Cuando Rstzinger fue elegido
pontífice, el tendía a ser considerado como una versión menos anticuada, más
agudo que Juan Pablo II, por una parte, perro de ataque ideológico, y por otra,
un doctor, tomando el pulso de los fieles de la fe católica. Cuando se trató de
los elementos más reaccionarios de la iglesia, el los cultivo y trató con
entusiasmo.
EL ROTTWEILER DE DIOS SE VA
Por Binoy Kampmark
Counterpunch
El Papa, antiguamente
conocido como Joseph Ratzinger, sencillamente quiere regresar a su primer amor:
perseguir ratas. John Moe, tweet en febreo 11, 2013
“No hay y nunca ha habido en esta tierra, un trabajo de política humana que
bien merezca una examinación como la Iglesia Católica Romana”. Así lo escribió Thomas Babington Macaulay en su conocida reseña
del gigantesco trabajo de Leopold von
Rankes The Ecclesiastical and Political History of the Popes of Rome, during
the Sixteenth and Seventeenth Centuries (1840). Semejante complejo
organismo ciertamente demanda un escrutinio meticuloso, y cuando algo tan
inusual como una renuncia Papal es anunciada, el gato ciertamente está destinado
a encontrarse el mismo entre desprevenidas palomas.
El anuncio hecho por el Papa Benedicto XVI de que dejará de
ejercer el cargo que había ocupado desde el 2005 fue un evento de enorme
magnitud, sugiriendo que el anciano pontífice este deseando retornar a su
escritorio para dar batalla en el fuerte contra el secularismo. Probablemente
Dan Brown, olfateando algo que huela a conspiración paralelamente está
garrapateando algo –La última vez que algo similar sucedió fue en 1415 cuando
el Papa Gregorio XII renuncio. Ciertamente, los tweeters tienen muchos motivos
para sentirse felices mofándose del Papa, algunos de una manera más elegante
que otros. “El Papa está renunciando, probablemente desea pasar más tiempo con
su esposa y familia”, opina Guy Nicolucci. Esto es lo que usted obtiene cuando
entra en el mundo de Tweeter.
Cuando Rstzinger fue elegido pontífice, el tendía a ser considerado como
una versión menos anticuada, más agudo que Juan Pablo II, por una parte, perro
de ataque ideológico, y por otra, un doctor, tomando el pulso de los fieles de
la fe católica. Cuando se trató de los elementos más reaccionarios de la
iglesia, el los cultivo y trató con entusiasmo. Como lo reportó Neue Rheinische Zeitung (febrero 11,
2009), durante el papado de Juan Pablo II, Ratzinger, se encargó de que un buen número de miembros del Opus
Dei y de sus seguidores fueran electos al Colegio de Cardenales.
Benedicto XVI se encontró el mismo sosteniendo la escoba de la historia,
limpiando los establos, reordenando los muebles y tratando con muchas cosas las
cuales él hubiera preferido no hacer. Durante su papado, expertos en leyes
consideraron la posibilidad de llevarlo a las cortes por complicidad
administrativa en el caso de los niños abusados. Luego vinieron las cuestiones de ser cabeza de Estado y
responsabilidad -¿era el hombre siquiera
responsable en un sentido práctico, no digamos jurídico, por el daño causado a
miles de seres humanos? “Ratzinger”, explico Jakob Purkarthofer, “fue parte de
un sistema y corresponsable por estos crímenes” (Guardian, feb 11).
A la mente viene un ejemplo de la conducta del Papa cuando llegó el
momento de confrontar el asunto del abuso infantil. Como cabeza de la
Congragación de la Doctrina por la Fe, el entonces Cardenal Ratzinger ordenó que
Fr. Lawrence Murphy, quien había asaltado sexualmente al menos 200 niños en Melwaukee St.
John’s School para sordos, abandonara el
ministerio. Todo para bien, excepto que Murphy no fue expulsado del sacerdocio
mucho menos castigado o enjuiciado vía medios legales formales. Por otra parte,
nadie estaba particularmente interesado en escuchar a ninguna de las victimas
sordas.
Las victimas de abuso a manos de los clérigos simplemente le recordaran a
Benedicto XVI que fue bajo su pontificado que las revelaciones causaron escándalo.
Algunos oficiales de la iglesia se irritaron, notablemente el Cardenal Sodano
quien vio tales acusaciones como “chismorreos”. Como Papa, el Rottweiler de
Dios pareció renuente a morder, mucho menos ladrar. Las historias son numerosas
y abominables -incidentes en los que sacerdotes fueron cambiados de posición;
casos donde promesas de mantenerse en silencio fueron hechas. Mathias Katsch
del grupo NetworkB concernido con las víctimas del abuso de los clérigos alemanes
afirmó que, “el imperio de la ley es más importante que un nuevo Papa”.
La singularidad de la Iglesia Católica, es una intencional extra-legal construcción.
En términos de derecho penal, ley laboral y asuntos de subsidios de estado, el
estatus de la iglesia en muchos países es de empleador y educador. Katsch ha
llamado para que se ponga fin a tal excepcionalidad,
urgiendo a los legisladores alemanes a traer a la Iglesia Catolica dentro de
los parámetros legales.
El legado de Benedicto es uno de leve promesa, revelaciones y sombras
proyectadas por el pontificado previo. El Vaticano II había comenzado a
desarrollar incrustaciones mohosas. Los curas en algunos países se están
tornando cismáticos –siendo notable el caso austriaco tras las revelaciones de
abuso infantil ahí. No es tanto una escoba lo que se requiere sino una total renovación.
Esto entonces, es una batalla hasta el final en términos de reconocimiento.
“No importa cuán cansado o débil el Papa Benedicto pueda estar, él todavía tiene
dos semanas para usar su vasto poder para proteger a los jovencitos”, insta
Barbara Dorris del grupo de protección SNAP (Survivors Network of those Abused
by Priests). Esto, por decirlo suavemente, equivaldría a un eufemismo, pero ¿qué
se puede esperar cuando se le pide al lobo reformarse ante las ovejas? Cualquier
resultado esta destinado a ser insatisfactorio.
Traducido del inglés por Marvin
Najarro
Binoy Kampmark se desempeñó Como Commonwealth Scholar en
Selwyn College, Cambridge. El enseña en RMIT
University, Melbourne.
Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.
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