La vena dramática del poeta Arce hace de las suyas en
este artículo. No hay que olvidar que Manuel José Arce es uno de los más
distinguidos dramaturgos contemporáneos. Su obra “Juicio, condena y ejecución de una gallina” fue un éxito teatral
hace algunas décadas en Colombia. La tradición dramática y literaria nos
ilustra que todo poeta es un dramaturgo y que todo dramaturgo es un poeta. Lo
lúdico, el juego y la introspección es la propuesta del poeta Arce en este
artículo que desvela su naturaleza de hombre de teatro. Disfrútelo. Luciano
Castro Barillas.
CONTEMOS HASTA TRES
Contemos
hasta tres. Y en ese momento nos vamos a quedar todos quietos. Todos nos vamos
a quedar pensando. Pensando poco a poco,
hasta que pensemos de verdad, porque ya se nos olvidó pensar. Quietos: no vamos a seguir haciendo lo que estábamos haciendo. El asesino no va a cometer
el crimen. El torturador no seguirá torturando. El ladrón no va a robar. El
mercachifle no va a subir el precio. El abogado no va engañar al cliente. El
funcionario no va a hacer la movida chueca. El empleado no va a morder.
Detendremos,
al contar tres, el insulto que ya salía y pasaba entre los dientes; la mentira
que se estaba asomando; la calumnia que ya empezaba a mostrar su lengua bífida;
la delación que había sacado ya la punta del puñal.
Detendremos,
al contar tres, la cólera y la soberbia, el rencor y el resentimiento, la
prepotencia y la humillación, la voracidad y el inescrúpulo.
Nos
quedaremos quietos, al contar tres, a medio atropello del derecho ajeno, a
media injusticia contra el desvalido, a medio abuso, a media astucia, a medio
engaño. Y no seguiremos. Nos quedaremos como cuando los patojos juegan
“estatuas” o juegan “congelado” o “electrizado”, “ya no me acuerdo”.
Prácticamente,
detendremos toda la vida del país, todo “el normal desarrollo de las
actividades”. Al contar tres. Y pensaremos, digo. Y nos veremos a nosotros
mismos. Y evaluaremos nuestra actividad. ¿Cuánto dolor le hemos causado a la
víctima? ¿Cuánto cabía de engaño en nuestra demagogia? ¿Cuántos panes le
arrancamos de la boca a la pobre gente pobre? ¿Cuántos niños no tendrán ni
escuela, ni ropa, ni casa, ni salud, ni alimento, ni risa, ni alegría, ni vida
por nuestro “beneficio”? ¿Cuántas muchachas se quedarán “así” por haber satisfecho
nuestra lujuria y nuestra inseguridad de machos, que necesitamos comprobarnos a
cada rato? ¿Cuántos hogares se han quedado enlutados por nuestros crímenes?
¿Cuántas gotas de sudor ajeno cuesta nuestra última “transacción”? ¿Cuánto de
vergüenza no nos produciría, si tuviéramos vergüenza, nuestra última movida?
Sólo
hasta tres, contemos. Y sólo hagámoslo una vez. Pero todos al mismo tiempo. Si
contamos hasta cuatro, ya empezamos con dudas y babosadas. Mejor hasta tres. Y
nos quedamos quietos, callados, pensando, pensando hondo, pensando duro,
pensando sin miedo de vernos tales y como somos. No miremos a los demás:
mirémonos cada quien a sí mismo. Con valor. Aunque duela al principio. Aunque
no nos guste. Aunque nos den ganas de no pensar, de mirar para otro lado, de
decir: “Ve, tan feo aquél baboso”. No se trata del otro, sino de uno, pues.
¿Juega?
Sólo
vamos a contar hasta tres, nos vamos a quedar quietos, vamos a pensar. Durará,
quién sabe, quizás cinco minutos, quizá un año, quizá un siglo, quizá hasta que
aprendamos a vivir como la gente. De todos modos no perdemos nada: para hacer
lo que estamos haciendo, más vale que nos quedemos quietos. De cualquier forma,
lo que hagamos después será menos malo que lo que hacemos ahora. Aunque sean
sólo cinco minutos o sólo un siglo.
¿Para
qué? ¿Y por qué no? Sólo es por jugar. Por ver qué pasa. Por joder la pita.
Bueno, ¿listos?
A
la una, a las dos y a las… ¡Pero no empecemos a hacer trampa, por Dios Santo!
Guatemaltequismos usados en el
presente artículo
ü MOVIDA:
Acto corrupto.
ü POR
JODER LA PITA :
Expresión que equivale a decir: En broma
Publicado por: Marvin Najarro
Ct., USA.
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