado, de manera tan incisiva, que
ahora son auténtico grupos criminales que le dieron carta de normalidad a sus
acciones marginales. No hay todavía un estudio de la caída de la popularidad
del presidente Arévalo, pues su ascenso meteórico podría tener también un
descenso vertiginoso. Es muy pronto pedir resultados, pero las personas como
las políticas de los hombres van dando un talante.
Los políticos liberales están todos cortados
con la misma tijera. Y donde los Estados Unidos y sus aliados tienen metidas
las manos difícilmente presidente alguno pueda desmarcarse de sus designios. Al
dejar de ser útiles por el incumplimiento de expectativas favorables al imperio
se volverán totalmente prescindibles y serán lanzados al cesto de la basura.
Ese no es un asunto de larga espera, porque cuando haya un acuerdo bipartidista
no muy influido por la industria militar, la migración irregular llegará a su
fin y Estados Unidos tendrá un crecimiento económico real. ¿Y para que estará
México y Guatemala como naciones tapón a la emigración descontrolada? Ya no
servirán para nada y el apoyo “americano” se diluirá irremediablemente en la
indiferencia propia de los Estados Unidos hacia América Latina. Esa será la
historia final de este largo amor contrariado.
Por el momento Guatemala tendrá el favor de
los Estados Unidos pero ese democraticismo nacido en el seno de la izquierda
norteamericana hace medio siglo no es real. La democracia de Estados Unidos es
como la guatemalteca. Son democracias aparentes. Y de allí que, para
legitimarse en el poder, hacen una mil y concesiones a los grupos de la
sociedad civil que se encargan, al final, de limitar el poder y un presidente,
un ministro y un funcionario cualquiera ven rechazadas sus iniciativas porque
ciertamente el poder es del soberano, el soberano no son los grupos de la
sociedad civil, que están igualmente inmersos en variados actos de corrupción.
Un sencillo ejemplo con el caso de los gobernadores departamentales. Era
necesario designarlos, como hombres de confianza del presidente. No consultar a
la sociedad civil a quiénes querían. Eso ha dado lugar a que ex alcalde, ex
diputados y ex funcionarios figuran en la larga lista de aspirantes. ¿Y será
hombre de confianza de Arévalo el ex alcalde Gabriel Rosales incondicional de
Giammattei? ¿O ex alcalde Jaime Estrada, incondicional de Sandra Torres? Es
gente que debe quedar fuera por su pasado oprobioso a la cual no se le puede
seguir otorgando oportunidades.
Estas acciones de Arévalo son el vivo ejemplo
de los democraticismos de los demócratas liberales, enemigos del socialismo o
de cualquier versión de democracia avanzada. Así no podremos los guatemaltecos
edificar nuestra democracia, la real, no la formal que hemos tenido por setenta
años. Un gobernante debe dar esas señales inequívocas de autoridad y decisión.
Que manda, que ordena, pero que también sabe consultar. No queremos tampoco
tiranuelos, pero tampoco papanatas o mandilones que hacen concesiones donde no
deben. Están copándonos nuevamente los corruptos en los cargos de decisión e
incidencia. Pareciera que nos pasará algo peor que lo de Alvaro Colom quien fue
sometido no por los opositores sino por su ambiciosa mujer, la señora Torres.
Publicado por La Cuna del Sol
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