La agenda antiinmigración es el caballo de Troya que ha permitido a las fuerzas antidemocráticas consolidar su poder bajo el segundo mandato de Trump e intentar acabar con todo, desde los derechos de las mujeres hasta nuestra democracia.
UNA NUEVA ERA DE TEATRO FRONTERIZO
Melissa del Bosque
The Border
Chronicle
Sólo se
necesitaron 30 años y la ayuda del Partido Demócrata para que esto sucediera.
Desde el momento en que Donald Trump bajó por
la escalera mecánica dorada de la Torre Trump en 2015 para anunciar su
candidatura presidencial al ritmo de "Rocking in the Free World" de Neil Young
(y sin el consentimiento de Young), hemos estado sometidos de manera continua al
teatro político de MAGA. El papel de Trump como presidente de Estados Unidos es
lo peor del reality show estadounidense, con consecuencias de vida o
muerte. Y actores antidemocráticos mucho más peligrosos han acumulado poder gracias al
éxito de Trump.
En los siguientes cuatro años, la región
fronteriza entre Estados Unidos y México servirá como el escenario principal
para la propaganda MAGA. El gobernador de Texas, Greg Abbott, ya ha construido un
área al estilo Hollywood, de miles de millones de dólares, para el Ministerio
de Propaganda MAGA, llamado Operation
Lone Star (Operación
Estrella Solitaria), completo con soldados, cárceles escuálidas, un sistema de
tribunales canguro, kilómetros de alambre de púas y vehículos militares Humvees.
Es de esperar que gran parte del espectáculo
de Trump tenga lugar en Texas, donde el reparto ya está reunido y los escenarios
ya están construidos. Pasamos los últimos cuatro años viendo la serie de la
derecha, Invasión, rodada por aliados de Trump, entre ellos Ken
Cuccinelli y Russ Vought.
En 2025 se nos ofrecerá una creación de
contenidos más autocrática, que se difundirá a través de plataformas de medios
sociales controladas por multimillonarios. Para mantener nuestra atención, la
programación requerirá de muchos antagonistas (también conocidos como enemigos
del pueblo), entre los que habrá inmigrantes, periodistas, activistas,
educadores, científicos, etc.
Cuando se trata de una estrategia política
eficaz, “es bueno tener un enemigo”, declaró
a la BBC en
2023 George Birnbaum, especialista estadounidense en el asesoramiento de
lideres autoritarios. Birnbaum ayudó a Benjamin Netanyahu y al húngaro Viktor
Orbán a llegar al poder. Tuvo como mentor a Arthur Finkelstein, un consejero
político republicano que ayudó a Richard Nixon a ganar la presidencia en 1972. En
un memorándum de 1970, Finkelstein escribió: “Uno debería... intentar polarizar
las elecciones en torno al tema que más le beneficie a uno, es decir, las
drogas, el crimen, la raza en el estado de Nueva York”.
En este caso, para el movimiento MAGA son los
inmigrantes y la frontera. Lo que resulta del todo chocante del segundo mandato
de Trump son sus muchos ecos del pasado y de cómo hemos llegado a este momento.
Los republicanos, una y otra vez, han demonizado a los inmigrantes como una cuestión
controversial para polarizar a los estadounidenses, ganar elecciones y
consolidar el poder. A menudo termina mal para ellos, pero luego los demócratas
promueven la agenda republicana de todos modos.
Una táctica de 30 años
“They Keep Coming” (“Ellos continúan viniendo”), formaba parte
de la a propaganda política del ex gobernador, Pete Wilson en 1994, que utilizaba
los mismos mensajes racistas y xenófobos que vimos en miles de anuncios
publicados durante el ciclo electoral de 2024 y repetidos por Trump. Wilson, un
republicano, ganó las elecciones, pero su alarmismo hacia los inmigrantes y la
promoción de la Proposición
187 acabaron
con su carrera política. También impulsó el formidable
ascenso del
poder político latino en California y convirtió a la quinta
economía más grande
del mundo en sólidamente azul.
A menudo se hace referencia al hecho que
Wilson ganó las elecciones, pero los republicanos perdieron la batalla. Pero no
se escribe lo suficiente sobre cómo el presidente Bill Clinton, como reacción a este movimiento
antiinmigrante, firmó la Ley de Reforma de la Inmigración Ilegal y Responsabilidad
Migratoria de 1996 (IIRAIRA, en inglés), que allanó el camino para el sistema de
detención y deportación masiva que tenemos en 2025, ese del que Trump habla tan
ominosamente. Cuando se trata de deportaciones masivas, los demócratas han superado
a los republicanos. Durante su primer mandato, Trump deportó a 1.5
millones, una
fracción de los casi 5
millones que
Obama deportó durante sus dos mandatos, lo que le valió el apodo de “deportador
en jefe”.
La severa aplicación de la ley por parte del
presidente Obama fue una respuesta a otro movimiento antinmigración republicano
que se aglutinó en torno a la ley SB
1070 de
Arizona, que dio lugar a varios proyectos de ley similares en todo el país, propagados por el American Legislative
Exchange Council (ALEC) una organización comandada por el sector privado.
Como periodista en Texas, observando desde
lejos, me preguntaba cuánto tardaría en llegar a
nuestro estado la iniciativa contra la inmigración. Durante años, había sido
rechazada por republicanos como el ex gobernador George Bush, y su asesor
político Karl Rove, que la consideraban perjudicial para sus partidarios de
campaña que dependían de trabajadores indocumentados mal pagados.
Y luego tuvimos a Trump en 2016, quien
aprovechó el muro fronterizo como una estrategia política ganadora y de nuevo
puso en marcha la vieja máquina de discursos antiinmigrantes, etiquetando a las
personas que migran desde México como “violadores» y «criminales”.
Para entonces, Abbott y su vicegobernador,
Dan Patrick, estaban de acuerdo con la estrategia política. Ambos han adoptado
plenamente al MAGA y la política de deportación masiva, y no está claro cómo
las industrias de Texas, desde la agricultura a la construcción, van a sortear la
riesgosa zambullida del estado en el agujero de MAGA.
Y así, en cada ocasión en los últimos 30
años, los republicanos han optado por demonizar a los inmigrantes como
estrategia política. En cada ocasión, han perdido miserablemente y, como
consecuencia, han estimulado el crecimiento de un poderoso movimiento político
de latinos y aliados que se oponen al racismo. Esto sucedió en California en la
década de 1990 y en Arizona en la década de 2010.
¿Latinos con Trump?
¿Por qué algunos latinos votaron por Trump,
especialmente a lo largo de la frontera en Texas? Una razón podrían ser los
repetidos fracasos de los demócratas del establishment. De hecho, el Partido
Demócrata es el actor más confuso en el teatro de la frontera, porque el
partido ha hecho más para ayudar a la agenda MAGA que para obstaculizarla. Los
demócratas se negaron a desafiar la narrativa antinmigrante de la invasión utilizada
por Trump, promoviendo en su lugar la agenda antiinmigrante republicana mientras
prometían hacer lo contrario. En este momento, el sistema de deportación masiva
es una creación bipartidista. Lo presenciamos de nuevo durante el gobierno de
Biden, cuando en reacción a la nociva agenda antiinmigrante de Trump, el
presidente Biden restringió el asilo y otorgo al ICE y a Aduanas y Protección
Fronteriza el mayor presupuesto de la historia.
Después de 30 años, los demócratas deberían
tener muy claro que es hora de intentar algo radicalmente distinto. Esto
significa construir una nueva visión, una nueva narrativa que no esté basada en
el miedo, que incluya a todos los estadounidenses y que abarque los muchos
puntos fuertes de las comunidades fronterizas. Para los republicanos, la
frontera nunca será lo suficientemente segura. El alarmismo sobre la
inmigración es una herramienta política demasiado útil para ganar las primarias
republicanas y para encolerizar a sus bases. El “caos” de la frontera es ahora
una industria arraigada que emplea a miles de personas y genera miles de
millones para las empresas. También sirve para crear contenidos y una valiosa propaganda
política.
Leyendo este artículo
de 1995 en Los Angeles Times, me llama la atención cómo los
organizadores de la Proposición 187 querían utilizar la iniciativa
antiinmigración como catalizador para formar una coalición más amplia que,
entre otras cosas, “aboliera el gobierno federal y su autoridad fiscal,
restringiera la ciudadanía principalmente a los ‘nacidos de un estadounidense’,
cambiara el nombre oficial de la nación por el de “América” y despojara a los
extranjeros de la mayoría de sus derechos”.
Resulta que su objetivo tardó 30 años en
alcanzarse. La agenda antiinmigración es el caballo de
Troya que ha permitido a las fuerzas antidemocráticas consolidar su poder bajo
el segundo mandato de Trump e intentar acabar con todo, desde los derechos de
las mujeres hasta nuestra democracia. Propongo un nuevo Proyecto 2025 para
rechazar el miedo y construir una nueva narrativa en torno a nuestras
fortalezas colectivas como democracia diversa. Es hora de un nuevo guion, y de
que los demócratas entiendan por fin el mensaje.
Publicado por La Cuna del Sol
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