El admitir el fracaso de su
anticuado y criminal proyecto
contrarrevolucionario no significa que los EE.UU este desistiendo completamente
de sus planes de acabar con la revolución cubana. De ninguna manera, en esta
nueva etapa el aniquilamiento de la revolución se hará gradualmente, a través
de las concesiones para una apertura democrática que el gobierno cubano esté
dispuesto a conceder ante las exigencias de su nuevo socio
TERMINAR CON LA REVOLUCIÓN
POR OTROS MEDIOS
Después de más de medio siglo de intentos ilegales de destruir el proceso
revolucionario cubano, los Estados Unidos por medio de su presidente Barack
Obama, admiten el fracaso de sus políticas contrarrevolucionarias hacia Cuba. El
inicio de un nuevo capítulo en las relaciones entre ambos países, después de un
periodo de 18 meses de conversaciones secretas, que entre otras cosas involucró
la participación de personajes afines a los intereses del imperialismo, como el
Papa Bergoglio y el presidente uruguayo José Mujica, no debe verse como el
resultado de un reconocimiento sincero y aceptación por parte del gobierno de
los EE.UU del derecho soberano del pueblo cubano a existir libre de los
intereses hegemónicos de la gran potencia del Norte. Es más bien un cambio de
enfoque, de estrategia, de conseguir por otros medios, legales, lo que no se
pudo de manera encubierta e ilegal -el cambio de régimen, la caída de la revolución.
“El aislamiento no ha funcionado y es tiempo de ensayar un ‘nuevo enfoque’”, ha
dicho Obama
A estas alturas nadie debería ilusionarse con el engañoso discurso de
Obama, el hombre es un especialista en eso, tiene la genialidad de encubrir sus
malévolas y reales intenciones, como un imperialista consumado que es, con
palabras que emboban a medio mundo, incluidos muchos en la izquierda que aunque
familiarizados con el historial agresivo y destructor del Tío Sam caen en la
trampa.
Ahora veamos esta joya del discurso de Obama:
“Orgullosamente, los Estados Unidos durante estas cinco décadas ha apoyado
la democracia y los derechos humanos en Cuba, lo hemos hecho principalmente por
medio de políticas dirigidas a aislar la isla, obstaculizando cuestiones
básicas como los viajes y el comercio que los estadounidenses pueden disfrutar
en cualquier otro lugar. Y aunque esta política se ha basado en la mejor de las
intenciones, ninguna otra nación se nos unió en la imposición de estas sanciones
y ha tenido poco efecto más allá de facilitar al gobierno cubano las razones
para imponer restricciones sobre su pueblo. Hoy en día Cuba continua siendo
gobernada por los hermanos Castro y el Partido Comunista que llegaron al poder
hace medio siglo. No espero que los cambios anunciados hoy resulten en la
transformación de la sociedad cubana de la noche a la mañana…. El compromiso de
los EE.UU será importante cuando sea apropiado e incluirá el continuo y fuerte
apoyo para el mejoramiento de los derechos humanos y reformas democráticas”.
Lo anterior ilustra la arrogancia imperialista de Obama y los intereses que
él representa, pues todo lo hecho durante esos cincuenta años, según lo dicho
por Obama, estuvo motivado por un genuino compromiso democrático, ha sido una
noble tarea el imponerle a Cuba un embargo, invadirla, someterla a actos de
sabotaje, terrorismo, e incontables intentos de asesinato contra su líder Fidel
Castro. Todo esto con las “mejores intenciones” de llevar la democracia y
libertad a la empobrecida y sometida isla que, a pesar de esos esfuerzos,
continúa bajo el poder dictatorial de los hermanos Castro que han obstaculizado
la “transformación” de la sociedad cubana. Por otra parte, el restablecimiento
de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, que como primer y crucial paso (previo
al levantamiento total del embargo económico que sigue en pie) contempla la
apertura de sedes diplomáticas en ambos países, será el inicio del nuevo enfoque
de largo plazo del que habla Obama para “trasformar” a Cuba. Ya todo mundo sabe
lo que significa el funcionamiento de las embajadas estadounidenses en
cualquier parte del mundo donde operen y los cubanos que bajo el ilegal embargo,
únicamente han tenido la experiencia de lidiar con las actividades
desestabilizadoras de la sección de intereses de EE.UU en Cuba, tendrán que
estar alertas y preparados para lidiar con el vendaval que se avecina.
Cuba, a escasa distancia de los EE.UU siempre ha sido considerada por la
clase gobernante de Washington como parte del territorio continental y
del que nunca han renunciado a su control por todo lo que la ubicación estratégica
de la isla representa para el imperio en términos económicos y geopolíticos. El
admitir el fracaso de su anticuado y
criminal proyecto contrarrevolucionario no significa que los EE.UU este
desistiendo completamente de sus planes de acabar con la revolución cubana. De
ninguna manera, en esta nueva etapa el aniquilamiento de la revolución se hará gradualmente,
a través de las concesiones para una apertura democrática que el gobierno
cubano esté dispuesto a conceder ante las exigencias de su nuevo socio. Los
agentes con pasaporte diplomático, las innumerables ONG, la disidencia oficial
cubana, los sectores reaccionarios llamados sociedad civil, serán la punta de
lanza del nuevo enfoque que el imperialismo le está preparando a Cuba.
Es comprensible que Cuba busque un acercamiento con su vecino del Norte,
pero también sería un grave error de la dirigencia cubana, sin duda conocedora
de primera mano de la historia agresiva del imperialismo estadounidense, asumir
que en esta coyuntura cuando precisamente la hegemonía unipolar de los EE.UU
está siendo desafiada en varias partes del mundo, obtendrán un trato justo de
parte de su mayor enemigo que estos momentos está empleando con ferocidad todos sus recursos
destructivos para mantener su supremacía mundial. Es en este contexto que
también deben verse los acuerdos para el restablecimiento de las relaciones
entre Cuba y los Estados Unidos.
Actualmente los EE.UU se encuentran atravesando una enorme crisis de
credibilidad tanto a nivel interno como externo. La hipocresía y el descaro de
sus acciones en todos los planos, como quedó demostrado con las sanciones
económicas impuestas a Rusia y Venezuela casi simultáneamente al anuncio sobre
el reinicio de la relaciones con Cuba, no solo contradicen todos los valores democráticos
excepcionales que dicen representar sino que desnudan ante los ojos de todos,
sus inicuas intenciones. Ante este panorama desfavorable
donde se conjugan tanto la crisis interna, que ha devenido en un Estado
policial, y la externa con sus varias campañas de agresión militar y económica
contra sus oponentes, Rusia, China, Irán y Venezuela que cuestionan seriamente
la legitimidad del poder unipolar de los EE.UU, el fin a las hostilidades y el
inicio de una nueva etapa de relaciones con Cuba no pudo haber sucedido en un
mejor momento para buscar reparar su deteriorada imagen ante la opinión
internacional –un golpe publicitario que inmediatamente, como ya lo
mencionamos, quedó desvirtuado ante el accionar contra Rusia y Venezuela . Ahora
lo que queda por saber es, si el papel de Cuba en todo esto se corresponde con algún
motivo oscuro de la estrategia de dominación imperialista de divide y vencerás,
como sería el suponer, que con esta movida Estados Unidos esté buscando
estropear las relaciones con dos de sus principales rivales, Rusia y Venezuela,
que a su vez son importantes aliados de Cuba. Hasta ahora es muy temprano para obtener
conclusiones definitivas sobre esto, las conversaciones se desarrollaron en
secreto y no se sabe en realidad cuáles serán los alcances de lo acordado.
A lo largo de todo su recorrido la revolución cubana con sus posiciones antiimperialistas y su
apoyo a los diversos movimientos revolucionarios y causas humanitarias en América Latina y el
mundo se ha ganado el respeto y la admiración de muchos, pero también la antipatía
de los EE.UU que no ha llegado a aceptar que tan a corta distancia de sus
costas exista una isla, que a pesar de las dificultades que le ha impuesto, ha
logrado con éxito la construcción de una sociedad más justa e igualitaria que
contradice y desafía la supuesta superioridad del modelo político-económico
estadounidense el que, debido a sus grandes contradicciones internas, hoy en
día -entre los países desarrollados- es el paradigma de la desigualdad económica,
el racismo, la violencia contra sus propios ciudadanos, la impunidad y la
injusticia. Mal haría entonces la dirigencia cubana, en aras de un mayor
acercamiento y cooperación con su gran enemigo, el poner en juego todo el
prestigio de la revolución ganado a base del heroísmo de su lucha y resistencia
y los enormes logros en el campo de la educación y la salud que han beneficiado
a millones de sus ciudadanos y a tantos más alrededor del mundo. Pensar que la
gran invasión capitalista que se avecina
desde el norte será beneficiosa para Cuba, sería borrar de un plumazo su
historia de tragedia y destrucción, significaría un duro golpe no solo para la
isla caribeña sino para todos aquellos que en el mundo buscan zafarse de las
garras depredadoras del capitalismo.
Publicado por La Cuna del Sol
USA.
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