La
crisis en Oriente Medio es un resultado directo del callejón sin salida del
capitalismo mundial. Un sistema anárquico en profunda crisis, que en su
"periferia" se hunde en la barbarie. La intervención de Estados
Unidos en Siria sólo empeorará las cosas. Lo que se necesita no es ampliar la
guerra en Oriente Medio, sino traerla de vuelta a casa, en la forma de lucha de
clases contra las clases dominantes. Una clase dirigente que no juega ningún
papel productivo, sino que extiende el terror y la destrucción por todas
partes.
LA HIPOCRESÍA PESTILENTE DEL
ATAQUE DE TRUMP A SIRIA
Por Hamid Alizadeh 08 April 2017
Ayer, la marina de Estados Unidos puso en marcha una serie de ataques con
misiles contra la base aérea de Al Shayrat en la gobernación central de Homs en
Siria. Se afirma que siete personas han muerto y que varios aviones de combate
han sido dañados.
Sin ningún tipo de indagación y sin ni siquiera molestarse en ir a buscar
el respaldo de una institución internacional, en una reversión completa de su
posición anterior de no intervenir en Siria, Trump ha puesto en marcha un
ataque unilateral contra las fuerzas del gobierno sirio.
La justificación declarada para este ataque ha sido el uso de armas
químicas en la ciudad de Jan Shayjún en el noroeste de Siria, una ciudad que
estaba en el objetivo de la Fuerza Aérea de Siria. Por supuesto, hay muy poca
evidencia de lo que ha sucedido realmente y de quién lo ha hecho. La mayoría de
los "expertos" citados en los medios de comunicación occidentales han
sido las organizaciones de ayuda como Médicos sin Fronteras, o los Cascos
Blancos, una organización ampliamente desacreditada con vínculos con Al Qaeda y
con los más variados movimientos islamistas de Siria. De hecho, Jan Shayjún y
la gobernación de Idlib a la que pertenece, están controlados por el ala siria
de Al Qaeda, llamada Hayat Al-Tahrir Sham (HTS).Toda la información que sale de
la región está estrechamente controlada por los islamistas y no hay manera de
confirmar nada.
Por supuesto, el régimen de Assad es completamente capaz de llevar a cabo
un ataque de ese tipo. Pero en la actual situación no tiene nada que ganar con
el uso de armas químicas. Lleva ventaja en la guerra civil, gracias al apoyo de
Rusia. Está avanzando sobre el terreno y quedan apenas unos días del inicio de
las “conversaciones de paz”, que solidificarán su posición. Representantes de
la administración Trump han señalado reiteradamente que ven a Assad como la
única fuerza capaz de derrotar a los islamistas y estabilizar Siria. Otro
sector de la clase dominante de Estados Unidos, sin embargo, está muy
preocupado por esta situación en la que los EEUU están concediendo espacio a
Assad y los rusos. Este ala, apoyada por Arabia Saudita, ve la victoria de
Assad, Rusia e Irán como una amenaza directa a sus posiciones en la región.
Sus fuerzas títeres, el HTS y sus aliados, han estado en una posición débil
desde la recaptura de Alepo en diciembre de 2016. Esto fue claramente revelado
hace sólo unas semanas, cuando los grupos respaldados por los saudíes y la CIA
en Idlib tuvieron que retirarse rápidamente después de haberse embarcado en una
ofensiva a gran escala hacia la ciudad de Hama. Una ofensiva que fue la primera
gran ruptura del alto el fuego acordado a nivel nacional por las partes
principales implicadas en la guerra, en diciembre pasado. El presente curso de
los acontecimientos está beneficiando a los islamistas y sus patrocinadores
mucho más que a cualquier otro sector en la guerra. Resumiendo, no hay ninguna
prueba definitiva de que el régimen de Assad llevara a cabo este ataque
químico. Pero, como siempre, la falta de pruebas nunca ha impedido al
imperialismo estadounidense dejar de bombardear.
Las armas químicas son una forma particularmente cruel de guerra. Sin
embargo, el uso cínico de este ataque químico por razones de propaganda por los
imperialistas ha sido nauseabundo, por decir poco. Como si la barbarie, el
asesinato y el saqueo de toda la región no fuera de alguna manera tan malo,
hasta que alguien utiliza armas químicas. Como si la guerra sin fin, la muerte
de cientos de miles de niños y la destrucción de la base misma de la vida civilizada
fuera de alguna manera moralmente aceptable, siempre y cuando esta matanza se
realice sólo con espadas, fusiles, bombas, ataques aéreos y sanciones.
Hace tan sólo unas semanas, Occidente respaldó la operación en Mosul que
tuvo que ser paralizada después de que más de 200 civiles que estaban
escondidos en un sótano murieran en un ataque aéreo estadounidense. La
verdadera razón de la pausa no fue tanto porque la gente estaba muriendo, sino
porque el pueblo de Mosul, que ha vivido bajo el dominio ISIS los últimos años,
es cada vez más hostil hacia las fuerzas iraquíes y de la coalición. Por
supuesto, cuando los rusos y los sirios bombardeaban Alepo se derramaban
interminables lágrimas de cocodrilo y había condenas sin fin. Pero nadie está
hablando de Mosul hoy.
Yemen es otro asunto convenientemente ignorado. 13 millones de hombres,
mujeres y niños están siendo deliberadamente condenados a morir de hambre por
la podrida monarquía saudí. Las escuelas y los hospitales son bombardeados a
diario con bombas de racimo que están al margen de la ley, y que son vendidas a
los saudíes por las empresas británicas y estadounidenses. ¿Cuál es el papel
del imperialismo británico y estadounidense allí? Apoyo activo logístico, de
inteligencia y naval para la guerra y el bloqueo.
Ninguna potencia ha matado a más gente en Oriente Medio que el imperialismo
estadounidense. La ocupación de Irak también se basó en las afirmaciones de
"fuentes expertas" y en acusaciones de uso de armas químicas y de
otras de destrucción masiva que resultaron ser falsas. Según la organización
ganadora del premio Nobel Médicos por la Responsabilidad Social, esa
intervención condujo directamente a un millón de muertos. Antes de eso, la
propia ONU estableció el número de muertes de civiles iraquíes afectados por
las sanciones impuestas por EEUU en 1,7 millones. Eso es casi 3 millones de
iraquíes muertos por los EEUU desde 1990. ¿Y qué hay del uranio empobrecido
utilizado en las dos guerras de Irak? ¿O con las bombas de fósforo blanco
lanzadas sobre Faluya por las tropas de Estados Unidos en 2004, y que hasta hoy
han dejado una ciudad con altos índices de defectos de nacimiento? En 1996,
cuando se le preguntó acerca del medio millón de personas muertas por las
sanciones de Estados Unidos en Irak, la entonces Secretaria de Estado Madeleine
Albright dijo que “creemos que el precio vale la pena.”
Al embarcarse en su bárbara guerra en Irak, el imperialismo estadounidense
ha desestabilizado toda la región. En Siria, los EEUU y sus aliados regionales
Turquía, Jordania y Arabia Saudita, intervinieron para secuestrar el movimiento
revolucionario inicial y empujarlo hacia un conflicto sectario reaccionario. El
apoyo directo e indirecto a Al Qaeda y a otras organizaciones yihadistas
reaccionarias ha creado un monstruo de Frankenstein, que perseguirá como una
plaga a toda la región, así como a Occidente, durante muchas décadas venideras.
Está claro que para Donald Trump y la clase dominante de Estados Unidos, el
destino de los sirios o de cualquier otro pueblo no es importante. Ni tampoco
les importa quién ha matado a quién y si se han utilizado armas químicas o no.
El repentino cambio en la política de Trump hacia Assad es un giro de 180
grados desde su posición de hace tan sólo unas semanas, cuando afirmaba que la
única manera de salir de la crisis en Siria era con un esfuerzo conjunto con
Rusia y Assad. Está claro que Trump está bajo presión de sectores de la clase dominante
de Estados Unidos que quieren detener su acercamiento con Putin. No es que
Trump tenga reparos morales en estar de acuerdo con esto. En este contexto, el
ataque químico era una excusa “conveniente” para amoldar a la opinión pública
en la preparación de un ataque.
Fue un movimiento cínico y calculado con el único propósito de defender los
estrechos intereses de la clase dominante de Estados Unidos y de sus aliados, y
para enviar una señal, en particular, a Rusia, de que el imperialismo de
Estados Unidos sigue presente "en el juego" de Siria, para dividir la
alianza ruso-iraní-Assad y prepararse para negociar el futuro de Assad. Es
decir, no es más que una continuación de la guerra civil reaccionaria
imperialista en la que el pueblo sirio no conseguirá nada sino más miseria.
Desafortunadamente, una gran parte de la izquierda en Occidente se ha
subido al carro y está haciéndose eco de la línea del imperialismo occidental y
de los medios de comunicación. Por supuesto no hay nada progresista en el régimen
de Assad ni en los juegos sucios de Rusia en Siria. Pero al tratar de oponerse
a estas fuerzas, algunos se están poniendo en el mismo campo que la fuerza más
reaccionaria en el planeta, la del imperialismo estadounidense. Al colocar
apresuradamente su peso detrás del bombardeo de Estados Unidos, parecen olvidar
lo que la intervención occidental, sin excepción, ha llevado a la historia de
Oriente Medio: más inestabilidad y barbarie. Sin embargo, estos
"izquierdistas" no critican a los EEUU por intervenir, ¡sino por no
haber intervenido lo suficiente!
La realidad es que, en ausencia de un auténtico movimiento revolucionario
basado en la clase obrera, un derrocamiento militar del régimen de Assad
apoyado por Occidente significará la invasión de Siria por el ISIS y de los
grupos de Al Qaeda apoyados por Occidente, grupos que no tienen desacuerdos
importantes de principios con el ISIS. El bárbaro desastre causado por la
intervención occidental en Libia debe ser una lección sobre la naturaleza
reaccionaria de este tipo de intervenciones. El pueblo sirio es muy consciente
de ello y, en todo caso, este ataque va a ayudar a Assad a agruparlo tras de
sí.
La única solución real es una posición de clase independiente clara. Para
los trabajadores y la juventud en Occidente, que genuinamente quieren acabar
con la miseria y la barbarie en Oriente Medio, hay que decir claramente: ¡el
enemigo está en casa! Las misma gente que ataca a las clases trabajadoras en
Occidente, que impone la violencia de la austeridad, el desempleo y la caída de
los niveles de vida en casa, ha estado matando y asesinando a las masas
trabajadoras de Oriente Medio durante décadas, si no más.
Los poderes más reaccionarios en Oriente Medio son los del imperialismo
occidental y sus aliados, que quieren dominar, poner grilletes y explotar a los
pueblos de esa región, y que están dependiendo de las capas y grupos más
atrasados y reaccionarios para hacerlo. Sin el apoyo del imperialismo
occidental, todos los grupos yihadistas y casi todas las dictaduras
reaccionarias de la región se derrumbarían. Al mismo tiempo, no podemos dar
ningún tipo de apoyo a los rivales de nuestros propios imperialistas, a Putin,
Assad o los mulás de Irán, que están todos más que dispuestos a hacer un trato
con aquéllos, siempre y cuando sus propios intereses están protegidos.
La crisis en Oriente Medio es un resultado directo del callejón sin salida
del capitalismo mundial. Un sistema anárquico en profunda crisis, que en su
"periferia" se hunde en la barbarie. La intervención de Estados
Unidos en Siria sólo empeorará las cosas. Lo que se necesita no es ampliar la
guerra en Oriente Medio, sino traerla de vuelta a casa, en la forma de lucha de
clases contra las clases dominantes. Una clase dirigente que no juega ningún
papel productivo, sino que extiende el terror y la destrucción por todas
partes.
Publicado por La Cuna del Sol
USA.
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