Lo que está ocurriendo en la
SAAS -y el renacimiento en ella de CIACS- no es más que uno de los rasgos más
prominentes y monstruosos de la Guatemala Inmutable. De toda nuestra historia y
tradiciones folklóricas, es el nacimiento y proliferación de estas
organizaciones llamadas clandestinas lo que nos determina y caracteriza. Con
descaro ya desde Arana Osorio, pero veladas, desde Peralta Azurdia. Más de 50
años de terrorismo de Estado, de desapariciones forzadas, de ejecuciones
extrajudiciales y de descarado espionaje (CIACS), que es lo que últimamente más
tímidamente se estila.
LA GUATEMALA INMUTABLE, LA QUE NO CAMBIA
ENTRE LAS TINIEBLAS DE LOS CUERPOS
CLANDESTINOS
PARAMILITARES
Por Mario Alberto Carrera
Un conglomerado de inocentes y preclaros guatemaltecos –muchos de los
cuales acuden babosamente optimistas a la Plaza, durante los sábados de shuco y
granizada- afirman sin necesidad de un buen puro alucinógeno, que Guatemala
está despertando y, otros más osados en su tontera, pregonan que la Patria ¡ha
despertado ya! Y que se abre a una aurora de esperanza: ¡ah tópico tan
manoseado!
Hace ya bastantes años -cuando tenía una columna periodística trisemanal,
en un Siglo XXI de bien recordado prestigio- acuñé algunos términos
sociológicos que enriquecieron la lexicografía nacional, como aycinenismo o
Guatemala inmutable. El significado de este último término -que más bien es una
locución- nace de una convicción que, tras mucho trajinar en la atelana
nacional –observando que todo el Estado de Guatemala no es más que una bien
montada representación donde ¡enredando!, se juega con los conceptos de bien y
mal- me llevó penosamente a la conclusión de que aquí todo permanece, nada
cambia y que cuando cambia es para que todo quede igual. Y lo digo con la
convicción de quien ha leído en su lengua original, y estudiado, el libro del
príncipe de Lampedusa. Ese que todos citan sin haberlo leído y de donde se
desprende la frase de que hay que cambiarlo todo para que todo quede igual. La
misma idea de la Guatemala Inmutable, idea que concebí cuando sólo tenía
nociones de Il Gattopardo.
Parménides, el gran filósofo presocrático, afirmó y sostuvo que el Ser es
inmóvil y por lo tanto inmutable. De mis viejos y nuevos estudios tomé aquella
idea y de la Hélade Antigua la pasé Guatemala. Con esto quiero decir que aquí
las revoluciones no hacen huesos fijos ni, menos, las refundaciones ni las
Constituyentes o renovadas Constituciones. De aquí salieron corriendo
¡despavoridos! Juan sin Tierra y Cromwell, Hobbes, Locke y y todos los
enciclopedistas con la guillotina a cuestas. Aquí todo regresa a la Colonia
encomendera. Esta es la patria del maldito criollo, es decir, la patria del
satánico Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán, señor de los avernos y padre de
todos los creadores de cuerpos paramilitares. Porque Guatemala es paradigmática
en el cultivo de nefastas tradiciones inmutables como la de que -dentro de un
organismo ideado supuestamente para el bien- surge otro paralelo que se dedicará
al mal.
Lo que está ocurriendo en la SAAS -y el renacimiento en ella de CIACS- no
es más que uno de los rasgos más prominentes y monstruosos de la Guatemala
Inmutable. De toda nuestra historia y tradiciones folklóricas, es el nacimiento
y proliferación de estas organizaciones llamadas clandestinas lo que nos
determina y caracteriza. Con descaro ya desde Arana Osorio, pero veladas, desde
Peralta Azurdia. Más de 50 años de terrorismo de Estado, de desapariciones
forzadas, de ejecuciones extrajudiciales y de descarado espionaje (CIACS), que
es lo que últimamente más tímidamente se estila.
La hiena de Zacapa no disimulaba, ni sus sucesores castrenses. Casi eran
innecesarios los cuerpos ilegales y aparatos clandestinos, porque el Ejército
abiertamente masacraba donde y cuando le daba la gana. Prueba de ello es el
actuar genocida del monstruo de los monstruos: Efraín Ríos Montt. Acaso con él
comenzó la era del disimulo y de CIACS, menos exhibicionistas. Ríos: el pastor,
el anciano, el sacerdote eminente de la Iglesia del Verbo.
Otros tiempos han llegado, dicen los que van a la Plaza de shuco y
granizada sabatinos. Yo exclamo ¡que para nada! Y que nuestra inmutabilidad -y
la locución que inventé- siguen con plena vigencia. Aquí el verbo ¡cambiar!, ha
sido borrado de las páginas de nuestro Diccionario Patrio.
Pero ahora, la historia que vemos escuece más. La hiena de Zacapa -dije- no
disimulaba. Su zarpazo era directo. Corramos la película e instalemos al máximo
la doble moral: El cómico se hace ungir -por su pastor- Presidente de
Guatemala. Lo vimos de blanca oveja en la Mega Frater por la tele. Lo de la
Catedral fue por taparle el ojo al macho. Es más, también lo hemos observado en
el Desayuno Nacional de Oración –con la élite, el Estado y su Iglesia-
invisibilizando a la sociedad civil –la masa- que babosamente lo eligió,
gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
¿Pero a quién engaña Jimmy Morales que mancilla su apellido porque de
morales, nada? Ha mentido y ha vuelto a mentir, desde hace seis meses cuando
dijo que no metería su zarpa en el Legislativo y, desde la campaña electoral,
cuando ofreció no subir ni modificar la carga impositiva. Cultiva el nepotismo.
Etcétera. Él finge y vuelve a fingir. Para eso es comediante.
Guatemala se hunde en la doble moral instituida por El Príncipe –figura
idealizada, de César Borgia, por Macchiavelli. Porque el príncipe podía
consumar el mal ¡y ser malo! hasta las últimas instancias de la maldad ¡contra
su pueblo y sus enemigos!, si se ponía en peligro su monárquica y soberana figura.
Pero ese libro pasó de moda hace dos o trescientos años. De manera que si el
pobre Jimmy lo quiere imitar -con la doble moral de pastor oveja, pero
fecundador de CIACS- va perdido y equivocado y se erige contundente cultor de
la Guatemala Inmutable.
Publicado por La Cuna del Sol
USA.
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