La improbabilidad de que Chávez retorne a
tomar la presidencia significa que con toda certeza nuevas elecciones seran
celebradas una vez más en el cercano futuro. Puesto que la oposición no
representa una alternativa viable a la revoluciona Bolivariana, la mayoría
siente que Maduro será promovido de la vicepresidencia a la presidencia. Pero como
consecuencia de la actual indignación, no únicamente sobre la devaluación, sino
sobre el manejo total de la economía, un “voto de castigo” (a vote of
punishment) no está fuera de la discusión.
VENEZUELA: ¿UNA REVOLUCIÓN
DEVALUADA?
Por Clifton Ross
¿Habrá un voto de castigo?
Después de rumores en los círculos de la oposición de una inminente
devaluación y declaraciones al contrario por parte de funcionarios del gobierno
Bolivariano, el Bolívar venezolano fue finalmente devaluado en un 47% el 8 de
febrero. Y aunque la devaluación se ha vuelto un evento bastante frecuente,
especialmente desde que se establecieron los controles monetarios en el 2003,
esta devaluación tiene el potencial de ser de mayor significancia para el
futuro de la Revolución Bolivariana, que las medidas económicas previas y de un
innegable, grande e inmediato impacto sobre las bases de apoyo del gobierno
Bolivariano.
Las razones para la devolución son variadas y complejas. Algunos analistas
argumentan que la devaluación está dirigida a controlar la inflación (la
devaluación de la moneda venezolana en
un 20% el año pasado es la más alta en Latinoamérica) mientras que
otros, como el economista Pedro Palma argumentan que incrementará la
inflación. La devaluación ciertamente ayudará al balance general del gobierno y efectivamente reducirá su déficit y
también traerá la taza oficial de cambio un poco más cercana a la del mercado
“paralelo” o negro. La devaluación también abordara el problema de la escasez y
el desabastecimiento de productos básicos.
El vicepresidente
Nicolás Maduro explicó la devaluación diciendo que, la raíz del problema es la
especulación y la de una conspiración de enemigos foráneos e internos para
destruir el proceso de cambio en el país creando escasez por medio del
acaparamiento o reteniendo productos esenciales. El objetivo de dicha actividad
en el sector de los negocios va dirigido al incremento de los precios y de las ganancias, al mismo tiempo que el
gobierno intenta mantener bajos los precios “solidarios” de las mercancías
esenciales para que estén al alcance de los pobres y de la clase trabajadora.
La “especulación”,
algunos podrían argumentar, es simplemente la manera como los negocios
funcionan, pero se convierte en sabotaje económico cuando el ánimo por las
ganancias excesivas va dirigido hacia fines políticos. En países como Venezuela
que intentan construir un modelo económico alternativo, la política de control
monetario es un área de gran vulnerabilidad. El objetivo aparente de los
controles monetarios es el de prevenir o limitar la fuga de capitales del país
y en tal contexto el cambio de moneda en el mercado negro inevitablemente abre
nuevos mercados paralelos de dinero que trastornan
los controles del gobierno. La manipulación monetaria, aparate de ser un
negocio lucrativo, se vuelve luego un arma de elección para los Estados Unidos
y sus aliados en las oligarquías locales cuando se dirige a gobiernos
designados para ser destruidos.
Mientras la
prensa corporativa en los Estados Unidos describe la devaluación como un golpe
a las inversiones de las corporaciones norteamericanas en Venezuela, el impacto
más devastador será experimentado por los venezolanos, particularmente los
pobres y la clase trabajadora. Repentinamente los ahorros de toda la vida han
sido recortados aproximadamente por la mitad, con más recortes prometidos en el
futuro. Mientras el salario mínimo, y los salarios en general, con toda
probabilidad aumentaran para compensar lo que eventualmente será un recorte de
aproximadamente un 50% en la capacidad de gasto del consumidor en general, el
aumento no será inmediato y la inflación erosionará lo que se ha ganado. La
oposición ha descrito la nueva medida como un “paquetazo rojo” lo que
literalmente se podría traducir como “red austerity” o un “paquete de ajuste
estructural” lo cual se acostumbra asociar con las medidas neoliberales del
Banco Mundial, pero que ahora está siendo puesto en marcha por el “rojo” o
“socialista” gobierno Bolivariano.
La generalizada
indignación sobre la devaluación se hizo aparente inmediatamente, inclusive, con
un numero de Chavistas protestando por medio de artículos publicados en el
progobiernista website aporrea.org. En artículos, como el titulado, “La
oposición estaba en lo correcto”, la frustración e indignación se desbordan con
inusual honestidad en un contexto de extrema polarización en el que los
Chavistas se abstienen de criticar públicamente las políticas de gobierno por
temor a ser llamados “escuálidos” (quislings) de la oposición. El escritor
Henry Escalante finalizo su artículo de opinión coincidiendo en que el dinero
de la nación tiene que ser protegido, pero luego él pregunta, “¿cómo se
protegerá al pueblo de lo que se avecina? más inflación, mas especulación,
salarios de pobreza y, probablemente una nueva devaluación…” En “La devaluación
del Bolívar: Una traición a la Revolución Bolivariana” el autor, José Juan
Requena, opina que la “traición” consiste en no haber consultado de antemano
con el pueblo por parte del gobierno, especialmente después del abrumador apoyo
que este le brindó a Chávez y al Proceso Bolivariano en la elecciones de
octubre 2012.
Mi amiga
venezolana, una Chavista que prefiere no ser mencionada, se hizo eco de este
sentimiento. En la entrevista telefónica el 11 de febrero, ella dijo que sentía
que el anuncio hecho el viernes, en la víspera del carnaval, fue engañoso:
“obviamente se dio a conocer en ese momento para asegurarse que la movida no
fuera detectada y sucedió sin que nadie se diera cuenta”. Es como Obama
anunciando sus políticas de “asesinatos” el 31 de diciembre para que nadie se
diera cuenta. “Pero todavía más peor, mi amiga puntualizo, el gobierno mintió.
Tan solo una semana antes o algo así [el ministro de Finanzas Jorge] Giordano
dijo que no habría devaluación y que todo estaba bien. Muchas de las medidas
que el gobierno dijo ellos habían implementado fueron inefectivas o no fueron
realmente implementadas: control de precios, protección al consumidor y así por
el estilo. Nunca vimos esas cosas materializadas.
Con Chávez
ausente de la escena, no hubo ninguno capaz de aminorar el impacto de la
devaluación con claras y convincentes explicaciones. Cualesquiera que sean las
debilidades del líder venezolano, su indisputable carisma, sus dones naturales
de maestro para explicar las cosas de manera sencilla, su convincente y
reconfortante presencia, hubiera hecho del empobrecimiento, de la noche a la
mañana de millones de venezolanos, algo más soportable.
Entre el 92 y el
94% del ingreso de Venezuela por concepto de exportaciones proviene del
petróleo, y los intentos de construir “desarrollo endógeno”; manufactura local
y agricultura autosuficiente han fracasado o han tenido apenas un éxito mínimo.
Mi amigo Juan, a quien llamé el mismo día,
comentó sobre este fracaso, diciendo, “¿Por qué querría alguien ir a trabajar a
los sembradíos y sudar produciendo algo que se arruinará con el mal tiempo o
trabajar en una fábrica cuando tenemos un ingreso asegurado del petróleo?” Como
resultado todo continua siendo importado, y con dólares de los Estados Unidos.
Esto fortalece el poder del gobierno central, pero hace al país extremadamente
vulnerable a la inflación y devaluaciones recurrentes.
El resultado de
estos shocks económicos -la muerte continua a causa de los miles de cortes que
la inflación representa- es el aumento en el cuestionamiento de la capacidad
del gobierno para manejar la economía. Ciertamente ahí están las Misiones que
han mejorado la suerte de las masas en innumerables formas; se ha dado un gran
auge en el campo de la cultura,
subsidiado por el petróleo; hay entusiasmo y apoyo por las políticas que Chávez
ha implementado en sus trece años en el poder, pero la economía está arrastrando
todo eso con ella.
Mi amigo,
hablando de las semanas antes de la devaluación, habla de desabastecimientos en
todo y en cuestión de semanas los precios han aumentado hasta seis veces. Los
tomates, se queja mi amigo, estaban a un precio de cinco bolívares el kilo en
el mercado al aire libre Soto Rosa Market (conocido como el lugar más barato
para comprar alimentos frescos en Mérida), y una semana después habían subido
hasta treinta (aproximadamente de US $1.15 a US $7). “Yo pienso que la
comunidad empresarial sabía que esto estaba por venir. ¿Por qué nosotros, los
Chavistas, no lo supimos?” Mi amigo está seguro que durante el largo fin de
semana del Carnaval las tiendas y supermercados seran reabastecidos con todos
los productos que ellos han retenido y acaparado y les pondrán los nuevos
precios cuando abran sus negocios de nuevo. “Y
estoy seguro que no habrá escasez de nada la próxima semana –si usted se
puede permitir pagar los precios”.
La improbabilidad de que Chávez retorne a
tomar la presidencia significa que con toda certeza nuevas elecciones seran
celebradas una vez más en el cercano futuro. Puesto que la oposición no
representa una alternativa viable a la revoluciona Bolivariana, la mayoría
siente que Maduro será promovido de la vicepresidencia a la presidencia. Pero como
consecuencia de la actual indignación, no únicamente sobre la devaluación, sino
sobre el manejo total de la economía, un “voto de castigo” (a vote of
punishment) no está fuera de la discusión.
Traducido del inglés por Marvin Najarro
Clifton Ross es el director de “Venezuela: Revolution from the Inside Out” (2008, PM
Press) and coeditor con Marcy Rein
de “Until the Rulers Obey: Voices from Latin American Social Movements”,
programado para ser publicado en noviembre con PM Press.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario