El comentario del actual presidente estadounidense en la entrevista del viernes ha sido ignorado por la prensa tradicional, pero su megalomanía es la razón fundamental del por qué Joe Biden está desafiando a su partido y manteniéndose en la contienda por la presidencia, escribe Joe Lauria.
BIDEN: "YO DIRIJO EL MUNDO"
Joe Lauria
Consortium News
Aproximadamente a la mitad de lo que se
anunciaba como la entrevista más trascendental de la carrera política de Joe
Biden, éste pronunció las palabras más trascendentales de la entrevista: "Yo dirijo el mundo".
Esas cinco palabras explican por qué se niega
a retirarse de la contienda y confirman lo que la mayoría de estadounidenses
niegan, pero que la mayor parte del mundo sabe: los presidentes de Estados
Unidos actúan como emperadores del mundo.
Se suponía que la entrevista
con George Stephanopoulos, de ABC News, era la oportunidad de Biden de
demostrar al país que está mentalmente capacitado para seguir en la presidencia
y presentarse a un segundo mandato, al final del cual, si sigue vivo, tendría
86 años.
Biden intenta recuperarse de una actuación en
el debate del 27 de junio que mostró a 43.7 millones de telespectadores el
debilitado estado de su mente. En líneas generales, en el debate se mostró tan
aturdido como desde hace años, pero nunca antes en directo ante una audiencia
tan inmensa.
La reacción del Partido Demócrata y sus
medios de comunicación ha sido sin precedentes: expertos y editorialistas;
congresistas demócratas; operativos políticos del partido y analistas exigieron
en aparente y coordinada uniformidad: deja
de ser egoísta Joe y abandona la contienda para que no gane Donald Trump.
Sin embargo, ha tenido el efecto contrario.
Biden se ha resistido al coro de la élite del partido: "No me voy a
ninguna parte", dijo en un mitin el viernes, afirmando
erróneamente que volvería a derrotar a Trump en 2020. Antes se había reunido
con gobernadores estatales demócratas en la Casa Blanca. Les dijo que estaba
bien. "Es solo mi cerebro", dijo, según The New York Times.
Y para demostrar a la opinión pública que aún
está en sus cabales, se sentó con Stephanopoulos en una entrevista grabada,
cuyo tema era únicamente su cerebro.
"GEORGE STEPHANOPOULOS: ¿Estaría
dispuesto a someterse a una evaluación médica independiente que incluya pruebas
neurológicas y cognitivas y dar a conocer los resultados al pueblo
estadounidense?
PRESIDENTE JOE BIDEN: Vea. Tengo una prueba
cognitiva todos los días. Todos los días tengo esa prueba. Todo lo que hago. Usted
sabe, no sólo estoy haciendo campaña, sino que estoy dirigiendo el mundo. No- y
eso no es hi- suena como una hipérbole, pero somos la nación esencial del mundo…
Madeleine Albright tenía razón. Y todos los
días, por ejemplo, hoy antes de venir aquí, estoy al teléfono con el primer
ministro de... bueno, en fin, no debería entrar en detalles, pero con
Netanyahu. Estoy al teléfono con el nuevo primer ministro de Inglaterra.
Estoy trabajando en lo que estábamos haciendo
en Europa con respecto a la expansión de la OTAN y si se va a mantener. Me
estoy enfrentando a Putin. Quiero decir, no hay día que pase en el que no tenga
que tomar esas decisiones cada día".
Biden cree que dirige el mundo y no va a
renunciar a ello. No importa que esté perdiendo la cabeza a la vista de todos.
No importa que esté apoyando plenamente un genocidio en curso en Gaza. No
importa que haya provocado
y siga expandiendo un conflicto en Ucrania que se encamina hacia una
confrontación nuclear con Rusia.
Biden está obsesionado con el poder: con el
poder de "dirigir el mundo". Y no lo soltará.
Estados Unidos es el primer imperio mundial.
El presidente estadounidense es el primer emperador mundial. El debate para
ganar el título de emperador mundial entre Biden y Trump, el "genio
estable" trastornado por mérito propio, fue un espectáculo del fin del
imperio, como si se tratara de Calígula debatiendo con Nerón.
El resto del mundo se estremece de temor ante
lo que pueda ocurrir.
Joe Lauria es jefe de redacción de Consortium
News y antiguo corresponsal en la ONU de The Wall Street Journal,
Boston Globe y otros periódicos, como The Montreal Gazette, el London
Daily Mail y The Star of Johannesburg. Fue reportero de
investigación para el Sunday Times de Londres, reportero financiero para
Bloomberg News y comenzó su labor profesional como colaborador para el The
New York Times a los 19 años. Es autor de dos libros, A
Political Odyssey, con el senador Mike Gravel, prologado por Daniel
Ellsberg; y How I Lost, por Hillary Clinton, prologado por Julian
Assange.
Publicado por La Cuna del Sol
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