martes, 28 de enero de 2025

Una nueva era de teatro fronterizo

La agenda antiinmigración es el caballo de Troya que ha permitido a las fuerzas antidemocráticas consolidar su poder bajo el segundo mandato de Trump e intentar acabar con todo, desde los derechos de las mujeres hasta nuestra democracia.

 

UNA NUEVA ERA DE TEATRO FRONTERIZO



Melissa del Bosque
The Border Chronicle

Sólo se necesitaron 30 años y la ayuda del Partido Demócrata para que esto sucediera.

Desde el momento en que Donald Trump bajó por la escalera mecánica dorada de la Torre Trump en 2015 para anunciar su candidatura presidencial al ritmo de "Rocking in the Free World" de Neil Young (y sin el consentimiento de Young), hemos estado sometidos de manera continua al teatro político de MAGA. El papel de Trump como presidente de Estados Unidos es lo peor del reality show estadounidense, con consecuencias de vida o muerte. Y actores antidemocráticos mucho más peligrosos han acumulado poder gracias al éxito de Trump.

En los siguientes cuatro años, la región fronteriza entre Estados Unidos y México servirá como el escenario principal para la propaganda MAGA. El gobernador de Texas, Greg Abbott, ya ha construido un área al estilo Hollywood, de miles de millones de dólares, para el Ministerio de Propaganda MAGA, llamado Operation Lone Star (Operación Estrella Solitaria), completo con soldados, cárceles escuálidas, un sistema de tribunales canguro, kilómetros de alambre de púas y vehículos militares Humvees.

Es de esperar que gran parte del espectáculo de Trump tenga lugar en Texas, donde el reparto ya está reunido y los escenarios ya están construidos. Pasamos los últimos cuatro años viendo la serie de la derecha, Invasión, rodada por aliados de Trump, entre ellos Ken Cuccinelli y Russ Vought.

En 2025 se nos ofrecerá una creación de contenidos más autocrática, que se difundirá a través de plataformas de medios sociales controladas por multimillonarios. Para mantener nuestra atención, la programación requerirá de muchos antagonistas (también conocidos como enemigos del pueblo), entre los que habrá inmigrantes, periodistas, activistas, educadores, científicos, etc.

Cuando se trata de una estrategia política eficaz, “es bueno tener un enemigo”, declaró a la BBC en 2023 George Birnbaum, especialista estadounidense en el asesoramiento de lideres autoritarios. Birnbaum ayudó a Benjamin Netanyahu y al húngaro Viktor Orbán a llegar al poder. Tuvo como mentor a Arthur Finkelstein, un consejero político republicano que ayudó a Richard Nixon a ganar la presidencia en 1972. En un memorándum de 1970, Finkelstein escribió: “Uno debería... intentar polarizar las elecciones en torno al tema que más le beneficie a uno, es decir, las drogas, el crimen, la raza en el estado de Nueva York”.

En este caso, para el movimiento MAGA son los inmigrantes y la frontera. Lo que resulta del todo chocante del segundo mandato de Trump son sus muchos ecos del pasado y de cómo hemos llegado a este momento. Los republicanos, una y otra vez, han demonizado a los inmigrantes como una cuestión controversial para polarizar a los estadounidenses, ganar elecciones y consolidar el poder. A menudo termina mal para ellos, pero luego los demócratas promueven la agenda republicana de todos modos.

Una táctica de 30 años

They Keep Coming(“Ellos continúan viniendo”), formaba parte de la a propaganda política del ex gobernador, Pete Wilson en 1994, que utilizaba los mismos mensajes racistas y xenófobos que vimos en miles de anuncios publicados durante el ciclo electoral de 2024 y repetidos por Trump. Wilson, un republicano, ganó las elecciones, pero su alarmismo hacia los inmigrantes y la promoción de la Proposición 187 acabaron con su carrera política. También impulsó el formidable ascenso del poder político latino en California y convirtió a la quinta economía más grande del mundo en sólidamente azul.

A menudo se hace referencia al hecho que Wilson ganó las elecciones, pero los republicanos perdieron la batalla. Pero no se escribe lo suficiente sobre cómo el presidente Bill Clinton, como reacción a este movimiento antiinmigrante, firmó la Ley de Reforma de la Inmigración Ilegal y Responsabilidad Migratoria de 1996 (IIRAIRA, en inglés), que allanó el camino para el sistema de detención y deportación masiva que tenemos en 2025, ese del que Trump habla tan ominosamente. Cuando se trata de deportaciones masivas, los demócratas han superado a los republicanos. Durante su primer mandato, Trump deportó a 1.5 millones, una fracción de los casi 5 millones que Obama deportó durante sus dos mandatos, lo que le valió el apodo de “deportador en jefe”.

La severa aplicación de la ley por parte del presidente Obama fue una respuesta a otro movimiento antinmigración republicano que se aglutinó en torno a la ley SB 1070 de Arizona, que dio lugar a varios proyectos de ley similares en todo el país, propagados por el American Legislative Exchange Council (ALEC) una organización comandada por el sector privado.

Como periodista en Texas, observando desde lejos, me preguntaba cuánto tardaría en llegar a nuestro estado la iniciativa contra la inmigración. Durante años, había sido rechazada por republicanos como el ex gobernador George Bush, y su asesor político Karl Rove, que la consideraban perjudicial para sus partidarios de campaña que dependían de trabajadores indocumentados mal pagados.

Y luego tuvimos a Trump en 2016, quien aprovechó el muro fronterizo como una estrategia política ganadora y de nuevo puso en marcha la vieja máquina de discursos antiinmigrantes, etiquetando a las personas que migran desde México como “violadores» y «criminales”.

Para entonces, Abbott y su vicegobernador, Dan Patrick, estaban de acuerdo con la estrategia política. Ambos han adoptado plenamente al MAGA y la política de deportación masiva, y no está claro cómo las industrias de Texas, desde la agricultura a la construcción, van a sortear la riesgosa zambullida del estado en el agujero de MAGA.

Y así, en cada ocasión en los últimos 30 años, los republicanos han optado por demonizar a los inmigrantes como estrategia política. En cada ocasión, han perdido miserablemente y, como consecuencia, han estimulado el crecimiento de un poderoso movimiento político de latinos y aliados que se oponen al racismo. Esto sucedió en California en la década de 1990 y en Arizona en la década de 2010.

¿Latinos con Trump?

¿Por qué algunos latinos votaron por Trump, especialmente a lo largo de la frontera en Texas? Una razón podrían ser los repetidos fracasos de los demócratas del establishment. De hecho, el Partido Demócrata es el actor más confuso en el teatro de la frontera, porque el partido ha hecho más para ayudar a la agenda MAGA que para obstaculizarla. Los demócratas se negaron a desafiar la narrativa antinmigrante de la invasión utilizada por Trump, promoviendo en su lugar la agenda antiinmigrante republicana mientras prometían hacer lo contrario. En este momento, el sistema de deportación masiva es una creación bipartidista. Lo presenciamos de nuevo durante el gobierno de Biden, cuando en reacción a la nociva agenda antiinmigrante de Trump, el presidente Biden restringió el asilo y otorgo al ICE y a Aduanas y Protección Fronteriza el mayor presupuesto de la historia.

Después de 30 años, los demócratas deberían tener muy claro que es hora de intentar algo radicalmente distinto. Esto significa construir una nueva visión, una nueva narrativa que no esté basada en el miedo, que incluya a todos los estadounidenses y que abarque los muchos puntos fuertes de las comunidades fronterizas. Para los republicanos, la frontera nunca será lo suficientemente segura. El alarmismo sobre la inmigración es una herramienta política demasiado útil para ganar las primarias republicanas y para encolerizar a sus bases. El “caos” de la frontera es ahora una industria arraigada que emplea a miles de personas y genera miles de millones para las empresas. También sirve para crear contenidos y una valiosa propaganda política.

Leyendo este artículo de 1995 en Los Angeles Times, me llama la atención cómo los organizadores de la Proposición 187 querían utilizar la iniciativa antiinmigración como catalizador para formar una coalición más amplia que, entre otras cosas, “aboliera el gobierno federal y su autoridad fiscal, restringiera la ciudadanía principalmente a los ‘nacidos de un estadounidense’, cambiara el nombre oficial de la nación por el de “América” y despojara a los extranjeros de la mayoría de sus derechos”.

Resulta que su objetivo tardó 30 años en alcanzarse. La agenda antiinmigración es el caballo de Troya que ha permitido a las fuerzas antidemocráticas consolidar su poder bajo el segundo mandato de Trump e intentar acabar con todo, desde los derechos de las mujeres hasta nuestra democracia. Propongo un nuevo Proyecto 2025 para rechazar el miedo y construir una nueva narrativa en torno a nuestras fortalezas colectivas como democracia diversa. Es hora de un nuevo guion, y de que los demócratas entiendan por fin el mensaje.




Publicado por La Cuna del Sol

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